Ante el escándalo político-religioso: ¿rezar o no rezar?
Entre los golpeados venezolanos, tocados en sus convicciones libertarias, la plegaria insufla un aliento que los mantiene erguidos a pesar de todos los pesares
Cuando el jilguero no puede cantar
Cuando el poeta es un peregrino
Cuando de nada nos sirve rezar…
Antonio Machado (cantado por Serrat)
Tribulación ha causado entre algunos opositores sinceros que la líder de la Plataforma Unitaria, María Corina Machado (MCM), haya participado en un rosario convocado vía Instagram para rezar por Venezuela. Los argumentos son varios: 1) la república no tiene afiliación religiosa, es laica y no promueve ninguna creencia asociada con una religión organizada o la espiritualidad individual porque es neutralmente arreligiosa; 2) en plena crisis, cuando el régimen de Nicolás Maduro se ha convertido en una tiranía que birla la soberanía popular y está en plena escalada de violación de derechos humanos, que la líder política de la mayoría se ponga a rezar en público por vía virtual envía una mala señal, pues pareciera que no tiene otro plan que someterse a los designios de las fuerzas celestiales para salir de la peor catástrofe política de los últimos 25 años; 3) ponerse a rezar el rosario a la manera católica excluye a quienes no profesan esa fe y a quienes no tienen ninguna, en un momento en que la unidad, más allá de credos e ideologías, debería ser la consigna fundamental.
Todos esos argumentos invocan un hilo conductor: los rezos en público de los líderes políticos nos retrotraen a épocas superadas, de un clericalismo moralista y represor, e incluso nos pondrían a la par de fundamentalismos que mezclan religión con política con los resultados que conocemos de dogmatismo, intolerancia y persecución. Voy a tratar de aclarar cuál es el papel de las creencias religiosas y sus derivaciones en la crisis que vive Venezuela.
Primero, debemos constatar que ha sido el chavismo desde que Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999 el que se ha valido de las expresiones religiosas y seudorreligiosas para alimentar el discurso y la acción políticas. Enumeremos algunas de sus manifestaciones: el uso frecuente de la cruz por parte del fallecido expresidente, sus rituales televisados con las supuestas cenizas de héroes y heroínas patrias, la infame apertura del sarcófago que contienen los restos de Simón Bolívar, su rol de “predicador/sacerdote” en las misas durante las diferentes etapas de su enfermedad, las alianzas con iglesias evangélicas, los avivamientos televisados con Maduro y su esposa Cilia Flores a la cabeza, las fotos con el gurú Sai Baba en la India, y una larguísima lista de bendiciones y maldiciones lanzadas por las bocas de los cabecillas del chavismo en muchísimas ocasiones televisadas y por las redes digitales.
El chavismo es una expresión socio-política muy venezolana, con su sincretismo religioso, con la confusión de roles (laicos devenidos sacerdotes, sacerdotes y pastores politizados), con su carga de supersticiones, y con la santificación de Chávez a través de estatuas y de su “templo” donde yacen sus restos en la colina del antiguo Museo de Historia Militar en la zona popular caraqueña del 23 de enero.
Lo que se sabrá
Entre los golpeados venezolanos, tocados en sus convicciones libertarias, la plegaria insufla un aliento que…
La política chavista ha sido también una manipulación constante de las creencias y miedos de las personas. Con esto, el chavismo traspasó unos límites que la república civil había logrado establecer, para poner a un lado a la religión y las instituciones religiosas del quehacer republicano. Esto a pesar de que algunos presidentes de los 40 años democráticos eran más dados a presentarse públicamente en rituales religiosos (especialmente misas católicas) y propiciaron obras públicas con carácter religioso (iglesias y estatuas monumentales de vocación mariana).
Ante la evidencia de que la religiosidad del chavismo le servía para conectar con el “pueblo”, la oposición en su momento también ha querido explotar la veta espiritual. Lo hizo de manera más abierta el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski, un devoto de la Virgen del Valle, repetidor de la frase (bastante hueca) “el tiempo de Dios es perfecto”, y portador de cruces, estampitas y amuletos. Otros líderes han sido más cautos en el despliegue de sus creencias religiosas. Sin embargo, ya el chavismo había abierto las compuertas del desbordamiento religioso y supersticioso, sin preservar la neutralidad propia de la república no confesional. Como en otros ámbitos, había trastocado el sentido de la república, incluso con la denominación bolivariana que se le agregó en la Constitución de 1999, que no deja de tener un tufillo confesional (como cuando se habla de “república islámica” en el caso de Irán).
