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#MonitorDeVíctimas | Cómo combatir el lema “Plomo cerrado al hampa”
La organización comunitaria y la recuperación de la confianza en los cuerpos policiales son claves a la hora de derribar el lema “plomo cerrado al hampa”, que puso en boga el exalcalde Alfredo Peña hace 20 años y que aún muchos aprueban.

 

@miconvive

En el año 2000, Alfredo Peña fue candidato a la Alcaldía Metropolitana de Caracas. El periodista y candidato del Movimiento V República tenía un lema de campaña bastante claro: “Plomo cerrado al hampa”. Campañas comunicacionales en televisión y periódicos llevaron este mensaje confrontativo dirigido hacia la problemática del crimen en la ciudad.

Basándonos en los resultados de los comicios, el mensaje caló muy bien. Peña ganó contundentemente la elección. Casi 65 % de los electores respaldaron su candidatura, esperando encontrar una solución al crimen que atormentaba la vida en Caracas. En el 2020 ¿apoyarías a un candidato que hiciera ese tipo de promesas?

El controvertido apoyo a la “mano dura” policial

Encuestas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) llevadas a cabo en el 2012 en Latinoamérica, sugieren que los ciudadanos que viven en ambientes de inseguridad tienden a apoyar la mano dura como respuesta al delito.

Específicamente en Venezuela, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en su más reciente encuesta, observó respuestas contrastantes. Por una parte, el 80 % de los ciudadanos encuestados rechazó que se detuvieran jóvenes por su aspecto físico. No obstante, cerca de un tercio de la población cree que la policía tiene derecho a matar.

A su vez, diversos testimonios apuntan a que todavía existen grupos que apoyan este tipo de medidas para lidiar con el crimen y la violencia.

Hace un tiempo, conversando con unos amigos de la universidad sobre la reducción de homicidios en El Salvador y las políticas de mano dura de su presidente Nayib Bukele, salió la inevitable comparación con la realidad venezolana. Era común escuchar comentarios parecidos a la frase de campaña de Peña en el año 2000:

“A esos hay que matarlos”,

“Hay que mandar a la policía a los barrios a encontrarlos y eliminarlos”,

“Son unos asesinos, se merecen las balas”.

Cuando la comunidad organizada elige la prevención

En contraste, hemos conseguido respuestas diversas en grupos focales realizados en comunidades populares. Estos encuentros, organizados por Caracas Mi Convive en los llamados “Cafés por Caracas”, buscan conocer las opiniones de comunidades excluidas sobre la violencia y sus posibles soluciones.

Lo sorprendente de estas visitas es que, en la mayoría de los “Cafés por Caracas”, las personas que han asistido manejan teorías de prevención de violencia y sus causas sin haber cursado una clase universitaria acerca del tema. Identifican lo vulnerable que son los jóvenes en caer en la criminalidad y la violencia. Saben que es importante acercarse a ellos y critican las políticas de mano dura de los funcionarios policiales.

Sin embargo, en una comunidad ubicada en El Valle, golpeada por la amenaza constante de bandas y donde hicimos un grupo focal, hubo un momento donde unos de los participantes rompió el silencio y dijo:

“Yo sé que esto del deporte e incluir a los jóvenes es algo bueno. Pero los mismos muchachos vienen todas las semanas a robar a la comunidad, hasta han robado a mi familia, lo que provoca es que venga la policía y le den sus plomazos”. 

Es una situación difícil de abordar, ¿Cómo le decimos a alguien directamente afectado por la violencia que no sienta rabia y que más violencia no es la solución?

En este sentido, los resultados presentados por el OVV y los testimonios de diferentes contextos de Caracas muestran que el apoyo a la mano dura pareciese ser todavía una opción que ronda en las opiniones de ciertos ciudadanos.

Adicionalmente, la diversidad de respuestas referentes a cómo se debería combatir el crimen sugieren que no existe un consenso entre los ciudadanos sobre qué tipo de medidas ayudarían. Existen límites difusos sobre qué tanta autoridad se le otorga a los funcionarios y qué tan endebles pudieran ser las garantías de los derechos humanos con la justificación de combatir el crimen.

