La plusvalía chavista - Runrun
Froilán Barrios Nieves Jul 20, 2022 | Actualizado hace 4 semanas
La plusvalía chavista
La plusvalía chavista no guarda relación con el poder adquisitivo. Traduce su visión de una economía en ruinas que condena a la población venezolana

 

@froilanbarriosf

El Manifiesto Comunista de Carlos Marx contiene una frase lapidaria: «La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases». Luego desarrolló, en la sesuda obra El capital, el origen de la explotación del hombre por el hombre. Lo hace a partir de la explotación capitalista cuya consecuencia es la multiplicación de la ganancia del patrono, expresada en la plusvalía «causante de la miseria humana». De allí surge el germen de la revolución proletaria conducida por la clase obrera.

En esta mirada de la historia estableció un hilo conductor desde las comunidades primitivas hasta la modernidad, teniendo la explotación como la fuente originaria de la evolución de la raza humana. De esta manera, en el esclavismo el amo se apropiaba del trabajo al ser dueño de la vida de su prisionero; en el feudalismo el noble la ejercía sobre el campesino a través de la usurpación de la renta de la tierra; y en el capitalismo obteniendo la plusvalía absoluta y relativa extractora de la ganancia del sudor obrero.  

Con semejante artillería ideológica, los que han gobernado al país durante el siglo XXI analizaban la historia del siglo XX venezolano. Con la salvedad de que, la mayoría de ellos, encabezada por Maduro y su tropa, haciendo gala de su flojera intelectual, jamás leyeron clásicos del marxismo. Se conformaron con recetas ideológicas, cursillos en La Habana y cantos de Alí Primera. Pretendieron con ello insuflar sus pechos del fanático fervor revolucionario en reuniones de célula acompañadas de bebidas espirituosas impregnadas con el sueño de «tomar el cielo por asalto». 

La estafa chavista

Hasta que un día, por las carambolas de la historia, esta camarilla llegó al poder. Y así pudo aplicar lo que rumiaba en sus cuitas clandestinas, su «dictadura del proletariado». Pero, en lugar del nombre citado en las Tesis de abril de Lenin, de 1917, debiera denominarse la estafa chavista a los trabajadores venezolanos en el siglo XXI.

Desde 2008 la operación contra el salario de los trabajadores se acentuó con la sustitución del bolívar, signo monetario por más de un siglo, convertido a bolívar fuerte luego de la eliminación de los tres ceros. Bajo la promesa del extinto Hugo Chávez del retorno del marrón otrora billete de 100 bolívares, con reconocido poder adquisitivo en buena parte del siglo XX a nivel global.

En realidad, todo fue cuentos de camino haciendo honor a sus historias de El Arañero. El marrón se volvió polvo cósmico tras la fulana conversión 10 años más tarde, en 2018; con la segunda reconversión de bolívar fuerte a bolívar soberano, estableciendo un salario mínimo a US$ 30 y anclado a un indicador ficticio, el petro. Esta política fue acompañada con la resolución 2792 del MINTRA, de octubre de ese año; allí se suspendían los contratos colectivos indefinidamente en el sector público. No tardó mucho este signo monetario en conocer la desgracia al devaluarse al ritmo de una inflación de 7 cifras, la más alta conocida a nivel planetario. Lo que derivó en febrero 2022 en un salario mínimo mensual de 3 dólares una canasta alimentaria superior a los 400 dólares. 

Esta brecha brutal entre salario y poder adquisitivo motivó, para marzo de este año, otra medida surgida de los laboratorios del mal del desgobierno madurista, cuyo objetivo es la burla permanente al trabajador. Fabricó otro engaño: el bolívar digital. Entonces estableció un salario de Bs. 130, equivalente a US$ 30, como muestra de la “recuperación del poder adquisitivo”. Acompañó su estafa magistral con el aplanamiento de las primas de antigüedad, profesionalización, uniformes, etc. Así, de manera discrecional, abarató las nóminas del sector público.

Entre tanto, ¿qué pasó con las trasnochadas lecturas sobre la explotación y la plusvalía?, que la evolución de las economías a nivel global demostró que en los países donde se produce riqueza y se distribuye el bienestar en la sociedad, estas regulan el conflicto social.

En los países nórdicos, cuyos PIB per cápita alcanzan en promedio los US$ 75.000, en Alemania US$ 60.000, en EE. UU. US$ 70.000 existen los mejores niveles de vida decente del planeta. Es otra la historia para las autocracias autodenominadas revolucionarias, como China, Rusia o Irán. Autocracias cuyos PIB per cápita representan una tercera parte del PIB per capita de las economías capitalistas citadas anteriormente. 

En el caso de América Latina la relación es vergonzosa. Cuba y Venezuela registran los PIB per cápita más atrasados del continente, por debajo de los US$ 10.000; en tanto que Colombia, Chile, Brasil y Costa Rica duplican este indicador de distribución de riqueza nacional frente a los países integrantes del ALBA.

En definitiva, la plusvalía chavista no guarda ninguna relación con el salario o poder adquisitivo. Traduce su visión de una economía en ruinas que ha conducido a la semiesclavitud a la población venezolana. El resultado, como lo fue en la URSS, y en el presente en Cuba, Venezuela, o Corea del Norte, es la explotación del hombre por el Estado. Donde las imágenes de seres harapientos inundan las redes sociales en el continente. 

*Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es