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Redistribución del cuidado, clave para prevenir la violencia basada en género

En Venezuela, la sobrecarga de cuidados que asumen las mujeres no solo limita su autonomía económica, sino que también aumenta su vulnerabilidad. Y para revertir esta situación, es necesario que se produzca una redistribución de las tareas de cuidado, tanto para la incorporación de las mujeres a actividades económicas productivas que las saque de la pobreza, como para una prevención sostenible de la violencia basada en género.

Así lo demuestra la investigación “Corresponsabilidad de los cuidados en la prevención de la Violencia Basada en Género”, que se publicó en abril de 2025 y cuyos resultados fueron analizados el pasado mes de junio el marco de las XIII jornadas de investigación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales “Rodolfo Quintero” y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela (UCV) por Magdymar León Torrealba, directora general de Avesa, y Rosa Paredes, socióloga, profesora e investigadora de la maestría de Estudios de la Mujer de la UCV.

León Torrealba comentó que para lograr la redistribución de cuidado deben producirse cambios de los roles y estereotipos de género que se mantienen en las dinámicas familiares. Mientras que Rosa Paredes lo explicó sin rodeos:El cuidado no puede seguir siendo una carga exclusiva de las mujeres. Ese es un trabajo no remunerado, pero contribuye a que exista el trabajo productivo”.

Desde las ciencias sociales, el concepto de “cuidado” engloba no solo las tareas del hogar, sino también el acompañamiento afectivo, emocional y relacional de personas dependientes: niños, personas mayores, con discapacidad o en situación de enfermedad.

“En casi todos los países, la mayoría de los pobres son mujeres, y entre ellas, las más empobrecidas son las jefas de hogar”, advirtió Paredes. Por eso, incluir el cuidado como tema central en políticas públicas no es accesorio, es estructural para reducir la pobreza, promover igualdad y prevenir violencia.

“Las mujeres no tienen autonomía económica, no tienen un trabajo remunerado de calidad, no tienen autonomía física porque están dedicadas a eso -a cuidar- les pasa igual a las mujeres víctimas de violencia, aisladas en el hogar, y no pueden salir del cuadro de pobreza y violencia solas”, insistió.

Redistribuir el cuidado: ¿una estrategia de prevención?

La investigación evaluó el impacto de incluir la corresponsabilidad del cuidado como parte de proyectos de autonomía económica en los estados Táchira y Zulia, en el marco del programa “Dignidad y Empoderamiento” de Oxfam junto a varias organizaciones, entre ellas Avesa. En esos proyectos ya había mujeres recibiendo apoyo de la respuesta humanitaria en formación para actividades económicas productivas y con orientaciones vinculadas a la violencia basada en género, pero incorporaron esta nueva dimensión.

A través de un diseño cuanti-cualitativo con 60 mujeres (grupo de intervención y grupo de control), el estudio midió si hablar del cuidado y redistribuirlo en los hogares podía mejorar el conocimiento sobre la violencia basada en género, estimular el empoderamiento económico y transformar dinámicas familiares. La investigación abarcó los años 2023 y 2024 y principios de 2025.

La hipótesis que se buscaba comprobar es que a mayor autonomía económica y redistribución de cuidados, es más sostenible la prevención de la violencia basada en género. El resultado fue transformador, principalmente en los grupos de intervención.

Foto Cortesía: Avesa

“Antes, el 70% de las mujeres asumía sola las tareas de cuidado. Después de la intervención, el 83% reportó mayor equidad. En muchos hogares hubo acuerdos familiares, participación activa de hijos e hijas y conciencia crítica sobre el mandato de género”, explicó Magdymar León.

Después de un proceso de reflexión familiar, se concientizó que el cuidado no es una tarea exclusiva de las mujeres y que ellas tienen derecho a tener tiempo disponible para otras labores: “Ese es el cambio fundamental al que se quiere llegar, que no sean relevadas porque la mujer está destruida, sino que el grupo familiar llegue a un acuerdo para que los cuidados sean asumidos por diferentes miembros del hogar”, insistió León.

Cuando cuidar permite emprender

La sobrecarga del trabajo doméstico impide a las mujeres participar y sostenerse en actividades productivas. Es un “juego trancado”, opina León. Pero cuando el cuidado se reparte, las mujeres tienen más tiempo, más salud emocional y mayor capacidad de decisión.

Foto: Avesa

Y es que sin redistribución del cuidado no hay autonomía económica sostenible posible para las mujeres. Los resultados de la investigación lo confirman: en Táchira, la participación en actividades generadoras de ingresos creció más del 30% en el grupo de intervención evaluado en ese estudio. “Transformaron sus espacios domésticos en negocios, identificaron su producto estrella, mejoraron su autonomía y resiliencia”, contó la directora general de Avesa.

El estudio enfatiza la importancia de que la mujer alcance su autonomía económica, pues el hecho de reducir la dependencia en ese ámbito actúa como un “factor protector contra la violencia”.

