Morir o morir - Runrun
Orlando Viera-Blanco Dic 22, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Morir o morir

Güiria en vigilia por sus muertos. Foto archivo de El Nacional

Es morir de indignación por no alzar mi voz. O de mengua. Es usar lo que me queda de fuerza para descargarla contra la injusticia y la burla a un pueblo indefenso

 

@ovierablanco

El rechazo de un pueblo manso, enfurecido de indignación en Güiria, es la representación súbita de la humillación, del despojo, la burla y la miseria. Sangre tanto gallarda como noble que llevamos en nuestras venas y que estalla como lo hizo “con mis hijos no te metas” y miles de protestas más en 4 lustros, que le han dicho al mundo de nuestra fatiga, nuestra voluntad de seguir de pie y de qué madera está hecho el talante venezolano.

Güiria es expresión de vergüenza. Es el preludio de un estallido mayor que, como la historia de nuestros pueblos, acaba con las carlancas y refunda la República

Mis Recuerdos

Cuando un grupo de connacionales de la costa oriente del país decidió marchar de la ciudad, al decir de Platón, habrían tomado la decisión más dolorosa que puede tomar un lugareño, abatido por la indolencia y por sus miedos más profundos: marchar de su ciudad. En una noche oscura como la desesperanza y la profundidad del mar, un grupo de venezolanos embriagados de tristeza y rabia, decidieron partir en un pequeño bote llamado Mis Recuerdos. En esa embarcación, atestada de mujeres y niños, decidieron encarar las aguas más intranquilas y feroces que se encuentran en la desembocadura del Delta del Orinoco, el Atlántico y el mar Caribe. Un desafío peligroso en una frágil chalupa, creada para llevar no más de cuatro personas y que embarcó 10 veces más de lo tolerado. En momentos de desesperación no existe sentido de riesgo y vulnerabilidad. Es morir o morir…

Es salir de la hambruna, la violencia y la incertidumbre. Zarpan en una chalana dejando sus recuerdos, cebados del legítimo deseo de lograr otro destino. Es dejar atrás nuestras memorias y nuestros sueños. Es el desarraigo involuntario por escapar de la peor desgracia humana que puede enfrentar un ciudadano: la anomia que es desintegración social. Es retar el mar de fondo y el brutal choque de olas contra malecones invencibles, por derrotar realidades más barbáricas, como el mal ejemplo de los verdugos del pueblo, quienes pistolean la condición ciudadana y la confianza en la polis. Un Estado secuestrado por la criminalidad, la impostura, la indolencia y la injusticia, que acaba con el sentido de la vida. Y naufragamos todos. No solo los peregrinos de Mis Recuerdos, sino cada caminante en la miseria y 22 años de soledad (que parecen un siglo).

Pensionados de la muerte

Retumba en mi cabeza la respuesta de un maestro de escuela a las puertas del magisterio, quien desde la madrugada esperaba espartanamente si acaso, mansamente, cobrar su pensión de dos dólares -sic-. Un periodista le preguntó por qué aceptaba vivir así. Nuestro pensionado le respondió: «no he aceptado vivir así. No quiero vivir en esta miseria. Nunca pensamos que nuestra vida -después de dedicarla al más noble de los oficios como lo es educar- terminaría así. Somos un pueblo decente y como maestro he promovido esa decencia. Formación social, moral y cívica ha sido el norte hacia mis estudiantes. A ese modo de vivir le he sido fiel. Pero nos han llevado al límite de lo impensable. Es vivir muriendo cada día para alcanzar una cesta básica que cuesta 300 dólares. Ud. tiene razón. Prefiero morir por alzarme contra el abuso porque igual perderé la vida por el hambre, la corrupción y la miseria. Es morir de indignación por no alzar mi voz o morir de represión o de mengua. Es usar lo que me queda de fuerza para descargarla contra la injusticia y la burla a un pueblo indefenso”.

El pueblo de Güiria decidió morir o morir a 7 millas náuticas de sus costas. Ahora honran a sus deudos y deciden levantarse, morir o morir contra el régimen. Güiria desobedece, se agita, protesta y expulsa a funcionarios de Maduro, manteniendo su frente en alto antes de aceptar el chantaje de las cajas CLAP, curitas u ordenadores Canaima.

Güiria lanzó al régimen y al mundo su arenga: “primero muertos que bañados en sangre”. Es morir o morir como no lo decidieron en su momento Brito, Acosta Arévalo, Oscar Pérez, pero se la jugaron por una Venezuela en paz.

Es morir o morir como no lo quiso Pernalete y muchos estudiantes que han caído protestando contra la barbarie y la opresión, pero que encaran la muerte por otra vida. Es morir o morir como lo hicieron muchos de nuestros antepasados. Es morir o morir en la inocencia y la buena fe, convirtiendo esa buena voluntad en un retorno de legítima defensa y ejemplo a los jóvenes de la ciudad (Platón).

Güiria alerta al mundo: ¡Fuera, fuera!

La delegación del régimen intentó distribuir colchonetas, alimentos, ordenadores y medicamentos, pero enfrentaron las críticas de la población local. La gente de Güiria corrió a representantes del gobierno que querían acallar a la población. Güiria le dice al mundo basta de impunidad. Güiria le dice a la Corte Penal Internacional de La Haya ¡que haya justicia! Güiria alerta sobre cómo la defensa a los DD. HH. no es quimera y sus agresiones no van en sintonía a acciones eficaces para evitarlas. Güiria clama por una diplomacia capaz de prevenir la tragedia de morir o morir sobre la misma tierra o ahogados en el mar. Güiria pide a gritos ¡Fuera, fuera! la indiferencia, la crueldad, el abuso contra un pueblo bueno y llano. ¡Fuera, fuera! al olvido y las atrocidades. ¡Fuera, fuera! la barbarie en una pelea muy desigual, que solo la justicia penal internacional, la voluntad política franca y determinada del mundo o una intervención humanitaria, puede derrotar. ¡Fuera, fuera! Morir o morir en mis recuerdos…

No queda más que decir, seguid el ejemplo que Güiria dio…

* Embajador de Venezuela en Canadá.

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