Juan E. Fernández, autor en Runrun

Juan E. Fernández

Juan E. Fernández Abr 21, 2024 | Actualizado hace 1 semana
Perfect days: ahora es ahora
La frutilla del postre de Perfect days es la escena final, cuyo fotograma, sin duda, se volverá objeto de culto por generaciones

 

@SoyJuanette

Wim Wenders nunca se imaginó que aceptar la invitación de Koji Yanai, para que visitara su proyecto de renovación de retretes en Tokio, inspiraría una de las cintas más hermosas de su filmografía. Hablo de Perfect days.

Yanai invitó al cineasta alemán para que hiciera una serie de cortos de no ficción. El fin era promocionar los baños públicos de última generación diseñados por arquitectos de renombre. Pero, en lugar de eso, Wenders tomó la decisión de hacer una película y, a través de ella, logró crear una atmosfera de tranquilidad y simpleza que invita a disfrutar de los tesoros de la cotidianidad.

Sin ánimo de hacer spoilers, la nueva cinta de Wim Wenders es ideal para verla cuando estés triste, cuando estés en una disyuntiva o en esos momentos en los que quieres bajarte del mundo. Es una película que transmite mucha paz.

Perfect days nos cuenta la historia de Hirayama (personificado por Kōji Yakusho), un empleado del gobierno de Tokio que se encarga de mantener aseados los baños públicos de la ciudad. A simple vista, la vida del protagonista podría resultar aburrida y monótona.

Despertarse con el ruido de su vecina barriendo la calle, doblar la colchoneta donde duerme, ponerse el uniforme, tomar un café de la máquina expendedora dispuesta en el garaje de su edificio, subirse a su camioneta, poner un casete en el estéreo del auto y comenzar su jornada. Hasta acá, es sin duda la rutina de cualquier persona.

Pero todo cambia cuando Hirayama enciende el motor de su Daihatsu color azul y comienza su trayecto por las calles de Tokio. Pues no es simplemente un auto desplazándose por el asfalto, también es un viaje musical por grandes canciones que marcaron una época y, en mi opinión, seguirán marcando esta, pues la banda sonora de Perfect days en una joya en sí misma.

Piezas como Perfect day (Lou Reed), House of the rising sun (The Animals), Sleepy city (The Rolling Stone), Redondo beach (Patti Smith) y Feeling God (Nina Simone) son solo algunas de las canciones que ambientan esta cinta carente de diálogos entre sus personajes.

La literatura también se hace presente en esta carta de amor de Wenders a Japón. Obras como Once (Patricia Highsmith), Las palmeras salvajes (William Faulkner) y Árbol (Aya Kōda) son lecturas que acompañan al protagonista cada noche antes de dormir, o mientras espera en la lavandería.

Otra de las artes presentes en Perfect days es la fotografía, pero no hablo solamente del manejo de la luz y la atmosfera creada por Franz Lustig. Sino de los sueños de Hirayama, recreados magistralmente por Donata Wenders (esposa de Wim) a través de maravillosos collages de fotos en blanco y negro tomadas desde la cámara analógica del protagonista del filme, donde se hace un recuento de lo que vivió Hirayama durante el día. 

Sin lugar a dudas, el gran tesoro de Perfect days es cómo nos hace reflexionar acerca de las relaciones humanas con la naturaleza. Por ejemplo, cada mañana, cuando Hirayama sale de su casa levanta la mirada, se toma unos minutos para ver al cielo y, tras hacerlo, siempre se dibuja en su rostro una sonrisa. Por las noches, tras terminar su jornada, riega con dedicación cada una de sus plantas.

Durante su descanso para almorzar, se sienta en el banco de una plaza para disfrutar de las frondosas ramas de un árbol, que va fotografiando con su cámara de rollos buscando capturar uno de esos regalos que brinda la naturaleza solo a quienes son dignos de disfrutarla. Se trata del “komorebi”, una palabra japonesa que describe la luz del sol que se filtra entre las hojas.

Y la frutilla del postre de Perfect days es la escena final. Su fotograma, sin duda, se volverá objeto de culto por generaciones.

Gracias Wenders, por recordarnos el valor de las cosas simples de la vida y la importancia de vivir a plenitud cada minuto de la vida porque: “La próxima vez será la próxima vez, pero ahora es ahora”.

Puedes ver Perfect days en la plataforma de streaming MUBI. 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Juan E. Fernández Abr 14, 2024 | Actualizado hace 2 semanas
Doña Rosa y sus arepas de chicharrón
Cada vez que preparo arepas de chicharrón en Buenos Aires se abre un portal cuántico que me traslada hasta la casa de mi abuela doña Rosa

 

@SoyJuanette

Cada vez que preparo arepas de chicharrón en Buenos Aires se abre un portal cuántico que me traslada hasta la casa de mi abuela doña Rosa, en Los Magallanes de Catia.