León destacó que así como las mujeres se han incorporado a la vida pública, hace falta que los hombres se incorporen a la privada y que asuman actividades de corresponsabilidad de cuidado, porque sino ellas seguirán sobrecargadas: “Necesitamos liberarnos de la carga de la casa”.

Sin cuidados compartidos no hay prevención sostenible

La investigación también mostró que las mujeres que participaron en procesos sobre cuidados tuvieron mayor conciencia de sus derechos, menor tolerancia a la violencia y mejores condiciones para salir de relaciones abusivas.

“Redistribuir el cuidado y tocar estos temas hacen que las mujeres sean menos vulnerables, hay empoderamiento, seguridad, mayor capacidad para tomar decisiones”, concluye la investigación.

La propuesta es clara: incluir diagnósticos y pactos de cuidado como parte de los programas humanitarios y de medios de vida. Si las mujeres no tienen tiempo, si siguen solas con la carga del hogar, los beneficios no serán sostenibles. Además, de esa forma, las mujeres podrán ejercer plenamente su ciudadanía y contribuir a la recuperación sostenible de sus comunidades.

“Nuestra propuesta es que en los proyectos de respuesta humanitaria esta sea una dimensión que sea incorporada necesariamente como parte del paquete de oferta o de servicios que se prestan para que realmente las intervenciones sean efectivas, porque sino aunque se les dé apoyo económico y formación a las mujeres, eso no se sostiene”, apuntó Magdymar León.

Una sociedad del cuidado, no de la exclusión

La socióloga, profesora e investigadora Rosa Paredes recordó la propuesta concreta a la que exhortó la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (Cepal, 2022), organización que instó a avanzar hacia una “sociedad del cuidado” como horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género.

“El modelo de desarrollo debe ir enfocado hacia una sociedad del cuidado, en donde todas las personas —el Estado, la familia, la comunidad, las empresas y la sociedad civil— tengan la responsabilidad de cuidar. No le puede tocar solo a la familia, dentro de la familia, solo a la mujer esa carga, ese es un trabajo no remunerado pero contribuye a que exista el trabajo productivo“, amplió.

En Venezuela, en medio de una crisis humanitaria compleja aún no superada, este enfoque no es solo urgente, sino profundamente transformador.

“Es necesario que donantes y organizaciones humanitarias tengan una mayor conciencia sobre la importancia de los
cuidados para la prevención de la violencia de género”, se lee en el resumen ejecutivo de la investigación de Avesa.

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país

A mayor autonomía económica y redistribución de cuidados, es más sostenible la prevención de la violencia basada en género, y así lo demostró una investigación de Avesa. Cuando el cuidado se reparte, las mujeres tienen más tiempo, más salud emocional y mayor capacidad de decisión
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En Venezuela, la sobrecarga de cuidados que asumen las mujeres no solo limita su autonomía económica, sino que también aumenta su vulnerabilidad. Y para revertir esta situación, es necesario que se produzca una redistribución de las tareas de cuidado, tanto para la incorporación de las mujeres a actividades económicas productivas que las saque de la pobreza, como para una prevención sostenible de la violencia basada en género.

Así lo demuestra la investigación “Corresponsabilidad de los cuidados en la prevención de la Violencia Basada en Género”, que se publicó en abril de 2025 y cuyos resultados fueron analizados el pasado mes de junio el marco de las XIII jornadas de investigación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales “Rodolfo Quintero” y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela (UCV) por Magdymar León Torrealba, directora general de Avesa, y Rosa Paredes, socióloga, profesora e investigadora de la maestría de Estudios de la Mujer de la UCV.

León Torrealba comentó que para lograr la redistribución de cuidado deben producirse cambios de los roles y estereotipos de género que se mantienen en las dinámicas familiares. Mientras que Rosa Paredes lo explicó sin rodeos:El cuidado no puede seguir siendo una carga exclusiva de las mujeres. Ese es un trabajo no remunerado, pero contribuye a que exista el trabajo productivo”.

Desde las ciencias sociales, el concepto de “cuidado” engloba no solo las tareas del hogar, sino también el acompañamiento afectivo, emocional y relacional de personas dependientes: niños, personas mayores, con discapacidad o en situación de enfermedad.

“En casi todos los países, la mayoría de los pobres son mujeres, y entre ellas, las más empobrecidas son las jefas de hogar”, advirtió Paredes. Por eso, incluir el cuidado como tema central en políticas públicas no es accesorio, es estructural para reducir la pobreza, promover igualdad y prevenir violencia.

“Las mujeres no tienen autonomía económica, no tienen un trabajo remunerado de calidad, no tienen autonomía física porque están dedicadas a eso -a cuidar- les pasa igual a las mujeres víctimas de violencia, aisladas en el hogar, y no pueden salir del cuadro de pobreza y violencia solas”, insistió.

Redistribuir el cuidado: ¿una estrategia de prevención?

La investigación evaluó el impacto de incluir la corresponsabilidad del cuidado como parte de proyectos de autonomía económica en los estados Táchira y Zulia, en el marco del programa “Dignidad y Empoderamiento” de Oxfam junto a varias organizaciones, entre ellas Avesa. En esos proyectos ya había mujeres recibiendo apoyo de la respuesta humanitaria en formación para actividades económicas productivas y con orientaciones vinculadas a la violencia basada en género, pero incorporaron esta nueva dimensión.

