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Olga Bravo: La igualdad de género no va solamente de contratar mujeres

En 1979, el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) marcó un punto de inicio para la representación de las mujeres en cargos directivos, un camino que ha avanzado significativamente hasta llegar a la paridad e incluso mayor liderazgo femenino en la gerencia operativa y dirección.

Este progreso refleja un proceso de transformación continuo, impulsado por la suma de voluntades, la convicción de construir una cultura organizacional más equitativa y un fuerte compromiso con la inclusión y la igualdad.

Desde su incorporación a los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs) de ONU Mujeres, el IESA ha intensificado sus esfuerzos en favor de un cambio estructural que garantice políticas institucionalizadas y sostenibles a largo plazo.

A propósito de los retos que supone la igualdad de género y la diversidad en el ámbito organizacional, la coordinadora de la Cátedra de Liderazgo Responsable en IESA, Olga Bravo, reflexionó que “el problema no está en contratar a mujeres, está en cambiar la perspectiva para solucionar los problemas”. Agregó que resulta más importante cómo el enfoque de las organizaciones puede ser “una herramienta más poderosa que las cuotas o números en la búsqueda de equidad”.

Bravo es también ingeniera en Computación egresada de la Universidad Simón Bolívar. Su experiencia y enfoque en el desarrollo organizacional la han convertido en una figura clave para promover la inclusión y la igualdad en el ámbito empresarial. Ha participado en iniciativas que buscan transformar la manera en que las organizaciones abordan la diversidad y la sostenibilidad, destacando la importancia de ampliar perspectivas para lograr un impacto positivo en las empresas y la sociedad.

Un caso que ilustra la búsqueda de equidad sin aumentar los costos en las organizaciones es el ocurrido en una empresa de servicios donde tres mujeres salieron embarazadas al mismo tiempo. Para los directivos, al principio, se tradujo en un caos; sin embargo, analizaron la situación y crearon perfiles mixtos (todos debían saber hacer el trabajo de todos) para cubrir permisos de maternidad sin perder talento. “El problema no es el embarazo; es no preverlo”, destacó Bravo.

El camino del IESA hacia la igualdad de género

El camino del IESA para ser signatario WEPs no nació de una sola persona. Al contrario, varios miembros estaban interesados en que la organización firmara estos principios.  

“La inquietud llegó desde varios frentes”, explicó Olga Bravo, coordinadora de la Cátedra de Liderazgo Responsable en IESA, y agregó que actores clave, como el oficial de alianzas de la ONU, Alejandro Pérez Moreno, impulsaron la reflexión sobre la necesidad de adherirse a los WEPs.

Olga Bravo admitió que dentro del IESA tenían “prácticas positivas, pero dispersas” y que “no obedecían a una política formal”. Un ejemplo claro de esto es que para el año 1979 solo había una profesora de planta en la institución. Actualmente, las mujeres lideran gerencias operativas y cargos directivos, incluso con mayor presencia que los hombres en algunos casos. 

Bravo rescató el legado de pioneras dentro del IESA que, sin duda, allanaron el camino de la inclusión de género. Mujeres cojmo Janet Kelly, primera fémina en dirigir el área académica en los años 90, o profesoras como Patricia Márquez y Marilena Jaén “demostraron que estaban sobradamente calificadas, pero tuvieron que abrirse paso en un mundo de hombres”, comentó.

La profesora aseguró que el esfuerzo de esas mujeres se traduce en que el 40% de la junta ejecutiva —órgano clave en la toma de decisiones— sean mujeres, aunque el Consejo Superior siga siendo mayoritariamente masculino.

Sin embargo, Bravo insiste en que aún persisten brechas dentro de la organización, como en el profesorado, donde todavía los hombres son mayoría  y nunca ha habido una mujer presidenta.

En Venezuela, solo 28% de los cargos directivos son ocupados por mujeres, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 

Respecto a este punto, Olga Bravo explicó que la firma del IESA en los WEPs busca ser parte de la solución, pero resaltó que “no basta con sumar mujeres; hay que redefinir las reglas”.

Desafíos y recomendaciones para otras empresas

Para la profesora Olga Bravo el principal desafío de la inclusión de género en las organizaciones es convertir las prácticas espontáneas en políticas estructuradas: “No queremos que esto dependa de las personas que están hoy, sino que sea patrimonio de la institución”, enfatizó.

“Lo que falta es no asustarnos al identificar nuestras debilidades”, respondió la profesora, al ser cuestionada sobre qué le falta al IESA para seguir avanzando en el camino de la diversidad.

Entre las tareas pendientes destaca el fortalecimiento de la cadena de suministros, evaluar a proveedores bajo criterios de equidad, fortalecer los protocolos contra la violencia de género y romper los estereotipos en carreras estudiadas principalmente por hombres. 

La profesora invitó a más organizaciones a adherirse a los WEPs: “Son siete principios que fortalecen a las empresas. La equidad no es solo justa; es rentable”. 

Olga Bravo envió un mensaje a las nuevas generaciones a atreverse a revisar lo incómodo: “Los cambios los impulsan quienes preguntan ‘por qué no?’”, insistió.