Hacer arepas y bollitos de chicharrón en la casa Villa Delia, de la calle Vista al Mar, en Los Magallanes, era todo un ritual. Usualmente la materia prima, el chicharrón de cerdo, provenía de una chicharronera que estaba en la entrada del pueblo de San Antonio de Cúa, en los Valles del Tuy, donde mi familia tenía una casa de campo.

En aquella época yo tenía tal vez 10 años y mi hermano 6. Mi madre cursaba una licenciatura en Educación a distancia en la Universidad Nacional Abierta; como tenía exámenes los fines de semana, nosotros nos íbamos con papá a Cúa para que ella pudiera estudiar sin ninguna distracción y presentar sus pruebas.

Antes de llegar a Los Cocos (así se llamaba la casa de Cúa), mi papá se detenía en la chicharronera y compraba 1 kg de chicharrón, ½ kg de “frito” y algunas arepas para acompañar. Luego rodábamos alrededor de 1 kilómetro hasta la parcela y pasábamos el finde entre matas de mango, paseos a caballo, baños en el tanque (el bebedero de las vacas) y uno que otro juego de pelota.

De la compra en la chicharronera papá siempre reservaba lo que quedaba para llevarlo a Caracas, donde mi abuela doña Rosa prepararía sus ricas arepas y hallaquitas. El proceso era el siguiente:

La doña instalaba un molino en la mesa del comedor y los nietos más grandes nos poníamos en fila para darle a la manivela, esto con el objetivo de moler el chicharrón hasta que quedara lo más pulverizado posible. Cuando teníamos la piel frita del cochino lo más triturada posible, la abuela unía eso con la mezcla de harina pan, el agua y un toque de azúcar.

Una vez lista la masa, doña Rosa separaba una parte para hacer las arepas fritas y otra para las hallaquitas, a las que envolvía en hoja de maíz para luego cocinarlas en agua hirviendo. El queso blanco semiduro era fundamental para acompañar estos ricos manjares.

¿Por qué escribo de esto ahora y cómo recordé las arepas de mi abuela?

Hace algunos meses les ofrecí a mis amigos Matías y Ariel, dos excelentes comediantes argentinos, que les prepararía unas arepas para que las probaran. Decidí como relleno nuestra emblemática reina pepiada a base de pollo, aguacate y mayonesa. Y también sumé el de carne mechada y queso amarillo.

Acto seguido, fuimos a comprar la harina pan, salsa de ajo y otras cosas más, cuando en uno de los anaqueles me topé con una bolsa que decía “Sabores Clau, Chicharrón Artesanal”, así que lo compré. Tras llegar a casa de Ariel, probé un trocito pequeño de chicharrón y, como por arte de magia, mi mente me conectó con aquel Juancito de 10 años que giraba la manivela de un molino en casa de doña Rosa.

Sé que ni a mi nutricionista ni a mi cardiólogo les gustará este artículo. Pero, créanme, en los días fríos o tristes, no hay mejor remedio que esas comidas que nos llevan hasta la infancia. Aunque te suban un poco el colesterol.

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Juan E. Fernández Abr 07, 2024 | Actualizado hace 3 semanas
Descansar en paz
En la nueva película de Sebastián Borensztein, Descansar en paz, que ya puede verse en Netflix, Joaquín Furriel demuestra la calidad de histrión que es

 

@SoyJuanette

¿A quién no le gustaría salirse de un problema solo en un abrir y cerrar de ojos para comenzar una nueva vida? Creo que, al menos una vez en la vida, todos sentimos alguna vez ese deseo. Pero cuidado: tarde o temprano hay que pagar la cuenta. Eso es lo que le pasa a Sergio Dayán (Joaquín Furriel), el protagonista de Descansar en paz, la nueva película de Sebastián Borensztein.

Descansar en paz narra la historia de Sergio, el dueño de una fábrica que está pasando por una situación económica crítica, tras la apertura de las importaciones durante el gobierno de Carlos Saúl Menem. Para tratar de sobrevivir, Dayán toma varios préstamos y es durante un evento familiar que su principal acreedor, el financista Hugo Brenner (el Puma Goity) le envía un emisario para amenazarlo, lo que obliga a Sergio a contarle de la deuda a su esposa Estela (Leticia Siciliani).

A partir de ahí, Sergio Dayán corre una carrera contra el tiempo para reunir el dinero y así pagarle a Brenner, a los empleados de su fábrica, a su cuñado y hasta a su suegro. Justamente cuando va camino a pagarle una parte de la deuda al financista, ocurre un hecho “fortuito” (al menos para el personaje de Furriel) que le permite hacer borrón y cuenta nueva. Es así como Sergio deja atrás la deuda y los problemas, pero también a su esposa Estela y a sus hijos.

