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Grito de madres desesperadas en Venezuela no tienen a un Estado que escuche

Otro Día de las Madres llega a Venezuela y en la atmósfera nacional no hay ambiente de celebración, sino de conmemoración.

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) solo tres de cada diez mujeres venezolanas trabajan y devengan un sueldo 36% menor que los hombres.

El porcentaje está por debajo del promedio mundial documentado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 46,3% entre las mujeres. 

Encovi reveló que en los hogares no pobres, seis de cada diez mujeres (57,1%) trabajan más de 38 horas a la semana, mientras que en los hogares pobres más de la mitad de las mujeres (57,6%) no trabaja.

Con respecto a remuneraciones, los hombres devengan un dólar más por hora trabajada que las mujeres. La mayor diferencia se percibe en cargos de director o gerente, donde un hombre recibe $12,2 más por hora que una mujer, mientras que en ocupaciones elementales la diferencia es de $0,7.

“Aunque parezcan pocas las diferencias por hora trabajada, esta brecha se amplía cuando se considera la remuneración total, dado que en promedio los hombres trabajan más horas por día que las mujeres. La diferencia de ingreso mensual total es de $52 a favor de los hombres”, expresa el informe. 

Entre las causas de la brecha entre mujeres y hombres que enumera la encuesta están la baja inserción laboral, discriminación para altos cargos, desvalorización de los empleadores, discriminación en ámbitos que son considerados masculinos, protecciones legales discriminatorias y auto minusvaloración de las mujeres. 

Aunado a esto, con base en el coeficiente de Gini, el índice de desigualdad económica subió 32,43% y pasó de 40,7 a 53,9/100 en la última década.

A este panorama económico y social adverso para las madres venezolanas se suma una inflación calculada de 220,94% y una caída del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) para finales de 2025, a partir de un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Ucab. 

Víctimas por parentesco

Para la criminóloga y psicóloga social, Magally Huggins, la cultura venezolana es matricentrada y son las mujeres y especialmente las madres las que llevan todo el peso de la familia.

“Según los últimos datos oficiales de 2015, 62% de las familias en Venezuela son matricentradas, no hay figura paterna, a eso le tenemos que sumar la migración”, dijo la experta.

Huggins indicó que en Venezuela las formas de violencia contra las madres son múltiples.

“Desde la política y discursiva hasta la violencia de género, pasando por la violencia verbal en la calle, la mujer venezolana ha sido victimizada en los últimos 25 años”.

Huggins indicó que en Venezuela las abuelas están asumiendo la conducción de la familia.

“Cuando una madre muere o migra es la abuela quien se encarga de los hijos o una tía la que queda a cargo, pero todo lo que se refiere a cuidar es femenino, son pocos los hombres que se movilizan para ayudar a la mujer, los hombres suelen asumir la responsabilidad solo en lo económico”, detalla.

Aunque la psicóloga social sostuvo que este panorama tuvo ciertas modificaciones a partir del 27 de febrero de 1989, fecha conocida como “El Caracazo: “Hubo cambios sistemáticos, por ejemplo, algunos padres jóvenes han asumido la responsabilidad de llevar a sus hijos a las escuelas y colegios porque ante una situación conflictiva en la calle, la figura masculina ofrece mayor seguridad”.

Huggins también indicó que en Venezuela son las madres quienes llevan comida y medicamentos a sus hijos en las cárceles y centros de detención preventiva (CDP) o calabozos.

El 96% de quienes hacen eso son mujeres y, en su mayoría, madres. Son víctimas por parentesco cuando a sus hijos les niega el acceso a la alimentación, a la asistencia médica y psicológica, a la asistencia de un abogado privado y hasta de la presentación ante un fiscal como indica la ley”, abundó.

La experta también denunció que en Venezuela las mujeres no tienen derecho a tener vida sexual en prisiones y calabozos.

“Algunas mujeres se embarazan en las prisiones para asegurar la seguridad frente al Pran, sus luceros o ante los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). A otras las obligan a parir en las cárceles y no las llevan a centros asistenciales como castigo”.

Alertó que en las prisiones y centros de detención preventiva también se practica la violencia de género, obstétrica y menstrual: “Las mujeres no tienen acceso ni a toallas sanitarias”.

