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Jueces de armas tomar

La libertad de vender, comprar y poseer armas es un problema, pero también una libertad

 

@ArmandoMartini

Es preocupante que la Corte Suprema de Estados Unidos juzgue y consagre que la nación de la cual deben ser máxima conciencia, sea una pequeña población de madera con sheriff, bandidos e indígenas armados que con frecuencia se matan entre sí.

Así germinó la nación que hoy es la potencia más importante del mundo. Como incontables países del planeta, fue territorio de conquista por civilizaciones más avanzadas que las culturas locales; el cristianismo contra religiones menores; la pólvora y balas versus arcos y flechas; el caballo contra caminatas, pensamiento e investigación contra ignorancia.

Fueron largos tiempos de sangrientas independencias que han llevado a dos siglos de todo tipo de pensamientos, saberes, estudios, culturas, sistemas de gobierno, democracias y comunistas tiranías. En ese lapso un país se destacó y creció por encima de todos, Estados Unidos. No por matar indígenas y búfalos, sino por abrir sus puertas a la inmigración del mundo y mantenerlas abiertas hacia el lejano destino del Océano Pacífico. Hay que recordar: “Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes”.

No siempre el cine nos ha contado historias verdaderas. Ha destacado a bandidos, asaltantes, pistoleros hábiles del Colt 45 y rifle Winchester 73. Bien cierto, la llamada “conquista del oeste”, larga sucesión de audacias, batallas, asaltos a diligencias, bancos y trenes; pero también historia de expansión cultural y forjamiento de un mundo nuevo; de grandes ganados y extensiones que se necesitaban. Menos emocionantes para una película, el ganado porcino y lanar, vocación de permanencia y esfuerzo de agricultores que llegaron de persecuciones, duras exigencias, monarquías y guerras en Europa, a los amplios espacios del centro y oeste norteamericanos.

Arrasaron con los búfalos, es cierto. Con el respaldo del Gobierno y Ejército acabaron con una cultura indígena. Pero la política estadounidense siempre tuvo visión de grandeza. Defendieron a quienes sembraron riqueza y progreso, lo que poco cuentan las películas. Donde nacía un poblado llegaba la ley. A corto o mediano plazo, pero siempre alcanzaba.

Quien usaba revólver tenía que demostrar que lo hacía en legítima defensa, que es más o menos es lo que acaba de ratificar la Corte Suprema de Estados Unidos.

La dirigencia estadounidense siempre creyó en el imperio de la ley. En la libertad del individuo para pensar, opinar, tener su Dios y para hacerse a sí mismo. Su único límite fue siempre lo establecido en la ley y las decisiones de los jueces, porque en Estados Unidos la jurisprudencia es ley.

Fueron a la feroz guerra civil no solo por la liberación de esclavos, sino por el choque de dos culturas, la sureña de los grandes espacios agrícolas, y la norteña del crecimiento industrial. Compraron Luisiana (Louisiana) a una Francia remota que no entendió lo que tenía en América. Alaska, a los rusos embrutecidos en sus gélidas lejanías y una monarquía en plena decadencia. Los gobernantes democráticos percibieron Alaska como un avance, y se quedaron con Puerto Rico en el mar Caribe y Filipinas en el Pacífico como preseas de su triunfo sobre una España imperial que se desmoronaba.

“Si usted me da yo agarro, si me necesita se lo monto y cobro” pareció ser el concepto de un país que se lanzó del Atlántico al Pacífico; que creció adueñándose del extenso norte de México porque fueron más eficientes en la guerra y aprendieron que el imperialismo es más efectivo con economía y progreso, que con las armas.

La libertad de vender, comprar y poseer armas no es un simple capricho; más bien, de hecho, es un problema. Pero es una libertad, un derecho respaldado por la Constitución. El problema de su mal uso imprevisible por desadaptados sociales no es culpa de una ley o costumbre, en mucho distorsionada por el cine y la televisión. Es responsabilidad de un Estado, una sociedad que debe revisar sus fallas, carencias y descuidos.

En cualquier caso, es preferible combatir un problema de uso desaforado de armas compradas legalmente en un establecimiento comercial, que adquiridas mediante el tráfico de la corrupción, codicia o complacencia de funcionarios civiles y militares que avergüenzan al Estado, la sociedad y la Constitución.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

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