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Durante los mega apagones la mitad de los mensajes de Maduro fueron emitidos vía Twitter

@loremelendez

Cuenta el ingeniero Rodolfo Tellería Vollapol en su libro “Historia del Desarrollo del Servicio Eléctrico en Venezuela” que, durante la última década que precedió al chavismo (1989-1998), el sistema eléctrico venezolano tenía uno de los más altos índices tanto de potencia instalada como de consumo anual por habitante (2.563 kilovatios por hora), lo que se traducía como un indicador de la óptima calidad de vida que llevaban sus pobladores. En la región, solo la superaban Brasil y Argentina. Más del 90 % del país estaba iluminado.

“En estos 35 años –es decir, desde el inicio de la construcción de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar (Gurí)- se había logrado la electrificación casi total del país. De un país que solo alcanzaba el 30 % en 1948 habíamos pasado a más del 90 % en 1980. Toda población mayor de 500 habitantes gozaba de servicio eléctrico. El consumo per cápita era el mayor de América Latina, gracias tanto a la extensión del servicio como a la industrialización que se había operado en el país. Las redes de transmisión de alto voltaje cubrían todas las regiones pobladas y se había unificado la frecuencia”, señala el autor del libro, uno de los pioneros de la ingeniería eléctrica en Venezuela.

Los mega apagones nacionales que se han prolongado durante días terminaron de borrar aquel logro alcanzado en el siglo pasado. Una veintena de estados quedó a oscuras por 20, 40, 60 y hasta 100 horas debido a las múltiples fallas eléctricas que se presentaron en marzo pasado.

La respuesta oficial fue denunciar, cada día, que agentes externos “atacaban” el sistema eléctrico con incendios, fusiles y hasta a control remoto. Mientras la población estaba sin luz, sin internet, sin líneas telefónicas y sin agua, el gobierno no decía una palabra sobre cómo actuaría en la contingencia. No se anunciaron planes que permitieran atender una emergencia que, de acuerdo con la organización Médicos por la Salud, costó más de 20 vidas y más de 2.000 millones de dólares en pérdidas, según la firma Ecoanalítica. Tuvieron que pasar 23 días para que se publicara un programa de racionamientos de energía que abarca a casi todo el país y se aplica de forma desordenada.

Entre el 7 de marzo y el 7 de abril hubo 53 mensajes del gobierno de Nicolás Maduro referentes al mega apagón. Sin embargo, de este total, menos de un tercio de estas intervenciones (16, que equivalen a 30 %) fueron directamente del mandatario. La mitad de estas apariciones fueron virtuales: todas en Twitter. Las otras 8, a través del canal de televisión del Estado VTV.

El funcionario que más habló sobre el apagón fue Jorge Rodríguez, quien apareció 17 veces (una más que Maduro) para ofrecer anuncios relacionados con las fallas de luz. Estuvo once veces en VTV, tres de estas a través de llamadas telefónicas; cinco en Twitter y una en la radio.

La vicepresidenta Delcy Rodríguez fue la tercera funcionaria con mayor número de intervenciones públicas vinculadas con el tema eléctrico. En total, hizo cinco anuncios en Twitter y dos por medio de VTV. Entre los hermanos Rodríguez y Maduro se repartió 75 % de los mensajes oficiales sobre los mega apagones.

A oscuras y sin plan

“El mega apagón puso en evidencia que estábamos peor de lo que pensábamos. No es un problema coyuntural sino estructural”, explicó vía telefónica el ingeniero electricista y ex gerente para la Oficina de Planificación del Sistema Interconectado (OPSI), Miguel Lara Guarenas, quien aseguró que los continuos problemas de la industria eléctrica acabaron con un tercio de la generación que estaba activa. De los 3.000 megavatios, ahora solo funcionan 1.000.