La criminóloga explicó que el empleo de la palabra femicidio en vez de feminicidio es una treta de aduladores del régimen chavista para exculpar al Estado de su responsabilidad en materia de prevención.

“Las madres de los hijos asesinados en los barrios no son escuchadas, no tienen derecho a réplica. Las madres de los presos comunes tampoco, porque la mayor resonancia mediática se la llevan los presos políticos. ¿Cómo puede una madre llevarle comida a un hijo preso con un salario mínimo de 130 bolívares mensual?”, preguntó.

Solo el amor de la familia

Para Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermería del Distrito Capital, el amor familiar es el único que sostiene a las madres trabajadoras vinculadas a la salud pública en Venezuela.

“Ser enfermera, madre y sostén de familia en Venezuela es enfrentar un día a día marcado por la precariedad, la sobrecarga y la incertidumbre”, dijo la activista y defensora de los derechos humanos. 

Contreras manifestó que con un ingreso global y bonificado de 160 dólares mensuales se hace cuesta arriba mantener a un núcleo familiar.

“La realidad obliga a buscar trabajos adicionales, sacrificando tiempo de descanso y vida familiar para cubrir lo mínimo de los gastos esenciales”, acotó.

Contreras sentenció que la precariedad económica en el país ha obligado a las madres trabajadoras de la salud a migrar a otros países o a otras actividades laborales que les permitan recibir mayores ingresos.

“Esta situación hace que la atención a los pacientes sea limitada y riesgosa. Muchas veces la enfermera debe improvisar, pedir a los familiares que compren o consigan materiales y exponerse a la frustración y desesperación de quienes esperan por atención en condiciones críticas”, relató.

Contreras sentenció que el Día de las Madres para algunas enfermeras suele estar marcado por el cansancio y la preocupación.

“Muchas veces pasan el día de guardia o llegan a casa después de largas jornadas, recibiendo el cariño de sus hijos en medio de la incertidumbre y la escasez. Hay una ausencia de reconocimiento y apoyo real del Estado, que no garantiza salarios ni condiciones dignas”, denunció.

La gremialista aseveró que algunas trabajadoras son blanco de violencia física y psicológica por parte de familiares de pacientes que reclaman una mejor atención.

“En los hospitales, el ambiente es de constante tensión, la escasez de insumos, la falta de equipos y la carencia de personal especializado, además del deterioro de los servicios básicos como agua y electricidad agrava la situación, afectando tanto la calidad del trabajo como la seguridad del personal y los pacientes”. 

Contreras sostuvo que, a pesar de ello, las madres-enfermeras siguen adelante, celebrando la vida y el esfuerzo compartido.

“Reclamando respeto y dignidad no solo para ellas, sino para todas las madres venezolanas que luchan por el bienestar de sus familias en medio de la crisis”, insistió.

“Los dejados atrás”

Al coordinador del proyecto global de la diáspora venezolana, Tomás Páez Bravo, no el gusta emplear el término que en literatura se conoce como “los dejados atrás”, referente a los hijos de madres migrantes que se ven forzadas a salir de sus países para procurar ingresos que puedan salvar a sus afectos de sucumbir ante la pobreza. 

“Esas remesas que envían del exterior sirven para que los hijos puedan continuar sus estudios, para poder alimentar la casa, para atender a los enfermos, para el condominio, entre otras cosas”, dijo el sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

El experto sostuvo que la madre venezolana migrante se encuentra en desventaja frente a su contraparte masculino: “En el caso de quienes se han llevado a sus hijos, son las madres quienes los cuidan y eso le dificulta el trabajo externo en la calle o en empresas”.

Páez Bravo indicó que el rostro de la migración venezolana es femenino.

“Tienen una mayor carga de trabajo doméstico, un carácter más informal porque tienen que atender el hogar, quienes estudian no pueden continuar, deben interrumpir sus carreras y por ello son más vulnerables”.

El sociólogo expresó que, pese a los desafíos, la madre venezolana migrante asume su responsabilidad en cualquier terreno. 

