No es la Onapre, es Maduro - Runrun
Froilán Barrios Nieves Ago 03, 2022 | Actualizado hace 2 meses
No es la Onapre, es Maduro
La voz de los trabajadores es profeta de los cambios sociales y políticos que se avecinan. Las arbitrariedades de la ONAPRE la han catalizado

 

@froilanbarriosf

En la Europa medieval solía excusarse a los monarcas de todo género de males que azotaban a los pueblos. Como representantes directos del ser supremo en la tierra eran intocables, por ello se libraban de la responsabilidad de las pestes, hambrunas y malas cosechas. Además poseían una cualidad que los diferenciaba del resto de los mortales: “su sangre azul”. Cada trastada cometida se le endilgaba al ministro de turno, quien pagaba con su cabeza los disparatados y manirrotos reinados.

Esa manipulada costumbre de tapar el sol con un dedo trascendió a la actualidad. Ahora el comentario popular justifica una mala gestión gubernamental con la frase “la culpa no es del presidente, sino de quienes lo rodean”; o “él anda ocupado en tantas cosas que no se entera de lo que pasa en la calle”.

Lo cierto del caso es que esos periodos de gracia se han recortado cada vez más; a los primeros 100 días de gestión, o hasta un año de mandato. De hecho, en América Latina los pueblos se han vuelto más impacientes a la hora de cambiar a sus gobernantes con sentidas protestas, saldadas con elecciones presidenciales que garanticen para bien o para mal cambios de gobierno, ya que el parlamentarismo europeo es inusual y no se practica por estos lares. 

Récord de enroques

Pues bien, el caso de Venezuela es insólito. En poco tiempo el autócrata se aproximará a una década de nefasta gestión y pretende aún justificar la ruina de la nación. Con la excusa de las sanciones explica su incapacidad gobernante, traducida en el récord de enroques ministeriales más dilatado del continente. Ha convertido a su gabinete en un casting interminable de incompetentes, que nos recuerda a aquella publicidad de Sears cuyo eslogan era “sea jefe por 9 días”.

Bajo este curioso estilo de maquillar la estupidez ministerial, el ejercicio del poder se ha convertido en una rotación de cargos, donde los asignados desempeñan diferentes ministerios sin conocer la función de ninguno. Un día se es vicepresidente, luego ministro de educación, presidente de PDVSA, ministro de energía… para rematar con el ministerio de asuntos indígenas. U otro que se le ocurra al tirano.

En realidad, en cada circunstancia, como lo es ahora el tema del instructivo de la ONAPRE, es que el verdadero culpable del desmantelamiento de los salarios de los trabajadores públicos no es el director de esta Oficina Nacional de Presupuesto. No. El responsable es quien ejerce el cargo presidencial producto de unas elecciones inconstitucionales y fraudulentas realizadas en mayo de 2018. 

Rebelión laboral

Los efectos devastadores de ese instructivo salarial han generado una rebelión laboral en el país, originada por el cansancio, el hambre que sufren millones de trabajadores en el sector público, jubilados y pensionados. Han salido a la calle obstinados del llanto y la melodía “de que la inflación, los bajos salarios, la caída de los servicios públicos es culpa de las sanciones y del imperialismo yanki”.

Son tan trillados estos infantiles argumentos que una modesta trabajadora del aseo urbano manifestó: “camarada presidente, la ONAPRE lo va a tumbar si usted continúa jugando con el hambre del pueblo”.

Este cuadro de conflictos, que irrita en sumo grado al régimen, ha tenido como respuesta un importante Encuentro Nacional de Trabajadores el pasado 30 de julio. En el mismo casi doscientos sindicalistas, pertenecientes a las diferentes tendencias del sindicalismo venezolano, repudiaron la política antilaboral del Gobierno; así como la persecución policial contra dirigentes sindicales, cuyo delito es la defensa de los derechos laborales.

La voz de los trabajadores es profeta de los cambios sociales y políticos que se avecinan. Como dijera una vez el poeta norteamericano Walt Whitman: «Los pueblos son lentos en aprender, pagan el tamborilero y otros disfrutan la música, hasta que se cansan y explotan». Y en ese momento surgen las revoluciones.

*Movimiento Laborista.

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