La foto que hace falta - Runrun
Julio Castillo Sagarzazu May 11, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La foto que hace falta

@juliocasagar

Se atribuye a Tierno Galván, el icónico alcalde de Madrid en los años 80, la frase: “el que se mueva, no sale en la foto”. Hacía referencia a que hay momentos en la política en los que es necesario posar para una foto y hacerlo con la mejor cara, aun cuando no estés completamente de acuerdo con estar en el retrato en cuestión.

La frase también pone de manifiesto que hay actitudes “plásticas”, es decir, expresadas en imágenes, gestos y actitudes que comunican una idea que puede servir en ocasiones para provocar sensaciones y emociones colectivas que se conviertan en motor o catalizador de movimientos sociales.

En Venezuela ha habido muchas de esas fotos. Ahora nos hemos familiarizado con ellas porque los #tbt de Instagram de los jueves, nos las muestran a cada rato. No queremos, sin embargo irnos muy lejos, al mundo de los blancos y negros que corresponden a la democracia que nacía en el 58 y menos al de los sepias y mates de los posados de la generación del 28.

Queremos referirnos a épocas más recientes, cuando ya había comenzado la pesadilla que hoy vivimos y cuya primera foto fue la que acompañó al famoso “por ahora” de un Hugo Chávez derrotado y fatigado y a quien, por cierto, permitieron acicalarse para su comparecencia ante los medios.

Luego de esa imagen, obviamente que vinieron muchas más y de todas las procedencias, pero sobre las que nos interesa hablar aquí es de las que recogen el esfuerzo de las fuerzas políticas venezolanas para entenderse y tratar de poner fin al predominio chavista.

Valdría la pena, entonces, recordar tres fotos:

1) La de los participantes en las primarias que definió a Henrique Capriles como candidato unitario,

2) la que recogió el acuerdo para ir unidos a las parlamentarias del 2015, y

3) la de enero del 2019, cuando Juan Guaidó se juramentó como presidente interino.

Todas fueron momentos que jalonaron la esperanza y la voluntad de lucha de millones de compatriotas para lograr un cambio. En los periodos de tiempo que hubo entre ellas ocurrieron muchas cosas: aciertos y errores, ilusión y desilusión; euforia y desencanto, en resumen: la montaña rusa que ha caracterizado los sentimientos colectivos de los venezolanos, desde hace tiempo y también lo voluble de eso que llaman la opinión pública.

Desgraciadamente, aquellas fotos no pueden repetirse exactamente igual. Como era fácil suponer, no haber tenido éxito en lograr un cambio político, como queríamos la mayoría de los venezolanos, ha provocado defecciones, desencuentros y controversias. Los personajes comenzaron a moverse. Y así no se puede tomar nunca una buena foto.

Unos se fueron detrás de las tentaciones del régimen; otros porque sacan sus cuentas personales o grupales; unos de buena fe, otros no tanto; algunos se cansaron, otros siguen en la lucha. De todo hay, como el la viña del Señor.

Lo cierto del caso es que la necesidad de producir un cambio sigue estando vigente. Como era de esperarse, igualmente, cada uno está en su juego. Quienes aspiramos a un cambio, buscando una nueva foto que entusiasme a los venezolanos; y desde Miraflores, los que no lo quieren, conspirando para que esa foto no se tome nunca.

La perspectiva de unas elecciones regionales y la elección de un CNE por parte de una AN que no reconoce el grueso de la oposición e importantes factores de la comunidad internacional, es la baza que hoy se juega y que seguramente será determinante en el posado de esas nuevas imágenes de las que hablamos.

Llegado este punto, hay que decir que es evidente que una parte el espectro político venezolano que ha venido adversando (con distintos matices e intensidades) a Maduro se ha adelantado a negociar con él la participación en esas elecciones y la designación de ese CNE. En muchísimas notas anteriores hemos dicho que negociar adelantado y en desunión es lo que el régimen siempre ha deseado para batirnos al detal.

El 6D lo intentó y no logró convencer sino a un sector muy minoritario. Esta vez, la iniciativa ha involucrado a Henrique Capriles y a otros sectores de la sociedad civil y ello, obviamente, debilita las posibilidades de una negociación y de una foto más importante y significativa.

Es verdad que la argumentación de quienes han acompañado la decisión de Capriles ha recurrido a afirmaciones como: “se trata de un primer paso”; “hay que darle el beneficio de la duda al CNE”; “seguimos exigiendo nuevas condiciones” etc. Obviamente, que son argumentos teóricamente razonables. Sin embargo, como dijimos en el párrafo anterior, ello no significa que su proceder no haya debilitado la capacidad de negociación de toda la oposición en su conjunto.

En este punto es muy importante señalar que el punto central de las negociaciones ha sido siempre lograr unas elecciones libres. Libres significa con garantías y verificables. Y, además, con condiciones políticas para realizarlas.

Este es el objetivo INTEGRAL (mayúsculas ex profeso) De allí que aquí cabe la máxima que funciona en este tipo de negociaciones, de acuerdo con la cual NADA ESTÁ RESUELTO SI TODO NO ESTÁ RESUELTO. Desde este punto de vista, es clave que un cronograma electoral se pueda consensuar. Un cronograma sugiere la idea de que se pueden planificar y distribuir eventos en el tiempo pero que se debe concluir con el compromiso de lograr el objetivo que es el único capaz de lograr la verdadera reconciliación entre los venezolanos, que no es otro que podamos revalidar todos los mandatos públicos, los cuestionados y los no cuestionados por ambas partes. Es allí donde casi todos queremos llegar. Es ese el destino y por tanto, no tendría sentido desviarse, ni darlo por logrado, habiendo conseguido solo una posta en el camino.

Solo de esta manera sería comprensible la tesis del “primer paso”; que es el argumento central de quienes se han adelantado en una negociación.

Dicho esto, es igualmente menester señalar que, independientemente, de que esta gestión para la foto unitaria sea posible o no, en el corto plazo, lo importante es que solo haya líneas rojas para aquellos que voluntariamente y por los peores motivos, se han colocado del lado del régimen para ayudarle conscientemente. Aquí, es bueno decir que no todos aquellos que no piensen como nosotros son necesariamente alacranes y colaboracionistas. Tampoco, no todos los que cuestionan la negociación adelantada son enemigos de las elecciones, y partidarios de una salida no democrática. Con unos y otros, necesitamos seguir bregando esa foto y sobre todo fabricando momentos políticos y sociales que sean una excelente locación.

Nuestro trabajo es perseverar. No importa lo difícil que parezca el camino. Maduro solo tiene el  de apoyo del 15 % de los venezolanos. Lo peor para él es que no sale de ese hueco. Nadie se regresa al chavismo aunque no esté satisfecho con lo que pasa en la oposición. Esta es nuestra gran fortaleza. Los momentos de la lucha seguirán pareciéndose a una montaña rusa. Nadie dijo que esto sería fácil.

Ese monstruo que llaman opinión pública en cualquier momento vuelve a asumir su papel de definidor de la agenda. La historia nos ha mostrado que es siempre voluble. El mismo pueblo de Jerusalén, que recibió a Jesús con vítores y palmas el domingo de Ramos, pidió que lo crucificaran el viernes siguiente. El mismo público que aplaude al bateador que batea un jonrón con tres en base en el primer inning, lo pita cuando se poncha en el tercer inning en la misma situación.

Nuestro trabajo es lograr una nueva foto y un nuevo propósito unitario para volver a entusiasmar. La responsabilidad de buscar la locación y un buen fotógrafo es del liderazgo de la oposición.

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