*Maribel no pudo despedirse de su padre ni en el hospital, ni en su entierro. *Carlos aún no ha conocido a su primera sobrina, quien ya tiene ocho meses de vida. *Alejandra sufrió un parto prematuro debido al estrés que le generó el abrupto cruce a Colombia. Para ellos y para los demás, la vida dio un giro inesperado al verse obligados a huir, buscando proteger su seguridad y su integridad ante la persecución política desatada tras los resultados electorales del pasado 28 de julio en Venezuela.
Con apenas su cédula de identidad en el bolsillo y siguiendo distintas rutas, emprendieron un viaje sin retorno, al menos por ahora, hacia Colombia, en donde aseguran estar “sobreviviendo”. La mayoría partió entre la madrugada del 30 de julio y los primeros días de agosto de 2024, en busca de una salida ante la inminente persecución que pesaba sobre ellos. Según los registros del Foro Penal Venezolano, solo entre julio y septiembre de 2024 la persecución poselectoral llevó al arresto de 1.848 personas.
No han cometido ningún delito, salvo ejercer su derecho a participar activamente en la jornada de elecciones presidenciales del 28 de julio. Sin embargo, son buscados por los cuerpos de seguridad que aún merodean sus casas, toman fotografías e intimidan a sus familiares y vecinos. Se trata de dirigentes políticos, coordinadores municipales y regionales, activistas y miembros de mesa, en su mayoría pertenecientes a la organización política Vente Venezuela y a otros partidos de la disidencia en el país.
Mi papá se fue muy triste
“¿Por qué mi papá no está aquí? ¿Por qué tuvo que irse así? Él se fue muy triste, por todo lo que estaba pasando”. Maribel traga fuerte y continúa rememorando la última vez que lo vio. Exactamente cuatro días antes del inesperado fallecimiento.
“Papá vino el domingo, estuvo conmigo, almorzamos junto a mamá, compartimos. Él estaba enfermo de los pulmones, pero no era una enfermedad grave como para que falleciera, no estaba convaleciente. El jueves se enfermó y falleció. Mis planes era traerlos a vivir conmigo, quería tenerlos a diario aquí”, recuerda Maribel mientras va caminando por la calle y quien durante años se desempeñó como lideresa política en Vente Venezuela.
No pudo estar presente ni durante la convalecencia, ni en el velorio, ni mucho menos en el entierro de su padre. La constante vigilancia de los cuerpos de seguridad venezolanos le impidió darle el último adiós.
“Ir a Venezuela fue imposible porque la iglesia estaba cubierta de funcionarios de seguridad, igual que el hospital cuando mi papá falleció. Había una comisión de más de 30 Guardia Nacional, también había policías en el cementerio. Estaban esperándome”, narró.
A pesar de ese panorama la dirigente opositora tuvo la intención de retornar al país, pero sus familiares y amigos la protegieron, le impidieron que regresara.
“Me dijeron, ‘no, usted no puede ir’. Ese es el dolor más grande que siento. Más grande porque no pude ni siquiera ir a enterrarlo”, se cuestiona entre lágrimas.

Cuando los duelos se entremezclan
Actualmente, Maribel, junto a otro grupo de exiliados políticos está recibiendo con el apoyo de una organización internacional, terapia psicológica para poder enfrentar la situación que les ha tocado vivir en los últimos meses.
“Tengo una mezcla de duelos sobre mis hombros: el dolor por la muerte de mi papá y, además, el duelo de haber tenido que abandonar, de haberme desprendido, sin querer, de tantas cosas que formaban parte de mi mundo”, expresa.
Maribel insiste y pregunta: “¿Qué va a pasar con nosotros?”. Mientras, saca cuentas sobre los gastos que cada mes deben asumir en un país donde aún no tiene un trabajo estable. Hay incertidumbre sobre cómo afrontar el porvenir: ¿Cómo vamos a conseguir alimentos, cómo pagar el arriendo, cómo cubrir los gastos que ahora forman parte de mi realidad”. Son parte de las dudas de una situación que no había vivido.
“Cuando uno sale así, le toca vivir donde sea, como sea, incluso compartir con muchas personas en una habitación, pero esas cosas se han ido superando y ahora vivimos mejor. Aquí tenemos un grupo con el que normalmente compartimos y eso también nos ha ayudado a fortalecernos y mantener intacta la fe y la esperanza en que pronto vendrá el cambio para nuestra amada Venezuela”, agrega.
