Desde la llegada del chavismo al poder en 1999, el nepotismo es moneda corriente en el Estado venezolano. Esa ruta de impunidad se revela en casos como el ascenso meteórico de Carlos Erick Malpica Flores, sobrino de la primera dama, Cilia Flores, quien acumuló más de veinte cargos públicos en poco más de una década —incluyendo subtesorero nacional y director en PDVSA y BANDES— hasta ser señalado como uno de sus principales testaferros. O también en los recientes nombramientos directos de parientes de Diosdado Cabello en áreas sensibles del Ministerio de Interior, Justicia y Paz tras las elecciones de 2025.
Hace una década, una red de 24 familias vinculadas al PSUV tenía presencia en todos los poderes públicos. Hoy, el número se ha reducido drásticamente. Pero esta investigación de Runrun.es muestra que al menos siete familias han asegurado su presencia en los organismos e instituciones del Estado, repartiéndose cargos y nombramientos. Cuatro de estos clanes han aumentado su poder y concentración de plazas.
En este reportaje especial de Runrun.es se expone cómo el nepotismo es casi una norma en la administración pública venezolana, mientras un poder inmenso se acumula en menos familias que nunca.
Luego de una extensa revisión de Gacetas Oficiales y artículos de prensa desde enero de 2013 hasta agosto de 2025 se pudo precisar cómo las castas lideradas por la pareja presidencial y Cabello han desplazado incluso a otros clanes históricos del PSUV, un claro ejemplo de cómo la falta de meritocracia y la impunidad se han apoderado de la función pública. Por medio de gráficos explicativos, esta investigación detalla una tradición corrupta que sigue intacta.
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