Venezuela poscovid: El cambio en la vida de los ciudadanos que forzó la pandemia - Runrun
Venezuela poscovid: El cambio en la vida de los ciudadanos que forzó la pandemia
La llegada de la pandemia de COVID-19 supuso una reinvención en la vida de muchas personas, más allá de las consecuencias sanitarias, en el aspecto laboral, educativo e incluso, económico
Alejandro Terenzani, director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, señaló que que la educación universitaria “está pensada para la presencialidad y la transformación requiere de tiempo”, pero por ahora no es factible retornar a las clases presenciales, aunque hay opiniones encontradas

@Andrea_GP21 / Fotos: Cortesía

 

“Tengo una agencia de festejos con la que había trabajado por 10 años consecutivos, pero eso terminó el día que decretaron la pandemia”, contó el joven Jorge Montagna, de 28 años, quien ahora trabaja haciendo repartos para una empresa llamada Yalo Delivery.

La pandemia de COVID-19 cambió la vida de todo el mundo. En el caso de Venezuela, no solo son las consecuencias sanitarias que trajo, donde los reportes del oficialismo señalan que desde el 13 de marzo de 2020 se registran más de 517.000 contagios en todo el país; sino que supuso una reinvención de la vida de muchas personas.

Empresas, trabajadores, casas de estudios, entre otros, tuvieron que reinventarse en muchos aspectos: se aplicó el teletrabajo como método laboral, se implementaron las clases a distancia, donde estudiantes y docentes han enfrentado incontables desafíos. En otros casos más individuales, muchas personas dejaron negocios y profesiones a las que se dedicaban para “emprender” y generar ingresos.

Actualmente, muchas de las condiciones no han mejorado, especialmente en el ámbito educativo, donde reina la precariedad y tanto docentes como estudiantes han enfrentado incontables retos para poder ejecutar sus actividades.

 

Runrun.es preparó este trabajo con la finalidad de plasmar, en este segundo aniversario de la llegada de la COVID-19 a Venezuela, esas actividades que los venezolanos se vieron obligados a hacer y los cambios radicales que tuvieron que implementar en sus vidas como consecuencia de la pandemia.

Teletrabajo forzado

Una de las primeras medidas que tomaron muchas empresas con la llegada de la pandemia fue implementar el modelo de “teletrabajo”, que consiste en dedicar el tiempo laboral desde una ubicación diferente a la oficina de la empresa mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

El cambio de pasar de la oficina a la casa no ha sido muy cómodo, especialmente por la falla en los servicios. William Peña, consultor en telecomunicaciones, declaró en 2020 a Voz de América que el mayor impedimento que existe para cumplir con el teletrabajo en Venezuela se relaciona con la conectividad a Internet, pues es un problema que no permite que las empresas operadoras de servicio den mayor capacidad de conectividad de la poca que ofrecen en la actualidad, lo que impacta en la posibilidad de trabajar desde casa o desde cualquier otro lugar.

A propósito de la conectividad a Internet en el país, de acuerdo con el Índice Global de Speedtest, Venezuela cerró el año 2021 con una velocidad media de Internet fijo de 7.19 Mbps. Este reporte indicó, además, que Venezuela tiene el tercer peor Internet móvil del mundo, con una velocidad de 5.88 Mbps, solo por encima de Afganistán y Turkmenistán, con 5.24 Mbps y 3.15 Mbps, respectivamente.

Aun cuando las condiciones no han sido las más óptimas, según una encuesta realizada por la organización VenAmCham sobre las perspectivas económicas para el año 2022, el 61,82% de las empresas consultadas declaró que para este año estiman que predomine el trabajo en modalidad híbrida. 

 

Por otra parte, según los resultados del estudio de VenAmCham, solo el 7% de las empresas estiman seguir con una modalidad de trabajo remoto y 30,92% con modalidad presencial.

Por otra parte, en enero del año 2022, el Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), hizo un llamado al gobierno de Nicolás Maduro para que regularice los deberes patronales y los deberes y derechos de los trabajadores que por distintas razones llevan a cabo sus labores a distancia.

Según la organización, el estudio que realizaron, titulado ¿Cómo ha afrontado jurídicamente el Estado venezolano el proceso social de trabajo durante la pandemia?, concluyó que es conveniente regularizar el teletrabajo, pues no existe una normativa específica que aborde la prestación de servicio bajo esta modalidad.

