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El holocausto de la democracia

Las demandas de la población quedan camuflajeadas por la demagogia, la polarización tóxica, el apartheid, la ilusión de reparto patrimonial y la judicialización de la política

 

@ovierablanco

La Encuesta Mundial de Valores —que abarca 77 países— indica que menos de la mitad (47,4 por ciento) de los encuestados, creen que la democracia es importante. Un descenso respecto al 52,4 por ciento registrado en 2017. Una baja preocupante porque menos de la mitad cree que tener una democracia es algo “muy bueno”. Si a ello le sumamos que solo un 25 % del planeta vive en democracia, de allí a las dictaduras populistas de derecha, izquierda o criminales, hay un suspiro…

Panorama global sobre democracias

Llega a mis manos el informe del grupo IDEA [Institute for Democracy and Electoral Assistance] titulado El estado de la democracia en el mundo / Forjar contratos sociales en tiempos de descontentos. Registros que dan fe del preocupante deterioro de la democracia, donde al momento de escribir estas líneas dos tercios de la humanidad viven bajo regímenes no democráticos.

Destaca el documento: “Si bien América es la segunda región más democrática del mundo, Haití, Nicaragua y Venezuela se han unido a Cuba como autocracias en la región […] y un tercio de las democracias de la región han experimentado descensos: Bolivia, Brasil, EE. UU., El Salvador y Guatemala son los países que más caídas han registrado”.

En artículos anteriores comentamos algunas de las transiciones políticas más notables de dictaduras a democracia. Queremos ahora reflexionar cómo se pierden espacios democráticos a gran velocidad y cómo evitarlo. Es a partir de una nueva definición del contrato social como podemos preparar un terreno fértil a una transición sustentable. Es notorio alertar que, para Venezuela, aún no existe un intento serio de un nuevo contrato social. No hablamos de un plan país, sino un nuevo modelo de Estado, de poder.

Un nuevo contrato social vs. el Estado ausente-absoluto

“En las últimas cinco décadas la proporción de democracias en América Latina y el Caribe [crecimiento del modelo democrático] ha pasado del 32 % a un respetable 84 %” (Reporte IDEA 2022). Pero en 2006-2007, Cuba era el único país autoritario de la región. Ahora Nicaragua y Venezuela se han convertido en regímenes autoritarios consolidados, y en 2021 Haití cayó en el autoritarismo. El ascenso democrático de marras es frágil.

Decíamos: “un tercio de los países de Latam ha experimentado descensos en al menos tres subatributos en los dos últimos años”: cambio climático, violencia de Estado, independencia de los poderes públicos, corrupción, acceso a los servicios son los subatributos de afectación. El caso de El Salvador es novedoso, por ser una versión de populismo de derecha que cabalga sobre el valor del “miedo” y la seguridad como factor de “legitimación” de un nuevo contrato social… Volveremos con E Salvador más adelante. 

La hipótesis como factor esencial de deterioro de la democracia global es la incapacidad del Estado de responder a las necesidades básicas de la población, sea por ineficiencia o por agresión del propio Estado. La inflación, no acceder a servicios de educación, salud, alimentos, créditos de vivienda, participación ciudadana; acceso a la justicia, la identidad o libertad de expresión, hacen de la democracia un modelo de poder en contracción continua.

Los factores de erosión sistémica no son atendidos por las instituciones, sino por “el hombre fuerte”, el autócrata, el etnonacionalista, el todopoderoso o, si acaso, el ayatola que viene a redimir la desigualdad. Nuevos contratos sociales modernos, entendidos como pactos de legitimación y obediencia ciudadana sobre un proyecto social común, brillan por su ausencia.

Las demandas de la población quedan camuflajeadas por la demagogia, la polarización tóxica, el apartheid, la ilusión de reparto patrimonial y la judicialización de la política. La ciudadanía compartida es ignorada por el dictador y por la misma oposición. La dinámica se reduce a la protesta espasmódica, desordenada, improvisa. Una oposición perseguida y fracturada más grupos de interés aislados, no alcanzan leverage. El populismo febril se engalana. La libertad de credo, raza o género, se convierte en retórica y el nacionalismo o la revolución justifica la “limpieza criminal” o el mesianismo redentor. Emerge el anticontrato social, el Estado ausente-absoluto. El hombre queda desnudo… 

Qué hemos dejado de hacer

Algunos sectores han trabajado un plan país. Pero sospecho que no le precede un contrato social de visión liberal, integrador y modernizador.

