DDHH olvidados | Preso por tuitear - Runrun
Valeria Pedicini Abr 07, 2021 | Actualizado hace 3 años
DDHH olvidados | Preso por tuitear
Pedro Jaimes estuvo preso durante un año y cinco meses, tiempo en el que lo interrogaron y torturaron, por haber tuiteado la traza aérea del avión presidencial en el que se trasladó Nicolás Maduro

@ValeriaPedicini

 

Pedro Jaimes salió de su casa, ubicada en Los Teques, para ir a la panadería cuando se percató de un carro sospechoso fuera de su vivienda. Era blanco, como de taxista. Nunca lo había visto en la zona. Cuando llegó al negocio y miró a la calle, ahí estaba otra vez el vehículo. Pensó que se trataba de un secuestro. 

Fue a hacer la cola para comprar un par de harinas en el supermercado y se le olvidó lo que había visto. Regresó a su casa sin contratiempos, pero cuando iba a entrar al estacionamiento, una camioneta blanca lo interceptó y de ella bajaron unos hombres con armas largas. 

-¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
-Te vienes con nosotros. 

Funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) lo sacaron de su casa el 10 de mayo de 2018. Lo golpearon sin dar explicación, agredieron a su hermana y robaron todo lo que tenía en su casa. Los efectivos argumentaron que Pedro había publicado la ruta del avión presidencial en el que se trasladó Nicolás Maduro dos días antes, a pesar de que esa información era pública.

Pedro utilizaba sus cuentas para publicar información del espacio aéreo venezolano. Siempre lo había hecho, solo porque era algo que le interesaba y le gustaba hacer. Per cuando la situación en el país empeoró, publicaba información de tráfico, protestas y de lo que sucedía por la crisis. 

Nicolás Maduro había anunciado un viaje al estado Aragua el 3 de mayo de 2018 y el publicó en su cuenta esa información, que era pública. No pensó que eso representaba un problema. Siete días después de eso, los agentes del Sebin lo fueron a buscar a su hogar. 

Pedro estuvo preso por un año y cinco meses. Primero estuvo en la sede del Sebin de Plaza Venezuela, donde dormía sobre un escritorio de metal porque en el suelo abundaban los animales rastreros y utilizaba sus botas como almohadas. Esas semanas no tuvo noticias de su familia, ni pudo comunicarse con ninguno de ellos. Estaba aislado, sin ver la luz del sol, sin saber si era de día o de noche y sin alimentos. 

Las marcas

Las torturas físicas y psicológicas empezaron el mismo día de su detención. Entre varios efectivos lo golpearon con un racimo de plátanos de un metro y medio que le partió una de las costillas. «Imagínate la fuerza con la que lo lanzaron, me pegaron como con un bate de béisbol». Después lo pusieron en cuclillas y uno de ellos se le fue con todo su peso encima en la espalda con su rodilla. 

Esa vez perdió el conocimiento, pero las torturas no pararon los días siguientes. 

Lo envolvieron con cartón y papel periódico para golpearlo con tubos y bates sin que dejaran marcas en el cuerpo. Lo golpearon en la cabeza repetida veces, lo que le causó problemas auditivos en el oído izquierdo. Lo amenazaron con violarlo con un palo de escoba que tenían.

Amarraron una bolsa negra a su cuello, cubrieron su cabeza, le echaron insecticida adentro y mantuvieron la bolsa varios minutos para que se ahogara. «Había mucho sadismo. Me pegaban corriente por la espalda para que no viera lo que iban a hacer y mi cuerpo no se preparaba para el corrientazo. No se lo deseo a nadie». 

A Pedro también lo interrogaron para que diera las claves de sus cuentas personales de Twitter. Lo trasladaron al piso 10 del edificio, donde había una especie de sala situacional en la que había varios jóvenes sentados frente a una fila de computadoras monitoreando las publicaciones de las cuentas de personajes políticos para ver si emitían algún comentario contra Maduro. «Estaban entrenados para vigilar a través de las redes sociales”.  

