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Para el comunista la comuna es control, no unión

@ArmandoMartini

La comuna socialista es un garabato mal hecho de organización social, política y económica de carácter local, participativa en el cual los individuos gestionan instituciones de autogobierno para cubrir y regular sus necesidades con miras a ser autosuficientes. Marxistas, comunistas, socialistas, anarquistas y otros movimientos de izquierda han observado a la comuna como base de un modelo de sociedad liberada del capitalismo a través de la “democracia participativa”. ¡Pura habladera de pendejadas! 

En la Venezuela castrocomunista, chavista y madurista del socialismo bolivariano del siglo XXI, se planteó la construcción del Estado comunal, que tuvo entre sus respetadísimos ideólogos al “prestigioso, distinguido e insigne” guerrillero Kléber Ramírez Rojas, que lo llamó Estado comunero.

En teoría, “la comuna tiene como propósito fundamental la edificación del Estado comunal. Supone la promoción, impulso y desarrollo de la participación protagónica y corresponsable de los ciudadanos en la gestión de las políticas públicas, conformación y ejercicio del autogobierno por parte de las comunidades organizadas, a través de la planificación del desarrollo social y económico, la formulación de proyectos, elaboración y ejecución presupuestaria, administración y gestión de las competencias y servicios que conforme al proceso de descentralización, le sean transferidas, así como la construcción de un sistema de producción, distribución, intercambio y consumo de propiedad social; disposición de medios alternativos de justicia para la convivencia y paz comunal, como tránsito hacia la sociedad socialista, democrática, de equidad y justicia social”.

¡Pura paja! No es más que el viejo, arcaico, tradicional vecindario. Sin embargo, sometido, encadenado por una tiranía que impone normas a seguir y adulancias a desplegar. La vecindad, la comarca, es alegría, solidaridad, compartir, ayuda mutua, lanzar miradas confiadas al mañana. La comuna es obligaciones denigrantes para cumplir, cabezas bajas, humillaciones y mentiras embanderadas.

El régimen, que avanza hacia el sueño de su propia permanencia, dispuesto a cualquier barbarie para fortalecerla, propone la comuna porque no quiere cabos sueltos; su idea de gobierno es represión y propuesta de estímulo, el látigo en la mano. La comuna no es más que la estructura de base controlada férreamente por el régimen abusador, opresor y autoritario.

En eso andan mientras el país, la nación, se les desmorona entre las manos. Quieren ser ricos a costa de astucia, inmoralidad, desparpajo y poco sudor; algunos lo logran a cambio de su conciencia. Pero la patria, el pueblo, cada día más es un trapo sucio que se arruga, empeora de olor por falta de agua, guía y patrones a seguir.

La comuna no es un acercamiento social, es solo otra forma de control totalitario que pretenden concretar. Sin embargo, como todo lo que copian, lo hacen peor. La comuna es una forma de organización bajo inspección y vigilancia, pero si el liderazgo no sabe organizarse ni organizar, la comuna no será una mejoría para un vecindario superior, sino otra puerta a la represión y obediencia impuesta.

Descentralización vs. comuna

Venezuela fue creciendo en democracia, organizándose en parroquias, alcaldías, concejos municipales, consejos legislativos, gobernaciones y país. Por ese camino, con inconvenientes, pero con constancia, valentía, coherencia, trabajo, perseverancia y solidaridad avanzaba. Ahora se estancó porque la revolución sabe agitar, pero no calmar; grita, pero no enseñar, hiere y patea, pero no cura.

El régimen castrista venezolano plantea comunas porque quiere engañar de nuevo para alimentar su propio control.

Mujeres y hombres libres resultan una amenaza y son peligrosos para quienes quieren el dominio total. También lo son quienes cierran calles para que la propia familia rece -es un decir-, permanezca unida, libre de los riesgos en un país donde los jefes pandilleros mandan más que las instituciones y las leyes.

Puede ser que la esperanza sea lo último que se pierde, pero lo que jamás podemos dejar al olvido es la integridad, ecuanimidad, orgullo y compromiso de ser libres. Y para eso no necesitamos comunas sino derechos y deberes de ser venezolanos auténticos, no de improvisados ególatras, impostores e imbéciles. Y tenemos suficientes nombres ilustres, como Simón Bolívar, Andrés Bello, José María Vargas, Francisco de Miranda, Jacinto Convit, Andrés Eloy Blanco, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, entre muchos otros.

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