Tras 15 años, el destino regresa para cobrarle a Sergio su deuda. Y le muestra cómo ha transcurrido la vida de Estela y sus hijos, pero sin él. Por lo que el hombre se ve impulsado a volver a Buenos Aires. Pero la vida le tiene preparada una sorpresa amarga que desencajará no solo al protagonista, sino también a quienes vean la película.

En la nueva película de Sebastián Borensztein, que ya puede verse en Netflix, Joaquín Furriel demuestra la calidad de histrión que es, haciéndonos, por momentos, recordar esa mirada al vacío característica de su personaje Hermógenes en El patrón, radiografía de un crimen. El trabajo de Furriel en Descansar en paz fue galardonado con el premio a mejor actor en el Festival de Cine de Málaga.

Mientras que Griselda Siciliani le imprime a su personaje el dramatismo necesario (la escena cuando le entregan el maletín es espectacular), el Puma Goity vuelve a su acostumbrado papel de villano, y su personaje de Brenner por momentos nos recuerda al Dr. Matías Zambrano, el antagonista de Guillermo Francella en El encargado.

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Simón: dejarlo todo, que nada pase y seguir adelante
Lo más duro de la película Simón es su mensaje. Creo que justamente por ese mensaje fue que el régimen de Maduro dejó que se proyectara en Venezuela sin ningún problema

 

@SoyJuanette

El martes 19 de septiembre de 2023 en Buenos Aires, específicamente en el Cinemark Palermo, se proyectó por primera vez (y en única función) la cinta Simón, del realizador venezolano Diego Vicentini, protagonizada por Christian McGaffney. Obviamente la mayoría del público estaba conformado por la diáspora que hace vida en la capital argentina; estuvieron todos, o casi todos, menos yo. 

Algunos amigos y familiares me llamaron, y hasta me cuestionaron por no ir a ver Simón. No entendían por qué si yo, que era una persona a la que le gusta el cine, y que trabaja en ese ámbito “apoyara al cine argentino, pero no al venezolano”. La verdad nunca lo contesté, pero usaré esta columna para hacerlo:

Lo primero que debo aclarar es que no fue por una razón política, sino más bien emocional. Y ya cuando me sentí preparado para verla, no volvió a proyectarse en Argentina, por lo que tuve que esperar a su estreno en Netflix. Y tras ver el filme debo decir que a nivel de guion es magistral. Desde los flashback, los diálogos y la fotografía, la cinta te hace sumergirte en la historia desde el minuto uno.

Simón es una película que trasciende a las generaciones y nos interpela a todos los venezolanos. A los que nos fuimos, a los que se quedaron, a opositores y me atrevería a decir (aunque ellos no quieran o puedan decirlo públicamente), hasta a quienes aún apoyan al chavismo.

La actuación de Christian McGaffney está genial y los minutos que nos regala Franklin Virgüez son una clase de actuación. Y qué decir de Roberto Jaramillo, quien le dio vida a “Chucho”, el partners de Simón, sin duda un personaje que quedará en el recuerdo.

Pero sin duda lo más duro de la película es su mensaje. Creo que justamente por ese mensaje fue que el régimen de Maduro dejó que se proyectara en Venezuela sin ningún problema: puedes marchar, enfrentarte a los cuerpos de seguridad, ser apresado, perder a tus amigos ya sea en una manifestación o en una cárcel torturado, pero el gobierno seguirá en pie. Así que no te queda otra cosa que irte.

Aunque también hay otra manera de verlo: luchar, tratar y seguir luchando hasta que un día algo cambie. Pero si no llega a pasar no es por tu culpa y puedes/debes seguir adelante.

Resulta que yo también fui estudiante, marché muchas veces en contra del Gobierno de Hugo Chávez. Tragué bastante “Gas del bueno” cuando el cierre de Radio Caracas Televisión. Además, después tuve la genial idea de participar en las elecciones del consejo universitario de la Universidad Católica Santa Rosa, lo que significó que me siguieran (incluso fuera de la UCSAR) los de la seguridad de la institución, por sus vínculos, en aquel entonces, con el gobierno.

En paralelo trabajé en muchos medios de comunicación privados, algunos cuestionados por el gobierno chavista, como por ejemplo CNN y el antiguo Globovisión. Eso significó para mí un estigma. Traté de remarla, pero, al final, la cuerda se rompió y en 2016 ya tuve que irme. Poco después se fueron mis hijos.

Ahora estoy escribiendo esto un 24 de marzo, día de la Memoria en Argentina. Fecha en la que se conmemora el inicio de la dictadura militar que gobernó Argentina desde 1976 a 1983. Es un momento de reflexión y aunque cada quién cuenta la verdad de la historia a su manera, lo cierto es que murió y desapareció gente, dejando un dolor enorme que, 48 años después, sigue más vivo que nunca. Mi opinión es que no se trató de una guerra, porque son los gobiernos los que manejan las armas y el aparato para perseguir y torturar de forma sistemática.