El caso venezolano exhibe elementos de deterioro democrático e institucional muy particulares. A diferencia de lo que ocurre en Asia-Pacífico, Europa Central, Medio Oriente o África subsahariana [Guinea, Congo, Uganda], el modelo de poder autocrático criollo desfigura el Estado en clivajes muy peligrosos. La justicia es selectiva, retaliativa y desigual. La renta, la hacienda pública, queda en manos de bandas y del crimen trasnacional organizado. Los factores de producción, la mano obrera, la propiedad están a disposición de milicias. Neoesclavitud, tráfico ilegal y explotación soterrada [minera, petrolera, gasífera, alimentaria, agroindustrial].  La distribución “de la renta”, patrimonio o botín, cabalga a través de “algoritmos” o artificios de evasión. El voto es fachada, la prensa es maquillaje y la ciudadanía son mercurios de la vieja Atenas… Ni el mundo, ni mucho menos los venezolanos, ha dado con la respuesta a este perverso Estado ausente-absoluto, donde la impunidad es ley.   

En Asia-Pacífico los partidos etnonacionalistas van a la vanguardia. Pero no pactan con grupos radicales-criminales. En África el Estado es personificado por los “hombres fuertes”, de capote, fusil y sable. Pero el clivaje es uno: el dictador… En las Américas –sabemos– brotan movimientos de izquierda, pero aún no llegan a lo que representan Cuba, Nicaragua o Venezuela.

Los conflictos en Etiopía, Myanmar, Siria y Yemen hablan de un nuevo statu quo autoritario, de percepción nacionalista y popular. Las democracias en proceso de erosión a nivel global, Afganistán, Bielorrusia y Camboya, han experimentado un despojo de factores democráticos en términos de elecciones limpias y parlamento eficaz.

Pero Venezuela va más allá. El desmantelamiento del Estado y la consagración de un Estado espejo o paralelo, el anti-Estado, el anticontrato social, la antidemocracia, se define por ausencia de justicia, de paz social, de poderes públicos independientes, de espacios ciudadanos, de papeletas, de falta de transparencia, seguridad y acceso a los servicios públicos fundamentales. El resultado: No tenemos agua, luz, moneda, salario, medicinas, ni pasaportes… Esto no ocurre ni en Somalia o Comoras.    

Nos dice IDEA “52 democracias se están erosionando y están experimentando un descenso estadísticamente significativo… La democracia en los países OPEP de Asia Occidental usan la distribución de la renta para legitimar los regímenes autoritarios. Algunos países de la región como Arabia Saudí, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, nunca han vivido en democracia”. Nosotros también hacemos parte de ese cocotal repartito

Gambia, Níger y Zambia

Gambia es el principal caso de éxito democrático del continente africano. Desde la derrota de Yahya Jammeh [elecciones presidenciales 2016], el país ha mejorado los índices del estado global de la democracia. Estos avances reflejan la visión del Plan Nacional de Desarrollo del país, un nuevo contrato social para los gambianos “que tiene como objetivo la buena gobernanza, la reconciliación nacional, la mejora de la cohesión social y una economía inclusiva. Su aplicación ha implicado un proceso de justicia transicional, una reforma del sector de la seguridad y una revisión de la Constitución”. 

No basta una planificación transicional. Es necesaria la preexistencia de un contrato social concertado. Un nuevo concepto país. El relanzamiento de una democracia moderna, plural, representativa y liberal, basada en la inclusión, la educación, la participación real y la cohesión social. Un preacuerdo entre sectores políticos, industriales, gremiales y académicos para rescatar la moneda, un salario digno, la productividad y la reconstrucción de los espacios públicos, que es recuperar nuestra cultura, nuestra dignidad y nuestra identidad.

Países como Gambia, Níger y Zambia siguen mejorando su calidad democrática, por tener una ciudadanía compartida que ejerce control social. Irak, Irán y el Líbano luchan por convertirse en sociedades más abiertas, donde la retórica se sustituya en rendición de cuentas. Canadá es un ejemplo de democracia porque practica la transparencia que es accountability…  

El Salvador avanza hacia el autoritarismo

En el informe IDEA Internacional 2022, insta a “prestar una cuidadosa atención a la evolución del estatus democrático de El Salvador”. Su tendencia no-democrática ha empeorado en 2021, con descensos significativos en indicadores clave como libertades civiles, parlamento eficaz e independencia judicial. Los datos de la encuesta indican que la idea de tener un líder fuerte que no tenga que lidiar con un Parlamento ni con elecciones ha crecido sistemáticamente…

En conclusión, los últimos datos de los índices del estado global de la democracia muestran que la democracia está en declive. El autoritarismo duplicó el número que avanzó hacia la democracia durante ese tiempo: 27 países experimentaron un descenso en la clasificación de su régimen, mientras que solo 13 mejoraron. Y los pueblos mueren o se van…

Quieren convertir la democracia en periódico de ayer. Los contratos sociales o pactos de legitimación de poder son sustituidos por populismo, culto a la personalidad e ideología. Estamos presenciando el holocausto de la democracia. La consolidación de un Estado-ausente-absoluto-criminal e insaciable que no entiende de declaraciones universales de DD. HH., donde millones de seres inocentes están quedando a merced de los intolerables. 

La falacia democrática

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

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