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Condiciones políticas vs condiciones electorales
Las condiciones electorales son muy desventajosas, pero no anulan la enorme ventaja que otorgan las favorables condiciones políticas derivadas del 75 % de rechazo al gobierno

 

@victoralvarezr

El desconocimiento de los derechos políticos facilita la prolongación de un poder hegemónico y antidemocrático. En Venezuela el 75 % de los electores quiere un cambio en el mando político. Sin embargo, la división y abstención del electorado descontento ha facilitado la continuidad de un régimen autoritario que deteriora las condiciones electorales para desestimular la participación ciudadana.

Condiciones políticas vs condiciones electorales, por Víctor Álvarez R.
Cuadro de los errores políticos de la oposición en Venezuela.

Las condiciones electorales deben ofrecer a todos los competidores las mismas oportunidades de ganar o perder, sin ventajismos de ningún tipo. Implica imparcialidad de los medios de comunicación públicos, no utilización de recursos del Estado a favor de una parcialidad política, regulación de las campañas electorales, fiscalización del origen de los gastos y observación internacional. Sin embargo, en Venezuela se despliega una permanente persecución, encarcelamiento y exilio forzoso de líderes de la oposición, se abusa de la inhabilitación política para sacar de la contienda a candidatos ganadores, se ilegalizan partidos políticos o se les despoja de los nombres y símbolos para entregárselos a disidentes que le hacen el juego al gobierno.

Ciertamente, las condiciones electorales son muy desventajosas, pero no anulan la enorme ventaja que otorgan las favorables condiciones políticas derivadas del 75 % de rechazo al gobierno. La fuerza electoral del chavismo viene cayendo y el malestar nacional continúa creciendo. El régimen no actúa con ingenuidad y para controlar el riesgo de ser barrido, hará todo lo que esté a su alcance para deteriorar las condiciones electorales, crear dudas sobre el proceso electoral, desvalorizar el voto, dividir a sus adversarios y promover la abstención para convertir en mayoría electoral su precaria base de apoyo político y social, lo cual es facilitado por una oposición que se hunde en un fuego cruzado de insultos y descalificaciones que desaniman al elector y provocan su abstención. Así es imposible capitalizar electoralmente el enorme rechazo al gobierno.

El pretexto de las condiciones electorales

El deterioro de las condiciones electorales ha servido de pretexto a una oposición dividida que –al no ser capaz de ponerse de acuerdo en torno a un candidato único y unitario–, para evitar la derrotada prefiere desprestigiar la institución del voto y no participar en las elecciones con la excusa de que “en Venezuela se vota, pero no se elige”, que “dictadura no cae con votos”, que “participar en las elecciones es convalidar la farsa electoral del régimen”.

Un análisis de la dinámica del voto revela que la fuerza electoral del chavismo viene cayendo y el malestar nacional continúa creciendo. Para un gobierno que cuenta con solo 25 % de apoyo en las encuestas, la división y abstención es lo que lo pueden poner a ganar. Por eso el régimen hará todo lo posible para desestimular que el 75 % de electores descontentos voten y barran con los candidatos oficialistas.

Se confundieron deseos con realidades

Un sector subestimó al gobierno de Maduro, sobreestimó el impacto de las sanciones económicas y de la presión internacional y se lanzó por la vía insurreccional. Repitieron una y otra vez que con Maduro solo negociarían su salvoconducto o el color del uniforme en la cárcel donde sería condenado. Al igual que lo intentó Hugo Chávez con el fracasado golpe de estado del 4 de febrero de 1992, Guaidó intentó un fallido golpe de estado el 30 de abril de 2019. Chávez fue sentenciado y al salir de la cárcel armó un movimiento político que llamó a la abstención, pocos lo siguieron en esa aventura, su aceptación popular era muy baja hasta que decidió asumir la ruta electoral, empezó a subir en las encuestas y ganó cinco elecciones seguidas, incluyendo el referendo revocatorio de su mandato presidencial.

Guaidó pasó del mantra del cese de la usurpación y de la estrategia insurreccional a la negociación, decidió ir a las elecciones. María Corina Machado registró una baja aceptación electoral mientras llamó a la abstención y a salidas violentas, pero una vez que decidió tomar la ruta electoral encabeza junto con Benjamín Rausseo la preferencia de los electores. Se dejaron de confundir los deseos de una salida rápida y violenta con la realidad de un país que prefiere una solución pacífica y democrática. Los líderes de la oposición extremista pareciera que ahora ven las cosas como son y no como quería que fueran.

Para superar el largo conflicto que azota a Venezuela, los ciudadanos prefieren la ruta electoral y pacífica a la vía armada y violenta.

Cuando prevaleció la unidad y masiva participación se pudo capitalizar electoralmente el descontento nacional, en comparación con procesos en los que se impuso la división y abstención electoral. Pero cuando la mayoría descontenta se abstiene, la minoría que vota por el oficialismo deviene en una mayoría. La abstención demostró su ineficacia para encausar la transición política, inmovilizó las fuerzas del cambio e indujo a renunciar al derecho político de elegir y ser elegido. Así se entregaron espacios de poder a un régimen que prolonga su hegemonía gracias a la división y abstención que convierte en mayoría su decreciente base de apoyo electoral.

A la continuidad del régimen coadyuva el desprestigio y falta de credibilidad de los partidos políticos y sus dirigentes. Se afanan por mejorar las condiciones electorales, pero dejan de lado la prioridad que debe tener la mejora de las condiciones sociales de los electores a quienes piden el voto. La mejora de las condiciones electorales es de mucha relevancia e interés para los aspirantes a cargos públicos y no tanto para una población azotada por la escasez, la hiperinflación, el colapso de los servicios públicos y la inseguridad. Esta incomprensión de los partidos impide capitalizar electoralmente el descontento nacional contra el gobierno y sus candidatos y, al no recibir una oferta electoral atractiva y esperanzadora, el voto pierde valor como instrumento de cambio y esto prolonga la continuidad del régimen. Recuperar la confianza en la institución del voto es la vía para lograr una solución pacífica al conflicto venezolano.

Los mejores estrategas se preparan para las peores condiciones

Un gobierno autoritario se resistirá a otorgar todas las condiciones electorales que se le exigen. Pero por mucho que sea el ventajismo oficialista, las favorables condiciones políticas derivadas del 75 % de rechazo al gobierno pueden compensar y ser más decisivas que las desventajosas condiciones electorales, siempre y cuando se haga el trabajo de organización política para capitalizar electoralmente el malestar nacional. El gran reto de quienes aspiran a tomar el poder es conectarse con el clamor nacional, presentarse con una candidatura única y unitaria, y hacerle al país una propuesta sensata y viable para hacer posible el recuentro, la reconciliación y la reconstrucción nacional.

Así, el descontento nacional podría ganar no solo la presidencia de la república, sino también la mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional y buena parte de las 23 gobernaciones y 335 alcaldías que estarán en disputa en las elecciones programadas para 2024 y 2025.

Es necesario tener claro que un gobierno autoritario –que prolonga su esperanza de vida gracias a la abstención– no va a otorgar todas las condiciones electorales que se le exigen. Procurará empañar el proceso electoral para inducir la mayor abstención posible. El deterioro de las condiciones electorales ha sido y será la maniobra del gobierno para provocar la abstención que lo ponga a ganar. Por lo tanto, no se pueden esperar condiciones electorales ideales y quienes decidan postularse tienen que prepararse para competir en las peores circunstancias.

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