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Los que abrieron puertas al chavismo deben cerrarlas
Los chavistas no ascendieron al poder por sus victorias militares, sino porque los venezolanos les abrimos las puertas de Miraflores

 

@ArmandoMartini

De los pecados típicos venezolanos es confiar en que la gente es buena por el solo hecho de haber nacido y crecido en este país; o que, por lo mismo, tenemos derecho a esperar que el Estado nos lo dé todo.

Lo señalaron nuestros padres libertadores a los habitantes de la acaudalada y culta pero pequeña Capitanía General. Lo pensó Simón Bolívar y quienes le acompañaron espada en mano. Lo vociferaron a lugareños y campesinos ignorantes; peones y hacendados iletrados, militares desempleados y sin oficio, que se fueron alzando en armas hasta que el Benemérito y El Cabito arribaron no para llevar al poder a la población, sino para gobernar tranquilos y sin sobresaltos.

Antecedentes no tan remotos

El andino fronterizo y de firme formación campesina, Juan Vicente Gómez, se armoó de paciencia hasta que Cipriano Castro, inteligente por momentos, parrandero, beodo y fullero fuera derrotado, no por él, sino por recomendación médica para una intervención quirúrgica de fístula vésico-colónica, acullá de la patria. Eran tiempos de largas travesías por el océano, y no era un caudillo enfermo en lejanía, sino un cargo vacante que aprovechó el hijo de Hermenegilda. Y, como dijo un oficial estadounidense, se hizo el silencio en Venezuela.

Más que obras públicas, las cuales permitió hicieran sus amigos, con el bajo costo de presos encadenados al trabajo de pico y pala, el general se adueñó de caudales territorios y opulentas haciendas; a su muerte dejó más posesiones que patrimonio, y eso, en Venezuela se paga con ayuda de gobiernos. Falleció sin posibilidad de hacer aguas menores, justo cuando la tierra venezolana comenzó a llenar de dinero a las empresas petroleras y sus aliados concesionarios.

La crisis del gomecismo

La crisis del gomecismo

Al santiamén, los estudiantes emprendían proclamar la democracia como beneficio de los partidos que fundaron. Pero una cosa fueron los precursores, que cometieron errores con talento, y otra quienes décadas después, a medida que se iban muriendo los pioneros, se quedaban instaurados por los que se instruían y pensaban, pero sin más instrucción que ganas de disfrutar prebendas y privilegios del poder.

Mientras intelectuales más o menos honestos forjaban la democracia partidista, pero no ciudadana, los herederos se fueron infiltrando, hoy muertos o ancianos, y las sucesiones de los fiduciarios subsistieron con el sistema partidista, pero reducido a cuotas de poder; elementos negociables con cualquiera. Quienes tienen dominio lo ven como una forma de ganar dinero, y los que poseen patrimonio lo conciben como una manera de conquistar poder. Venezuela no es nación, es un patio de bolas criollas para jugar egocentrismos y miserias.

La nación crucificada

La nación crucificada

Los chavistas no ascendieron al poder por sus victorias militares, sino porque los venezolanos les abrimos las puertas de Miraflores. Una vez abiertas, fueron clausuradas con cerraduras impopulares, producto de cerrajeros cubanos, rusos, chinos, iraníes y de narcisismos individuales.

La irredenta incompetencia de la oposición venezolana

Nadie vendrá para romper aldabillas y abrir portones a los ciudadanos que todavía no han podido irse. Los estadounidenses son la potencia militar del mundo, Cuba, Irán, Rusia y China lo saben. Así mismo, primerísima fuerza económica y comercial del globo, que utilizan pragmáticamente serenos solo en negociar para sus intereses. Pero no con pendejos, y despejado quien tiene el control para complacerlos, será el castro-madurismo, con el cual negociará directa o indirectamente.

La oposición venezolana servil, encubridora y alcahueta demostró incompetencia y estupidez.

Hasta que logró lo impensable: convencer a Estados Unidos y a la Unión Europea de que es posible, confiable y efectivo negociar con el oficialismo castrista antes que pactar con ella.

Los ciudadanos de principios y valores, los humildes sin poder ni dinero, al igual que los poderosos, fueron estafados por supuestos dirigentes opositores. Son tan mediocres intelectuales como hambrientos de dinero. Como los chavistas que se quería sacar del poder. Trocaron en una trotaconventos de extorción incómoda, fastidiosa, sin honor por la palabra empeñada, sin disimulo ni posibilidad. Regresamos a lo mismo: elecciones en las cuales nadie cree, pero que pícaros disfrutan para beneficio propio.

Será entonces con ellos con quienes negociará la Casa Blanca.

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