El emprendimiento para generar ingresos

“Emprendedor” es una palabra que se ha vuelto tan popular en el país en el último año y que se traduce en algo a lo que las personas recurrieron para buscar ingresos en medio de la pandemia ante la imposibilidad de tener un empleo formal que solventara todas sus necesidades económicas. 

En noviembre del 2021, representantes del Front Consulting Group y The Founder Institute estimaron la creación de al menos 3.000 emprendimientos desde marzo del 2020, cerca de 70% de ellos en Caracas.

Según explicaron, la mayoría de los rubros de mayor actividad son: distribución y venta de alimentos; gastronomía; salud; electrónicos y electrodomésticos; ropa, indumentaria y calzado; ocio y esparcimiento; servicios profesionales.

Algo que ha tenido un auge durante la pandemia en Venezuela es la venta de productos en urbanizaciones, residencias, edificios, entre otros. Muchas personas, con un poco de capital, invierten en un pequeño negocio que, si bien a muchos no les deja grandes ganancias, les ha permitido generar ingresos. La mayoría es venta de comida, postres, entre otros.

Eucarina Marval, de 41 años, es licenciada en Educación Preescolar y vive en Cumaná, estado Sucre. Durante cinco años ejerció su profesión y aunque señala tener una vocación muy grande para esto, dice que tuvo que dejarlo por la crisis económica, que además se acentuó con la llegada de la pandemia.

 

Marval tiene tres hijos, dos de ellos mayores de edad y uno de seis años, del cual tiene la responsabilidad total porque no recibe ayuda económica por parte del padre. Trabajar como maestra no le permite cubrir sus necesidades económicas y darle de comer a su hijo pequeño, por lo que desde hace unos meses inició una “bodeguita” donde vende algunos alimentos para sortear su falta de ingresos.

Minipuesto de venta de productos en la urbanización donde reside Eucarina Marval en Cumaná, estado Sucre

“Como no pude con el sueldo de maestra, abandoné mi cargo y me dediqué a lo que llaman la economía informal. Empecé a hacer heladitos, mejor conocidos como ‘tetas’ y vendo chucherías. Poco a poco le he ido metiendo a una mini bodega donde vendo casabe, sal, azúcar y de todo un poco”, dijo en conversación con Runrunes.

Marval vende sus productos desde su casa en la zona donde reside, pero también, al vivir en una zona costera, suele ir los fines de semana a la playa para vender los helados que ella misma prepara, dado que en ocasiones las ventas no son muy altas. También vende en las camionetas de pasajeros. Todo esto con el fin de llevarle a su hijo pequeño el plato de comida diario.

“Esto me da para medio comer, porque aquí en Venezuela tienes que tener más de un trabajo para sobrevivir. Por lo menos me da el sustento diario para mi familia y para mi niño que está en crecimiento”, comentó.

Lamenta tener que haber dejado de ejercer su carrera, pero considera que con “amor al arte” no puede darle de comer a su hijo.

El delivery como una novedosa forma de generar ingresos

Otra de las nuevas propuestas que llegaron durante la pandemia, ante la imposibilidad de salir que tenían muchas personas por la cuarentena decretada por el gobierno de Nicolás Maduro fue la del delivery. Esto no solo beneficia al consumidor, sino también a los establecimientos, cuyos propietarios encontraron una solución para poder seguir teniendo ventas. Llegó en pandemia y es algo que no parece que vaya a desaparecer pronto, porque muchos ciudadanos se acostumbraron a esa modalidad. 

Empresas como Yummy y Pedidos Ya son algunas de las que más popularidad han ganado a lo largo de este tiempo. Estas son compañías más grandes que otras, que cuentan con aplicaciones y una gran variedad de establecimientos afiliados. También cuentan con un numeroso capital humano (repartidores) que se dedican a este oficio como una forma de generar ingresos utilizando su propio método de transporte: carro o moto.

