SOS Los Roques: “otro nivel de turismo” o cómo una posada se construyó en un área prohibida - Runrun
SOS Los Roques: “otro nivel de turismo” o cómo una  posada se construyó  en un área prohibida
Tras la publicación del especial “Los Roques: a la orilla de un desastre ambiental”, ATB Constructores, propietaria de un nuevo hospedaje construido al lado de la pista de aterrizaje del Archipiélago, contactó a Runrun.es para justificar el levantamiento de esta edificación eco-amigable en un área protegida con alta fragilidad ambiental. Aquí lo que contaron el CEO de la empresa, Tadeo Arosio y Marisela Rabascall, quien elaboró el estudio de impacto ambiental de la obra –el cual fue solicitado varias veces a la compañía y a la autora, pero nunca fue cedido – que comete múltiples violaciones al PORU del parque nacional

 

@loremelendez      

 

En Venezuela hay un nuevo “nivel de turismo” que debe ser satisfecho, piensa Marisela Rabascall. Esa fue una de las razones con las que justificó las nuevas construcciones que se levantan en el Parque Nacional Archipiélago Los Roques, en particular, la de la posada Chelonia Casa de Mar, cuyo estudio de estudio de impacto ambiental elaboró y presentó ante el Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) para que fuese construida en un área prohibida dentro de la isla El Gran Roque.

Rabascall,, conoce a INPARQUES desde adentro. Durante años trabajó allí y llegó a convertirse en directora regional del instituto tanto en Monagas como en Sucre. En su cuenta en Twitter se define como “Parquera de corazón”. Hoy, trabaja como consultora independiente y, alguna veces, tal como confirmó a este medio, la institución gubernamental se vale de sus servicios y asesorías.

Toda esa experiencia le ha permitido comprender y advertir cuáles son los baches y vacíos en las leyes y reglamentos que rigen los parques nacionales. En esta entrevista expuso algunos de ellos cuando se le preguntó por cada una de las violaciones al Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU) del Parque Nacional Archipiélago Los Roques, las cuales se cometieron para que Chelonia Casa de Mar fuera posible.

La ingeniera sostuvo que las casi 70 posadas activas que hay en Los Roques –que de acuerdo con operadores turísticos y lugareños no alcanzan su capacidad máxima desde hace años, ni siquiera en temporada alta – no son suficientes para cubrir las exigencias de la nueva demanda.

 

 

“Lo que pasa es que hay otro nivel de turismo. Hay niveles: tres estrellas, cuatro estrellas, la categorización es así (…) Tú tienes un turista que quiere cinco estrellas y las va a pagar”, aseguró.

La experta acotó que ese otro “nivel” de turistas ha reactivado, junto con el aumento de vuelos hacia la zona y la promoción de múltiples viajeros influencers, el turismo en el Parque Nacional Canaima. “Yo no puedo ir, yo voy es por trabajo, porque yo no podría gastar 1200 dólares en una cosa de esas. Pero hay gente para eso. Desde que está yendo la gente para allá, desde que los hoteles tienen movimiento, los chamos (indígenas) han dejado de ir a la mina”, subrayó.

Chelonia Casa de Mar, mencionada en el especial “Los Roques: a la orilla de un desastre ambiental”, es una de esas edificaciones que según Rabascall viene a cubrir la demanda del lujo. Con 13 modernas habitaciones, dotadas de tecnología eco-amigable, y un restaurante de alta cocina, este hospedaje perteneciente a la firma ATB Constructores abrió sus puertas en un terreno adyacente a la pista de aterrizaje del parque, al que se accede a través del mar. Esta área, que según la zonificación establecida en el Capítulo I del PORU de Los Roques se considera como zona de Ambiente Natural Manejado (ANM), no admite la construcción de ningún tipo de infraestructura y solo permite la realización de actividades educativas, de investigación y recreación, la circulación de embarcaciones motorizadas y la navegación a vela y remo.

“Nuestra intención es demostrar que sí se pueden hacer las cosas bien en Venezuela. Los Roques está desasistido en cuanto a servicios, allí la relación calidad/precio es exorbitante porque te prestan un servicio de baja calidad a unos precios exorbitantemente altos. Entonces, nosotros sí somos capaces de generar, de poder prestarle a los venezolanos y demostrar que Los Roques no solo es el paraíso natural, sino que puedes llegar y recibir una atención justa y de calidad. No solo una habitación con una buena cama, sino un servicio integral”, comentó Tadeo Arosio, cofundador y CEO de ATB Constructores, quien insistió en que este hospedaje está tras la búsqueda de la certificación Leadership in Energy & Environmental Design (LEED, por sus siglas en inglés) para Proyectos de Hospitalidad, que fue creada por el Consejo de Edificaciones Sustentables de Estados Unidos.