Las fuerzas espirituales en juego
María Corina Machado (MCM) puso sobre la palestra pública la consigna que la lucha del pueblo venezolano por recuperar sus libertades era también una lucha espiritual, una lucha del bien contra el mal. Eso ya había producido urticaria entre sectores de la oposición democrática. Les parecía a los críticos que la invocación moral la alejaba de una visión política de la situación. Además, decían, introducía en el debate público una valoración moralizante sin los matices necesarios, donde solamente había dos opciones: ponerse del lado del bien (el que lidera MCM) o del lado del mal (el del régimen de Maduro). Ese maniqueísmo no le dejaría salida a quienes se identificaron con el chavismo, incluso en esta etapa “madurista” (no creo que exista esta corriente, que no es otra cosa que el chavismo con esteroides). Al final, la propuesta espiritual de MCM parece haber prendido entre la mayoría de los venezolanos: el candidato que ella propuso sacó casi el 70 por ciento de los votos el 28 de julio según las actas que la Plataforma Unitaria logró recopilar con sus testigos y que están publicadas en Internet.
La gota que derramó el vaso de la indignación laicista contra MCM fue el rosario vía Instagram. La “contaminación” religiosa, que ya el chavismo había explotado y explota, habría llegado a la oposición en el peor momento de la crisis. Dicen los cuestionadores opositores de MCM, que la líder del renacimiento de las fuerzas democráticas, ha llevado la política a los terrenos de la beatería. Lo que han olvidado apuntar es que, en vez de observarlo como escapismo metafísico, ese rosario es la manifestación de un realismo socio-político. En la mente de muchísimos venezolanos existe la convicción de que la excrecencia chavista representada por el régimen que encabeza Maduro, además de todo el horror material que ha expulsado a millones del país, empobrecido a otro tanto, destruido la infraestructura y los servicios públicos, es una plaga metafísica que ha diezmado el alma de los venezolanos, envilecido a los encumbrados, y descompuesto la psiquis de represores, soplones y apologistas del crimen.
Corrupción espiritual
Entre los golpeados venezolanos, tocados en sus convicciones libertarias, la plegaria insufla un aliento que…
¿Cómo se enfrenta a tal monstruosidad espiritual desde la civilidad desarmada? La respuesta obvia es con resistencia no violenta (al menos es lo que debe decir alguien que, como yo, vive fuera del país, lejos del epicentro del terror que hoy es Venezuela). Pero esa respuesta tan convenientemente fofa, no es suficiente para los venezolanos que sufren desde las entrañas de la bestia. Necesitan esperanza, necesitan ponerse de pie a pesar del duro golpe del fraude electoral. Y muchísimos encuentran consuelo y fortaleza en sus convicciones religiosas y en la plegaria en público, casi como acto de rebeldía ante la pudrición espiritual que es el chavismo. ¿Es esto reprehensible? No. Es comprensible y necesario.
Pero, ¿sirve para algo rezar un rosario por Instagram? ¿Ayuda a la transición? No tengo una respuesta unívoca. Si lo quieren juzgar por los resultados inmediatos, la verdad es que Maduro y su cúpula cívico-militar-policial sigue allí, más abusadores y putrefactos que nunca. Psicológicamente, sin embargo, no se puede desdeñar el efecto de la plegaria, tanto en unos como en otros. En Maduro, los cabecillas de su régimen y su séquito, muchos de ellos bajo el hechizo de la superstición y del opio religioso (su “droga metafísica” para lidiar con el temor que los agobia), la “contra” del rezo desde la oposición les siembra la duda sobre si las fuerzas espirituales están verdaderamente de su lado. Este factor no ha sido lo suficiente evaluado en el campo de la comunicación política, aunque ha sido bien documentado el papel de lo religioso y la superstición en los círculos del poder chavista, como lo ha hecho el periodista David Placer en sus libros Los brujos de Chávez y El dictador y sus demonios: la secta de Nicolás Maduro.
Entre los golpeados venezolanos, tocados en sus convicciones libertarias, la plegaria insufla un aliento que los mantiene erguidos a pesar de todos los pesares. Y eso no es poca cosa ante la arremetida de las huestes oscuras del chavismo en sus rostros múltiples de magistrados de cartón, fiscales grotescos, militares corruptos y paramilitares obedientes. En eso MCM ha tenido razón: las fuerzas del mal existen y son cada vez más impúdicas. Por el bien de Venezuela y los venezolanos es mejor decirles: vade retro…
Actualidad y emociones | Estética, política e injusticia
Entre los golpeados venezolanos, tocados en sus convicciones libertarias, la plegaria insufla un aliento que…
* Profesor de la Universidad de Ottawa (Canadá).
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