No soy optimista. Películas como Simón me recuerdan, a mí en particular, que puedes mudarte de país, cambiar tu vida y hacer todo diferente. Pero siempre habrá gobiernos, ya sea de derecha o de izquierda que te repriman, y hasta te maten, por no compartir sus ideales, o peor aún, no pensar como ellos. Mucho me temo que eso nunca va a cambiar.

Lo paradójico de todo es que el régimen de Maduro saluda a los organismos de derechos humanos y repudia las torturas en Argentina y Chile en la década del 70 y 80 (algo que claramente es repudiable). Pero… ¿y las de Venezuela?

En fin, como digo siempre, la política no es un Caracas vs. Magallanes, o un River-Boca. Si eres venezolano y condenas las torturas y muertes en Venezuela, entonces date la oportunidad de entender y reflexionar acerca del “Nunca más” en Argentina.

Ojo, lo mismo le digo a mis hermanos argentinos: entiendan lo que pasa en Venezuela, y no crean que está bien solo porque “Maduro es de izquierda”, pues lamentablemente la tortura no es cuestión de ideología. Es simple y llanamente un crimen condenable.

¿Hay que dejar de luchar? Creo que no, porque luchar es parte de la vida.

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Puan: cuando una película se vuelve realidad
Qué se iban a imaginar Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia, los actores que representaron a Rafael y Marcelo en Puan, que aquella escena se volvería realidad

 

@SoyJuanette

Es sábado al mediodía y estoy haciendo la fila para entrar a la sala Leonardo Fabio, donde en algunos minutos se proyectará Puan. La película escrita y dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat que fue premiada en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, en las categorías mejor actuación protagónica para Marcelo Subiotto, y mejor guion para Alché y Naishtat.

Pero esta no es una salida al cine cualquiera, sino que tiene para mí una carga simbólica muy fuerte. No solo por la trama de la historia, sino porque la estoy viendo en el Cine Gaumont, esa maravillosa sala de cine argentino que cobró fama en estos días ante su posible cierre o privatización

A medida que vayan leyendo mi columna, van a entender por qué es tan estimulante ver Puan justamente en esta sala.

Puan narra la historia de Marcelo Pena (Subiotto), un profesor que, al morir su mentor, asume que se quedará como titular de la cátedra de Filosofía Política en la Universidad de Buenos Aires. Pero no cuenta con la aparición de su antiguo compañero de estudio, Rafaél Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia), un exitoso filosofo que vive en Frankfurt y que se meterá en el concurso para optar también por el cargo.

Es así como comienza una batalla de ideas y situaciones donde ambos tratarán de convencer que su propuesta es la mejor opción para la facultad.

El guion de Puan está cargado de situaciones desternillantes, reflexiones emotivas y también de algo de futurología; pues, en medio de la batalla épica entre los dos profesores, Argentina sufre un descalabro económico al punto que las universidades públicas se declaran en quiebra.

Y es aquí cuando viene el “plot twist” y la historia salta de la pantalla y se vuelve realidad.

Cuando Puan se volvió realidad

En una escena de la película, Rafael y Marcelo llegan a la Universidad de Buenos Aires y se encuentran con las puertas cerradas, y la noticia de que la institución se declaró en quiebra. Es así como alumnos, profesores y administrativos celebran una clase abierta en la calle, como medida de protesta. Y mientras están en asamblea, llega la policía para negociar el levantamiento de la protesta. Pero tras la votación, el personal de la UBA decide no hacerlo y la policía los reprime.

Qué se iban a imaginar Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia, los actores que representaron a Rafael y Marcelo, que aquella escena se volvería realidad: ocurrió el jueves 14 de marzo, a eso de las 5 de la tarde, cuando trabajadores del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales protestaban a las puertas del Cine Gaumont por el desfinanciamiento y los despidos tanto en el INCAA como en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica).

Tanto Marcelo Subiotto como Leonardo Sbaraglia estuvieron en la concentración. En un momento se caldeó el ambiente y la policía comenzó a dispersar a los manifestantes. Acerca de lo sucedido, Sbaraglia relató en la TV lo que pasó:

«Yo estaba acá (en el Gaumont), no había ningún problema ni ninguna violencia, y de pronto llegó la policía. Nos volvió a poner en la vereda y creo que tiraron gases por allá», contó Sbaraglia. «Fíjate lo que es esto. Toda gente manifestándose en relación a algo que se está defendiendo, que es el cine argentino».