La profesora del IESA explicó que la firma de la organización en los WEPs busca ser parte de la solución, pero resaltó que "no basta con sumar mujeres; hay que redefinir las reglas"
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En 1979, el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) marcó un punto de inicio para la representación de las mujeres en cargos directivos, un camino que ha avanzado significativamente hasta llegar a la paridad e incluso mayor liderazgo femenino en la gerencia operativa y dirección.

Este progreso refleja un proceso de transformación continuo, impulsado por la suma de voluntades, la convicción de construir una cultura organizacional más equitativa y un fuerte compromiso con la inclusión y la igualdad.

Desde su incorporación a los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs) de ONU Mujeres, el IESA ha intensificado sus esfuerzos en favor de un cambio estructural que garantice políticas institucionalizadas y sostenibles a largo plazo.

A propósito de los retos que supone la igualdad de género y la diversidad en el ámbito organizacional, la coordinadora de la Cátedra de Liderazgo Responsable en IESA, Olga Bravo, reflexionó que “el problema no está en contratar a mujeres, está en cambiar la perspectiva para solucionar los problemas”. Agregó que resulta más importante cómo el enfoque de las organizaciones puede ser “una herramienta más poderosa que las cuotas o números en la búsqueda de equidad”.

Bravo es también ingeniera en Computación egresada de la Universidad Simón Bolívar. Su experiencia y enfoque en el desarrollo organizacional la han convertido en una figura clave para promover la inclusión y la igualdad en el ámbito empresarial. Ha participado en iniciativas que buscan transformar la manera en que las organizaciones abordan la diversidad y la sostenibilidad, destacando la importancia de ampliar perspectivas para lograr un impacto positivo en las empresas y la sociedad.

Un caso que ilustra la búsqueda de equidad sin aumentar los costos en las organizaciones es el ocurrido en una empresa de servicios donde tres mujeres salieron embarazadas al mismo tiempo. Para los directivos, al principio, se tradujo en un caos; sin embargo, analizaron la situación y crearon perfiles mixtos (todos debían saber hacer el trabajo de todos) para cubrir permisos de maternidad sin perder talento. “El problema no es el embarazo; es no preverlo”, destacó Bravo.

El camino del IESA hacia la igualdad de género

El camino del IESA para ser signatario WEPs no nació de una sola persona. Al contrario, varios miembros estaban interesados en que la organización firmara estos principios.  

“La inquietud llegó desde varios frentes”, explicó Olga Bravo, coordinadora de la Cátedra de Liderazgo Responsable en IESA, y agregó que actores clave, como el oficial de alianzas de la ONU, Alejandro Pérez Moreno, impulsaron la reflexión sobre la necesidad de adherirse a los WEPs.

Olga Bravo admitió que dentro del IESA tenían “prácticas positivas, pero dispersas” y que “no obedecían a una política formal”. Un ejemplo claro de esto es que para el año 1979 solo había una profesora de planta en la institución. Actualmente, las mujeres lideran gerencias operativas y cargos directivos, incluso con mayor presencia que los hombres en algunos casos. 

Bravo rescató el legado de pioneras dentro del IESA que, sin duda, allanaron el camino de la inclusión de género. Mujeres cojmo Janet Kelly, primera fémina en dirigir el área académica en los años 90, o profesoras como Patricia Márquez y Marilena Jaén “demostraron que estaban sobradamente calificadas, pero tuvieron que abrirse paso en un mundo de hombres”, comentó.

La profesora aseguró que el esfuerzo de esas mujeres se traduce en que el 40% de la junta ejecutiva —órgano clave en la toma de decisiones— sean mujeres, aunque el Consejo Superior siga siendo mayoritariamente masculino.

Sin embargo, Bravo insiste en que aún persisten brechas dentro de la organización, como en el profesorado, donde todavía los hombres son mayoría  y nunca ha habido una mujer presidenta.

En Venezuela, solo 28% de los cargos directivos son ocupados por mujeres, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 

Respecto a este punto, Olga Bravo explicó que la firma del IESA en los WEPs busca ser parte de la solución, pero resaltó que “no basta con sumar mujeres; hay que redefinir las reglas”.

Desafíos y recomendaciones para otras empresas

Para la profesora Olga Bravo el principal desafío de la inclusión de género en las organizaciones es convertir las prácticas espontáneas en políticas estructuradas: “No queremos que esto dependa de las personas que están hoy, sino que sea patrimonio de la institución”, enfatizó.

“Lo que falta es no asustarnos al identificar nuestras debilidades”, respondió la profesora, al ser cuestionada sobre qué le falta al IESA para seguir avanzando en el camino de la diversidad.

Entre las tareas pendientes destaca el fortalecimiento de la cadena de suministros, evaluar a proveedores bajo criterios de equidad, fortalecer los protocolos contra la violencia de género y romper los estereotipos en carreras estudiadas principalmente por hombres. 

La profesora invitó a más organizaciones a adherirse a los WEPs: “Son siete principios que fortalecen a las empresas. La equidad no es solo justa; es rentable”. 

Olga Bravo envió un mensaje a las nuevas generaciones a atreverse a revisar lo incómodo: “Los cambios los impulsan quienes preguntan ‘por qué no?’”, insistió.

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Una base de datos de mujeres y personas no binarias con la que buscamos reolver el problema: la falta de diversidad de género en la vocería y fuentes autorizadas en los contenidos periodísticos.