“Hay un compromiso, no solamente de trabajo consigo misma, sino también con la familia, con los niños, atender a los que dejaron atrás. Por eso se habla de que las mujeres son la llave contra la pobreza, y ese esfuerzo de trabajar por cuenta propia las convierte en una pieza fundamental del desarrollo económico-social, de la integración y de la atención a los suyos tanto en el país de acogida como en la comunidad de origen”.

El experto informó que de acuerdo a datos del Observatorio de la Diáspora, el éxodo venezolano sobrepasa los 9 millones de venezolanos, en más de 500 ciudades de 90 países.

“Esto está transformado la sociedad venezolana en su corteza, pero también en sus entrañas. Cuando decimos entrañas es que hay un cambio profundo de la realidad social venezolana”, agregó. Recalcó que la diáspora está conformada fundamentalmente por personas jóvenes en edades que van entre los 18 y 50 años.

“Es decir, personas que están en edades productivas y reproductivas, lo cual genera como consecuencia la creación de una nueva geografía, se han ensanchado los límites de Venezuela. Aproximadamente, hay dos millones de niños y jóvenes”, precisó.

Madres maestras sin sueldo

La vocera del Sindicato de Maestros de Venezuela, Gricelda Sánchez, expuso que el sector educativo se prepara el Día de las Madres con suspensiones masivas de salarios, pacientes oncológicos sin sueldo y una clase trabajadora en constante zozobra.

“Docentes que no solamente tienen que lidiar con el tema de su enfermedad, sino también con una realidad donde no hay recursos económicos ni se consiguen los tratamientos para sus patologías (…) Vemos a madres con menos de 50 años padeciendo enfermedades y nadie da respuestas a sus exigencias. Nadie puede vivir con los salarios que estamos devengando”.

Sánchez dijo que muchas madres docentes deben celebrar su día por videollamadas, porque sus hijos migraron.

“La realidad nuestra no es distinta a la de la clase trabajadora del país. Somos alrededor de 500 000 maestros activos en Venezuela y un grupo importante está en sintonía con las exigencias salariales. Pequeñas victorias nos han permitido mantenernos firmes y de pie ante este desastre”.

Sánchez manifestó que, ante la complejidad de la situación y la criminalización de la protesta, el gremio docente ha despertado y conseguido establecer hitos.

“La recuperación del bono del año 2022,  prácticamente nos habían quitado más del 70% de esa bonificación y tuvieron que recular. Eso se debe a mujeres, pero también a hombres, a dirigentes sindicales, líderes regionales, maestros de escuelas que no están esperando una orden de nadie, sino que simplemente se reagrupan y quieren seguir viviendo en Venezuela, quieren seguir dando clases”, destaco.

Recordó que actualmente hay cinco profesores presos, entre ellos la presidenta de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel

“Por supuesto, el amedrentamiento hace que mermen las protestas y movilizaciones, pero la esperanza nos mantiene firmes”, sostuv.

Punteando en embarazo adolescente

De acuerdo a Magdymar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), aunque no hay cifras oficiales, Venezuela posee el índice más alto de embarazo adolescente en la región.

“Y esto es una señal de alerta sobre la falta de acceso efectivo a la educación integral de la sexualidad, a los métodos anticonceptivos, pero sobre todo a condiciones de vida dignas de las jóvenes”, argumentó.

A juicio de León, el embarazo adolescente en Venezuela responde a una realidad compleja marcada por profundas desigualdades sociales y de género: “Es importante comprender que muchos de estos embarazos no son producto de una decisión autónoma, sino que están marcados o están atravesados por relaciones desiguales de poder, violencia sexual, presión social o carencias afectivas”.

La coordinadora de Avesa indicó que cuando un adolescente se convierte en madre se ve forzada a asumir una responsabilidad para la cual ni siquiera ella ni su entorno están preparados. 

“Y esto puede condicionar profundamente su desarrollo personal, educativo y laboral. Es importante saber que estos embarazos adolescentes no suelen ser de pares adolescentes masculinos. En muchos casos, son de hombres que superan a las adolescentes en 10 y hasta en 20 años”, puntualizó.

Por otra parte, denunció que en Venezuela existe un aumento del comercio sexual en la forma transaccional por supervivencia o prostitución.

