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Un milagro para Bolivia y mi devoción por santa Francisca Xavier Cabrini

 

 
 
Un milagro para Bolivia y mi devoción por santa Francisca Xavier Cabrini, por Nelson Bocaranda Sardi
Nos pusimos a llorar, abrazados a él. Al rato, nos dijo: ‘Nada es casual sino causal. La Madre Cabrini nos trajo por distintos caminos’

 

@nelsonbocaranda

Ahora que se estrenó en el cine la película Cabrini, de Angel Studios, quiero compartir historias de LO QUE HA SIDO MI DEVOCIÓN POR SANTA FRANCISCA XAVIER CABRINI. Esta historia está publicada en mi libro El poder de los secretos, que escribimos a dos manos el gran colega periodista Diego Arroyo Gil y quien esto reseña.

«En 1999, en Caracas, luego de la cirugía en la que se extrajo el tumor canceroso del seno izquierdo a mi esposa Bolivia, los doctores le recomendaron un descanso antes de decidir cuáles serían los pasos a seguir en su tratamiento en Venezuela. Nos fuimos a Nueva York, la ciudad donde nos conocimos y donde vivimos los primeros años de nuestra relación.

En mis oraciones le prometí a Santa Francisca Xavier Cabrini, de quien soy devoto desde hace muchísimos años (aproximadamente 1959), que cuando fuese posible iríamos a la ciudad para visitar su capilla y rendirle oración. Es una entrañable iglesia situada en Fort Washington, sobre las calles 180 y Broadway, en Manhattan.

Para los que no lo sepan, santa Francisca Xavier fue una monja italiana enviada a los Estados Unidos por el papa León XIII. Fundó alrededor de 70 orfelinatos en distintas ciudades del país y de América Latina, Europa y África y es considerada la patrona de los inmigrantes. Murió en 1917, y casi 30 años después, en 1946, su santidad Pío XII la canonizó. Había hecho el milagro de curar de ceguera a un niño.

La revelación

Es una mujer de rostro hermoso. Su cuerpo permanece incorruptible y está expuesto en la capilla en una urna de vidrio. Mi devoción por ella comenzó a comienzos de los años sesenta en Caracas: “Bajaba las escaleras de la casa de mi familia, en la Alta Florida, cuando vi a una monja delante de la puerta de mi cuarto. Sorprendido, grité a mi familia que almorzaba en el piso de abajo. ¿Fue una alucinación? Demasiado real, pero me sacudió de verdad”.

A la vuelta de unas semanas, reconocí la misma figura entre unos retratos de santos que tenía mi tía Blanca Bocaranda de García. De pronto recordé que, en un viaje a Nueva York en 1958, otra tía, Elizabeth de Sardi, esposa de mi tío Luis Eugenio Sardi, aviador de Aeropostal, Ransa y Viasa, me había llevado a The Cloisters, a la capilla de la Madre Cabrini. Era esa santa a la que había visto unos años atrás en nuestra casa de la Alta Florida en Caracas.

Comencé entonces a transitar el camino de su fe y por el que todavía ando. Cada vez recibo más testimonios de su intercesión de boca de sus devotos. Durante los muchos años que viví en Nueva York, fueron innumerables las visitas que realicé a su santuario. Allí llevé a muchos amigos y parientes. Vi la recuperación de algunos de ellos tras sus visitas. En esa misión continúo hasta hoy, pues comprendo que la abnegación de la Madre Cabrini hacia los necesitados es digna de admiración y un ejemplo a seguir.

Ceremonia de sanación

A mí me ha dado fortaleza en momentos difíciles. No me queda la menor duda de que la Madre Cabrini intercedió para que Bolivia se curara. Luego de la operación, nos fuimos a Nueva York para visitarla y agradecerle. Venevisión, donde yo era ancla del noticiero, me dio los pasajes para que descansara una semana en NY. Yo tenía pensado que asistiéramos a la misa del domingo siguiente, pero Bolivia prefirió que fuéramos el sábado a la capilla de Santa Francisquita. Todo era parte de los designios de Dios que la razón humana no termina de comprender.

Cuando llegamos al santuario, leímos un pequeño aviso que informaba que ese día se realizaría una «ceremonia de sanación». Nunca, en mis múltiples visitas en tantos años, había visto algo similar. Firmamos una caución legal que nos impedía demandar a la iglesia “en caso de impresiones fuertes”, entre ellas “accidentes corporales” y entramos al rito.

Se habían dispuesto colchones sobre el piso y había una cantidad de hombres fornidos preparados a cargar a las personas que se desmayasen durante la ceremonia. Salieron los oficiantes y un sacerdote, quien alertó sobre lo que allí presenciaríamos. Dijo que el espíritu de los apóstoles descendería para auxiliar a los necesitados y, de inmediato, se transportó. Despelucaba ver aquello porque el sacerdote oraba en múltiples lenguas.

Un milagro para Bolivia

Bolivia y yo observábamos. Al final, nos invitaron a recibir la bendición ante el altar. Cuando nos acercamos, uno de los oficiantes se levantó con rapidez de donde estaba sentado, cerca del altar, y se dirigió a Bolivia. Le señaló el seno izquierdo, hizo referencia a la cirugía y le dijo: “Tendrás que recibir quimio y radioterapia. Y te vas a curar y comenzarás a creer más. Y emprenderás una enorme labor, pues has sido escogida para ello”.

Nos pusimos a llorar, abrazados a él. Al rato, nos dijo: “Nada es casual sino causal. La Madre Cabrini nos trajo por distintos caminos. Yo no venía hoy, sino mañana. Vivo a cinco horas de Nueva York y tenía seis meses de atraso para asistir a una ceremonia como la de hoy. Pero Dios nos juntó para que comprendiéramos mejor sus deseos”.

Cinco años más tarde, en 2004, Bolivia y yo volvimos a una ceremonia de sanación en el santuario de Santa Francisca Xavier. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver, entre la gente asistiendo a la misa, que se acercaba a nosotros aquel oficiante y amigo de 1999. Nos había reconocido. Le dijo a Bolivia: “¿Recuerdas lo que hablamos? Ahora estás curada. No te vayas cuando el rito termine. Habrá aquí una mujer latina que no sabe inglés y me gustaría que hablaras con ella”. Era una dominicana de alrededor de 70 años a la que le acababan de diagnosticar un cáncer de mama. Bolivia conversó con ella y la ayudó en lo que pudo.

Senosayuda, la acción de gracias

Hoy mi esposa está saludable y, junto con otras amigas y sobrevivientes, dirige SenosAyuda, una asociación civil sin fines de lucro que a lo largo de los años ha atendido a cientos de mujeres afectadas en toda Venezuela por la misma enfermedad a la que ella, por fortuna y gracia divina, sobrevivió.

SenosAyuda cumple 18 años luchando junto a la mujer venezolana contra el cáncer de mama

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Nos pusimos a llorar, abrazados a él. Al rato, nos dijo: ‘Nada es casual sino…

La película, más que una visión eclesiástica, nos permite ver el esfuerzo sobrehumano que tuvo que hacer la Madre Cabrini enfrentando desde al alcalde de Nueva York hasta al papa León XII. Con ambos cruzó duros argumentos que al final le dieron la razón en ambas instancias. Los dos interlocutores tuvieron que corregir la apreciación tergiversada que tenían de la “monjita italiana” que fue la creadora de miles de pupitres escolares y de la veneración a la santa Iglesia católica. Respeto ganado a través de la educación y la oración en cientos de escuelas y hospitales fundados por ella misma».

 
 

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