Venezuela poscovid | El episodio final de la pandemia aún está en construcción - Runrun
Venezuela poscovid | El episodio final de la pandemia aún está en construcción
Si algo ha enseñado la dinámica de convivir durante dos años con un virus pandémico es que el grito de «victoria» no se debe apresurar. El punto y final no está a la vuelta de la esquina.
Runrunes consultó a la viróloga Flor Pujol y al médico oncólogo y presidente del Hospital de Clínicas Caracas, Miguel Salomón,  para abordar los escenarios probables de la pandemia, qué aprendizajes dejó al mundo y a la comunidad científica y cómo se podría evitar caer en una situación global similar en el futuro
Los expertos advierten que en un contexto de relajamiento de las medidas anticovid y con países que aún registran bajas tasas de vacunación, el coronavirus podría encontrar un terreno fértil para seguir circulando, mutando y mantenerse en fase epidémica

@MrsYaky

 

¿El fin está cerca? No si la pregunta tiene que ver con la pandemia de COVID-19.

El camino ha sido largo y espinoso. 6 millones de personas han perdido la vida en un trayecto de dos años. Al menos 472 millones han contraído la infección. El virus fue «democrático»: ni los sofisticados sistemas de los denominados países del primer mundo fueron inmunes a sus embates. 

Períodos de confinamientos estrictos, con marcadas consecuencias económicas, sociales y para la salud mental de los ciudadanos se fueron alternando con flexibilizaciones parciales que se levantaban cuando las oleadas de nuevos brotes así lo obligaban. El desarrollo de las vacunas encendió la luz al final del túnel, pero con el surgimiento de variantes, se empezó a escribir otro capítulo que complicaba un poco más la trama.

Científicos, médicos y personal sanitario trabajaron sobre la marcha en una carrera contra el tiempo para intentar salvar vidas. En el camino, miles de ellos también cayeron.

A dos años del inicio de la pandemia,  lo que se conocía antes como «normalidad» parecía retornar  en buena parte del mundo. La transición a la endemia lucía como posibilidad más que como esperanza luego de la rápida difusión de la variante ómicron surgida en Sudáfrica, mucho más contagiosa, pero de curso más benévolo que sus precedentes.

Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la voz de alerta el pasado 17 de marzo de 2022, tras advertir un nuevo repunte de casos de COVID-19 en el mundo, que cifraron en 8%. Y esto a pesar de que la realización de pruebas también ha caído.

«Los casos informados de COVID-19 están aumentando nuevamente a pesar de las reducciones en las pruebas, lo que significa que los casos que estamos viendo son solo la punta del iceberg», advertía el director de la OMS, al tiempo que insistía en un llamado a los países del mundo a continuar vacunando, haciendo pruebas, secuenciación genética del virus, brindando atención temprana a los pacientes y aplicando «medidas de salud pública de sentido común».

Si algo ha enseñado la dinámica de convivir durante dos años con un virus pandémico es que el grito de «victoria» no se debe apresurar. Runrunes consultó a dos expertos para abordar los escenarios probables de la pandemia, qué aprendizajes dejó al mundo y cómo se podría evitar caer en una situación global similar en el futuro. 

¿Coronavirus para rato?

¿Podemos empezar a despedirnos de los tapabocas y abrazar la presencialidad en todas las dinámicas laborales y sociales?

Miguel Salomón, médico oncólogo y presidente de la junta directiva del Hospital de Clínicas Caracas, es enfático al declarar que seguimos en fase epidémica.

«No podemos cantar victoria, seguimos en fase epidémica, es un virus nuevo que está mutando, no tenemos suficiente memoria inmune, no está totalmente establecida. Se estima que, a mediados o a finales de este año, la enfermedad va a seguir siendo epidémica en buena parte del mundo. No sería sino hacia el fin de 2022, o a principios de 2023, cuando probablemente se vuelva endémica, en algo parecido a la influenza», explica, a la par de recalcar que en Venezuela hemos experimentado la pandemia con cierto rezago respecto a otros países del mundo, lo que haría que la fase epidémica en nuestro país pueda prolongarse hasta el año 2023.