Arosio resaltó que los servicios públicos de la isla no llegan hasta la zona en donde fue construida la posada. Por eso, el capital que se invirtió en la construcción tuvo que considerar la generación de servicios verdes que suplieran la falta y contribuyeran con el ambiente. Así, invirtieron en paneles solares, un sistema de recirculación de aguas, ventanas que bloquean 75% de la radiación solar para aminorar el uso de aires acondicionados e incluso un plan para llevar la basura generada hasta La Guaira.

“Nosotros pusimos parte importante de nuestro patrimonio allí. Todo costó. Era más fácil importar una planta (eléctrica) de 15 mil dólares, que gastar 160 mil dólares en paneles solares. Era más fácil un empotramiento a esa laguna (de oxidación, destinada a sanear las aguas residuales de Los Roques) y seguir formando parte de los que estábamos dañando, a comprar una planta en la que invertimos una fortuna. El sistema de riego también fue costosísimo, en vez de poner a una persona con una manguera. ¡Ah, no! Pero así no nos certificaba Leed y no estábamos ahorrando. Un calentador Termotronic nos costaba 5% de lo que nos costaron los calentadores”, reveló Arosio.

 

De casa a posada

«Esa fue la situación que pasó, que en los parques nacionales se decretaron muchas áreas con casas, con gente y se zonificaron y no se tomó en cuenta y la gente se quedó. Había que darle a la gente su dinero, váyase de aquí, y no se hizo (…) Como aquí hay ese precedente, que la casa existe, que el proyecto es sobre una edificación existente, entonces no les queda otra que autorizarlo» 

 

“Yo te entiendo cuando tú dices que allí no construyan nada más. Pero, el mundo evoluciona, ¿no?, el mundo crece. Esa fue una de las discusiones que teníamos en INPARQUES. ¿Cómo vas a zonificar como de Uso Poblacional Autóctono y se quedan con las 60 casas? Ajá, ¿y esa gente no va a parir?, ¿esa gente no va a tener hijos?, ¿y dónde van a vivir?, ¿se tienen que ir de ahí?”, contestó Rabascall al ser interrogada por la ubicación de la posada en un área prohibida según el PORU, a lo que añadió: “de alguna manera, creamos áreas protegidas que estaban involucradas con la gente. Eso es el ambiente. El ambiente no es nada más los pajaritos, el ambiente es la gente también. Entonces no puedes dejar lo sociocultural a un lado”. 

Cuando Rabascall habla de la zona de Uso Poblacional Autóctono se refiere a la zona de El Gran Roque en donde está el pueblo y la mayoría de las posadas y comercios de la isla. Es allí donde sí está aprobada la construcción de viviendas para los pobladores, servicios públicos y casas que, previamente autorizadas, se destinan a convertirse en posadas.

 

 

 La experta explicó que la edificación sobre la cual fue levantada la posada Chelonia Casa de Mar ya estaba allí desde antes de que Los Roques se decretara parque nacional. Su antiguo dueño, Octavio Lara, vendió la bienhechuría a la familia Arosio en 2014. Por esa razón, acotó Rabascall, INPARQUES no objetó que la vivienda se convirtiera hoy en una posada, aunque ampliara su extensión y tomara así más terreno que es propiedad del parque y del Estado. 

“Cuando tienes una edificación que está antes del decreto, la ley tiene que respetar eso (…) Han sido muchos los errores que se han cometido en ese sentido porque cuando se zonifica se está clasificando esa zona como ambiente natural manejado, pero con unas casas. Ahí hay choque, porque ahí hay propietarios de una bienhechuría, aunque en Los Roques no tienes propiedad sobre los terrenos porque son de la nación (…) Si yo tengo una bienhechuría que es mía, que es mi propiedad privada, me tengo que adecuar a tu ley porque estoy en un parque nacional, pero ya yo existo. Entonces, o me la tumbas y me pagas y me voy, o yo me quedo, y me quedé, no me la pagaron. Esa fue la situación que pasó, que en los parques nacionales se decretaron muchas áreas con casas, con gente y se zonificaron y no se tomó en cuenta y la gente se quedó. Había que darle a la gente su dinero, váyase de aquí, y no se hizo (…) Como aquí hay ese precedente, que la casa existe, que el proyecto es sobre una edificación existente, entonces no les queda otra que autorizarlo”, expuso.

Al ser interrogada por la ampliación que la posada hizo a la casa original, Rabascall respondió con un “sí, bueno, pero…” y un ademán para minimizar el hecho. “Mucha gente piensa que un parque nacional es una vitrina y no es así, los parques nacionales se zonifican porque el objetivo no es nada más la conservación”, continuó.

 

Cómo aprovechar los vacíos

 

“Son proyectos recreativos, ¿cómo vas a hacer? La Ley de Aguas dice (que también debe estar) 300 metros alejados de la orilla del río. ¿Cómo vas a estar a 300 metros de la costa si tu atractivo es el río?, ¿a quién le van a dar ganas de salir de la habitación para echarse un baño en el río?»