No sabe si fueron meses o semanas, porque le costaba medir el paso del tiempo, pero una noche lo trasladaron a El Helicoide. Todos querían saber quién era y lo investigaron para ver si era un funcionario encubierto porque, tras días sin estar en contacto con otras personas, llegó al sitio tratando de hablar con todos. «Yo estaba muy eléctrico, pensaban que era un periodista que les queria sacar información». 

A Pedro lo encerraron primero en un cuarto blanco llamado «La Pecera» y que funciona como un lugar de hacinamiento. Nada más en esa celda había 12 personas. Cuenta que uno de los peores días que vivió en ese lugar fue cuando ocurrió el apagón nacional en marzo de 2019. Para él, sin tener idea de las horas que pasaban o de poder diferenciar entre el día y la noche, el apagón duró 15 días. Era tanta la oscuridad que la única forma de saber si estaba despierto era llevándose su mano a la cara para sentir algo. 

La libertad

El proceso judicial del caso de Pedro Jaimes estuvo lleno de irregularidades. Su audiencia preliminar fue diferida siete veces y diez veces el juicio oral. Lo habían acusado de espionaje informático, revelación de secretos políticos e interferencia de la seguridad operacional. Pero su defensa, abogados de la organización Espacio Público, argumentaron que la acusación de la Fiscalía era ilegal y debía ser rechazada por el Tribunal, ya que la información que el tuitero compartió era pública. 

De acuerdo con Espacio Público, el expediente de Jaimes muestra información forjada y evidencias que no relacionan causalmente con los delitos que se le imputaban. 

Tras ser presentado en tribunales estuvo desaparecido durante 33 días, por lo que la primera solicitud legal fue un habeas corpus para garantizar la seguridad personal de Jaimes y tener fe de vida. 

Múltiples organizaciones de la sociedad civil incluyendo a la internacional Human Rights Watch se pronunciaron por su caso. La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó medidas cautelares en octubre de 2018 exigiendo al Estado que respetase el derecho de Pedro Jaimes a la salud, vida e integridad. 

La Corte Interamericana de Derechos Humanos le otorgó una medida cautelar en octubre de 2018, pero fue ignorada por el gobierno de Maduro. 

La noticia de la libertad llegó el 17 de octubre de 2019. Pedro estaba durmiendo cuando los funcionarios llegaron a su celda para pedirle que los acompañara. Al principio no quiso porque tenía miedo a donde lo fueran a llevar, pero obedeció por la insistencia. Solo tuvo oportunidad de recoger su Biblia y una imagen de la Virgen del Carmen, que lo acompañó todo el tiempo durante su detención arbitraria. 

En las afueras de El Helicoide lo esperaba el equipo de Espacio Público y la orden era llevarlo, a él y a otros presos más, a la Casa Amarilla. 

El tuitero  fue excarcelado por la comisión de la verdad de la ilegítima asamblea constituyente como parte del “beneficio procesal” reseñado en el «acuerdo» firmado entre partidos políticos minoritarios de oposición y el gobierno de Nicolás Maduro. Ocurrió luego de que Venezuela fuera admitida nuevamente en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU). El informe publicado por Michelle Bachellet, Alta Comisionada de los Derechos Humanos, expuso las condiciones deplorables y torturas a las que son sometidos los presos políticos en Venezuela. 

Lo primero que quiso hacer fue visitar una iglesia para visitar al Santísimo y darle gracias a Dios por haberlo ayudado a resistir tras las celdas. 

Todo lo que vivió lo sigue afectando. Cuenta que todavía le cuesta escuchar el sonido de unas llaves que chocan entre sí porque durante su detención ese era el ruido que le indicaba en las madrugadas mientras todos los demás dormían  que quizá iban por él, a hacerle quién sabe qué. Piensa que las heridas sanarán poco a poco. 

El Tribunal segundo de Juicio de Los Teques, estado Miranda, le otorgó la libertad plena y declaró la inocencia de Pedro Jaimes el 21 de enero de 2021.