¿La mano dura es realmente efectiva para combatir el crimen?

La violencia no ha sido efectiva para lograr la paz. Inclusive en aquellas ciudades con altos niveles de conflicto. Cuando las personas son testigos constantes de violaciones derechos humanos por parte la policía, dejan de confiar en ella como institución.

De acuerdo con la última encuesta del OVV, el 70 % de los venezolanos encuestados no confían en las instituciones policiales.

Algo similar ha ocurrido en zonas de alto conflicto del Medio Oriente. Las continuas tácticas militares de fuerzas extranjeras han despertado el rechazo de la población, con protestas y no cooperando con las autoridades, inclusive terminando por apoyar a grupos armados que han arremetidos contra ellos en el pasado.

Por ejemplo, en Irak esta situación ha llevado a que las fuerzas militares sean instruidas en estrategias de policía comunitaria, basadas en el acercamiento al ciudadano y el respeto a los derechos humanos. Su objetivo es ganarse la confianza de la población y ser vistas como un cuerpo legítimo. Las fuerzas de seguridad entendieron que estas tácticas militares terminaban afectando no a los grupos armados, sino a los grupos que tenían más cerca. Estos tendían a ser familias que quedaban en medio del conflicto.

De esta forma, la mano dura termina siendo como un uróboro, una serpiente que termina comiéndose su propia cola y perpetuando los ciclos de violencia. La policía pierde legitimidad frente a la población, se quiebran los lazos de confianza y queda como resultado una sociedad fragmentada en el medio de un conflicto armado entre bandas y grupos policiales.

Organización ciudadana para frenar la epidemia de violencia policial

El psicólogo social Ervin Staub, quien ha trabajado en zonas de alto conflicto como Ruanda, propone que una de las claves para que la violencia no se incremente es el rol de los observadores. Los observadores son miembros de la sociedad que no han sido afectados por la violencia, ni tampoco la han ejercido. No obstante, cuando la violencia aparece, rara vez intervienen para frenarla.

Partiendo de lo propuesto por Staub, desde Caracas Mi Convive creemos que los ciudadanos tenemos un rol clave en frenar la epidemia de violencia policial. Además, ese rol lo podemos ejercer desde este momento. Específicamente, creemos en tres estrategias que pudiesen útiles en el contexto venezolano: informar, difundir y dialogar.

 Información

En primer lugar, desde Mi Convive creemos que es clave que las estrategias para combatir el crimen no deben estar guiadas por decisiones impulsivas, como la rabia que sentimos cuando somos víctimas de la violencia. En cambio, se debe manejar información de lo que ha funcionado en otros contextos, según la evidencia científica. En este sentido, es importante informarse. Saber que las políticas que han tenido mayor efectividad para hacer un país más seguro son aquellas donde los ciudadanos tienen mayor confianza en las instituciones por su transparencia y respeto a los derechos humanos.

 Difusión

En segundo lugar, creemos que es clave difundir esta información. Y que esta sea acompañada por testimonios de historias exitosas. No solo es necesario dar una serie de datos estadísticos, que para muchos no tendrán mayor significado. A su vez es importante mostrar historias de personas de carne y hueso, que demuestran que sí existe una alternativa a las políticas de mano dura. En Mi Convive, el trabajo en conjunto con líderes comunitarios nos ha permitido ser testigos de casos de éxito; una comunidad a la vez.

 Diálogo

Finalmente, no debemos encerrarnos en hablar solamente con quienes están de acuerdo con nuestras opiniones. Mientras más observadores estén dispuestos a desaprobar el uso de la violencia para frenar el crimen, y sepan que existe una alternativa, mayor será la probabilidad de que la epidemia de letalidad policial termine. Por eso es importante dialogar con aquellos que continúan apoyando este tipo de medidas.

Son pequeños pasos, pero necesarios, para que estos episodios violentos dejen de ocurrir. Y poder salvar, en conjunto, vidas de personas inocentes.