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Magaly Vásquez: El mensaje de la igualdad debe venir de arriba y debe demostrarse con hechos

La abogada, doctora en Derecho y secretaria de la UCAB aborda en esta conversación avances y desafíos en materia de la erradicación de la violencia de género y desigualdad. Esa casa de estudios fue pionera en el país en la creación de un protocolo para la prevención y atención de casos de acoso y violencia sexual

Yakary Prado
Hace 1 mes

En un mundo donde la violencia de género y la desigualdad siguen siendo desafíos persistentes, las instituciones educativas y empresas tienen un papel crucial en la transformación de estas realidades. 

La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) es un ejemplo de cómo una institución puede tomar medidas concretas para prevenir el acoso, promover la equidad y fomentar una cultura de respeto y denuncia. 

Magaly Vásquez González, secretaria general de la UCAB, abogada y doctora en Derecho y quien en julio de 2024 se convirtió en la primera mujer penalista en ocupar un sillón en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, detalla en esta entrevista los avances y desafíos de la universidad en esta materia, al tiempo que recalca la importancia de que todas las organizaciones asuman similares compromisos.

Equidad de género en la UCAB: avances y desafíos

La UCAB ha logrado un equilibrio notable en cargos directivos y académicos. Aunque actualmente solo hay una mujer en el equipo rectoral, históricamente ha habido una presencia significativa de mujeres en posiciones de liderazgo. 

“Acá nunca ha habido alguna limitación por el hecho de ser mujer, ahorita soy la única mujer del equipo rectoral por una situación coyuntural, pero antes había dos mujeres, de un equipo de seis. En el equipo anterior teníamos la vicerrectora académica y la secretaria”, precisó Magaly Vásquez. Su caso es el mayor ejemplo de su aseveración, ya que en esta casa de estudios ha sido profesora, directora de la Escuela de Derecho, decana de la misma facultad y  directora general de posgrados. 

Hoy en día, en cinco decanatos de la UCAB  hay dos mujeres en los cargos directivos. Además,  hay más mujeres directoras de escuela que hombres directores (8 de 15): “En muchos momentos hemos estado a la par, puede ser que en algún momento haya un director más que una directora, pero en líneas generales, la universidad ha dado la oportunidad por el hecho de que tengas las competencias y capacidades y no por un tema de género”, subrayó la jurista. A esto se suma que, en carreras tradicionalmente masculinas, como Ingeniería Civil, las mujeres están ganando terreno.

La creación de la Cátedra Libre de Estudios de la Mujer Teresa de la Parra en 2024 es otro paso importante que ha dado la UCAB en este camino. Esta iniciativa alineada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5  busca visibilizar el papel de las mujeres en la sociedad y promover la igualdad a través de actividades académicas y culturales.

Además, se está trabajando en iniciativas para revisar el material bibliográfico en las distintas escuelas, pues a pesar de tener mujeres destacadas en el área los textos, los que se estudian son escritos por hombres.

“Hay un campo súper vasto para ir interviniendo en él. La UCAB tiene muchas iniciativas, la Encovi tiene una sección que aborda brecha salarial, trabajo doméstico, tenemos una colección de Estudios de la Mujer que lleva el nombre de Evangelina García Price, e inauguramos una sede en Guayana que lleva el nombre de Lucila Palacios. Hay varias cosas que están sensibilizando más sobre el tema y creemos que eso impactará de manera favorable el currículum. La idea es que se vaya incorporando en los diferentes planes de estudio y asignaturas. Nos interesa que sea un proceso gradual, no una imposición, que la gente asuma conciencia de que, efectivamente, todos los informes y estadísticas de organismos nacionales e internacionales indican que, en la medida en la que hay equidad o igualdad, las empresas funcionan mejor”. 

Prevención con efecto disuasivo y educación

El más reciente informe de la red de mujeres Constructoras de Paz (2024) encontró que dos de cada cinco venezolanas entrevistadas había sufrido algún tipo de violencia de género, así como también otro dato poco alentador: una de cada tres mujeres admitió no reconocer situaciones de violencia de género, incluso, cuando se trata de violencia física y sexual. Estas preocupantes cifras subrayan la necesidad de continuar educando y sensibilizando sobre el tema en todos los niveles. Y en el ámbito educativo esta formación resulta crucial. 

La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) marcó un hito como la primera casa de estudios superiores de Venezuela -y de las pocas en Latinoamérica- en elaborar un protocolo para la prevención y atención en casos de acoso y violencia sexual.

El protocolo, que consta de siete capítulos y 27 artículos, y que entró en vigencia en septiembre de 2020, se desarrolló con el propósito de crear las condiciones necesarias para  “prevenir, atender, proteger, sancionar y erradicar todo tipo de violencia y de conductas de acoso por razón de sexo, género, identidad de género u orientación sexual, entre los miembros de la comunidad universitaria”, tanto en el ámbito estudiantil, académico, docente y laboral”.

Magaly Vásquez González -a quien le tocó coordinar la comisión que elaboró el protocolo luego de una denuncia de una exalumna de la extensión Guayana que se viralizó en redes sociales- enfatizó que aunque el protocolo va dirigido a toda la comunidad universitaria, “no importa si se trata de empleados, profesores y estudiantes, sean hombres o mujeres”, para nadie es un secreto que las víctimas de hostigamiento, acoso o abuso en estos casos “frecuentemente son mujeres, y en su mayoría, estudiantes”.

