Andrés Volpe, autor en Runrun

Andrés Volpe

La dictadura del absurdo, por Andrés Volpe*

«El mejor gobierno es aquel que nos enseña a gobernarnos a nosotros mismos». Goethe.

El sector la Cochinera de la carretera Morón – Coro fue escenario de un acontecimiento barbárico el pasado sábado 22. Un transporte de reses colisiona, tras perder el control, y se vuelca quedando la jaula contra el asfalto siendo gravemente deformada por la fuerza del impacto. Algunas reses pierden la vida inmediatamente al ser perforadas por los tubos que formaban la jaula, otras por el hundimiento de la estructura metálica y, quizás, otras por la asfixia tras ser sepultadas entre el asfalto, la jaula y otras reses. La gente que se encuentra en el lugar no pierde tiempo y haciéndose de cuchillos y machetes,  las amarran de las extremidades y terminan de matar a las reses que quedan con vida. Hay sangre por doquier. Al terminar el descuartizamiento, cada persona se va de la escena con algún trozo de carne entre sus brazos.

Geraldine Moreno (23 años de edad) fue víctima de la represión brutal que el gobierno de Nicolás Maduro ha utilizado contra los protestantes. La Guardia Nacional Bolivariana disparó contra Geraldine. Una primera vez que la hizo caer por el miedo y la confusión. La segunda vez fue cuando ella se encontraba en el suelo y el guardia nacional le disparó a corta distancia, directamente en el rostro destruyéndoselo completamente. Geraldine fue enterrada el 23 de febrero luego de pasar por operaciones que trataron de salvarle la vida. Ese mismo día, Nicolás Maduro, el presidente del gobierno, celebraba un acto por cadena nacional, lo cual obliga a todos los medios audiovisuales y radiales a transmitirlo a toda la nación. En el mismo aparece bailando con Cilia Flores. Mientras tanto, las protestas del país seguían teniendo lugar a nivel nacional.

La dictadura del absurdo se celebraba a sí misma.

El lunes el país fue testigo de la bipolaridad de Vielma Mora, el gobernador del chavismo en el estado Táchira. En una entrevista radial, destacó su pretendido talante democrático al declarar que había sido electo democráticamente.

Así mismo, aseguró que la represión contra los manifestantes en el Táchira había sido desproporcional, ya que el gobierno ha prácticamente militarizado la zona y ha puesto aviones de guerra a sobrevolar el área. Remató confesando que Leopoldo López y Simonovis deberían estar en libertad. Claro alejamiento de Nicolás Maduro y su gobierno. No obstante, el mismo día declaró que estaba con la revolución y que nunca quiso contradecir al presidente, tildando sus declaraciones matutinas de excesos.

La realidad del Táchira, al parecer, depende de la hora del día y de si la revolución considera que la realidad se ajusta a ella. Disociación de realidades por designio estatal.

El ánimo por lo absurdo no parece haberse satisfecho con el baile de Maduro ni con las bipolaridades de Vielma Mora. Por el contrario, el ministro de Educación, Héctor Rodríguez, tuvo que acaparar la atención con su discurso sobre la pobreza. Expuso que la pobreza es un problema «complejo y difícil de medir», pero expresó con gran certeza que salir de la pobreza es un acto de fidelidad política, ya que «no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos«.

Claramente, se entiende entonces que el gobierno venezolano, inspirado en el comunismo de Mao y la Rusia estalinista, necesita a sus súbditos pobres e ignorantes, no vaya a ser que empiecen a velar por sus propios intereses y le agarren el gusto a la libertad.

La protesta sigue en la calle y los guarimberos replicando el mito de Sísifo: construyen barricadas para bloquear las vías y así paralizar a la ciudad, para que luego la Guardia Nacional Bolivariana las tumbe o destruya con la única consecuencia de que entonces los guarimberos construyan una barricada más sólida y así se van los días.

Los muertos por la represión siguen aumentando y las realidades del país parecen diferenciarse cada vez más entre sí. Una absurda situación donde el gobierno baila y extiende los carnavales para que la gente celebre, mientras que la otra realidad está plagada de reclamos por más libertades e institucionalidad. Y la gente muriendo en la calle bajo la represión de los cuerpos de seguridad.

Quizás es un escenario perfecto de desigualdad política y social. La élite política disfruta de una realidad que surge de la interpretación oficial de los hechos, mientras llama a los pobres a seguirla y a seguir siendo pobres de no obedecer. Una paz garantizada por medio del servilismo de las víctimas.

En contraposición, existe la realidad de la mayoría que se ve afectada por una crisis económica, la violencia desatada, escasez de alimentos y la imposibilidad de poder discernir un futuro cierto. El venezolano vive una angustia producida por el absurdo gubernamental. Cada vez el Estado invade más a profundidad la esfera privada para determinar lo que es el mundo cognoscible.

En Venezuela la razón ha retrocedido frente a la irracionalidad, siendo el gobierno el portador de la violencia y el absurdo. La protesta y su mensaje son el epítome de este argumento, ya que ella clama por los constructos políticos productos del triunfo de la razón y la ilustración: los derechos del hombre mediante el liberalismo, entendido como la protección de las libertades individuales y el establecimiento de un Estado de derecho.

En contraposición a esto, el gobierno busca la sumisión del hombre al designio dictatorial mediante el mantenimiento de la miseria y la ignorancia humana. Se busca la concreción de la dictadura del absurdo.

Parece que el gobierno se va alejando cada vez más de su origen ideológico y acercándose más a la dictadura pura y dura. ¿Cuánto de lo que hace hoy Maduro es incongruente con el antiguo proceder de Chávez? La revolución parece extinguirse y el socialismo queda ya en un segundo plano para darle paso a una preocupación política que invita al pragmatismo represivo de un gobierno dictatorial: la retención de la silla en Miraflores.

Ahora bien, ¿será que los protestantes piden por un país que de verdad no existe? Al final, cada quien se va de la escena con un trozo de carne entre sus brazos.

*Escritor y analista político.

EL MUNDO

 

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Artículo actualizado el 18 de agosto de 2020.