“Obviamente, esto genera un elevado riesgo a vivir diferentes formas de violencia sexual”, alertó.

La defensora de DDHH sostuvo que las condiciones de precariedad económica afectan directamente a las madres adolescentes.

“Estas mujeres tienen poco o ningún apoyo por parte del Estado en sus comunidades. Uno de los datos más resaltantes es la sobrecarga de cuidados, hay mujeres hasta con 16 horas diarias de trabajo de cuidado. Esto genera una pobreza de tiempo que además se traduce en una pobreza económica. Además, tenemos una ausencia de redes de corresponsabilidad, no solamente corresponsabilidad del cuidado a nivel del grupo familiar, sino también a nivel de la comunidad”, abundó.

León también expuso que hay una idealización de la figura materna como sacrificada y abnegada.

“Y todos estos son aspectos que impactan negativamente en la salud mental y física de las madres venezolanas. Pero, a pesar de todo, también hay mujeres en Venezuela que están transformando las formas de vivir la maternidad”, reconoció.

La coordinadora de Avesa aseveró que un importante contingente de madres están cuestionando los mandatos tradicionales.

“Construyendo redes de apoyo entre mujeres y reclamando su derecho al autocuidado y a una maternidad más consciente, elegida y acompañada. Este domingo debe servir, no solamente para idealizar la figura de la madre, sino también para reivindicar la necesidad de políticas públicas que garanticen los derechos sexuales y reproductivos para que la maternidad sea realmente una elección, no una obligación”, insistió.

En ese sentido, enfatizó en la necesidad de generar políticas públicas de cuidado.

“Y que la responsabilidad no recaiga solo en los hombros de las mujeres y que, por supuesto, se protejan a las madres en todas sus diversidades. Recordemos que podemos tener madres con discapacidad, indígenas, afro, en fin, una multiplicidad de mujeres y por tanto una multiplicidad de maternidades”, concluyó.

  *El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

Con un salario mínimo estancado en 130 bolívares desde hace tres años, una perspectiva de inflación de al menos 220% para finales de 2025, hecatombe hospitalaria y educativa, la tasa de embarazo adoledescente más elevada de la región y una migración que no cesa, la madre venezolana enfrenta un presente oscuro y un futuro con escasas perspectivas de mejoras en su calidad de vida
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redacción runrunes
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Otro Día de las Madres llega a Venezuela y en la atmósfera nacional no hay ambiente de celebración, sino de conmemoración.

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) solo tres de cada diez mujeres venezolanas trabajan y devengan un sueldo 36% menor que los hombres.

El porcentaje está por debajo del promedio mundial documentado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 46,3% entre las mujeres. 

Encovi reveló que en los hogares no pobres, seis de cada diez mujeres (57,1%) trabajan más de 38 horas a la semana, mientras que en los hogares pobres más de la mitad de las mujeres (57,6%) no trabaja.

Con respecto a remuneraciones, los hombres devengan un dólar más por hora trabajada que las mujeres. La mayor diferencia se percibe en cargos de director o gerente, donde un hombre recibe $12,2 más por hora que una mujer, mientras que en ocupaciones elementales la diferencia es de $0,7.

“Aunque parezcan pocas las diferencias por hora trabajada, esta brecha se amplía cuando se considera la remuneración total, dado que en promedio los hombres trabajan más horas por día que las mujeres. La diferencia de ingreso mensual total es de $52 a favor de los hombres”, expresa el informe. 

Entre las causas de la brecha entre mujeres y hombres que enumera la encuesta están la baja inserción laboral, discriminación para altos cargos, desvalorización de los empleadores, discriminación en ámbitos que son considerados masculinos, protecciones legales discriminatorias y auto minusvaloración de las mujeres. 

Aunado a esto, con base en el coeficiente de Gini, el índice de desigualdad económica subió 32,43% y pasó de 40,7 a 53,9/100 en la última década.

A este panorama económico y social adverso para las madres venezolanas se suma una inflación calculada de 220,94% y una caída del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) para finales de 2025, a partir de un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Ucab. 

Víctimas por parentesco

Para la criminóloga y psicóloga social, Magally Huggins, la cultura venezolana es matricentrada y son las mujeres y especialmente las madres las que llevan todo el peso de la familia.

