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El dólar y los poderes creadores del pueblo

@juliocasagar

En uno de los más bellos poemas de Aquiles Nazoa, intitulado Credo, el poeta hace referencia a estos poderes creadores del pueblo. Pensando en ello y en un reciente artículo del amigo Francisco Contreras, me adentro en la temeraria aventura de sugerir que el uso del dólar, por parte de amplios sectores sociales, se ha convertido en un elemento esencial de la resistencia con el que los venezolanos han resuelto enfrentar los planes de Maduro y su política económica.

Veamos: Fidel Castro logró un éxito inconmensurable en Cuba para el mantenimiento de su dictadura con el cierre del acceso a las divisas para los ciudadanos cubanos. La estrecha franja de personas que podían acceder a ellas, a través del trapicheo pequeñas cantidades que salían de empleados de embajadas y remesas clandestinas, solo podían usarlas en unas ostentosas tiendas, que bajo el eufemismo de “diplomáticas”, eran donde se surtía la nomeklatura del régimen y unos cuantos pocos privilegiados. Sin dinero circulando y sin medios de pago, como tarjetas de crédito, solo podía existir la economía controlada tanto para la producción, como para el consumo. Esta herramienta de sometimiento, fue clave, como ya dijimos, en el atornillamiento del castrismo.

No fue por azar que Chávez fue un enamorado del control de cambios y de los regímenes de entrega de divisas controlados por el gobierno. Con ellos creó su boliburgesía y arruinó a los adversarios.

El modelo era más político que económico; por eso, Aristóbulo tenía razón cuando decía: “Si quitamos el control de cambio, nos tumban”.

Pasó el tiempo y la destrucción de la industria petrolera (única fuente oficial de divisas), la corrupción y el manirrotismo internacional, pasaron factura. Maduro quiso mantener el sistema. Anunció guerras a muerte contra el dólar y contra Dolar Today; declaró miles de veces su victoria sobre la divisa “del imperialismo” y nos prometió una economía en la que circularían yenes, yuanes, petros, guaicaipuros y miles de fantasías más.

Todo fracasó: la mano invisible del mercado derrotó la mano peluda de los controles. La derrota fue tan fulminante que un día tuvo que admitir, en cadena nacional, que la circulación del dólar era un milagro que había salvado al país.

En un principio, el dólar comenzó a circular para dar salida al efectivo represado por miedo a las sanciones; por las remesas enviadas hasta en sobres de los “puerta a puerta” y por el colador de las fronteras, pero luego se fue convirtiendo en un fenómeno generalizado. Desaparecido el bolívar, todos los precios comenzaron a ser fijados en dólares.

El bolívar, gran mecanismo de control social, a través de las pensiones, los bonos, el carné de la patria, las cajas CLAP, desapareció. Y con ello perdió el régimen una de sus principales herramientas de sumisión. ¿A qué habitante de un barrio le pueden amenazar con quitarle una pensión, un paquete de arroz partido y un hueso de pernil? A muy pocos pueden montar en un autobús para ir a votar mostrando la zanahoria de unos millones de bolívares que no valen nada. Solo les queda el garrote, la zanahoria se ha podrido.

Los plomeros, los jardineros, las trabajadoras domésticas cobran sus estipendios en dólares. El “empoderamiento” que esto ha generado, les ha hecho, sin duda alguna, más independientes de las dádivas del gobierno.

Maduro perdió la oportunidad de encerrar a los venezolanos en la jaula castrista de la absoluta dependencia del Estado. Güiria ha sido un ejemplo palpable. Hace poco, sus habitantes indignados por la tragedia que nos conmovió a todos y en uso de una dignidad, frente a la que hay que quitarse el sombrero, sacaron de su comunidad al ministro Isturiz que creyó que con unas “canaimitas” y unas cajas CLAP podía calmar la justa ira de estos compatriotas.

Esta victoria social y ciudadana es irreversible. Es una prueba irrefutable de la capacidad de resiliencia, de creatividad y de rebeldía cívica de los venezolanos.

No es el objeto de esta nota analizar el tema de la dolarización y la manera perversa, sin duda, de cómo el régimen tratará de utilizarla; y tampoco sobre las otras consecuencias sociales y económicas que haya producido. Se trata de un ángulo particular sobre el que hemos querido llamar la atención, como un elemento más (de muchos) que los venezolanos han escogido para no dejarse esclavizar por el régimen.

Ya la chequera de Chávez no recorre la América Latina y la de Maduro esta devaluada en Venezuela. Esta bofetada de esa mano invisible del mercado no se la han dado las grandes corporaciones ni el imperialismo; se la han dado las manos callosas de trabajo de los más humildes de nuestros compatriotas que se le han zafado a su maquiavélico plan de controlarlos. “Los poderes creadores del pueblo” son definitivamente infinitos. Algo para ser tomado en cuenta en la redefinición de una estrategia para lograr la libertad en 2021.

¡Feliz año para todos!

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