La salud es un derecho - Runrun
Dhayana Fernández-Matos Abr 11, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
La salud es un derecho

@dhayanamatos

El 7 de abril fue el Día Mundial de la Salud. Lo que se busca en los días conmemorativos es hacer reflexionar a las personas sobre las temáticas a las que se refieren.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió que el lema para 2021 era “Construir un mundo más justo y saludable”, un objetivo absolutamente loable, ¿quién en su sano juicio puede negarse al logro de esta meta?, ¿es que acaso este último año no nos ha dejado bastante evidencia de la necesidad de que este ideal sea alcanzado?, ¿no queremos todas las personas, salud para nuestras familias y para nosotras mismas?

Pero si algo nos muestra la realidad descarnada es que esa conjunción de justicia y salud está lejos de lograrse.

En el mundo hay muchas desigualdades para creer que estamos cerca de la construcción de un mundo más justo y saludable. Lo vemos en la inequidad en el acceso a las vacunas contra la covid-19, situación que ha sido denunciada por el presidente de la OMS, quien hizo un llamado a países ricos, como Israel y la Unión Europea, para que dejen el acaparamiento y compartan las vacunas con países pobres que enfrentan dificultades muy grandes por causa del virus.

También se observa al interior de los países en relación con la atención que reciben las personas de acuerdo con su condición social.

Se dice que el virus no discrimina, que no distingue las clases sociales. Puede que la covid-19 no lo haga, pero la atención a la salud que reciben las personas no es igual en ricos que en pobres, de eso no hay ninguna duda. ¿O es que acaso ustedes tienen dudas de que si Elon Musk o Jeff Bezos llegaran a necesitar un respirador (¡y que conste que no se los estoy deseando!), van a tener los problemas que tiene que enfrentar el ciudadano de a pie para conseguirlo? La respuesta a esta pregunta es un no rotundo, ya sabemos que “poderoso caballero es Don Dinero” y de alguna parte saldrá uno.

Ni hablar de las desigualdades de género en la salud, que se han visto agravadas por la pandemia de la covid-19 de distintas maneras. Aumento de la carga laboral de las mujeres, donde se yuxtaponen el trabajo productivo y reproductivo, sin que se diseñen políticas públicas destinadas a hacerle frente a este problema, lo que genera una grave afectación no solo en la salud física sino también en la salud mental. A esto se le debe agregar el aumento de los casos de violencia contra las mujeres en el contexto de relaciones de pareja, al estar encerradas con su agresor. En definitiva, que las mujeres viven una pandemia dentro de otra pandemia.

A lo dicho en el párrafo anterior debe agregarse que, según ONU MUJERES, el 73 % de las personas que trabajan en el sector salud en América Latina y el Caribe son mujeres y si se hace referencia a las personas licenciadas en enfermería, la cifra aumenta hasta el 87 %. Esto implica que las mujeres están en primera línea de atención ante la covid-19 y también en la primera línea de riesgo.

Pero otros factores o condicionantes sociales, están presentes cuando hablamos de la salud, por ejemplo, ese terrible flagelo que azota a América Latina. Me refiero a la corrupción (aunque también se da en otros países fuera de la región) y que genera que se desvíen los recursos destinados a la salud para el peculio de alguna persona corrupta. Y dicho en término coloquial, de esa cabuya, en Venezuela tenemos varios rollos.

Es importante reiterar que la corrupción tiene impacto en la protección de los derechos humanos y es una actividad que genera la violación de estos. Entre ellos, del derecho a la salud.

La salud es un derecho humano y no se refiere a la ausencia de enfermedades, sino, de acuerdo con la Constitución de la OMS, se trata del “goce del grado máximo de salud que se pueda lograr”. Además, como derecho humano, implica obligaciones para los Estados de reconocerlo, garantizarlo y satisfacerlo.

Repito, el Estado venezolano está en la obligación de satisfacer el derecho a la salud de la ciudadanía.

Ya sabemos que la salud pública de calidad en Venezuela es una quimera. Como ejemplo, basta con revisar la página de GoFundMe y ver cuántas campañas hay activas en Venezuela, de personas que buscan recaudar fondos para hacerle frente a la covid-19, a algún cáncer o a cualquier enfermedad grave, ya que el Estado no les garantiza su salud y no tienen recursos para pagar los tratamientos. La cifra es alarmante y preocupante… ¡Cómo me gustaría que nuestro país tuviera los índices de calidad que muestra la salud pública de los países nórdicos! Sí, la pública, aquella que no es gratuita, sino que es pagada con los impuestos de la ciudadanía, ya que los recursos no se desvían a los bolsillos de los corruptos de turno, sino que se usan para lo que fueron programados. Pero bueno, ya sabemos que no somos Suecia, Finlandia, Dinamarca, Islandia o Noruega.

Pero, aunque no seamos nórdicos, sí somos personas con derechos humanos que son exigibles. Y no puede el Estado ampararse en el bloqueo económico para dejar de cumplir con la garantía de estos.

En este punto, me gustaría recordarle a Nicolás Maduro, quien ya está vacunado, que la vida de las personas vale más que cualquier razón política; y a Guaidó, por su parte, recordarle que no estamos para repetir el mantra “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Lo que quiere la gente es que lleguen las vacunas y que lleguen pronto.

En momentos como estos es que los grandes estadistas se crecen y ponen el bienestar de su población por encima de sus apetencias personales, así que, a ambos, me gustaría recordarles que es un momento excepcional para todos y todas. Necesitamos las vacunas, tráiganlas, pónganse de acuerdo, nadie, salvo ustedes, está pensando en elecciones regionales, todas las personas en Venezuela solo piensan en cómo hacerle frente a este virus y tener salud, borrar de la memoria ese olor a muerte que tenemos impregnado.

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