“Según los últimos datos oficiales de 2015, 62% de las familias en Venezuela son matricentradas, no hay figura paterna, a eso le tenemos que sumar la migración”, dijo la experta.

Huggins indicó que en Venezuela las formas de violencia contra las madres son múltiples.

“Desde la política y discursiva hasta la violencia de género, pasando por la violencia verbal en la calle, la mujer venezolana ha sido victimizada en los últimos 25 años”.

Huggins indicó que en Venezuela las abuelas están asumiendo la conducción de la familia.

“Cuando una madre muere o migra es la abuela quien se encarga de los hijos o una tía la que queda a cargo, pero todo lo que se refiere a cuidar es femenino, son pocos los hombres que se movilizan para ayudar a la mujer, los hombres suelen asumir la responsabilidad solo en lo económico”, detalla.

Aunque la psicóloga social sostuvo que este panorama tuvo ciertas modificaciones a partir del 27 de febrero de 1989, fecha conocida como “El Caracazo: “Hubo cambios sistemáticos, por ejemplo, algunos padres jóvenes han asumido la responsabilidad de llevar a sus hijos a las escuelas y colegios porque ante una situación conflictiva en la calle, la figura masculina ofrece mayor seguridad”.

Huggins también indicó que en Venezuela son las madres quienes llevan comida y medicamentos a sus hijos en las cárceles y centros de detención preventiva (CDP) o calabozos.

El 96% de quienes hacen eso son mujeres y, en su mayoría, madres. Son víctimas por parentesco cuando a sus hijos les niega el acceso a la alimentación, a la asistencia médica y psicológica, a la asistencia de un abogado privado y hasta de la presentación ante un fiscal como indica la ley”, abundó.

La experta también denunció que en Venezuela las mujeres no tienen derecho a tener vida sexual en prisiones y calabozos.

“Algunas mujeres se embarazan en las prisiones para asegurar la seguridad frente al Pran, sus luceros o ante los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). A otras las obligan a parir en las cárceles y no las llevan a centros asistenciales como castigo”.

Alertó que en las prisiones y centros de detención preventiva también se practica la violencia de género, obstétrica y menstrual: “Las mujeres no tienen acceso ni a toallas sanitarias”.

La criminóloga explicó que el empleo de la palabra femicidio en vez de feminicidio es una treta de aduladores del régimen chavista para exculpar al Estado de su responsabilidad en materia de prevención.

“Las madres de los hijos asesinados en los barrios no son escuchadas, no tienen derecho a réplica. Las madres de los presos comunes tampoco, porque la mayor resonancia mediática se la llevan los presos políticos. ¿Cómo puede una madre llevarle comida a un hijo preso con un salario mínimo de 130 bolívares mensual?”, preguntó.

Solo el amor de la familia

Para Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermería del Distrito Capital, el amor familiar es el único que sostiene a las madres trabajadoras vinculadas a la salud pública en Venezuela.

“Ser enfermera, madre y sostén de familia en Venezuela es enfrentar un día a día marcado por la precariedad, la sobrecarga y la incertidumbre”, dijo la activista y defensora de los derechos humanos. 

Contreras manifestó que con un ingreso global y bonificado de 160 dólares mensuales se hace cuesta arriba mantener a un núcleo familiar.

“La realidad obliga a buscar trabajos adicionales, sacrificando tiempo de descanso y vida familiar para cubrir lo mínimo de los gastos esenciales”, acotó.

Contreras sentenció que la precariedad económica en el país ha obligado a las madres trabajadoras de la salud a migrar a otros países o a otras actividades laborales que les permitan recibir mayores ingresos.

“Esta situación hace que la atención a los pacientes sea limitada y riesgosa. Muchas veces la enfermera debe improvisar, pedir a los familiares que compren o consigan materiales y exponerse a la frustración y desesperación de quienes esperan por atención en condiciones críticas”, relató.

Contreras sentenció que el Día de las Madres para algunas enfermeras suele estar marcado por el cansancio y la preocupación.