El desarraigo
Estar lejos de la familia y solo, no poder conocer a su primera sobrina que ya suma ocho meses de vida, ha ocasionado en *Carlos, secuelas emocionales que han deteriorado más su salud. En dos ocasiones acudió a emergencias médicas por una patología estomacal.
Desde el 1 de agosto que llegó a Colombia a través de un paso ilegal, admite haber sucumbido en la tristeza: “La ausencia de la familia y todo lo que hemos vivido aquí han hecho que este camino sea más difícil y me deprime mucho”.
Verse solo, sin dinero, ni ropa para cambiarse ha sido una situación complicada que ha tenido que enfrentar con fortaleza: “Fue inesperado, muy fuerte y algo para lo que no estábamos preparados”.
La tristeza y la depresión los invade a todos, más aún cuando saben que tiene que asumir gastos de estadía y sin poder trabajar legalmente.
*Carlos fue coordinador municipal de la organización Vente Venezuela y sus demás compañeros iniciaron el proceso de solicitud de asilo político y los trámites correspondientes a la condición de refugiados ante ACNUR. Por ahora, solo les fue otorgado el salvoconducto el cual nos los autoriza para trabajar.
Pero la situación migratoria que les da el salvoconducto es bastante limitante: no pueden tampoco abrir cuentas bancarias, negocios, acceder a una línea telefónica pospago, o a contratos de alquiler. Solo tienen derecho a servicios de salud de emergencia, situación que afecta su calidad de vida, tanto el bienestar emocional como la estabilidad económica.
“Estamos agradecidos con la organización Oli Internacional, porque gracias a su apoyo logramos organizarnos aquí y obtener el salvoconducto. Esto nos ha brindado una protección interinstitucional a nivel internacional. Además, la cancillería ya me realizó una entrevista, y actualmente estamos en proceso de obtener la visa de refugiado, un proceso que en Colombia se tarda bastante tiempo en salir”, contó.
También las organizaciones Juntos se puede y Refugiados Unidos les han brindado apoyo y asesorías en Colombia.

Colombia no es un lugar seguro
Hasta el momento, no hay una cifra exacta que determine el número de ciudadanos venezolanos exiliados en Colombia y solicitantes de asilo como resultado de la persecución emprendida por el gobierno venezolano tras las elecciones presidenciales de 2024. Sin embargo, a inicios de 2025 el alcalde de Bogotá, Carlos Galán, aseguraba que la capital había recibido a unos 400 venezolanos perseguidos desde Venezuela.
Paralelo a esto, aproximadamente unos 20 venezolanos solicitantes de protección internacional consultados aseguran que no se sienten completamente seguros en ese país.
“El miedo sigue presente. En Colombia no me siento completamente seguro, pues sabemos quién tiene el control en este país. Además, hay sectores afines al régimen, lo que aumenta la incertidumbre. Aquí es necesario actuar con mucha precaución”, reveló Carlos.
La preocupación es generalizada. A medida que transcurre la entrevista, se suman más voces que muestran el temor latente de quienes huyen de una pesadilla en Venezuela y viven con miedo en Colombia.
“Nosotros no confiamos en el gobierno colombiano porque tenemos experiencias anteriores de que han entregado al régimen a otros defensores de derechos humanos, como ocurrió con el activista Lorent Saleh, que Juan Manuel Santos lo entregó”, comentó *Rafael quien en ocho meses ha estado moviéndose en dos ciudades de Colombia para no ser visibilizado.
No se trata solo de un miedo infundado o basado en suposiciones. Carlos, Rafael, Alejandra y Daniel aseguran que en algunos eventos políticos de protestas que han organizado y en los que han participado, cumpliendo la agenda propuesta por el Comando Venezuela, han visto a personas disgregadas dentro de las plazas o sitios de concentración. Estas personas se encargan de tomar fotografías y “marcar” a los opositores.
“Nos preocupa y angustia porque así inició la acción represiva del tirano. Después de estos eventos hemos intentado llegar hasta los medios de seguridad colombianos, con el director de seguridad de la alcaldía, la policía, la gobernación o alguna institución del Estado para que nos brinde protección”, explicó *Daniel, uno de los solicitantes de refugio en Colombia y con un rol político destacado dentro de Vente Venezuela.