A través de un diseño cuanti-cualitativo con 60 mujeres (grupo de intervención y grupo de control), el estudio midió si hablar del cuidado y redistribuirlo en los hogares podía mejorar el conocimiento sobre la violencia basada en género, estimular el empoderamiento económico y transformar dinámicas familiares. La investigación abarcó los años 2023 y 2024 y principios de 2025.

La hipótesis que se buscaba comprobar es que a mayor autonomía económica y redistribución de cuidados, es más sostenible la prevención de la violencia basada en género. El resultado fue transformador, principalmente en los grupos de intervención.

Foto Cortesía: Avesa

“Antes, el 70% de las mujeres asumía sola las tareas de cuidado. Después de la intervención, el 83% reportó mayor equidad. En muchos hogares hubo acuerdos familiares, participación activa de hijos e hijas y conciencia crítica sobre el mandato de género”, explicó Magdymar León.

Después de un proceso de reflexión familiar, se concientizó que el cuidado no es una tarea exclusiva de las mujeres y que ellas tienen derecho a tener tiempo disponible para otras labores: “Ese es el cambio fundamental al que se quiere llegar, que no sean relevadas porque la mujer está destruida, sino que el grupo familiar llegue a un acuerdo para que los cuidados sean asumidos por diferentes miembros del hogar”, insistió León.

Cuando cuidar permite emprender

La sobrecarga del trabajo doméstico impide a las mujeres participar y sostenerse en actividades productivas. Es un “juego trancado”, opina León. Pero cuando el cuidado se reparte, las mujeres tienen más tiempo, más salud emocional y mayor capacidad de decisión.

Foto: Avesa

Y es que sin redistribución del cuidado no hay autonomía económica sostenible posible para las mujeres. Los resultados de la investigación lo confirman: en Táchira, la participación en actividades generadoras de ingresos creció más del 30% en el grupo de intervención evaluado en ese estudio. “Transformaron sus espacios domésticos en negocios, identificaron su producto estrella, mejoraron su autonomía y resiliencia”, contó la directora general de Avesa.

El estudio enfatiza la importancia de que la mujer alcance su autonomía económica, pues el hecho de reducir la dependencia en ese ámbito actúa como un “factor protector contra la violencia”.

León destacó que así como las mujeres se han incorporado a la vida pública, hace falta que los hombres se incorporen a la privada y que asuman actividades de corresponsabilidad de cuidado, porque sino ellas seguirán sobrecargadas: “Necesitamos liberarnos de la carga de la casa”.

Sin cuidados compartidos no hay prevención sostenible

La investigación también mostró que las mujeres que participaron en procesos sobre cuidados tuvieron mayor conciencia de sus derechos, menor tolerancia a la violencia y mejores condiciones para salir de relaciones abusivas.

“Redistribuir el cuidado y tocar estos temas hacen que las mujeres sean menos vulnerables, hay empoderamiento, seguridad, mayor capacidad para tomar decisiones”, concluye la investigación.

La propuesta es clara: incluir diagnósticos y pactos de cuidado como parte de los programas humanitarios y de medios de vida. Si las mujeres no tienen tiempo, si siguen solas con la carga del hogar, los beneficios no serán sostenibles. Además, de esa forma, las mujeres podrán ejercer plenamente su ciudadanía y contribuir a la recuperación sostenible de sus comunidades.

“Nuestra propuesta es que en los proyectos de respuesta humanitaria esta sea una dimensión que sea incorporada necesariamente como parte del paquete de oferta o de servicios que se prestan para que realmente las intervenciones sean efectivas, porque sino aunque se les dé apoyo económico y formación a las mujeres, eso no se sostiene”, apuntó Magdymar León.

Una sociedad del cuidado, no de la exclusión

La socióloga, profesora e investigadora Rosa Paredes recordó la propuesta concreta a la que exhortó la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (Cepal, 2022), organización que instó a avanzar hacia una “sociedad del cuidado” como horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género.

“El modelo de desarrollo debe ir enfocado hacia una sociedad del cuidado, en donde todas las personas —el Estado, la familia, la comunidad, las empresas y la sociedad civil— tengan la responsabilidad de cuidar. No le puede tocar solo a la familia, dentro de la familia, solo a la mujer esa carga, ese es un trabajo no remunerado pero contribuye a que exista el trabajo productivo“, amplió.

En Venezuela, en medio de una crisis humanitaria compleja aún no superada, este enfoque no es solo urgente, sino profundamente transformador.

“Es necesario que donantes y organizaciones humanitarias tengan una mayor conciencia sobre la importancia de los
cuidados para la prevención de la violencia de género”, se lee en el resumen ejecutivo de la investigación de Avesa.

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país

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Una base de datos de mujeres y personas no binarias con la que buscamos reolver el problema: la falta de diversidad de género en la vocería y fuentes autorizadas en los contenidos periodísticos.