No sé qué pasará con el cine argentino, pero háganse el favor de ver Puan, no solo para que vean la escena que les relaté, sino que analicen lo que se vio en la realidad. Pero sobre todo aprendan que, pese a las diferencias, cuando hay un problema muy grande que afecta al colectivo, lo mejor es unirse para solucionarlo.

Y termino con esta reflexión o concepto si se quiere: ¿qué es una película? Para mí es una ventana que a veces nos entretiene, otra nos hace llorar y reflexionar. Aunque en otros momentos nos muestra las posibles historias que se vuelven realidad… Lástima que no siempre terminen con finales felices.

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Un cine en auge y en peligro de extinción
El cine argentino está viviendo una época oscura, pues la constante amenaza sobre la industria por parte del nuevo signo político que gobierna a la Argentina está dejando de ser un rumor

 

@SoyJuanette

Cahier du Cinéma, una de las revistas de cine más prestigiosas del mundo, dedicó su número de marzo al cine argentino. Bajo el título: “¿Hacia dónde va argentina? Radiografía de un cine próspero y amenazado”, la publicación ofrece un balance de una de las industrias audiovisuales más prometedoras de América Latina. Además, engalana su portada con un fotograma de Trenque Lauquen, el filme argentino de la realizadora Laura Citarella, protagonizado por Laura Paredes y que fuera elegida por la misma publicación como la mejor película de 2023.

Así introduce el tema Marcos Uzal, redactor en jefe de Cahier du Cinéma: “¿Hacia dónde se dirige Argentina? Aunque su futuro político es incierto, la prolífica producción cinematográfica del país es asombrosa, e implica la invención de métodos de trabajo alternativos”

¿Qué pasa con nuestro cine?

El cine argentino está viviendo una época oscura, pues la constante amenaza sobre la industria por parte del nuevo signo político que gobierna a la Argentina está dejando de ser un rumor. A principios de marzo se conoció de boca del presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales INCAA, Carlos Pirovano, que la institución: “Gasta en sueldos y funcionamiento más del 60 % de su presupuesto, incumpliendo con la Ley de Cine”. Por lo que deslizó el funcionario, se achicará el número de trabajadores y se venderá el histórico Cine Goumont.

Del otro lado de la vereda, Nicolás Vetromile, representante del Sindicato de trabajadores de ATE INCAA, y quien se reuniera con Pirovano, aseguró que el presidente de la institución “planea desfinanciar todos los programas, revisar toda la planta transitoria –que es lo único que le queda ahora– junto a la permanente, para proponer retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas».

Vetromile apuntó además que estos recortes podrían afectar también la realización de festivales como el BAFICI y el Festival Internacional de Cine de Mar Del Planeta, uno de los pocos certámenes clase A del continente.

¿Qué quiere la nueva dirigencia del INCAA?

Según la declaración de principios de las nuevas autoridades del INCAA, el instituto “Fue creado con el objetivo de fortalecer a la industria audiovisual. No para generar empleo y mucho menos para subsidiar actividades de propaganda militante”.

De acuerdo a una nota del periodista Marcelo Stiletano publicada en el diario La Nación, el gobierno no está en contra del cine argentino, sino que “Quieren menos películas. Y más grandes”

Acerca de los festivales de cine, Stiletano indicó que la fuente entrevistada relató que “es falso que se haya hecho algún comentario en la reunión con ATE sobre la finalización del apoyo a los festivales”. Desde la nueva gestión se habría dicho que el INCAA no hará más aportes y que para mantener el funcionamiento del Festival Internacional de Mar del Plata, entre otros, se deberá conseguir algún tipo de sponsors o financiamiento privado.

Otro de los puntos que hace ruido en esta nueva gestión del INCAA, es el de la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), cuyo destino es incierto. Aunque la fuente entrevistada por Stiletano asegura que se mantendrá, pero con menos inversión. Desde ATE indican que el cierre es inminente. 

Acerca de la importancia de la ENERC se pronunció la famosa cineasta argentina Lucrecia Martel:

“La ENERC, que tiene sedes en varias provincias, es la única posibilidad de formar técnicos y profesionales audiovisuales en todo el país. Si desfinancian la escuela, una gran cantidad de técnicos dejarían de ingresar no solo al cine nacional, sino a canales regionales, o la industria publicitaria. Por eso es importante mantenerla”.

¿Es rentable el cine argentino?

Contrariamente a la poca o nula rentabilidad del cine argentino que pregonan desde el oficialismo, algunos directores, productores y actores echan por tierra esa teoría.

Uno de ellos es el productor y ganador del óscar Axel kuschevatzky, quien aseguró que el cine nacional aporta dividendos a la economía y genera empleo:

“Están apareciendo las mismas voces de siempre, que sin ningún conocimiento y desde un lugar muy demagógico, atacan al sector audiovisual sobre supuestos que son falsos. El sector audiovisual argentino tiene una diversidad ideológica enorme. Además, no está visto el impacto del sector audiovisual en la economía argentina, que es un 5,2 % de forma directa e indirecta”.