 

 

Las cifras del gobierno venezolano indican que el promedio de nuevos casos diarios de COVID-19 se ubicaba en 188 hasta el pasado 21 de marzo. Desde las clínicas y hospitales centinela se reportan pocas hospitalizaciones. Pero Salomón advierte que en tres o cuatro semanas habrá un repunte de casos en el país, aunque aclara que eso no necesariamente significará un repunte en el número de pacientes graves.

Por su parte, Flor Hélene Pujol, bióloga celular, viróloga e investigadora del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), recuerda que en las últimas semanas varias ciudades de Hong Kong y China han presentado un pico de infección «muy alto», lo que asocia con la circulación del sublinaje BA.2 de ómicron, que también causó un repunte en Dinamarca y otros países de Europa.

«El pico epidémico de esta subvariante se presentó poco tiempo después del causado por la variante BA.1, a los 15 días apenas, lo que permite suponer que la tasa de reinfección es relativamente rápida. En general, no es mucho más grave, pero en algunas situaciones con personas no vacunadas o con vacunas menos efectivas podría quizá serlo», explica.

Y aunque reconoce que países como Venezuela actualmente contabilizan una «alta reducción de los casos», otros están viviendo tardíamente la ola de ómicron, o transitaron esa ola de forma «explosiva», pero luego bajaron las mareas. 

«Hay países en donde tardan un poco más en bajar los casos, como en Hong Kong y Alemania. Y otros están teniendo una  segunda oleada por BA.2», añade.

Al panorama de olas que suben y bajan hay que sumarle la aparición de una variante recombinada denominada popularmente como «deltacron«, una secuencia híbrida producto de la recombinación de parte de las secuencias de las variantes delta y ómicron que fue reportada por primera vez a finales de enero de 2022.

Aunque la OMS no le ha otorgado un nombre oficial a esta nueva variante del virus que circula en Europa  (Francia, Países Bajos y Dinamarca) y fue detectada también en Estados Unidos y Reino Unido sí ha dicho que, hasta ahora, registra una «baja circulación», lo que podría ser una falsa impresión según ellos mismos admiten debido a la caída en el número de pruebas de detección y a la subutilización de las plataformas para la secuenciación genética del coronavirus en todo el mundo.

La variante delta causaba casos más graves y la ómicron resultó ser mucho más contagiosa, por lo que había temor de que la recombinación de ambas variantes pudiese ser más peligrosa. El Instituto Pasteur de Francia secuenció el genoma y concluyó que deltacron posee mutaciones características de ambas de cepas, al cotejarla con la base de datos de secuenciación genómica GISAID.

«Es una nueva variante cuyo comportamiento debe evaluarse», comenta la viróloga Flor Pujol.

Los escenarios probables de la pandemia

Sobre deltacron, el nuevo jugador que saltó al terreno, las estadísticas no sugieren hasta ahora que haya presionado aumento de nuevos casos o multiplicado los casos graves en los sitios en los que ha sido detectada.

Así, es prematuro determinar su impacto, o temer que pueda combinar la alta contagiosidad de ómicron y la gravedad de delta. Pero, sin duda, su aparición es ineludiblemente una muestra de que, con ómicron, no llegamos al capítulo final de la pandemia. 

En un contexto de relajamiento de las medidas anticovid y con países que aún registran bajas tasas de vacunación, el coronavirus podría encontrar un terreno fértil para seguir circulando, mutando y mantenerse en fase epidémica.

La aparición de nuevas variantes suele ser el azar, es decir, que luego de la muy contagiosa pero más benévola ómicron podría incluso surgir otra variante más peligrosa. Y hay países como África en donde la tasa de cobertura vacunal sigue siendo muy baja, ataja Flor Pujol. 

