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#MonitorDeVíctimas | Te invito a un café y hablamos de la Policía
Un café por Caracas es una iniciativa de investigación que busca entender la percepción de las comunidades populares con respecto a la violencia y el accionar de la policía.

 

@miconvive

El último informe de la comisionada para los derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (Bachelet), registra que entre enero y mayo de 2020 ocurrieron 1324 ejecuciones extrajudiciales en el país. Dichas muertes son producto de políticas de seguridad fundamentadas en la fuerza y la aplicación de una “mano dura” contra el crimen y el delito.

Esto es un problema histórico en Venezuela, que se ha agravado seriamente en los últimos años con el desarrollo de las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP) en el 2015, y el surgimiento de las Fuerzas de Acción Especiales (FAES) en el 2016.

Sabiendo esto, en el 2018 me pregunté: ¿Cuál es la percepción en las comunidades populares sobre este tipo de políticas? y ¿qué solución le ven ellos a la delincuencia? En esa fecha ya me encontraba trabajando en Caracas Mi Convive, una organización que desarrolla proyectos de prevención de violencia en las comunidades populares del municipio Libertador, Caracas.

Así que le propuse al equipo que buscáramos responder esas preguntas. Mi idea era sentarme con miembros de diferentes comunidades populares y, tomándonos un café, realizar grupos focales donde habláramos del tema.

Es así como surge “Un café por Caracas”, una iniciativa de investigación que busca entender la percepción de las comunidades populares con respecto a la violencia y el accionar de la policía.

En estas reuniones, las personas hablan sobre las experiencias de abuso que han tenido en operativos policiales. La idea es que también propongan soluciones alternativas al problema de la violencia.

Participar en estos grupos focales fue una experiencia enriquecedora, pero dura. Me acuerdo de las palabras de María, residente de El Valle: “Mi evaluación para los cuerpos policiales es negativa; a mi hijo me lo mataron en la puerta de la casa, y yo lo tuve que entregar”. En su voz, sentía el dolor y la rabia de haber perdido un hijo en manos de los funcionarios que deberían protegernos. Pero curiosamente, al hablar de posibles políticas para enfrentar la violencia, su respuesta fue sumamente humana. No habló de venganza. Habló de educar y humanizar a los cuerpos policiales para “trabajar en conjunto, por esos jóvenes en riesgo, como mi hijo”.

En estos grupos nos dimos cuenta de que nuestra gente sabe que la violencia genera más violencia. Cuando le das un espacio, y la escuchas, adviertes que en estas comunidades existen muchas personas que han sufrido las consecuencias de la violencia urbana y policial. Pero que a pesar del miedo que genera el vivir esto, están dispuestas a colaborar en acciones que promuevan la paz y la convivencia.

Después de participar, muchos de ellos mostraban interés en el resto de las actividades que organiza Caracas Mi Convive. Y se ponían a la orden para colaborar en ellas.

En lo personal, los “Cafés por Caracas” me permitieron ver que el primer paso del activismo comunitario es escuchar. Las comunidades saben cuáles son sus necesidades y ya tienen propuestas para abordarlas. Cuando las escuchas, no solo obtienes una idea clara de cómo podrías promover el desarrollo, sino que los mismos vecinos se muestran más dispuestos a trabajar contigo.

Lastimosamente, en lugar de esto las instituciones de seguridad elevan las armas contra las personas vulnerables. En los cafés por Caracas, una pregunta era: ¿Cómo debe ser ese policía que promueve comunidades seguras?

Lo que hemos escuchado, en los más de diez grupos focales, es que las comunidades quieren una policía cercana, que en lugar de planes correctivos, realice planes preventivos.

Esto, en nuestra experiencia, es una petición casi unánime de los habitantes que más han sufrido la violencia policial en nuestros sectores populares.

Sin duda, muchos se preguntarán cómo bajo un contexto tan violento y represivo las personas pueden proponer planes que se basen en la educación y cercanía con los cuerpos policiales. Yo creo que es en parte producto del trabajo que realizan mis compañeros de Caracas Mi Convive, un trabajo fundamentado en el acompañamiento y promoción de la convivencia como oportunidad para cambiar y mejorar nuestras comunidades.

En lo personal, estos testimonios me llevan a trabajar cada día más para seguir transformando nuestra ciudad. Ejecutar y acompañar cada idea que surge es fundamental, como nos dijo Kati en unos de los cafés en Catia: “Cada quien puede dar su grano de arena; si ustedes pueden venir y conversar, nosotros podemos salir y trabajar por nuestro barrio”. Sin duda eso es lo que hacemos con un café cada vez que salimos a escuchar, proponer y actuar.

¡Amigos, esto es nuestro!