#CrónicasDeMilitares | El primer intento de fundar un ejército nacional - Runrun
#CrónicasDeMilitares | El primer intento de fundar un ejército nacional
En 1875 Guzmán Blanco ensaya un boceto de ejército nacional. Faltaba mucho. Pero ya la idea −y los rituales militares− estaban echados

 

@eliaspino

Como quizá se pudo apreciar en los artículos anteriores de esta serie dedicada a asuntos militares, en los sucesos de la Guerra Federal y en los conflictos posteriores no se puede hablar de la existencia de un ejército de alcance nacional, disciplinado y coherente. El control del poder dependía de fuerzas descoyuntadas que habitualmente se enseñoreaban en las regiones y obedecían mandatos personales, cuya fortaleza solo se ajustaba, a duras penas, al juego de las circunstancias que las convertían en factores de autoridad o las condenaban al fracaso.

En 1875, cuando el presidente Guzmán Blanco triunfa sobre una rebelión de los generales León Colina, José Ignacio Pulido y Pedro Ducharne, sus antiguos aliados, se asoma un comienzo de cambio en este asunto trascendental. Apenas se ensaya entonces un boceto, pero es la muestra de una voluntad de mudanza en el manejo y en la apreciación del papel de los elementos armados, que conviene recalcar.

Los alzados logran apenas la formación de contingentes reducidos, pero Guzmán se empeña en oponerles una imponente fuerza distinguida por la organicidad. Ordena la hechura de 12.000 vestuarios y 7000 fornituras, así como la adquisición de 4000 reses que garantizaran una alimentación adecuada de las tropas. Los detalles pueden parecer intrascendentes si se ignora que hasta entonces cada hueste se vestía como podía, y se alimentaba de lo que el azar deparaba.

Pero no eran minucias para el “Ilustre Americano”, quien inicia la campaña en Caracas con un desfile que no solo llama la atención por la novedad de los soldados uniformados, sino también porque se presenta con una Guardia de Honor distinguida por atractivos arreos y con un equipo de cirujanos dispuestos a aliviar la campaña, a hacerla menos cruenta. Disciplina, elegancia y ciencia reunidos, pudo pensar cualquiera frente a la excepcional parada. ¿No está haciendo indicaciones dignas de atención sobre la autoridad que detenta, como pocos capitanes del pasado reciente, gracias al soporte de elementos que nadie había formado y manejado hasta la fecha?

Si los detalles escapan a los espectadores menos perspicaces, el jefe rodeado de sus elegantes edecanes desembucha una advertencia recogida en las primeras planas de la prensa: “Qué impotentes van a ser en adelante los macheteros representantes de la fuerza, la ignorancia y el aguardiente”. También dijo que tenía un millón de venezolanos en caja, para borrar del mapa a la soldadesca anárquica con el peso del dinero. Un anuncio de cómo puede cambiar el entendimiento de los asuntos públicos. Pero hay más en este primer capítulo de figurines, anuncios y señales.

Pese a que cuenta con un soporte respetable en fusiles y bagajes, capaz de batir con facilidad a los alzados, Guzmán ordena a los jefes de las guarniciones más importantes que se pongan en campaña bajo su suprema jefatura.

Sucede entonces una movilización generalizada y nunca vista de elementos armados, en cuya cabeza están los oficiales más afamados de la época. El general Rafael Martínez sale en apoyo de su jefe con tropas de Barquisimeto, Yaracuy, Cojedes, Portuguesa y Zamora. El general Hermenegildo Zavarce ejecuta las órdenes desde Trujillo. Las tropas de Aragua acatan el mandato siguiendo la voz del general Francisco Linares Alcántara. Lo mismo hace el general Joaquín Crespo en el Guárico. El general Juan Quevedo se pone en marcha con las tropas del estado Bolívar. Por último, salen batallones de Barcelona, Cumaná, Maturín y Nueva Esparta, bajo las órdenes del general José Eusebio Acosta.

No hacían falta para el éxito de la campaña, pero Guzmán quiere alardear de un poder capaz del control absoluto y automático del país. Ahora el triunfo del gobierno es aplastante. Desde luego, ahora se siente la presencia de una cabeza dominante, aunque no signifique que en las próximas décadas cesen las andanzas y las victorias de los caudillos.

¿Existe ejército nacional desde entonces? No, desde luego. Debemos esperar hasta el siglo XX para que se estrene y consolide, con los recursos y el vigor necesarios, esa extremidad fundamental del Estado.

Ahora apenas nos aproximamos a un primer asomo del proyecto; a un esbozo que no se concretará, pero que demuestra una exhibición de intenciones y una búsqueda de coherencia susceptibles de análisis. Para que se calcule la importancia del suceso conviene recordar cómo Guzmán ya ha puesto en marcha iniciativas fundamentales para el establecimiento de un régimen con vocación y posibilidades de permanencia: ha fundado la Dirección General de Estadística, los registros civiles y la Academia Venezolana de la Lengua; ha inaugurado la parte sur del Capitolio Federal y ha establecido el matrimonio civil. La creación de un ejército moderno y eficiente también estaba en los planes.