Justamente, uno de los escenarios que puede presentarse de cara a los próximos meses es el surgimiento de nuevas variantes y todo lo que ello podría implicar según el tipo de mutación que sea: nuevos brotes,  aumentos de contagios y muertes, medidas de restricción de circulación, entre otros.

«Mientras más personas estén sin vacunar, más posibilidad habrá de infectarse, de que el virus acumule más mutaciones, de que esas mutaciones sean altamente exitosas para el virus, y de que pueda convertirse en nuevas variantes», detalla la investigadora del IVIC.

 

Un escenario más optimista es que no surjan nuevas variantes y, en ese caso, probablemente la OMS «decretaría el fin de la pandemia y pasaríamos a la transición a la endemia: con casos de coronavirus en ciertos lugares y momentos, pero ya no como pandemia», destaca la viróloga. 

Por su parte, el doctor Salomón acota que la mutación de los virus es una expresión de resistencia y que es impredecible determinar si habrá otra variante y cuáles serían sus características: «Puede ser que nos encontremos con una variante más leve, o con una más fuerte, o con otra que tenga órganos blanco distintos. Con ómicron era más gastrointestinal, tipo patrón gripe y con afectación pulmonar sustancialmente menor que con otras variantes previas», detalla. 

La otra cara: logros y aprendizajes

En dos años de pandemia la ciencia y la medicina fueron retadas hasta su máximo nivel. Ambos expertos consultados para este trabajo coinciden en que el avance científico más importante fue, sin lugar a dudas, el desarrollo de las vacunas.

«Las vacunas generan un punto de inflexión en cuanto al comportamiento de la enfermedad, morbilidad y letalidad. Las tasas de frecuencia y mortalidad empiezan a caer de manera importante después de ellas. La enfermedad se expande, pero las cifras de hospitalización, enfermedad y complejidad no», destaca Salomón.

Entretanto, Pujol remarca que las vacunas redujeron por lo menos en diez veces la probabilidad de desarrollar una forma grave de la enfermedad y de ingresar a unidades de cuidado intensivo.

«Si bien no reducen al 100% la posibilidad de infectarse, son un gran logro de la biotecnología, del conocimiento, de la ciencia. Además, se trabajó en plataformas vacunales modernas, como las vacunas ARN, y se usaron las de adenovirus que ya habían sido evaluadas en ébola. Uno de los éxitos más importantes para afrontar la pandemia fue este», argumenta. 

 

Desde el punto de vista de los aprendizajes, el presidente del Hospital de Clínicas Caracas enfatizó que la pandemia vino a recordarnos, entre muchas otras cosas, el carácter efímero de la vida:

«Somos transitorios en el planeta. Hoy estamos, mañana no. Por eso, uno tiene que reflexionar acerca de los valores, retomar la importancia de ser generosos y de estar abiertos a los demás y compartir», expresa.

También, a juicio del médico oncólogo, la vivencia de los dos últimos años puso de relieve la importancia del esfuerzo mancomunado y social para poder enfrentar los desafíos que enfrenta el planeta. 

Desde el punto de vista más pragmático, la presión del coronavirus obligó a las empresas de salud a entrar en una etapa de agilidad, adaptación y flexibilización. Salomón considera que el sector privado de la medicina en Venezuela «respondió con la sobriedad y la prestancia» que el país ha ameritado en cada momento de estos dos años. 

En lo que respecta a la dinámica cotidiana, según Salomón, la pandemia precipitó la aparición e implementación de nuevas formas de relaciones laborales, como el trabajo remoto o virtual. Anticipa que, tras probarse las mieles del funcionamiento a distancia, las actividades de muchos sectores se mantendrán bajo esa modalidad. 

«Todo esto tomó un impulso y vino para quedarse. Va a ser difícil volver a la presencialidad en distintos sectores. Hay que normalizar el trabajo a distancia, que es una zona gris, hay que establecer los parámetros para que no se convierta en una forma de esclavitud», apunta. 