Acerca de la rentabilidad de la industria audiovisual argentina también se pronunció nuevamente Lucrecia Martel:

“Nuestra industria está compuesta básicamente por pequeñas y medianas empresas. Por lo que entre el 70 y 90 % del presupuesto de una película argentina se financia exportando derechos, es decir, compitiendo en fondos internacionales con cintas de todo el mundo y por supuesto inversores privados”.

Además, completó: “Es decir, que nuestra industria de pequeñas y medianas empresas genera un ingreso de divisas al país. Y lo que permitió el desarrollo de nuestro cine fue una ley de cine que nos costó muchísimo. Dicha ley rige el funcionamiento de un organismo fundamental para nuestra actividad que es el INCAA.

¿Por qué defender al INCAA?

Martel aseguró que, aunque los manejos del INCAA en varios periodos políticos han sido cuestionables, la solución no pasa por un cierre:

“Durante mi carrera conocí el INCAA de MENEM, de De La Rúa, el de Néstor y Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. De todas esas gestiones puedo hacer listas de críticas y hechos indignantes que han sucedido en el instituto. Pero jamás podrían haber salido nuestras productoras nacionales a buscar fondos afuera, sin la existencia del INCAA, ente que organiza convenios bilaterales”.

Hasta el director y guionista Mariano Llinás, quien ha sido un detractor del INCAA desde hace años, está en contra del desfinanciamiento de la institución: “El INCAA funciona mal, pero cerrarlo es inadmisible”, dijo Llinas en una entrevista al medio Mercadoaudiovisual.

Métodos de trabajo alternativos

Históricamente, por su carácter contestatario, (como cualquier expresión artística) el cine ha tenido que buscar la manera de seguir subsistiendo. Quedando claro que la industria audiovisual aplica aquello de “Si te cierran la puerta, te metes por la ventana”, es por eso que algunos buscan nuevas alternativas para llevar sus películas adelante.

El Pampero Cine

Un cine en auge y en peligro de extinción, por Juan E. Fernández @Juanette. Fotograma de la película Trenque lauquen, cortesia El Pampero Cine
Gente de El Pampero Cine

Tal es el caso del colectivo artístico El Pampero Cine, productora conformada por Mariano Llinás, Alejo Moguillansky, Laura Citarella y Agustín Mendilaharzu en el año 2002.

La particularidad de El Pampero Cine es que realiza sus películas sin el apoyo estatal del INCAA ni de subsidios extranjeros. Podría decirse que producen bajo un sistema de cooperativas, y buscando financiamiento privado, para llevar adelante cada uno de sus proyectos. Trabajan de esa manera para, como ellos mismos dicen, “prescindir de la tiranía del productor que exige una estructura de trabajo rígida y vertical, acotada a un presupuesto, fechas límites y una visión comercial de hacer cine”.

Éxitos como Historias extraordinarias (2008) La Flor (2018) y Trenque Lauqen (2022) entre otras, han llevado a El Pampero Cine a convertirse en un referente en la industria del cine internacional. 

Orsai Audiovisuales

Grupo de Orsai Audiovisuales, productora de la película La uruguaya. Foto @Juanette

En el año 2021 y mientras el mundo estaba en confinamiento, el escritor argentino Hernán Casciari y su socio/amigo Christian Basilis, Chiri, lanzaron Orsai Audiovisuales, un apéndice de la comunidad literaria Orsai, que se encargaría de contar historias en formato audiovisual.

El primer proyecto de Orsai Audiovisuales fue llevar a la gran pantalla La Uruguaya, novela de Pedro Mairal, protagonizada por Fiorella Bottaioli, Sebastián Arzeno y dirigida por Ana García Blaya. 

Pero el gran hito de Orsai Audiovisuales no fue solo llevar adelante una producción en plena pandemia y a través de Zoom, sino su método de financiación:

El mismo consistió en vender bonos públicos y las personas, al comprarlos, se convirtieron automáticamente en socios productores. ¿Esto qué quiere decir? Que tenían derecho a voto en aspectos como el guion, el casting de los actores, casting, rodaje y hasta decisiones de distribución. La uruguaya finalmente vio la luz en agosto de 2023 en salas comerciales, y actualmente puede verse a través de la plataforma Star+ en Latinoamérica.

Pero eso no es todo, actualmente los proyectos: Canelones, La muerte de un comediante (ópera prima de Diego Peretti como director), y Emi On/Off en proceso de postproducción; mientras que el documental Sola en el paraíso está compitiendo en festivales y en distribución. Cabe destacar que todas estas producciones fueron financiadas bajo el mismo sistema de La Uruguaya: a través de bonos que se comercializan a cualquier que desee ser socio productor.