“Muchas veces pasan el día de guardia o llegan a casa después de largas jornadas, recibiendo el cariño de sus hijos en medio de la incertidumbre y la escasez. Hay una ausencia de reconocimiento y apoyo real del Estado, que no garantiza salarios ni condiciones dignas”, denunció.

La gremialista aseveró que algunas trabajadoras son blanco de violencia física y psicológica por parte de familiares de pacientes que reclaman una mejor atención.

“En los hospitales, el ambiente es de constante tensión, la escasez de insumos, la falta de equipos y la carencia de personal especializado, además del deterioro de los servicios básicos como agua y electricidad agrava la situación, afectando tanto la calidad del trabajo como la seguridad del personal y los pacientes”. 

Contreras sostuvo que, a pesar de ello, las madres-enfermeras siguen adelante, celebrando la vida y el esfuerzo compartido.

“Reclamando respeto y dignidad no solo para ellas, sino para todas las madres venezolanas que luchan por el bienestar de sus familias en medio de la crisis”, insistió.

“Los dejados atrás”

Al coordinador del proyecto global de la diáspora venezolana, Tomás Páez Bravo, no el gusta emplear el término que en literatura se conoce como “los dejados atrás”, referente a los hijos de madres migrantes que se ven forzadas a salir de sus países para procurar ingresos que puedan salvar a sus afectos de sucumbir ante la pobreza. 

“Esas remesas que envían del exterior sirven para que los hijos puedan continuar sus estudios, para poder alimentar la casa, para atender a los enfermos, para el condominio, entre otras cosas”, dijo el sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

El experto sostuvo que la madre venezolana migrante se encuentra en desventaja frente a su contraparte masculino: “En el caso de quienes se han llevado a sus hijos, son las madres quienes los cuidan y eso le dificulta el trabajo externo en la calle o en empresas”.

Páez Bravo indicó que el rostro de la migración venezolana es femenino.

“Tienen una mayor carga de trabajo doméstico, un carácter más informal porque tienen que atender el hogar, quienes estudian no pueden continuar, deben interrumpir sus carreras y por ello son más vulnerables”.

El sociólogo expresó que, pese a los desafíos, la madre venezolana migrante asume su responsabilidad en cualquier terreno. 

“Hay un compromiso, no solamente de trabajo consigo misma, sino también con la familia, con los niños, atender a los que dejaron atrás. Por eso se habla de que las mujeres son la llave contra la pobreza, y ese esfuerzo de trabajar por cuenta propia las convierte en una pieza fundamental del desarrollo económico-social, de la integración y de la atención a los suyos tanto en el país de acogida como en la comunidad de origen”.

El experto informó que de acuerdo a datos del Observatorio de la Diáspora, el éxodo venezolano sobrepasa los 9 millones de venezolanos, en más de 500 ciudades de 90 países.

“Esto está transformado la sociedad venezolana en su corteza, pero también en sus entrañas. Cuando decimos entrañas es que hay un cambio profundo de la realidad social venezolana”, agregó. Recalcó que la diáspora está conformada fundamentalmente por personas jóvenes en edades que van entre los 18 y 50 años.

“Es decir, personas que están en edades productivas y reproductivas, lo cual genera como consecuencia la creación de una nueva geografía, se han ensanchado los límites de Venezuela. Aproximadamente, hay dos millones de niños y jóvenes”, precisó.

Madres maestras sin sueldo

La vocera del Sindicato de Maestros de Venezuela, Gricelda Sánchez, expuso que el sector educativo se prepara el Día de las Madres con suspensiones masivas de salarios, pacientes oncológicos sin sueldo y una clase trabajadora en constante zozobra.

“Docentes que no solamente tienen que lidiar con el tema de su enfermedad, sino también con una realidad donde no hay recursos económicos ni se consiguen los tratamientos para sus patologías (…) Vemos a madres con menos de 50 años padeciendo enfermedades y nadie da respuestas a sus exigencias. Nadie puede vivir con los salarios que estamos devengando”.

Sánchez dijo que muchas madres docentes deben celebrar su día por videollamadas, porque sus hijos migraron.

