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#NotasSobreLaIzquierdaVenezolana | Pompeyo Márquez contra Fidel Castro y el guerrillerismo, 1966-1967,
Vamos a leer a Pompeyo Márquez, su afán por la necesidad de la organización partidista en momentos de dispersión e incredulidad debe decirnos algo

 

@YsaacLpez

A Soledad Bravo, con un ramo de rosas. Y a un pueblo que necesita encontrar los tonos para cantar en sol mayor.

Hijo de Octavio Márquez Fuenmayor y de Luz María Millán, Pompeyo Ezequiel Márquez Millán (1922-2017) nació en Ciudad Bolívar, sur venezolano y fue detenido por primera vez en 1937, a los 15 años. Repartía un manifiesto en las calles de Caracas protestando por la muerte del estudiante Eutimio Rivas.

Carlos Valencia, Octavio Malpica, Ezequiel Millán, Edgar González, Daniel Chirinos, Octavio Rojas y Oscar Calles, fueron parte de los nombres que adoptó en su larga historia de luchador político en Venezuela. Un personaje a quien bien vale la pena estudiar en su evolución para conocer del pensamiento de la izquierda nacional, lejos de tanta superficialidad e inmediatez.

El historiador Manuel Caballero nos dice: «Pompeyo Márquez es uno de los marxistas venezolanos de más sólida cultura y reflexión. Pero sus incursiones permanentes en el campo teórico no se han reducido a atiborrarse de una erudición por lo demás envidiable, sino a enunciar proposiciones teórico-prácticas que nos permiten seguir las grandes líneas de un pensamiento propio». (Genio y figura de Pompeyo Márquez, en Socialismo en tiempo presente. Caracas, Ediciones Centauro, 1973).

Por su parte, el investigador Agustín Blanco Muñoz expresa en la introducción a una entrevista: «Pompeyo no es solo el Santos Yormes (sic) de la lucha clandestina contra el perezjimenismo, es también uno de los grandes inspiradores y promotores del enfrentamiento violento que llena los años 60. Es uno de los máximos dirigentes (PCV) de ese proceso. La mayor parte de las decisiones pasan por sus manos. Es uno de los dirigentes que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de la lucha armada y a la vez es un teórico infatigable…» (La lucha armada. Hablan 5 jefes. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1980, p. 82).

Márquez sostuvo entre 1966 y 1967 en diversos medios «una polémica necesaria» con Fidel Castro, la cual contenía asuntos como: la evaluación de la lucha armada impulsada desde 1961, principalmente por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); el debate de las formulaciones en boga o «ideas guía» expresadas en textos como ¿Revolución en la revolución? del francés Regis Debray; la vigencia en América Latina de los partidos comunistas contra los embates de la “Nueva izquierda”; el rechazo a una dirección única de la revolución continental o «Internacional Guerrillera» manejada desde La Habana; el trasplante mecánico de la fórmula cubana elaborada en el poder; la necesidad de lecturas nacionales para emprender los procesos de cambio estructural; la imposición de la guerrilla al partido; y el cuestionamiento a la opción única de los frentes guerrilleros rurales en el combate político.

Ya desde 1965, a través de una carta suscrita junto con Teodoro Petkoff y Freddy Muñoz, planteaba la necesidad de diagnosticar la experiencia guerrillera venezolana por considerar que había aislado a sus proponentes de las masas populares, provocado innumerables desaciertos estratégico-militares, y sumido a las organizaciones en el quiebre político.

Ante la propuesta de Paz Democrática, que sin renunciar al camino violento suponía el emprender acciones para la conformación de un amplio frente de oposición a «la dominación colonial» y al «gorilo-betancourismo», las reacciones en contra fueron contundentes a lo interno y externo.

Fidel Castro, que había incentivado la idea de la gran revolución marxista latinoamericana, diseñada y dirigida a través de propuestas como las reuniones de partidos comunistas, la Conferencia Tricontinental o la Organización Latinoamericana de Solidaridad, acusó al PCV de claudicante, traidor, revisionista y derechista, entre otros calificativos. Los escenarios del escarnio fueron distintos actos celebratorios, y al «gran líder» lo secundaron dirigentes como Osmani Cienfuegos y Armando Hart. Tanto el periódico oficial Granma, como Radio Habana Cuba y la revista Cuba Socialista recogieron las acusaciones.

En lo interno, el sector dirigido por Douglas Bravo manifestó su inconformidad con los nuevos planteamientos y agudizó el sisma en el PCV. Igual ocurrió con el MIR. Señalaron −uniendo sus planteamientos a los de Castro− que la ambivalencia del PCV frente a la lucha armada, así como el dirigir la guerra desde la ciudad y la falta de acciones contundentes eran la causa del declive. Varias veces asistió Pompeyo Márquez a «conferencias guerrilleras» en la Sierra de Coro en el periodo 1963-1964. El periódico Fuego, del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), recogió en 1971 la versión de la historia desde la perspectiva del sector más radical.  

Con prólogo de Germán Lairet, se publicó en 1967 el libro Una polémica necesaria (Caracas, Ediciones Documentos Políticos, 305 páginas). Texto que contiene 11 artículos de Pompeyo Márquez dirigidos a argumentar, explicar, analizar, reflexionar, acusar y responder a quienes atacaban al PCV, no solo desde Venezuela y Cuba, sino también desde México a través de cinco reportajes de la revista Sucesos para todos. La revisión de prensa nos muestra las reacciones en torno a esta polémica de movimientos y partidos de Guatemala, Perú, Colombia o Chile. También desde Francia.

Iván Urbina Ortiz, entonces militante del MIR, publicó bajo el seudónimo Ignacio Urdaneta un folleto donde presenta su visión de estas controversias bajo el título Polémica en la revolución (Caracas, CM. Nueva Izquierda, 1969), que valdría la pena revisar para seguir confeccionando el retrato del hombre y su papel en la evolución de la izquierda política.

La lucha armada venezolana fue un proceso complejo que ha pretendido simplificarse desde distintos campos de producción del conocimiento histórico a lo largo de cincuenta años del devenir nacional. Desde las narrativas testimoniales a los intentos orgánicos de comprensión. Salvo contadas excepciones.

Al cumplirse el centenario de Pompeyo Márquez este 28 de abril de 2022, algunas reseñas y valoraciones sobre su vida, marcadas por la fragmentación de esta hora, insisten en borrar de su historial su comprometida y activa participación en las guerrillas venezolanas de los sesenta del siglo XX.

No fue solo eso. Pero su participación en ese capítulo de nuestra historia fue fundamental.

En estos tiempos que nos exigen tantos aprendizajes, debemos enriquecer el debate político con una mayor comprensión de nuestra historia, con una mejor valoración de nuestro liderazgo. Vamos a leer a Pompeyo Márquez, su afán por la necesidad de la organización partidista en momentos de dispersión e incredulidad debe decirnos algo. Ese es el mejor homenaje para descubrir a un hombre entero, un apasionado por el país.

* Historiador. Profesor. Universidad de Los Andes. Mérida | 28 de abril de 2022.

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