Así como todas las construcciones que se levantaron al lado de la pista de aterrizaje de Los Roques, Chelonia Casa de Mar ignora la franja de 80 metros que la debe separar del mar, tal como lo establece la Ley de Zonas Costeras vigente. Según Rabascall, INPARQUES no toma esto en cuenta porque no vale para las construcciones turísticas. Sin embargo, esta salvedad no aparece en ningún reglamento.

“Son proyectos recreativos, ¿cómo vas a hacer? La Ley de Aguas dice (que también debe estar) 300 metros alejados de la orilla del río. ¿Cómo vas a estar a 300 metros de la costa si tu atractivo es el río?, ¿a quién le van a dar ganas de salir de la habitación para echarse un baño en el río? De ahí es de donde vienen los reglamentos, porque te permiten adecuar la ley a ciertas actividades y en el caso del turismo y recreación hay como cierto reglamento. Esos 80 metros que dice la ley de retirarse de la costa son para edificaciones, pero el tema turístico muchas veces no se adecúa (…) No es que lo deje pasar, es un tema de que la Ley de Costas debe tener una reglamentación en cuanto a turismo, porque no es lo mismo una edificación para turismo que una urbanización”, afirmó. 

Aunque dentro del PORU, el capítulo 38 está dedicado a detallar cómo debe ser el diseño de las construcciones en Los Roques, que apela a la tradición y valores arquitectónicos de las costas venezolanas en cuanto “formas, dimensiones y materiales”, para Rabascall no hay una tipología específica en la zona a la cual puedan acogerse las nuevas edificaciones. Ese vacío se aprovechó para que Chelonia Casa de Mar se asemejara más a una casa de playa del Pacífico que a las del Mar Caribe. 

“No hay nada autóctono. ¿Qué es lo autóctono allí? Esa discusión la hemos tenido muchas veces en el instituto porque yo les pregunto cuál es la tipología de las costas de Venezuela: ¿el palafito del Zulia?, ¿el palafito de los Waraos?, ¿o las casas de Choroní coloniales?, ¿o las casa de Cumaná, que ves un rancho, una casa rural, una casa de dos pisos? No hay un tipología y ahí (en esa área) lo que había era tipología antillana. Si tú ves las primeras posadas que se hicieron son antillanas completamente. Entonces, es como haber puesto algo muy bonito, pero no lo desarrollaste, entonces eso quedó como ambiguo”, aseveró.

El mismo artículo 38 señala que las viviendas deben tener solo una planta y un máximo de 5,50 metros de altura. Arosio y Rabascall apuntaron que fueron cuidadosos con el proyecto y la altura de la posada es de 5,40 metros. Sin embargo, señalaron que no existen límites de pisos en la construcción y que Chelonia Casa de Mar tiene dos como varias construcciones que ya hay en la isla.

 

 

Aunque Runrun.es solicitó varias veces el estudio de impacto ambiental tanto a Rabascall como a Arosio, este nunca fue cedido. La autora del documento, que debe ser público, solo se limitó a hacer algunas precisiones sobre el escrito.

“El estudio se dirigió, básicamente, hacia el tema de los desechos porque es lo más fuerte. Cuando tú haces un estudio ambiental de ese tipo, donde no hay grandes construcciones, el mayor impacto ambiental es el paisaje que se afecta porque es un área protegida. El primer momento de la construcción es muy duro, porque el suelo se mezcla con el cemento, las piedras (…) Cuando ya vas adelantando, la cosa va mejorando”, afirmó.

Las medidas de mitigación del estudio ambiental mencionadas por Rabascall se dirigieron a la “conservación de suelos y aguas”. “Ahí no hay mucho que hacer más que hacer las cunetas, garantizar que los sedimentos no se vayan al mar para que no se contamine y recoger escombros más que todo, esos se sacaron a tierra firme”, dijo. Sin embargo, no se contemplaron medidas de saneamiento ni tratamiento de las aguas del mar por la cantidad de traslados en lancha que se harán hacia esta zona. Arosio informó que se espera por la aprobación de una biciruta que conecte la posada con el pueblo, por donde también se prevee el paso de un par de carros eléctricos para trasladar a los huéspedes.

Arosio también reveló que los materiales de construcción de la posada, cuyos trámites comenzaron a hacerse entre 2015 y 2016, se trajeron a través de barcos del Estado que disponen de cupos de vehículos para hacer ese tipo de traslados. “No usamos ningún mecanismo privado”, añadió el propietario de Chelonia Casa de Mar. En esa misma embarcación se lleva desde la gasolina que va al Archipiélago hasta la comida que llega a los mercados populares de El Gran Roque. Los traslados de materiales de construcción de las distintas edificaciones que se levantaron en el terreno adyacente a la pista, donde está la posada, generaron protestas de los pobladores, quienes aseguraron que en múltiples oportunidades se dejaban de llevar combustible y otras necesidades del pueblo para trasladar cabillas, cemento y otros insumos para las infraestructuras que hoy se erigen en un espacio que debió mantenerse virgen.