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Pedro Castillo: ¿harakiri a la peruana?
El desenlace peruano tendrá impacto en una América Latina acogotada por la pandemia. Y angustiada por la ruina que pudiera producirse en el Perú con Pedro Castillo, un candidato promovido por los colmillos de La Habana y del sátrapa de Miraflores 

@froilanbarriosf

No hay que andar con medias tintas al opinar que el proceso electoral peruano, cuya segunda vuelta se celebra el próximo 6/6/2021, cierne sobre el país inca una de las mayores amenazas conocidas en la historia de América Latina. De triunfar Pedro Castillo, Perú pudiera superar el apocalipsis del pueblo venezolano, pues se trata de un candidato arropado por variantes ideológicas del estalinismo, como lo el maoísmo y el castroguevarismo.

En efecto, tras la fachada campesina redentora de Pedro Castillo se disfraza el pasado terrorista que sacudió al Perú en los últimos 20 años del siglo XX, representado en el movimiento maoísta Sendero Luminoso de Abimael Guzmán, alias el Camarada Gonzalo; y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) de orientación castrista guevarista, liderado por el guerrillero Víctor Polay. Ambas agrupaciones causaron la muerte de más de 70.000 personas. Sus víctimas fueron campesinos, dirigentes políticos, sindicalistas y civiles a quienes sentenciaban a muerte por el “delito” de simpatizar con el gobierno constitucional de turno. Igualmente destruían la infraestructura nacional de servicios.

Los militantes y afectos de estos movimientos terroristas volvieron por sus fueros a partir de la creación de una organización fachada de derechos humanos, el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF) en 2009. La relación directa de este grupo con el máximo líder y fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, se reafirma desde 2014.

De hecho, el entorno de MOVADEF está infestado de senderistas, quienes operaron desde allí para hacerse del control del sindicato de maestros, de donde proviene el candidato presidencial de marras, líder de la huelga nacional de maestros de 2017.

Este movimiento de “derechos humanos” tiene como objetivo la liberación de los presos políticos encarcelados en el contexto terrorista del siglo pasado. El principal interesado en ello es el Camarada Gonzalo, preso desde 1992. Al infame personaje le profesan una idolatría mayúscula sus lunáticos seguidores, quienes lo consideran incluso la cuarta espada del comunismo internacional, junto con Lenin, Stalin y Mao.

Por tanto, vale preguntarse ante la encrucijada política y social que conoce el Perú: ¿por qué insurge Castillo como revelación sorpresa en la primera vuelta? ¿Qué ha pasado por la mente del atribulado pueblo peruano para que el 19 % del electorado haya votado en primera vuelta a un candidato desconocido?

Cabe decir que al Perú no le ha ido bien en el siglo XXI en materia de gobernantes y de comportamientos de la clase política. Arrancó la centuria el propio Alberto Fujimori pretendiendo forzar la Constitución y pugnar un tercer mandato; luego Alejandro Toledo (2001-2006) ha sido un mandatario ampliamente cuestionado por corrupción; la segunda gestión de Alán García, entre 2006 y 2011, mejoró la primera de 1985-1990, para terminar suicidándose por el escándalo de sobornos de Odebrecht; posteriormente Ollanta Humala (2011-2016), de gris gestión, fue acusado también de corrupción. Finalmente, presenciar un casting de 4 presidentes entre 2017 y 2021 desquicia a todo un país. 

Esta crisis del liderazgo político no determina que un pueblo se inmole y vaya a un holocausto, como el que sufrimos en Venezuela durante el siglo XXI con el éxodo de casi 7 millones de personas. Y como lo vive también el pueblo cubano.

El verdadero dilema en el Perú se centra verticalmente entre democracia y dictadura totalitaria. A la candidata Keiko Fujimori no se le debe endosar la gestión dictatorial del padre, sino su disposición de respeto a las instituciones democráticas.

No se sabe cuándo las tiranías son desalojadas del poder. Por tanto, no es de extrañar la pose caudillista del candidato Pedro Castillo, quien, machete en mano, misógino, cuestionador de las minorías y de la libertad de prensa, pretende ser hoy el presidente de Perú. Pero sabemos que es el gallo tapado del MOVADEF, aunque lo niegue Vladimir Cerrón, jefe ideológico de la franquicia Perú Libre, partido postulante del candidato presidencial. 

El desenlace peruano tendrá impacto en una América Latina acogotada por la pandemia- Y angustiada por la ruina que pudiera producirse en el Perú con un candidato promovido por los colmillos de La Habana castrista y del sátrapa de Miraflores que ha saqueado a Venezuela.

*Movimiento Laborista.

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