Lara Guarenas apunta que, cuando Hugo Chávez llegó al poder, se le entregó un plan de contingencia que se pondría en marcha en caso de que, por alguna catástrofe natural, se tuviese que “apagar” el Guri, que para ese entonces generaba alrededor de 75 % de la energía del país. Allí se tenía en cuenta incluso los impactos sociales y políticos que tendrían dejar a más de media nación sin luz.

Dentro de esa planificación entraban en acción las plantas de energía termoeléctrica: de los 10.000 megavatios de capacidad de entonces, estaba activo 70 %. Tras la crisis eléctrica de 2009, se instalaron alrededor de 19.000, pero solo 2.000 funciona correctamente hoy. “Así no hay plan de contingencia que valga”, recalcó el experto.

“El gobierno sigue haciendo lo mismo para que el desastre siga”, sentenció el ex funcionario, quien advirtió que la inestabilidad y debilidad actual del sistema eléctrico venezolano es producto de las decisiones que se han tomado desde 1999: desde las inversiones que dejaron de hacerse o que se perdieron por la corrupción, hasta el abandono del mantenimiento mínimo de las instalaciones.

“Todas las advertencias se les ha dicho y ellos (quienes están en el gobierno) siguen abusando del sistema. Los mantenimientos no se hacen, se va a acabando con lo que ya existía. Lo que recibieron ha ido deteriorándose aceleradamente”, agregó.

Lara Guarenas enfatizó que Corpoelec descuidó hasta la limpieza del sistema. “Las torres eléctricas parecen árboles con forma de torres, pero ellos siguen achacando el problema a una guerra inexistente, a un sabotaje que no existe, todas esas excusas buscan ocultar el fracaso”, aseveró.

Una escena de hace algunas semanas dejó en evidencia la afirmación de Lara Guarenas sobre la limpieza. La mañana del viernes, 15 de marzo, se publicaron en redes sociales las fotos de un trío de soldados, vestido con su uniforme, mientras recogía ramas y maleza de un terreno. En otra, el grupo de uniformados vigilaba de cerca a hombres con botas de goma que cortaban el monte que rodeaba una torre eléctrica.

Las gráficas estaban acompañadas de un mensaje: “Dando cumplimiento a las órdenes del MG Hernández Larez, Cmdte de la @Redi_Central, la @ZODIYaracuy14 inició trabajos de pica y poda de las áreas verdes adyacentes de la Sub Estación Eléctrica de Carbonero y Marín, ubicadas en el sector de San Juan de las Rosas, municipio Veroes”. El tuit pertenece a la cuenta de la Región Estratégica de Defensa Integral Central de la Fuerza Armada Nacional.

Tras el primer mega apagón, esa fue la única acción tomada por el gobierno nacional para enfrentar las causas de lo ocurrido el 7 de marzo, cuando una falla dejó al país sin el servicio de energía eléctrica por más de 100 horas. El suceso ocurrió, según indicaron expertos en el tema, porque se incendió la maleza que rodeaba las torres de una de las estaciones de transmisión de energía.

Del ataque electromagnético al francotirador del patio

Durante aquellas primeras horas de oscuridad, varios funcionarios del gobierno se pronunciaron para condenar lo que, de acuerdo con sus declaraciones, fue un “sabotaje”. El primero en romper el silencio, una hora después del apagón, fue Luis Motta Domínguez, entonces ministro de Energía Eléctrica, quien prometió que en cuestión de tres horas se restituiría la luz. Pero eso nunca pasó.

Nicolás Maduro no dio la cara sino hasta el tercer día. En las jornadas anteriores apenas se había encargado de enviar tuits desde su cuenta para culpar a Estados Unidos de “atacar” el sistema eléctrico de la nación, así como para dar aliento a la población que “resistía” la embestida de los poderosos.

Quien apareció más veces ante las cámaras para hablar del primer mega apagón fue Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación e Información, quien se limitó a esgrimir teorías conspirativas sobre la falla eléctrica y a informar que las actividades laborales y académicas en todo el país quedaban suspendidas hasta que se restableciera por completo la energía.