La persecución en suelo colombiano toma otras formas. Hay evidencias de que personas desconocidas en vehículos se estacionan frente a los lugares donde se hospedan los dirigentes políticos y hacen fotos de la fachada, dinámica que tampoco ha cesado en Venezuela: frente a sus hogares se instalan vehículos del Sebin, toman fotos y amedrantan como si aun ellos estuvieran allá.
“Esta situación no solamente genera temor, sino también un estado de inestabilidad emocional que a veces nos obliga a encerrarnos y salir solo a lo necesario. A medida que esto avance y que el régimen siga cercado, porque ciertamente no solamente está cercado, sino arrinconado, pues existe un temor de que esas represalias vayan a extenderse hasta nuestras familias que quedaron allá, nuestras madres, nuestros hermanos”, manifestó Daniel.
Hablan abiertamente de la presencia de otros connacionales en Colombia al frente de negocios y empresas (panaderías, farmacias, restaurantes) que estarían apoyando labores de inteligencia del gobierno venezolano. “Sabemos con certeza que están aquí, los hemos visto, incluso la presencia del gobernador de un estado de frontera. No se trata solo de visitas ocasionales por alguna condición particular o especial, sino que realmente hacen vida aquí. Por eso, como mencionan nuestros compañeros, el riesgo es permanente”, agregó.
Para Daniel y sus demás compañeros de lucha, es fundamental que el gobierno colombiano, a través de sus distintas instancias—nacional, Migración y municipal—no solo estuviera al tanto de la realidad que ellos están viviendo, sino que también brinden apoyo en este momento de inestabilidad e incertidumbre. Sin embargo, esto no ha ocurrido.
Reclama no haber tenido la oportunidad de establecer contacto con el gobernador del departamento ni con el alcalde de la ciudad donde residen, quienes, además, mantienen una estrecha relación con el gobierno venezolano: “Los que realmente han estado cerca y nos han brindado acompañamiento son las fundaciones conformadas por venezolanos que, habiendo salido del país hace tiempo, se identifican plenamente con nuestra realidad y nuestra lucha”.
“No nos sentimos seguros, mi esposo y yo estamos buscando reasentamiento en un tercer país”, reveló Alejandra.
Rebuscándose la vida
Los días se han hecho eternos en medio de la tristeza, temor e incertidumbre que los agobia. Los compromisos con el pago de servicios, alquiler y alimentación los ha hecho reinventarse, rebuscarse para cumplir, a pesar de reconocer la ayuda en este aspecto de organizaciones como Oli internacional, a través de su directora Natacha Duque, dice *Yajaira, otra dirigente política asilada.
“Nos ha tocado optar a emprendimientos. Yo siempre gracias a Dios he trabajado dando clase en la universidad, en liceos, pero aquí ese tema es complicado al no contar con los documentos legales para ejercer, no tengo convalidados mis títulos”, explicó.
Se las ingenian con actividades informales que les han permitido obtener ingresos económicos.
“Hacemos hallacas y vendemos, la gente nos compra, nos colabora. También estoy asesorando tesis, aunque aquí por un capítulo que asesoro no me pagan ni la cuarta parte de lo que cobramos en Venezuela. Lo hacen de esa manera porque no tenemos documentos al día. Aquí pagan una cantidad de dinero a los demás, pero a nosotros nos dan lo que ellos consideren”, sumó.
Otros compañeros están haciendo trabajo de domicilios (delivery), trabajando en tiendas o pintando uñas, con horarios extensos que van entre las 10 y 12 horas por jornada.
“Una mujer de nuestro grupo trabaja en un almacén de 7 de la mañana a 7 de la noche, con solo medio día de descanso los domingos. Le ha resultado difícil asumir esta carga laboral. A pesar del esfuerzo que hace recibe un salario de apenas 800 000 pesos colombianos al mes (equivalente a 200 dólares según el cambio del día), una cifra muy por debajo del sueldo mínimo establecido. Esta situación no solo es injusta, sino que claramente constituye explotación”, denuncian.
Ana, una de las solicitantes de refugio, ha logrado ganarse la vida con un emprendimiento de panadería que instaló en la casa donde vive alquilada. Otras, trabajan por días limpiando casas y apartamentos, mientras que algunos se desempeñan en restaurantes o como taxistas. “Todos están buscando alternativas para subsistir”, dice Yajaira.