Ejemplos como los de El Pampero Cine y Orsai Audiovisuales demuestran que el cine siempre busca abrirse camino. Aunque esto no justifica el cierre del INCAA o la ENERC.

Actualización: se oficializa el desfinanciamiento del INCAA

  • De acuerdo a una resolución oficial publicada el 11 de marzo de 2024, se cancela el apoyo a estrenos, a festivales de cine, pasajes al exterior, no se renuevan contratos, se suspenden pago de horas extras y desplazamiento, comidas y celulares de funcionarios, entre otras medidas.

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Juan E. Fernández Mar 10, 2024 | Actualizado hace 2 meses
Lo que es bueno para el pavo…
En la larga lista de dichos populares de la lengua castellana hay uno que se ha puesto de moda, principalmente en la política: “Lo que es bueno para el pavo, es bueno para la pava”

 

@SoyJuanette

En la larga lista de dichos populares que existen en la lengua castellana hay uno que particularmente se ha puesto de moda, principalmente en la política: se trata de aquel viejo adagio que dice: “Lo que es bueno para el pavo, es bueno para la pava”. La frase en cuestión refiere al trato igualitario que debe propinarse a una persona o grupo de personas sin distinción alguna.

“Lo que es bueno para el pavo, es bueno para la pava” tiene su origen en la expresión Deep drinketh the goose as the gander (tan profundo bebe el ganso como la gansa), que fue escrita por el poeta británico John Heywood en 1562. Mucha agua ha corrido desde entonces, pero ahora se ha vuelto una especie de declaración, al menos así lo veo, en la política internacional.

Como ya se sabe, desde diciembre de 2023, Argentina está atravesando un proceso de cambio político no solo de formas sino también de fondo. Esto ha traído como consecuencia que organizaciones sociales, sindicatos y otros actores comiencen a “calentar la calle” en protesta por las medidas impulsadas por el gobierno de Javier Milei. 

Paradójicamente, los grupos que salen a manifestar esgrimen razones de protestas que no solo son válidas, sino que son las mismas que tenían cuando gobernaba Alberto Fernández. Y esto me lleva a preguntarme: ¿por qué salen ahora con Milei, pero no lo hicieron con Alberto?

Igual del otro lado, es decir, de los simpatizantes del presidente Milei. Tampoco es que están “20 puntos”, pues hay medios de comunicación, periodistas y partidarios del presidente que criticaron la condenable actitud del kirchnerismo cuando escrachaban a periodistas y opositores; pero que ahora no dicen nada cuando son ellos los que tienen la misma actitud.

Yo ya vi esto en Venezuela y, créanme, no termina nada bien. A los políticos les interesa que el ciudadano de a pie confronte. Así, mientras todos estamos distraídos discutiendo, ellos pueden hacer sus negocios y tejiendo estructuras que los mantengan en el poder. Fue eso lo que pasó en Venezuela.

Y ustedes se preguntarán ¿por qué Juanette comenzó hablando de un dicho popular y terminó escribiendo de política? Porque el otro día, en una cena con amigos, caímos en el tema del que se habla por estos días en Argentina: ¿se resolverá la economía argentina?, ¿el gobierno logrará sacar al país de la crisis?, ¿antes realmente estábamos mejor?

Mientras unos expresaban su preocupación porque no llegaban a fin de mes, otros decían que había que aguantar, y el que no pudiera, bueno, “era un daño colateral”. La reunión fue subiendo la temperatura, hasta que alguien tiró:

–Lo que es bueno para el pavo, es bueno para la pava. Cuando lo hacían ustedes los peronistas sí estaba bien, pero ahora que les quitaron sus negocios, entonces está todo mal.

Otro contestó:

–Este es un gobierno hambreador, que solamente piensa en los ricos…

En un momento todos comenzaron a discutir airadamente. Fue entonces cuando rodé la silla con fuerza, y me levanté de la mesa. Todos me vieron, y una amiga me dijo:

–¿Te volviste loco?

A lo que respondí:

–Locos se volvieron ustedes. Todos vamos a terminar en el horno, con el pavo y la pava.

Acto seguido, le pedí a la dueña de la casa que por favor me abriera la puerta principal y me fui sin despedirme de nadie.

Mientras caminaba a casa, decidido a no cenar nunca más con ningún otro ser humano, pensé en un dicho nuevo: el fanatismo político es el motor de la estupidez.

Hasta la próxima semana (si es que me provoca seguir escribiendo).