Pero estas no son las únicas. Hay otras empresas, quizás un poco más pequeñas que ofrecen este servicio. Por ejemplo, en agosto del año 2020, Runrunes elaboró un trabajo reportaje llamado “Bicidelivery: Sobrevivir en pandemia pedaleando”, que habla sobre algunas empresas comenzaron a ofrecer el servicio de delivery en bicicleta, donde aquellos que no tenían una moto o un vehículo, sino este medio de transporte, podían trabajar haciendo entregas a domicilio. Y esto es algo que todavía se mantiene. Incluso, muchos repartidores en bicicleta prestan su servicio a grandes cadenas de farmacias y llevan las medicinas hasta los hogares de los ciudadanos. 

Viendo más allá de la popularidad de estas empresas y la propuesta del delivery en Venezuela, hay que acercarse al recurso humano de ellas, en este caso, a los repartidores que ahora se dedican a hacer entregas a domicilio.

Jorge Montagna, de 28 años, vive en Caracas y trabaja como repartidor en una empresa llamada Yalo Delivery. Su decisión de dedicarse a ese oficio vino como consecuencia de la llegada de la pandemia y lo que eso significó para un negocio propio que tenía desde hace años.

“Tengo una agencia de festejos con la que había trabajado por 10 años consecutivos, pero eso terminó el día que decretaron la pandemia. Una vez decretada, como todos, pensé que iba a durar unas semanas, pero no fue así”, declaró a este medio.

 

Después de dos semanas de pandemia, cuenta, los clientes que tenían reservaciones para eventos fueron cancelando y pidiendo el reintegro del dinero. Todo eso hasta que ya no tuvo ninguna reservación. El negocio se fue a la pérdida total y, después de cuatro meses de pandemia, se vio forzado a usar el dinero de su empresa para gastos personales y quedar en quiebra.

“Tuve que empezar a buscar trabajo de lo que sea y lo que conseguí fue haciendo delivery, ya que no pedían tantos requisitos. En ese entonces estaba más afincado el tema de la gasolina y por eso tuve que esperar un poco más, hasta que entré en septiembre del 2020 a trabajar”, comentó.

Jorge Montagna con su uniforme de repartidor a domicilio en la empresa Yalo Delivery

Al preguntarle a Jorge cómo hace para trabajar y abastecerse de gasolina, dadas las condiciones puestas por el gobierno en la pandemia -clasificó estaciones con combustible a precio internacional y otras con combustible subsidiado- su respuesta fue: “La gasolina la surto en bombas subsidiadas, ya que aún tengo registrado el carro que me da 120 litros al mes y eso procuro rendirlo lo más que pueda. Ya luego de consumir el cupo, sí me toca pagar a precio internacional”.

Con respecto a la seguridad en su trabajo como repartidor, considera que es algo delicado. Cuenta que ha tenido tres incidentes en un año y medio. Él, que nunca había tenido accidentes en su moto, ahora tiene una costilla lesionada.

“Ahorita en la empresa que trabajo estamos optando por pagar seguros de salud personales porque de verdad que la atención por una emergencia en un hospital es patética y hasta para estabilizar a un herido es un tema”, comentó.

Para finalizar, dice que aunque las condiciones a veces no son las mejores, gracias a este trabajo ha podido subsistir todo este tiempo. “Quiero retomar la agencia de festejos y estoy trabajando en base a eso, pero no ha sido fácil crear un capital nuevamente con esta inflación hasta en dólares que vivimos a diario”, finalizó.

Clases a distancia: el reto de escuelas y universidades

Educación básica

El sector educativo fue uno de los más afectados con este cambio radical que implicó la llegada de la pandemia. 

En un comunicado publicado por la ONG Cecodap en septiembre de 2021, recordaron el impacto educativo que originó la pandemia por COVID-19. «Muchos niños, niñas y adolescentes vieron cortadas de forma abrupta sus dinámicas escolares y se asumió un proceso de educación a distancia con muchas dificultades de conectividad, metodologías y seguimiento”.

En el texto, la organización enfatizó en que el cierre de las escuelas generó un “impacto devastador en la educación física y mental; así como en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes”.

Alexa Vergara, quien reside en el sector Sarría de Caracas, comentó a este medio que no ha sido fácil el proceso para que su hijo, que está actualmente en sexto grado de primaria en un colegio privado de San Bernardino, vea clases en este tiempo de pandemia.