Sin empleo debido a las restricciones de su estatus migratorio, Alejandra y su esposo, junto a su bebé de seis meses que nació en Colombia de emergencia, logran sobrellevar la situación, organizan rifas de motos y televisores, que le venden a sus amigos y parientes venezolanos dispersos por el mundo.
“Esto es lo que nos ha permitido sobrevivir por ahora”, apunta Alejandra, coordinadora municipal del partido Vente, quien, durante los primeros meses de embarazo, trabajó en la campaña de Edmundo González, soñando con la libertad de Venezuela, a donde aspira regresar y poder registrar a su hijo como venezolano.
Cada uno adelanta su proceso de regularización, un trámite que definen como tedioso y costoso. Mientras tanto, sobreviven con lo poco o mucho que logran hacer.

Una mirada de empatía
El grupo de venezolanos que fue entrevistado para este reportaje periodístico pide al gobierno de Gustavo Petro ser visto con perspectiva humanitaria y empatía.
“Nosotros queremos que se entienda la condición de una persona que no salió del país solo porque lo quiso hacer, sino, porque las circunstancias políticas y la presión de un tirano nos obligó a salir. Por eso le pedimos al gobierno colombiano desde sus distintas instituciones que sean un apoyo en este momento de inestabilidad e incertidumbre para nosotros”, dijo Daniel.
Solicitan que se les dé, no un trato especial, sino una atención particular y que a través de un estudio de sus casos se les permita aplicar a mecanismos migratorios diferentes.
“Cada tres meses debemos actualizar los salvoconductos, lo que implica un trámite ante Migración. Cuando el salvoconducto está por vencer, algunos de los pocos beneficios, como el acceso a la salud, comienzan a verse afectados”, destacan. También, consideran necesario ofrecer oportunidades para la inserción en el mercado laboral. En el caso de los profesionales, sería clave según consideran facilitar la convalidación y reconocimiento de los títulos.
Esta solicitud se plantea en un país que, paradójicamente, otorgó en tiempo récord la condición de “asilo político” al expresidente panameño Ricardo Martinelli, quien fue condenado por el máximo tribunal de justicia de su país por casos de corrupción. Esta decisión generó fuertes críticas por parte de la comunidad internacional, incluida la organización Transparencia por Colombia, quien, en su cuenta oficial de X, destacó:
“Desde Transparencia por Colombia expresamos nuestro más firme rechazo por la decisión del gobierno del presidente Gustavo Petro de conceder asilo político al expresidente de Panamá Ricardo Martinelli, condenado por corrupción”.
El recrudecimiento del conflicto armado colombiano en el Catatumbo también ha afectado a los venezolanos exiliados en Colombia, ya que los desplazados de esa región son, en este momento, los más vulnerables. “Nuestra situación pasa a un segundo o tercer plano para el gobierno colombiano, que no nos da la importancia necesaria”, comentó Yajaira.
La lucha continúa
No han sido días de calma, ni de reposo, realmente se encuentran enfrentando una situación difícil. “Poco a poco todo se supera. Con esfuerzo y determinación, seguimos avanzando, fortalecidos por cada paso que damos”, destacó Daniel.
En medio de todas las contrariedades la experiencia vivida ha fortalecido a todos los coordinadores: “Estamos aquí, ayudándonos a crecer como seres humanos y a estructurar mejor nuestro trabajo político. Cada día dedicamos tiempo—ya sea una o dos horas, medio día o incluso una jornada completa, para avanzar en nuestra labor”, precisó Yajaira.
Daniel, quien ostenta la más alta posición política dentro del grupo, se muestra muy optimista y suma las razones por las que hay que seguir luchando por el cambio y la restitución de la democracia en Venezuela.
“El 28 de julio se consiguió lo que parecía imposible: no solo competir bajo las condiciones impuestas por el régimen, sino ganar de manera abrumadora, a pesar de la persecución y la represión. En la última etapa, se logró custodiar las actas con gran sacrificio, demostrando el compromiso y la determinación de un pueblo decidido a cambiar”, concluyó.
*Los nombres de quienes aportaron sus testimonios fueron cambiados por resguardo a su seguridad personal.
