El chavismo cursa una grave crisis en materia de poder convocante, y el referéndum por la soberanía del Esequibo ofrece un pobre resultado. La respuesta de Miraflores es el negacionismo y la represión
Por: @amoleiro
Tal como fue señalado en la entrega anterior, el gobierno de Nicolás Maduro ha tomado para sí, repentinamente, la bandera de la soberanía venezolana en el Esequibo, y esta causa se ha convertido en el epicentro de una nueva crisis, en un pivote, un esguince para endurecer sus posiciones en la política interna, y eventualmente, enviar varios mensajes esclarecedores a los interesados afuera en torno a lo que pueden ser escenarios y entuertos en el futuro.
El previsible cambio de tono de Miraflores toma vuelo una vez constatada -porque todo el mundo se ha dado cuenta- la pobrísima respuesta política que tuvo la convocatoria del referéndum sobre el Esequibo entre la población, a pesar de la millonaria campaña invertida para motivarla. Un resultado que tiene como reverso el recuerdo vivo de la masiva jornada de votaciones en la elección primaria en el campo democrático del pasado 22 de octubre.
El endurecimiento del tono de Caracas hacia Guyana, al mismo tiempo, ha ido mucho más allá de lo imaginado: ahora se quiere hacer vinculante la consulta, y se toman decisiones de gobierno, y se legisla en torno a la existencia de una nueva entidad federal en el país. Dirigentes fundamentales del entorno de María Corina Machado y activistas de la sociedad civil, como Roberto Abdul, son judicializados con argumentos increíblemente antojados.
Ya sin cartuchos políticos, sin argumentos convocantes, a la vista de la enorme decadencia y el explícito descrédito del cual es objeto su clase dirigente, el chavismo puede decidirse a llevar hasta sus últimas consecuencias algunas exigencias a Guyana, y, como ha quedado visto, continuar por ese camino consiguiendo argumentos para arremeter contra la oposición democrática en un momento político particularmente decisivo, en la víspera de un año de elecciones presidenciales.
Para esta envestida el oficialismo será ayudado por algunos sectores formalmente opositores cooptados para su causa. Algunos de ellos hacen acusaciones aún más audaces y amañadas procurando perjudicar a otros miembros de la sociedad civil.
Los acuerdos de Barbados no han quedado formalmente rotos: queda claro que Estados Unidos aguarda porque tiene interés en mantener algún status quo en torno a cierta idea de pacto político con Venezuela. La respuesta de Washington, de continuar las cosas como van, parecería inevitable.
Los arrestos anunciados sugieren que Miraflores, sin embargo, podría dar incluso pasos adicionales para imponer su criterio por la fuerza, tomando decisiones no antes vistas, incluso a costa de encarar la eventualidad de nuevas sanciones de los Estados Unidos. Sobre todo en la misma medida que las tensiones con Guayana continuaran escalando.
Negando tozudamente a reconocer la realidad que los describe como un movimiento impopular y sin arraigo, como si se tratara del gobierno de Pyongyang, el gobierno de Maduro sigue extendiendo vetos e imponiéndose por la fuerza a falta de legitimidad política y apoyo popular. El paladino desconocimiento de la realidad que les circunda expresa un trastorno discursivo, una alteración interpretativa de la realidad, no vista antes en la opinión pública venezolana.
Queda claro que la precipitación de esta crisis podría condicionar anticipadamente el desempeño de 2024, un año en el cual, teóricamente, tendía lugar algún tipo de expansión económica gracias a la supresión de las sanciones energéticas en el marco de los acuerdos de Barbados.
Mientras tanto, con comprensible sigilo, María Corina Machado parece contar bastimento para desplegar algún tipo de estrategia en este desigual careo, con alguno de sus lugartenientes más importantes presos o enfrentando graves acusaciones judiciales. Sigue habiendo una discursiva invariable en torno a su candidatura presidencial y su legitimidad política, apropiada ya del relato sobre la ruta electoral
El gobierno de Maduro endurece el tono a sabiendas de que tiene campo para maniobrar y hacer concesiones más delante de ser necesario. El regreso de las sanciones parece un riesgo calculado y una circunstancia asumida, y confirma de nuevo que es evidente que el chavismo usa esta circunstancia como una excusa y no tiene genuino interés en conjurarla.
El Referéndum sobre la soberanía del Esequibo se puede convertir en un antes y un después en esta aparente metamorfosis hacia nuevos derroteros del autoritarismo, Maduro no tiene apoyo popular, y sus últimos experimentos políticos no han salido de acuerdo a lo esperado, pero sigue controlando a cabalidad los tentáculos del estado venezolano, todos hoy instrumentos del poder hegemónico chavista.
Con esos tentáculos puede, por ahora construir realidades más allá de los deseos de la población.
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