El miedo en Venezuela: pasaporte anulado y “una diana en la cabeza”
La anulación masiva de pasaportes luego de las elecciones presidenciales causó terror en quienes comprobaron que eran parte de la medida represiva. Al principio, Victoria creyó que el próximo paso en su contra sería una detención
Aquel domingo, *Victoria consiguió sosiego en el sermón de la misa a pesar del miedo que sentía. La primera lectura, una selección de versículos del capítulo 16 del Éxodo de la Biblia, trataba sobre los reclamos del pueblo de Israel contra Moisés por el hambre y sed que pasaban mientras atravesaban el desierto para llegar a la Tierra Prometida.
“El sacerdote hablaba de que la libertad, muchas veces, conlleva algunos sacrificios y que sopesáramos qué queremos: si saciar el hambre o ser libres, porque con la libertad saciamos también el hambre. Eso para mí fue muy revelador, tranquilizador”, recuerda Victoria. Horas antes, se había enterado de que su pasaporte había sido anulado. Había pasado una semana desde las elecciones presidenciales.
Victoria es una de las miles de personas a quienes le anularon su pasaporte venezolano. Se trata de una medida masiva aplicada luego de las protestas postelectorales que afectó a activistas, periodistas y ciudadanos de a pie, que residen dentro y fuera del país. Defensores de derechos humanos han señalado que no existe un patrón, por eso cualquiera se puede quedar sin derecho a usar el principal documento de identidad al momento de viajar.
De la anulación de su pasaporte, Victoria se enteró cuando consultó en la página web del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), institución encargada de expedir los documentos de identidad en el país. En su perfil vio el círculo rojo en su status y, en mayúsculas, la palabra ANULADO. Ahí pensó que tenía una diana en la frente.
En su familia, Victoria siempre ha sido la hermana que resuelve, la que dirige, la que organiza desde fiestas hasta cuidados hospitalarios. Irse del país nunca ha sido una opción. Por eso, al ver anulado su pasaporte, pensó en sus hermanos. “No los puedo ni quiero dejarlos aquí”, se dijo en los primeros instantes. “¿Qué voy a hacer si a mí me detienen? Porque no era el tema necesariamente del pasaporte como tal, sino el de yo estar en la mira, de estar en una lista que signifique que puedo estar en peligro”, cuestionó.
Aquella sensación de vulnerabilidad rápidamente se convirtió en llanto. Temía contarlo a los suyos, pero pocas horas después se lo dijo a sus hermanos, quienes recibieron la noticia con lágrimas y temores, pero también con bendiciones, abrazos y los consejos para cuidarse que son comunes en los momentos más críticos: avisar a dónde va, evitar salir sola o de noche, dejar de asistir a los eventos masivos.
Días después, ese mismo temor le hizo pensar que la perseguían. Acababa de salir de una clase de pilates cuando se conectó a una reunión para conversar sobre la seguridad en su trabajo. Las medidas de resguardo que tomaron algunos de sus compañeros la pusieron en alerta. Los nervios no le dejaban conseguir la llave para meterse a su carro. Pensó que un hombre se quedó mirándola en el estacionamiento y que luego la siguió por unas cuantas cuadras. La llamaron de un medio de comunicación para que contara lo que había pasado con su pasaporte. Todo pasaba al mismo tiempo. Llegó a su casa angustiada, atormentada.
Con el pasar de los días, y luego las semanas, y al conocer que hay miles de venezolanos como ella, Victoria está más tranquila. “Cada día me convenzo de que no es que a mí, Victoria, a quien se lo anularon por ser quien soy, sino que entré en un lote donde entró un gentío más: algunos son periodistas, algunos son activistas y algunos no son absolutamente nada de políticos, sino ingenieros, arquitectos, médicos, personas de a pie, o sea, cualquier cosa”, acotó. “Entonces, ya a partir de allí, me baja la presión”.
El miedo, los pasaportes anulados y una medida equivocada
Consuelo Amat, investigadora y politóloga venezolana, opinó que la estrategia de la anulación de los pasaportes es un arma de doble filo para el gobierno. Por un lado, se atemoriza a la población porque no se puede ir. “Eso da un miedo profundo, el estar atascado en una situación donde falta seguridad. Además, no te puedes ir inmediatamente si te quieres proteger. Y si estás saliendo, aunque tengas tu pasaporte, no puedes ir por el aeropuerto, porque si tú estás siendo buscado, te identifican inmediatamente”, apuntó.
Por otro lado, aunque la práctica sembró miedo en personas como Victoria, con la anulación masiva de pasaportes el gobierno mantiene en el país a una población “que se quiere ir o exiliar”. Entonces, no es conveniente que esas personas y líderes estén dentro.
“Me parece que quizás (esta medida) sea para un tipo de gente, pero no para muchos, porque se van a dar cuenta de que eso no les ayuda. No es claramente algo que les puede ayudar a largo plazo”, acota.
Aunque siempre está alerta y evita las reuniones concurridas, Victoria lleva su vida con normalidad. De su salida se ocupará cuando tenga que viajar.
*Los nombres fueron cambiados en esta historia para proteger la identidad de las víctimas.
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