“La realidad nuestra no es distinta a la de la clase trabajadora del país. Somos alrededor de 500 000 maestros activos en Venezuela y un grupo importante está en sintonía con las exigencias salariales. Pequeñas victorias nos han permitido mantenernos firmes y de pie ante este desastre”.

Sánchez manifestó que, ante la complejidad de la situación y la criminalización de la protesta, el gremio docente ha despertado y conseguido establecer hitos.

“La recuperación del bono del año 2022,  prácticamente nos habían quitado más del 70% de esa bonificación y tuvieron que recular. Eso se debe a mujeres, pero también a hombres, a dirigentes sindicales, líderes regionales, maestros de escuelas que no están esperando una orden de nadie, sino que simplemente se reagrupan y quieren seguir viviendo en Venezuela, quieren seguir dando clases”, destaco.

Recordó que actualmente hay cinco profesores presos, entre ellos la presidenta de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel

“Por supuesto, el amedrentamiento hace que mermen las protestas y movilizaciones, pero la esperanza nos mantiene firmes”, sostuv.

Punteando en embarazo adolescente

De acuerdo a Magdymar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), aunque no hay cifras oficiales, Venezuela posee el índice más alto de embarazo adolescente en la región.

“Y esto es una señal de alerta sobre la falta de acceso efectivo a la educación integral de la sexualidad, a los métodos anticonceptivos, pero sobre todo a condiciones de vida dignas de las jóvenes”, argumentó.

A juicio de León, el embarazo adolescente en Venezuela responde a una realidad compleja marcada por profundas desigualdades sociales y de género: “Es importante comprender que muchos de estos embarazos no son producto de una decisión autónoma, sino que están marcados o están atravesados por relaciones desiguales de poder, violencia sexual, presión social o carencias afectivas”.

La coordinadora de Avesa indicó que cuando un adolescente se convierte en madre se ve forzada a asumir una responsabilidad para la cual ni siquiera ella ni su entorno están preparados. 

“Y esto puede condicionar profundamente su desarrollo personal, educativo y laboral. Es importante saber que estos embarazos adolescentes no suelen ser de pares adolescentes masculinos. En muchos casos, son de hombres que superan a las adolescentes en 10 y hasta en 20 años”, puntualizó.

Por otra parte, denunció que en Venezuela existe un aumento del comercio sexual en la forma transaccional por supervivencia o prostitución.

“Obviamente, esto genera un elevado riesgo a vivir diferentes formas de violencia sexual”, alertó.

La defensora de DDHH sostuvo que las condiciones de precariedad económica afectan directamente a las madres adolescentes.

“Estas mujeres tienen poco o ningún apoyo por parte del Estado en sus comunidades. Uno de los datos más resaltantes es la sobrecarga de cuidados, hay mujeres hasta con 16 horas diarias de trabajo de cuidado. Esto genera una pobreza de tiempo que además se traduce en una pobreza económica. Además, tenemos una ausencia de redes de corresponsabilidad, no solamente corresponsabilidad del cuidado a nivel del grupo familiar, sino también a nivel de la comunidad”, abundó.

León también expuso que hay una idealización de la figura materna como sacrificada y abnegada.

“Y todos estos son aspectos que impactan negativamente en la salud mental y física de las madres venezolanas. Pero, a pesar de todo, también hay mujeres en Venezuela que están transformando las formas de vivir la maternidad”, reconoció.

La coordinadora de Avesa aseveró que un importante contingente de madres están cuestionando los mandatos tradicionales.

“Construyendo redes de apoyo entre mujeres y reclamando su derecho al autocuidado y a una maternidad más consciente, elegida y acompañada. Este domingo debe servir, no solamente para idealizar la figura de la madre, sino también para reivindicar la necesidad de políticas públicas que garanticen los derechos sexuales y reproductivos para que la maternidad sea realmente una elección, no una obligación”, insistió.

En ese sentido, enfatizó en la necesidad de generar políticas públicas de cuidado.

“Y que la responsabilidad no recaiga solo en los hombros de las mujeres y que, por supuesto, se protejan a las madres en todas sus diversidades. Recordemos que podemos tener madres con discapacidad, indígenas, afro, en fin, una multiplicidad de mujeres y por tanto una multiplicidad de maternidades”, concluyó.

  *El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

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