Aún así, considera indispensable que esa presencialidad no sea del todo sacrificada en la escuelas. «Se necesita en el entorno académico, a las escuelas no se va solo a aprender, sino a adquirir habilidades sociales para interactuar», puntualiza.

En el caso particular en Venezuela, uno de los aprendizajes más importantes es que el gobierno necesita apoyarse en el sector privado para dar respuestas más rápidas a las necesidades de salud de la población. 

«El gobierno necesita tener más agilidad para implementar medidas como los programas de vacunación. Hubo muchos problemas logísticos para traer las vacunas al principio (…) La empresa privada tiene buena parte del impulso de la vacunación, es importante que el Estado vea que el sector privado puede ser aliado en el ámbito de la salud pública. El Estado tiene capacidad para hacerlo, debe ser bienvenido el apoyo de la iniciativa privada bajo regulación del Estado»,  enfatiza Salomón. 

¿Se pueden prevenir nuevas pandemias?

A finales de 2021, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió al mundo que el COVID-19 no será la última pandemia a la que nos enfrentaremos, por lo que pidió comenzar a trabajar desde ahora en la preparación ante nuevos brotes infecciosos.

«Las enfermedades infecciosas siguen siendo un peligro que acecha a todos los países”, declaró el 27 de diciembre de 2021 en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias.

El líder de la ONU alertó que todo brote que surja en cualquier parte del mundo podría convertirse en pandemia. En ese sentido, instó a mejorar la vigilancia, la detección temprana y a preparar planes de respuesta rápida, así como a fortalecer los sistemas de atención primaria en salud para evitar que colapsen.

Un punto de honor según Guterres debe ser fomentar la «solidaridad mundial» para que cualquier país del mundo tenga la capacidad de frenar la propagación de enfermedades infecciosas apenas se detecte un brote. 

También, a principios de diciembre de 2021, la comunidad internacional acordó iniciar un proceso para redactar y negociar un tratado sobre cómo abordar futuras pandemias, lo que implicaría acuerdos para reforzar las áreas de prevención, preparación y respuesta.

Los 194 países miembros de la Organización Mundial de la Salud se comprometieron en iniciar los debates en 2022, con la aspiración de aprobar el acuerdo en 2024.

Al ser consultada sobre la probabilidad de otra pandemia, la científica venezolana Flor Pujol recalca el concepto de «una sola salud» que vincula a los humanos, animales y ecosistemas. 

«La posibilidad de una pandemia siempre está ahí, como una espada de Damocles. ¿Cuáles son los riesgos que tenemos de situaciones que se han vuelto frecuentes? Está por ejemplo la gripe aviar, un virus altamente patogénico, con muchos reportes de casos frecuentes y eso sería una pandemia de alta peligrosidad. Tenemos además estos contactos humanos con mercados de animales silvestres y la naturaleza que hace que puedan surgir otro virus como ha surgido el ébola, por ejemplo. De los virus de transmisión respiratoria ya este es el tercero de una saga que incluyó al SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo del 2003),  MERSCoV (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), y ahora el  SARS-CoV-2 (que genera la enfermedad del COVID-19).  Siempre queda ese peligro si no abordamos el concepto de una sola salud: Para que el humano esté bien, tiene que estar el ecosistema bien, no podemos estar interfiriendo tanto en el mundo que nos rodea», expuso. 

En ese sentido, es indispensable limitar las intervenciones a la naturaleza y ser más respetuosos con nuestro entorno, agrega Pujol. En octubre de 2020, la ONU detallaba que 70% de las enfermedades emergentes  (como el ébola, el zika o la encefalitis de Nipah), así como casi todas las pandemias conocidas (influenza, VIH / SIDA, COVID-19) son zoonóticas o causadas por microbios de origen animal que «saltan al humano» debido al contacto entre la vida silvestre, el ganado y las personas.