Vergara cuenta que, desde que comenzó la pandemia, se implementó una modalidad de entrega de guías virtuales para que los estudiantes enviaran sus asignaciones, lo que considera que no es eficiente en cuanto al aprendizaje que tanto su hijo, como otros niños, puedan tener.

Después de ver clases bajo esta modalidad, desde hace unos meses la mujer comenta que su hijo está yendo dos veces a la semana a clases presenciales. “Dividieron su grupo en dos. Son 22 niños, entonces son 11 en un grupo y 11 en otro. Él va lunes y miércoles, y los otros niños van martes y jueves. Los viernes son solo para que los papás lleven los cuadernos para corregirlos porque ellos no han visto clases virtuales, sino que todo es por una guía”.

 

Asimismo, dice que en su caso, tanto ella como su esposo optaron por inscribir a su hijo en tareas dirigidas porque ambos trabajan y ninguno tiene la pedagogía adecuada para enseñar a su hijo, como puede hacerlo un profesor.

“Estaban yendo tres horas y ahora le alargaron una hora más de clase. Hay demasiadas carencias en ese colegio en cuanto al interés que tienen los profesores para que ellos aprendan, por utilizar métodos didácticos que sean cómodos para los niños, pero a pesar de eso lo he visto más motivado porque el estar encerrado no es sano y menos para un niño”, dijo.

Con respecto a retomar la presencialidad, comenta que desde el colegio les notificó que el Ministerio de Educación no les ha dictaminado implementar ese método de estudio nuevamente en su totalidad, aunque tiene conocimiento de otros colegios, sobre todo privados, donde los niños van más de dos veces a la semana a ver clases.

También destaca la precariedad del servicio de Internet en su zona, lo cual complica más aún mantener esta educación a distancia, por lo que quisiera que las clases presenciales se retomen todos los días, por lo menos tres horas diarias de lunes a viernes.

“Yo necesito que las clases presenciales vuelvan, porque nosotros trabajamos y aquí en la casa, aunque tenemos la ayuda de mi suegra, hay tareas del hogar que a veces se llevan tiempo y tareas del colegio se llevan mucho tiempo. Y no es lo mismo que ellos estén en el colegio recibiendo la información que necesitan de la mejor fuente que son los profesores y el poder socializar”, añadió.

Educación universitaria

En el caso de la educación universitaria, las facultades, docentes y estudiantes también tuvieron que reinventarse para entrar en algo nuevo: las clases a distancia.

Aunque después de dos años de pandemia se ha propuesto un retorno a la presencialidad, en algunas universidades, sobre todo las públicas, hay que tomar en cuenta muchos factores que todavía no están solventados y que, de alguna manera, impiden que esto se lleve a cabo, aunque sea necesario.

El profesor  Alejandro Terenzani, director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), comentó a Runrun.es que el retorno a la presencialidad tiene tiempo en discusión.

“El primer asunto es que todos tuvimos que tomar la decisión de una enseñanza virtual y a distancia sin preparación previa, por la emergencia del confinamiento por el COVID-19. Cuando se pudo retomar la academia en esas nuevas circunstancias, las condiciones no eran totalmente adecuadas, no solo porque hubo que adaptar programas y contenidos a la carrera,  sino también porque no todos los profesores y alumnos estaban en condiciones tecnológicas para afrontar esta modalidad. Por esto se dejó a criterio de las facultades, escuelas y departamentos la implementación de esta forma de educación a distancia”, dijo.

Tras dos años, Terenzani considera que muchas circunstancias no han cambiado: “La pandemia no ha cesado, los factores tecnológicos siguen siendo los mismos y la experiencia sigue siendo compulsiva”, expresó.

Señala, además, que la Comisión Presidencial que está al frente de la recuperación de espacios en la Ciudad Universitaria no ha terminado de entregar las obras. También, los profesores están en una situación socioeconómica más precaria que la de año año 2019, así como empleados y obreros. En el caso de los estudiantes, tampoco hay mejoras.

“Ciertamente el problema del transporte (pasajes, combustible) influye en la comunidad universitaria. Es por esto que hay una parte importante de esa comunidad que se resiste a un regreso normal a una presencialidad normal. Más aún cuando se ha visto que, con tiempo, voluntad, ingenio, inteligencia y recursos, se puede manejar alguna forma de b-learning, que podría implementarse con un buen enfoque en la universidad”, añadió.

