El peligroso juego de robar una elección
La pretensión de robar una elección y asaltar la transición es un acto de desesperación de quienes buscan aferrarse al poder
La transición del poder es un tiempo crítico que refleja la esencia misma de la democracia. Es el momento en que una sociedad demuestra su madurez al aceptar los resultados de las elecciones y permitir que el proceso democrático siga su curso sin interferencias. No obstante, en ocasiones es amenazada por aquellos que buscan socavar los cimientos de la democracia misma. Esos que pretenden robar una elección legítima y asaltar el proceso de transición.
Este peligroso juego no solo pone en riesgo la estabilidad, sino que también carcome la confianza de los ciudadanos. Cuando se niega consentir los resultados y recurren a tácticas cuestionables para invalidar el proceso, están desconociendo los principios fundamentales de la democracia y cavan la legitimidad de las instituciones democráticas.
Desde la polarización de la sociedad hasta la intimidación callejera. Los efectos de este comportamiento son profundos y perjudiciales, dejando cicatrices espinosas y de dura recuperación.
La democracia no es solo un sistema de gobierno, sino un conjunto de valores y principios que la ciudadanía debe defender y proteger. La voluntad del pueblo se respeta sin condicionamiento. Cualquier intento de repudiar este mandato es inaceptable.
Para preservar la integridad de la democracia, es fundamental que las instituciones democráticas sean robustas y estén respaldadas por un Estado de derecho sólido. Los líderes políticos deben comprometerse a respetar las reglas del juego democrático y aceptar los resultados electorales, incluso si no están de acuerdo con ellos. La rendición de cuentas y la transparencia son esenciales para garantizar la legitimidad del proceso electoral y proteger la orden del pueblo.
La pretensión de robarse una elección y asaltar la transición no solo es un acto de desesperación por parte de aquellos que buscan aferrarse al poder, sino también un recordatorio contundente de la fragilidad de la democracia. Solo cuando los ciudadanos se unen para defender los principios democráticos fundamentales y rechazar cualquier intento de socavarlos, pueden protegerse y fortalecerse las instituciones democráticas. La democracia es desafiante, pero solo a través de la participación activa de los ciudadanos se puede preservar su integridad y garantizar un futuro democrático para las generaciones venideras.
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