“El tema es que el sistema presenta una cantidad de fallas por razones de mantenimiento preventivo y de todo tipo”, argumentó el ex director de Protección Civil, Antonio Rivero, hoy dirigente de Voluntad Popular en el exilio.

Explicó que desde 2005, la institución a la que pertenecía había diseñado un proyecto que contemplaba la respuesta que se daría el Estado venezolano ante “fallas de sistemas que pudieran ocurrir con los principales servicios públicos del país”. Para aquel momento se estudió qué hacer si sucedía un “blackout” de gran magnitud. Ya en ese año, el déficit de plantas de energía estaba cerca de 70 %.

El comportamiento del gobierno fue similar tras el segundo mega apagón. Aunque Motta Domínguez desapareció de escena, Maduro, Jorge Rodríguez y su hermana Delcy, vicepresidenta de la República y hoy coordinadora del Estado Mayor Eléctrico, fueron los dos funcionarios que salieron al paso para informar cómo sucedieron los nuevos “ataques” y la correspondiente medida paralización de actividades.

El gobernante, sin embargo, no hizo una alocución pública sino dos días después de la falla eléctrica del 25 de marzo, cuando conversó por teléfono con el presidente de la anc, Diosdado Cabello, en el programa de televisión “Con el mazo dando”. Fue allí cuando aseguró que uno de los apagones lo produjo el disparo de un francotirador hacia los patios de generación del Guri.

La siguiente aparición para hablar del tema eléctrico, ya frente a las cámaras, la hizo el 31 de marzo, día en el que anunció que se aplicaría un plan de racionamiento de energía en el país. No había mostrado su cara desde el pasado 15 de marzo, cuando informó sobre la creación  del «Comando para la Defensa de los Servicios Básicos Estratégicos del Estado venezolano» y de las “cuadrillas de paz” que tendrían como fin acallar las protestas de calle que reclamaban por luz y agua.

El discurso de los funcionarios tuvo varias constantes: además de la victimización del gobierno frente a los presuntos ataques, de los señalamientos contra miembros de la administración de Estados Unidos y de las acusaciones dirigidas al presidente encargado de la República, Juan Guaidó, Maduro y su gente mantuvieron una narrativa hacia sus seguidores, en el que elevaban al “pueblo” que aguanta la oscuridad impuesta por los adversarios del chavismo.

“Admiro al pueblo venezolano que resiste con gallardía este nuevo ataque de los enemigos de la Patria. ¡Venceremos!”, dijo Maduro el 8 de marzo en un tuit, casi 24 horas después del primer mega apagón. Desde el 1 de abril, comenzó a entregarse a través del carnet de la patria el “Bono Pueblo Valiente”, de 25.000 bolívares, como premio a esa resistencia.

A ese tipo de mensajes motivacionales y de aliento, le siguieron otros que advertían que la situación empeoraría: el mismo gobernante alertó en una alocución a mediados de marzo que la población debía comprar velas, linternas y tener reservas de agua en casa. Anunció así el plan “Tanque Azul”, para que el almacenamiento del agua fuese posible a precios accesibles. Semanas después, no se ha vendido el primero.

Un mes después del primer mega apagón, Maracaibo, la segunda ciudad más importante de Venezuela, vive sus días casi sin electricidad ni agua. Sus habitantes deben hacer largas colas para comprar cualquier producto a través de un punto de venta, o hacer el esfuerzo de cancelar en dólares o con los escasos bolívares en efectivo. Tienen que dormir fuera de casa – en jardines, patios, techos y hasta en aceras, a merced de insectos, suciedad e inseguridad– para soportar el calor de las noches. En buena parte del territorio nacional, los racionamientos eléctricos pueden durar entre tres y hasta ocho horas, y estos pueden repetirse dos veces en un mismo día. Mientras, las tuberías siguen secas. Todo ocurre en el país que hace veinte años estaba entre uno de los mayormente electrificados de América Latina.

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