Venezuela es un acertijo sin orden ni concierto - Runrun
Venezuela es un acertijo sin orden ni concierto
Venezuela es como nunca un rompecabezas, acertijo sin orden ni concierto

 

@ArmandoMartini

Un sector opositor protector busca oxígeno. De mediocre actitud y desempeño, muta convencido de que su chantaje seguirá embaucando. Por eso, Venezuela es como nunca un rompecabezas, acertijo sin orden ni concierto, foto final que muy pocos logran comprender. Sin embargo, la arbitrariedad impone la narrativa para finalmente, y a pesar de todo, ser reconocida.

El castromadurismo busca catequizar con interés desesperante que el país mejora, a pesar de que la crisis humanitaria se agudiza. Contrata servicios profesionales de sandios majaderos, cuando en realidad sigue estancado, desviado de cualquier camino responsable.

Un oficialismo enredado entre principios de gobiernos tan diferentes entre sí como el de China con su Estado capitalista que acepta socios idóneos para producir; Irán, que se enmaraña entre tecnología e inflexibles normas religiosas; Rusia, que pretende liderar careciendo de una economía capaz de seducir y la sufrida Cuba, asida de propaganda ilusoria con un control social por el miedo a la tortura y a la prisión en un contundente escenario de fracaso.

Para imitar a China, se debe comenzar por implementar acciones basadas en la producción y el comercio que demanda eficiencia. Plagiar a Irán es controlar mugrientas delincuencias con recursos de ilegal procedencia y obligatoriedad del mandato divino según interpreten los religiosos que disponen. Emular a Rusia, es poseer un pueblo que envejece en la historia de zares, comunistas asesinos, opresores, déspotas y poderío militar, hoy demostrando ser pura paja. Y Cuba, de estar como Venezuela, resignados, conformes, pacientes, dispuestos a hacer de la espera de cambio una forma de vivir.

El panorama político puede parecer candente, pero en realidad no lo es. Estuvo enfurecido en tiempos que se alejan, cuando la regia e imponente sociedad derrocó a Chávez para después no saber qué hacer, cayendo en la imperecedera tentación castrense; permitiendo que lo trajeran de nuevo a Miraflores rendidos a consentir lo que otros no estaban dispuestos a aceptar.

Y, años después, se enquistó la ignorancia mezclada con incompetencia y corrupción que sacó al pueblo, a la juventud, a enfrentar el absolutismo en la calle, para ser aporreados, lacerados, confinados e incluso muertos frente a la indolencia de unos dirigentes cómplices; vendidos que abandonaron al país que no salió a respaldarlos sino que los vieron como un espectáculo.

No es que Venezuela esté mejor, sino que las finanzas habían llegado al subsuelo por la caída de la producción, medidas necias y una desconfianza generalizada que no desgasta ni siquiera a los que se robaron millones con la complicidad oficial y no oficial. El país no ha mejorado porque ladrones de oportunidad tengan dónde disfrutar lo que no pueden en el extranjero.

La nación está como nos hemos acostumbrado. Cuando el fuelle se agotó, nos cansamos de una lamentable e insípida oposición que repetía fastidiosa lo mismo sin resultados. Y ahí los presos políticos abandonados a su mala suerte y olvidados. No es que el país no esté enardecido, está comiéndose su propia miseria en medio de mentiras castro-maduristas que ya no hacen mella, y las clonaciones desgastadas de contrarios incapaces de unirse siquiera para hacer fuerza.

El infame G4, con sus últimas decisiones, demuestra no tener propósito de rectificación o enmienda; le interesan privilegios y negocios. Ya no convoca, aleja. Se empeña en una representatividad que perdió y le da un barniz político a un régimen denunciado por crímenes de lesa humanidad.

El perverso cogollo secuestrador nos retrocede, son los mismos que nos llevaron al fracaso, siguen al frente, sin asumir responsabilidad ni rendir cuentas. Y cuando dicen renovar designan lo más rancio de la política venezolana. Dirigentes de siempre -quienes están en Venezuela, y los que se fueron por temores propios o por la fuerza- ya no son presente; son ayer, perdieron legitimidad. No representan a la mayoría solo a unos pocos interesados cohabitadores.

No obstante, algunos por iniciativas personales o aspiraciones sugeridas, están moviendo esta espesa sopa que, como buen sancocho, es sabrosa, pero si se toma a diario termina por hacer daño.

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