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Juan E. Fernández Mar 03, 2024 | Actualizado hace 2 meses
La foto de Fausto

Fausto Masó en su biblioteca. Foto Juan E. Fernández (@Juanette) 

Hoy les quiero contar cómo pasó Fausto Masó por un momento puntual de mi ejercicio como periodista

 

@SoyJuanette

La semana pasada por primera vez noté que todas las personas que fueron mi referencia durante la juventud se están marchando. Es decir, genuinamente descubrí que el tiempo es finito: Fausto Masó, aquel tipo que de entrada parecía mal encarado, pero una vez lo conocías era una de las personas más graciosas del mundo, había muerto.

Si usted amigo lector, está esperando una “caja negra” del escritor y periodista cubano/venezolano fallecido a los 90 años, este artículo no es para usted. Básicamente porque si escribo una reseña de la vida y obra de Fausto, él mismo me diría: “Esto es más de lo mismo chico, no lo va a leer nadie, es más, creo que me quedé dormido”. Y cerraría con un “anda a escribir de verdad”. Es por eso que hoy les quiero contar cómo pasó Fausto Masó por un momento puntual de mi ejercicio como periodista.

Fausto era un tipo conocido, pues muchos leíamos su columna publicada en el diario El Nacional, y también por su programa Golpe a golpe”. Pero la primera vez que me encontré en persona con Masó ocurrió en 2009 y fue por petición de Alfredo Meza e Ismael Medina, quienes eran mis jefes en una revista maravillosa que se llamó Poder y Negocios, donde yo era asistente editorial. En aquella oportunidad se me encomendó hacer las fotos de los columnistas fijos de la revista; fue así como fotografié a Oscar Medina, Milagros Socorro, Hugo Prieto y, por supuesto, a Fausto Masó.

Llegué a la casa de Fausto en Los Palos Grandes, toqué la puerta y me hizo entrar. Lo primero que me dijo con su característico acento cubano fue: “De una vez te digo que no me voy a cambiar de ropa”. Me lo decía porque estaba en short y sandalias. Me quedé paralizado y, a los pocos segundos, el tipo soltó una carcajada que me dio tranquilidad.

Me dejó merodear por la sala, el comedor y su estudio, donde finalmente decidí que se hicieran las fotos. Específicamente en la biblioteca. Tomé creo que 10 fotografías, pero la verdad ninguna me convencía, por lo que le dije a Masó:

–Está muy formal, hagamos algo más natural, más genuino.

A lo que él respondió:

– ¿Más genuino? Bueno…

Acto seguido, Masó me mostró sus dos dedos medios y una sonrisa y agregó:

–Coño yo no sé si esto sea genuino, pero original sí que lo es

Por supuesto le tomé la palabra y capturé el momento. Ahora que lo pienso, es una lástima que en 2009 no existieran los stickers para enviar por WhatsApp, porque hubiese sido muy bueno.

Tras terminar la sesión de fotos, me fui a la revista y al llegar les conté a Ismael, Alfredo y a Roland Carreño, quien se sumó a la reunión (porque era el director de la Revista Caras y compartíamos una oficina en El Centro Lido). 

Los cuatro nos reímos a más no poder con la ocurrencia de Fausto. Recuerdo que debatimos si usábamos la foto, pero al final se decidió que no.

Cuando supe de la muerte de Fausto corrí a buscar aquella foto graciosa en mis correos, en dos pendrives que traje de Venezuela y hasta en mi disco portátil, pero no hubo caso. Probablemente la borré. 

Tras mi paso por la revista Poder y Negocios, se me encomendó entrevistar a Fausto por el relanzamiento de su libro Sabana Grande era una fiesta, probablemente fue en 2011. En aquella ocasión fui de nuevo a su casa y las fotos que se hicieron para el reportaje las tomó mi padre.

Recuerdo que le llevé a Fausto una cajita de habanos Cohíba y, luego de agradecerme, me dijo: Cómo veo que te va bien carajito. La abrió, encendió uno y comenzamos a charlar. Pero una vez que apagué la grabadora, invitó a papá a sentarse y se pusieron hablar por horas, prediciendo lo que podría pasar en una Venezuela ya maltrecha para entonces.

Entrevista con Fausto Masó. Foto Juan De La Cruz Fernández
En entrevista con Fausto Masó. Foto: Juan De La Cruz Fernández.

De aquel encuentro me llevé tres tesoros: las fotos que tomó mi difunto padre, un ejemplar del libro dedicado por Fausto (que ahora quiero ver cómo lo traigo de Caracas a Buenos Aires) y aquella conversación.

Una de las últimas veces que vi a Fausto me parece que fue en Globovisión, donde él tenía un programa junto con Roberto Giusti, y yo era productor de Brújula Internacional (programa conducido por el embajador Julio Cesar Pineda). Y aunque frente a las cámaras Fausto se mostraba directo y hasta un poco cascarrabias, el Masó fuera de toma era un tipo gracioso y consejero.

q e. p. d. Fausto.

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