 

Sin embargo, recalcó que la educación universitaria “está pensada para la presencialidad y la transformación requiere de tiempo”, destacando que no todas las carreras tienen las mismas condiciones y circunstancias: “Laboratorios, prácticas, trabajo de campo. Eso hay que repensarlo”.

“En todo caso, no va a ser fácil, bajo las condiciones actuales, volver a la misma presencialidad y normalidad de hace dos años, por más que sería lo ideal. La verdad es que ahora tenemos que vernos de otra manera. Por supuesto que hay posiciones encontradas en el personal, por lo cual el retorno estará lleno de salpicaduras imprevisibles”, añadió.

Con respecto al reciente aumento en el salario mínimo decretado por la administración de Maduro, Terenzani considera que este puede suplir en algo las deficiencias salariales, “pero aún está lejos de ser lo que debe ser el sueldo de alguien con el trabajo y la responsabilidad de la academia”. 

Bajo su perspectiva, es posible que a pesar del aumento, volver a la presencialidad obligatoria impulse más la deserción en las universidades. “Hoy en día muchos profesores que trabajan dando clases desde su casa pueden permitirse tener otros ingresos que perderían con la presencialidad, por lo que la elección parece evidente”, apostilló.

La odisea de la gasolina

Con la llegada de la pandemia y el decreto de cuarentena radical, casi en paralelo, inició un problema para el abastecimiento de combustible. Aunque un hecho no está relacionado con el otro propiamente, en los primeros meses, cuando la población estuvo más encerrada por la cuarentena, la escasez de gasolina fue muy severa.

En un reportaje publicado por BBC Mundo en abril del 2020, señalaron que después de que el 16 de marzo de ese año, cuando el gobierno de Maduro decretó una cuarentena radical por la pandemia de COVID-19, en muchas estaciones de servicio se hizo un despliegue militar y policial, quienes informaron a los usuarios que solo estaban suministrando combustible a vehículos de servicios esenciales.

Unos días después, luego de mucho silencio al respecto, el gobierno confirmó en un comunicado lo que muchos ya habían notado. Entró en vigor un plan de racionamiento de combustible. 

En el texto responsabilizó al «perverso plan bloqueo naval de Estados Unidos», que estaría impidiendo el suministro de insumos necesarios para la producción del combustible. Sin embargo, esos problemas venían desde antes de la pandemia.

 

En entrevista al citado medio, Antonio de la Cruz, experto de Inter American Trends dijo que «los parques de refinería del país colapsaron y la producción nacional de gasolina es hoy muy baja».

Finalizando el mes de mayo de ese año, a Venezuela comenzaron a llegar unos buques iraníes cargados de combustible para poder surtir las estaciones de servicio y, solo unos días después, Tareck El Aissami, ministro de Petróleo, anunció que a partir del 1 de junio de 2020 comenzaría un nuevo esquema de distribución y comercialización de la gasolina, el cual contemplaba el subsidio directo a través del Sistema Patria.

Para ese momento, se habilitaron dos modalidades: una, donde la gasolina sería subsidiada y los usuarios podrían adquirir hasta 120 litros en el caso de automóviles y 60 litros para motos en el curso de un mes; y otra, donde se vendería el combustible a precio internacional sin límite mensual, por el costo de 50 centavos de dólar por litro.

Casualmente, Nicolás Maduro anunció que a partir de esa misma fecha, 1 de junio de 2020, iniciaría un esquema de flexibilización 5+10: cinco días de trabajo y días de cuarentena. Este modelo se mantuvo por un tiempo hasta que llegó el 7+7 (siete días de flexibilización y siete días de cuarentena).

Los buques iraníes siguieron llegando a Venezuela periódicamente en las semanas y meses posteriores.

Actualmente, a dos años de la llegada de la pandemia a Venezuela, ya sin cuarentena radical, se mantiene la modalidad de venta de combustible a precio internacional y las estaciones de servicio subsidiadas. La medida más reciente es que el gobierno incorporó otras 100 estaciones de servicio para vender gasolina a precio internacional. Esto se aplicó después del anuncio del aumento del salario mínimo, que ahora será de medio petro.