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La capitulación opositora ante la dictadura
Vemos el colapso de una oposición que mercadeó con las ilusiones de un pueblo sediento de justicia y libertad para finalmente capitular ante el poder autoritario

 

@froilanbarriosf

Quienes ejercen el poder en Venezuela durante el siglo XXI han sido objeto de calificativos de todo género por gobiernos, integrantes de instituciones democráticas instituciones e individualidades por la violación de los derechos y libertades consagraos en la ONU.

La gestión chavista ha sido diana de un menú de señalamientos: desde las primeras de cambio se le acusó como régimen autoritario, para luego señalar reiteradamente la deriva en dictadura, autocracia y tiranía.

Estas definiciones no han sido gratuitas. Provienen del ejercicio del mandato basado en el culto a la personalidad, la negación de la alternabilidad democrática y el empleo de la tortura, la persecución y el asesinato a disidentes y cárcel a más de 300 presos políticos. También en la negación de la libertad de expresión, la prohibición de medios comunicación autónomos y la precarización de la economía nacional.

La lacra del régimen chavista

Un régimen que empobrece la población, que decretó expropiaciones salvajes y promueve la diáspora de más de 8 millones de venezolanos. En fin, la política del terror como política de Estado para mantener el poder. Todo ese pedigree de gestión aderezado con la unción de ser revolucionarios y propietarios del país hasta el fin de los tiempos. 

La esencia de esta lacra cívico-militar gobernante en Venezuela le ha llevado a emparentarse con las tiranías del mundo. Lo ha podido constatar la comunidad internacional al identificar en la política internacional de Maduro el apoyo irrestricto a las matanzas del carnicero de Siria, Bashar Al Assad; a la represión implacable contra las protestas por los derechos de la mujer en Irán; a la prisión y el asesinato a opositores de Diaz Canel en Cuba; a la criminal invasión de Putin a Ucrania, la persecución y el terror de Daniel Ortega contra la disidencia en Nicaragua, al régimen del terror de Kim Yong-Un en Corea del Norte y a la opresión de las libertades en la China Comunista de Xi Jinping. A todos y cada uno de estos países ha enviado delegaciones como aprobación a sus crímenes de lesa humanidad.

Relaciones peligrosas

Relaciones peligrosas

Ahora bien, estas prácticas inhumanas tampoco son extrañas a la población venezolana. A lo largo de más de dos décadas las han aplicado con saña y alevosía en nuestras fronteras, lo que no deja ninguna duda, ni margen a la especulación sobre la calaña de la tiranía que azota a nuestro país. Un régimen que pretende redondear su faena imponiendo un Estado comunal inexistente en nuestra constitución nacional, basado en los modelos fascista-estalinistas que asolaron al mundo en el siglo XX.

La capitulación opositora

Ante esta cruenta realidad debemos reconocer, con más sombras que claridad, que a lo largo de este tiempo la oposición agrupada un tiempo en la MUD, luego en el G4, venía recibiendo el apoyo esperanzado de un pueblo agotado, diezmado, deseoso de sacudirse el indeseable régimen. El último intento fue en 2015 al votar masivamente por 112 diputados a la Asamblea Nacional y luego en apoyar en las calles y ciudades del país la conformación del Gobierno interino en 2019 que diera fin a la pesadilla gobernante.

¿Y cuál es hoy el desenlace? Iniciaron la gestión en la AN en tono desafiante desmontando los cuadros de Chávez de las paredes del hemiciclo, para finalmente entregarle a la tiranía la única cabeza de playa representada en el Gobierno interino, quien fue desmeritado por todos, desde el presidente Juan Guaidó conjuntamente con los partidos del G4, quienes demostraron con su gestión la falta de transparencia en el uso de los bienes públicos. En resumen, no presentaron cuentas claras de su oscura gestión, ni procuraron la unidad con el resto de las fuerzas vivas para enfrentar al régimen autoritario, concentrando sus decisiones en el cogollo del G-4.

Hoy, sin excepción alguna, lucen descalificados ante una población inerme, que ve la desvergüenza de una oposición que utilizó finalmente los millones de votos logrados en 2015, para luego postrarse ante el régimen y aceptar ir a un proceso de elecciones con las condiciones que imponga la dictadura para justificarse en el poder. Extrañamente olvidaron que es una dictadura excluyente de la alternabilidad democrática.

Estamos viendo el colapso definitivo de una coalición politiquera que dejó solo para el libreto al enemigo dictatorial. Que mercadeó con las ilusiones de un pueblo sediento de justicia y libertad, y que finalmente capitular ante el poder autoritario en función de mantener sus privilegios. Es la hora del surgimiento de una alternativa democrática frente a las cenizas de una clase política corrupta que nunca tuvo como objetivo reconquistar el sistema democrático.

*Movimiento Laborista.

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