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Opinión

Moral y luces

 

 
Moral y Luces, por Armando Martini. Imagen generada por IA - DALLE (intervenida por Runrunes).
Armando Martini Pietri
01/02/2024
Se han extraviado la moral y las luces, bolivarianos por simple adjetivo. Tiranía basada en la ignorancia ciudadana

 

@ArmandoMartini

“Moral y luces”, Simón Bolívar (Angostura, 1819) y continúan siendo primeras necesidades. No obstante, sin libertad pierden su valor. La educación de un pueblo pone fin a su condena de ignorante y papel de oprimido. Hemos olvidado la moral y apagado las luces.

Moral, como principio que rige el comportamiento humano, es la brújula que guía las acciones en el escenario de la convivencia. Su importancia radica en la capacidad para fomentar empatía, compasión y respeto mutuo. Y, cuando florece la probidad, rectitud, justicia, respeto, civismo, honor y lealtad, establece un terreno fértil para la construcción de relaciones sólidas y duraderas.

Una sociedad regida por manuales éticos es propensa en abrazar políticas inclusivas, sistemas de justicia equitativos y enfoque sostenible hacia los recursos. Actuando como cimiento sobre el cual se erige una estructura social resistente a las adversidades.

A su vez, las luces son representadas por la educación, conocimiento, juicio, urbanidad e iluminación intelectual. Son la chispa que enciende el camino hacia el progreso. En una sociedad donde brillen con intensidad, se promueve el pensamiento crítico, la innovación y adaptabilidad. La formación, proporciona herramientas para el desarrollo personal, y también es el motor que impulsa el avance colectivo.

“LA” prioridad

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Se han extraviado la moral y las luces, bolivarianos por simple adjetivo. Tiranía basada en…

En lo complejo de una sociedad, dos elementos esenciales se entrelazan para dar forma a su carácter y capacidad de superar desafíos: moral y luces, por muchos subestimados en su impacto, son la esencia misma de una comunidad vibrante y resiliente que, si se descuidan, corren el riesgo de desmoronarse. La falta de bitácora moral da lugar a la desconfianza y desorden social, mientras que el analfabetismo ciega a soluciones de contrariedades.

Somos un país de grandes ignorancias, institutos educacionales dirigidos como delegaciones partidistas, aulas víctimas de la delincuencia, patios abandonados entre ruinas y escombros. Academias silenciosas, universidades levantadas con criterio politiquero, dejadas a su suerte, sin investigación ni análisis; pocos libros, escasos textos, sobrados de alardes y promesas, pero desnudos de mejorías.

La educación es progreso y fuente de trabajo. La instrucción masiva y acceso al conocimiento sin discriminación establece fortaleza social, da vigor cultural y produce solvencia económica. La libertad intelectual es vital para la democracia.

De aquel país manirroto y desordenado, sin embargo, repleto de oportunidades, hemos derivado en una nación sin ética ni valores, con principios lisiados y buenas costumbres cuestionadas, que solo tiene como objetivo fundamental el dinero, no importa si es mal habido producto del delito, robo, extorsión, chantaje, o cualquier indecencia.

Nación autocalificada de “bolivariana”, olvidando que el Libertador tuvo formación y principios, propulsor de la libertad y democracia. Se hizo militar por necesidad, no por ambición económica. Pregonan unión mientras como borrachos sin prestigio, y el peso de mentiras y derrotas, se pelean botellas vacías. Siguiendo el ejemplo de la ramera envejecida que acepta a cualquiera con dinero anémico al final de la noche, cuando el sol apunta dejando al descubierto rugosidades que revelan pliegues por desgaste.

Se ha extraviado la moral y las luces, bolivarianos por simple adjetivo, sin convicción ni espíritu de compromiso. Tiranía por la fuerza basada en la ignorancia ciudadana que sueña con libertad y democracia. Buscamos quien resuelva, sin disposición adicional a la de que pegar gritos. Unidos en ambiciones y desunidos en propósitos, bajan la cabeza a cambio de migajas. Corruptos, deshonestos y putrefactos cobijados de protección, estallan de risa con burlonas y sonoras carcajadas, rezando contritos el “Yo pecador”, confiados en el cabildeo para archivar causas en instancias tribunalicias.

Son poco líderes y estadistas, solo dirigentes anodinos. Se escuchan habladores de sandeces, majaderos y ambiciosos que invitan legitimar un fraude, desatendiendo a quienes señalan verdades. Después de la gloria viene la decadencia, fin de la transparencia, negativa a la rendición de cuentas y traición. Alimañas de posiciones, sienten derecho de acreencia sobre el botín público, glotones por recuperar vigencia y ser adjudicados.

“No nos vamos a parar por María Corina” y otras perlas del gobernador de Barinas

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Aseguran batallar intentando tenebrosos arreglos económicos. El intercambio de concesiones, con o entre pandilleros, patoteros, viola los principios éticos elementales que deben ser defendidos con valentía y fuerza. Se impone restituir la dignidad hecha pedazos. La ciudadanía no puede admitir que el crimen sí paga, porque la sociedad sería insignificante, mediocre, presa fácil de payasos y aventureros, de bufones iguales o peores de lo que nos han azotado.

En moral y luces, la verdad prevalece, es la reina, pero exige compromiso, y comprometerse es entender, analizar, concluir, y crear convicciones. Labor imposible para quienes siguen soñando rancheras en vez de sembrar ideas. Y, si tienen que engañar de nuevo, lo harán, como lo ha hecho en anteriores ocasiones.

La importancia de moral y luces no puede subestimarse, construye y sostiene una sociedad resiliente, que, entrelazados intrínsecamente, actúan como catalizadores para el progreso humano, y superar los desafíos del presente y futuro. La búsqueda simultánea de una moral arraigada en la empatía y unas luces que iluminen el camino del conocimiento, es la clave para forjar una sociedad fuerte, justa e innovadora.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 

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