Ese informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) del año 2020 calculó que existen 1,7 millones de virus no descubiertos en mamíferos y aves y que, de ellos, hasta 850.000 podrían tener la capacidad de infectar a los seres humanos. Las actividades humanas como la expansión e intensificación de la agricultura, comercio y producción y el consumo insostenible «perturban la naturaleza, aumentan el contacto entre la vida silvestres y el ganado, los patógenos  y la personas», lo cual abona el terreno para nuevas pandemias, advertía el documento. 

 Pujol indica que los Estados deben intervenir en los mercados de comercio y animales silvestres y mejorar su vigilancia epidemiológica: «En el caso del ébola, por ejemplo, se puede predecir un futuro brote por vigilancia en animales silvestres, cuando se vea muertes en los primates no humanos. Los sistemas de vigilancia epidemiológica deben afinarse».

A estas necesarias intervenciones, el doctor Miguel Salomón suma que los gobiernos deben notificar los brotes de enfermedades infecciosas y actuar con prontitud: «En el caso del coronavirus, la falta de información rápida  y transparente por parte de China fue determinante.  No se pudieron implementar los mecanismo de control de manera adecuada. Si los Estados detectan brotes de ese tipo, tienen que actuar de manera rápida». 

La resistencia bacteriana es otro grave problema que incluso desde algunos sectores científicos es catalogado desde ya como una «pandemia silenciosa».

En marzo de 2021, la Organización Panamericana de la Salud advertía que la resistencia a los microbios podría poner fin a siglos de avances médicos y podría dificultar o hasta imposibilitar que enfermedades como la tuberculosis, neumonía, infecciones urinarias, faringoamigdalitis, entre  muchas otras, puedan ser resueltas con antibióticos. 

La causa de esta situación, según explicaban, es que los microorganismos «desarrollan nuevas formas de resistir cuando son agredidos», lo que se suma a que «no haya nuevas moléculas (como los antibióticos) para contrarrestarlos”.

El médico oncólogo explica que la resistencia bacteriana tiene mucho que ver con el mal uso y abuso de antibióticos: «Muchos países han adoptado la eliminación de la venta libre de antibióticos. En Venezuela unos pocos se venden», explica.  El especialista dijo que esta medida es una forma de reducir el riesgo de que surja una bacteria súper resistente, «aunque ya han aparecido unas de tuberculosis».

A Salomón le preocupa el hecho de que justo en la pandemia por coronavirus se recurría a recetar antibióticos contra una infección viral, sin que hubiese una bacteria sobreagregada que justificara el uso de un medicamento de este tipo. 

«Comenzar a usarlos de manera prematura y sin una indicación adecuada puede generar súper bacterias», dijo, tras recalcar los riesgos del uso de antibióticos de manera indiscriminada y comentar que en Venezuela lo que ha sido un problema crónico se agudizó con la pandemia: «Los mismos médicos los prescribían, por ejemplo, indicaban una azitromicina contra el virus, eso no es una eso no es una buena práctica, eso puede generar resistencia«, insistió. 

No hay obviar que los ciudadanos también deben sumarse a la jugada de la prevención de nuevas pandemias.  Además de respetar el medio ambiente y expandirse de forma más estructurada, también deben contribuir con acciones cotidianas y sencillas como mantener la higiene adecuada (lavado de manos) y trabajar en la adecuada disposición de aguas y excretas, recomienda Miguel Salomón. 

Y mientras haya brotes activos de enfermedades infecciosas como el coronavirus,  no queda otro camino que seguir las recomendaciones sanitarias para prevenir la diseminación, tales como «el uso de la mascarilla, compartir en espacios aireados,  evitar aglomeraciones y «tener una actitud más responsable que colabore con reducir y cortar las cadenas de transmisión, sea cual sea el patógeno», concluye Pujol