Licencia para torturar y matar - Runrun
Antonio José Monagas Ene 28, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Licencia para torturar y matar

Imagen: fragmento de la obra Los torturados I, de Oswaldo Wayasamín, 1977

Según el informe del Casla Institute, la tortura en Venezuela sigue un patrón diseñado por mentes profundamente trastornadas

 

@ajmonagas

El trabajo del Casla Institute, organización radicada en Praga, capital de la República Checa, se ha dedicado a testimoniar violaciones de DD. HH. cometidos por regímenes políticos que abrazan modelos autoritarios y totalitarios regados por el mundo.

Su principal atención se centra en países con sistemas políticos socialistas toda vez que estos se atienen a estilos de gobierno para los cuales la tortura es una práctica intimidatoria empleada para doblegarles la conciencia, la dignidad y la moral a quienes se resisten a aceptar el despropósito de la violencia como criterio de gobierno.

De modo anual, el Casla Institute, creado para suceder al Centro de Estudios para la América Latina, cuya organización bandera es el Observatorio de Derechos Humanos, presenta informes consecutivos que tratan problemas relacionados con crímenes de lesa humanidad cometidos por gobiernos arbitrarios. Actos estos condenados con el mayor empuje jurídico posible dado que sus análisis exponen el tamaño de la tragedia que viven naciones sometidas por gobiernos criminales. Y, tristemente, Venezuela está señalada entre los países acusados por la Corte Penal Internacional de cometer delitos de causa mayor.

El último informe sobre la tortura en Venezuela asusta al más bravucón. A decir de su investigación, las torturas referidas siguen un patrón operativo diseñado por mentes profundamente trastornadas. Indistintamente si las cámaras, instrumentos o mecanismos de torturas fueron concebidas para causar dolor físico, angustia mental o sufrimiento psicológico, no es difícil inferir que el proyecto que siguió la construcción de los mismos resultó de quienes viven el medioevo como escenario de depravado placer. De personas disociadas, carentes de conciencia, sentimientos y valores morales.

La sofisticación de la tortura en Venezuela

Quienes asumen el papel de torturador, son individuos serviles y castrados de alma. Al servicio de otro torturador, no pueden esconder la perversidad, maldad y depravación que albergan o enfundan bajo el teñido y planchado uniforme, banderas e insignias que portan. Muchas veces, llenos de estrellas de lata y símbolos de cartón.

El régimen, anclado en ideologías retrógradas, se ceba en el acto de torturar, violar o matar. No se entiende de otra manera cuando ordena la edificación de distintos habitáculos cuyo empleo se destina a las torturas más crueles e inhumanas que pueden darse.

En Venezuela se habla, entre otros artificios, de la “nevera”, la “celdita” y la “caja de muñecas”, cuyos nombres son expresiones del terror que el régimen venezolano perpetra contra quienes se oponen, resisten y refutan las arbitrariedades e injusticias. Atropellos que comete en aras de silenciar y en nombre de la “revolución y del patriotismo desaforado”.

De las prácticas de tortura y sus acólitos

Tal diversificación en los modos de torturar viene acicalándose a manera que lograr métodos más brutales para lograr la desesperación y el abatimiento del inculpado de forma más “eficaz”. Que la desmoralización logre su propósito es lo que espera todo esbirro con atuendo de torturador.

El régimen venezolano ha venido hundiéndose en el lodazal de delitos de lesa humanidad. Según los informes de Casla Institute, los delitos cometidos siguen un esquema sistemático realizado bajo órdenes canalizadas desde elevados cargos políticos responsables de la alta gerencia político-administrativa del país. Y en cuyo cauce lucen implicadas la jurisdicción militar y policial, supuestamente encargadas de la seguridad y defensa nacional y regional.

Tan pertinentes informes describen excesos cometidos y ordenados por la superioridad política escondida detrás de pretextos políticos de retorcida y camuflada intención. Así, exponen el proceder inhumano de los maltratadores de oficio, ellos funcionarios militares, policiales o parapoliciales al servicio de la iniquidad del régimen autodenominado “socialista, bolivariano y revolucionario”, 

El Casla Institute, desde su creación en 2007, ha reportado el constante uso de antiguos y nuevos métodos de tortura dirigidos a doblegar la dignidad y la moral de quienes resisten a los gobiernos autoritarios, víctimas de barbaridades ejecutadas sin considerar los límites entre la vida y la muerte.

Mientras, el régimen sigue haciéndose de oídos sordos ante los reclamos y exigencias de parte de ONG que claman el freno de todo acto de vandalismo. Episodios estos que violan derechos humanos y libertades a las que todo ser humano debe y puede disfrutar. Un gobierno que actúa impúdicamente y con la inmunidad que desata el poder ilegítimo y proceder con licencia para torturar y matar.

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