La abogada, quien también fue co-redactora del Código Orgánico Procesal Penal, comenta que la UCAB dio un “gran paso” en la aplicación del protocolo, que a su juicio, cumple una función “disuasiva”.

“Eso no quiere decir que la existencia de un protocolo evitará los actos, pero ya los posibles acosadores se lo piensan mejor. La primera aplicación del protocolo fue en pandemia, se sancionó a un profesor por actos de acoso en línea hacia una estudiante”, detalló

Desde su entrada en vigencia hasta el presente, dos profesores fueron sancionados formalmente, en los términos que establece el protocolo de principio a fin. Pero hubo otros casos en los que no fue necesario llegar a la sanción, porque los señalados se fueron voluntariamente de la universidad, lo que confirma el carácter disuasivo del instrumento. 

Pero, más allá de las sanciones, la universidad ha priorizado la formación y la prevención. “Más que sancionar, nos interesa prevenir, y para la prevención es clave lo educativo”, destaca la doctora en Derecho. 

Es por ello que la universidad ha desarrollado un programa que incluye capacitación para profesores, personal administrativo y estudiantes. En el último semestre de 2024, que culminó en enero, todos los estudiantes de primer semestre recibieron una formación virtual sobre aspectos relacionados con el protocolo.

“La información se ha homogeneizado y se ha consolidado para que todos la reciban en los mismos términos al iniciar la carrera (…) Hemos ido creando una cultura de formación en la universidad sobre esa materia, así como hay un aula de formación para estudiantes hay una para profesores y personal administrativo”, sumó.

Normalizando denunciar y ser intolerantes al acoso

Uno de los mayores retos que enfrenta la UCAB, y cualquier institución que aborde estos temas es fomentar la cultura de la denuncia. A pesar de ello, se reportan algunos avances: las estudiantes, en particular, son cada vez menos tolerantes ante situaciones de acoso o discriminación. 

Para facilitar el proceso, la universidad ofrece asesoría jurídica y psicológica a las víctimas, y les informa sobre sus derechos, incluyendo la posibilidad de acudir a los órganos de justicia para los casos que escapen del ámbito de aplicación del protocolo.

“El principal desafío es crear la cultura de la denuncia, eso sigue siendo difícil. Porque pasa en casos de acoso, o de profesores arbitrarios, los estudiantes no se quejan hasta que termina el semestre. Pero sí hemos visto cambios en la cultura de la universidad porque los, y sobre todo, las estudiantes, son menos tolerantes”, recalca la abogada, que participó como asesora en el  extinto Congreso en la elaboración de la primera ley contra la violencia de la mujer y la familia y quien también se desempeñó como perito ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Cambiar la cultura: un costo necesario

Cuando se le pregunta a Magaly Vásquez que piensa sobre la frase  “lograr la igualdad y el empoderamiento femenino supone costos para una empresa o institución” no tarda en reflexionar que la implementación de políticas de equidad y la lucha contra la violencia de género no está exenta de desafíos. 

Vásquez considera que el principal “costo”, más que económico, tiene que ver con cambiar una cultura arraigada.  “No es fácil”, admite inicialmente, especialmente en un país como Venezuela, donde ciertos comportamientos contrarios a la erradicación de la violencia de género y a la promoción de la igualdad están tan normalizados.

“Es duro para las instituciones cambiar esos patrones culturales, el tema de la cultura de la denuncia, cómo convences de que no debes tolerar actos que califican como acoso o abuso en todo sentido, sexual, laboral… Y esos costos hay que ir poco a poco pagándolos, y es necesario no porque sea un ODS o porque esté de moda, es una realidad, y al final las instituciones deben hacer los esfuerzos. Hay que entender que estamos entrenados en una cultura de ese matriarcado del que se ha hablado siempre de Venezuela, lo tenemos muy acentuado, y a veces las mujeres somos las primeras machistas. A lo mejor estamos haciendo un esfuerzo en el plano educativo, y resulta ser que en casa es otra cosa”, abunda Vásquez. 

Para las instituciones que deseen emprender este camino, la abogada y secretaria de la UCAB enfatiza que los líderes deben estar convencidos de la igualdad y lo deben corroborar con hechos. “El mensaje desde arriba tiene que ser de igualdad”, afirma. Esto incluye evitar limitar a las mujeres por razones como el embarazo y garantizar que las oportunidades se otorguen por competencia, no por género.

“Hay cosas que no deberían pasar, pero pasan aún, como que limiten a una mujer por estar embarazada. Hay que enviar esos mensajes, es muy importante y poderoso que una mujer pueda ver que promovieron a una embarazada. El tema de que la condición de una mujer no impida la contratación, no puedes preguntarle a las mujeres si tienen planes de embarazarse. Lo primero es que la alta directiva de la institución u organización esté convencida de eso, es clave, porque ese mensaje irradiará a toda la organización. Y que se demuestre además con hechos”, opinó.

Respecto al tema de las cuotas según género, tiene sus reservas: “No debe ser obligatorio un  50-50, porque a lo mejor puede ser que ese 50% de un lado o del otro no sea el más competente para estar en esas posiciones. Pero sí creo en que debe haber igual trato, igual oportunidad”, consideró.

La experiencia de la UCAB demuestra que, aunque el camino hacia la equidad y la erradicación de la violencia de género es complejo, es posible avanzar con compromiso y acciones concretas. Las instituciones tienen la responsabilidad de educar, prevenir y sancionar, pero también de liderar con el ejemplo. 

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