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#EcoRunRún El daño en los tepuyes por actividades prohibidas puede ser irreversible
«El impacto humano por actividades irresponsables y prohibidas podría tener un efecto no solo duradero, sino probablemente imposible de remediar en escala de tiempo humana», advirtió Cristina Burelli, de SOSOrinoco
Cada tepuy posee especies únicas, son como islas: si desaparecen, desaparecen para siempre. «Las pisadas continuas, el aterrizaje de aeronaves elimina la vegetación y activa procesos erosivos, lo que convierte todo esto en una alfombra de hierbas», explicó Burelli 
«Venezuela es uno de los 10 países más biodiversos del planeta, estamos a la par Brasil, Colombia y Estados Unidos. Al paso que vamos, con la minería ilegal y el turismo irresponsable, no nos quedará mucho», agregó

 

Cristina Burelli, directora y fundadora de SOSOrinoco, advirtió en una entrevista que las actividades humanas «irresponsables y prohibidas» en los tepuyes podrían causar daños irreversibles e imposibles de remediar «en una escala de tiempo humana».

SOSOrinoco es una organización conformada por académicos,  geólogos, biólogos, abogados, antropólogos, ambientalistas, especialistas en sistemas de información geográfica y activistas dentro y fuera de Venezuela que, desde 2018, trabajan de forma anónima, debido al alto riesgo que sus denuncias implican. 

La intención de la ONG ha sido documentar y hacer un diagnóstico profundo de lo que ocurre en la región al sur del Orinoco: «Estamos creando conciencia sobre la tragedia que está ocurriendo y planteando medidas urgentes para detener el desastre humano y ambiental», agregó Burelli, en una entrevista con Carla Angola. 

«Venimos documentando e informando a la Unesco todos los abusos ambientales que están ocurriendo al Parque Nacional Canaima: minería ilegal, incendios, deforestación, turismo y construcciones ilegales dentro del parque, así como abusos a los derechos indígenas del pueblo pemón, habitantes originarios y autóctonos del Parque Nacional y la Gran Sabana», acotó Burelli.

La organización ha denunciado durante años los efectos «catastróficos e irreversibles» para los pueblos y los ecosistemas del Arco Minero, lanzado el 24 de febrero de 2016 para explotar oro, diamantes, coltán y otros minerales. 

Y respecto a la reciente fiesta privada celebrada en el Kusari Tepuy,  que causó una ola de indignación nacional, SOSOrinoco fue la primera en alzar la voz. Su fundadora destacó que esta controversial actividad  violó leyes y reglamentos que protegen a los tepuyes por estar en un parque nacional y por ser un Patrimonio Mundial Natural. 

El Parque Nacional Canaima se encuentra regido por el reglamento parcial de la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio Sobre Administración y Manejo de Parques Nacionales y Monumentos Naturales, decreto 276, publicada en la Gaceta Oficial del 9 de junio de 1989.

El cumplimiento de este reglamento es obligación del Instituto Nacional de Parques, Inparques, obligación que se la impone «una Ley aprobada por el Poder Legislativo, y por tanto no es delegable en otros organismos, autoridades, ni ministerios», se lee en el sitio web de SOSOrinoco.

«Hacer fiestas en la cumbre de un tepuy , dentro de un parque nacional y en el único sitio de patrimonio mundial natural que se ha registrado en Venezuela viola, además de la filosofía y concepto de la figura que los protegen, varios artículos del reglamento 276. Viola el artículo 19 de actividades prohibidas dentro de los parques nacionales, es totalmente incompatible con los fines de su creación, se considera, entre otras cosas, que aglomeraciones de personas y cualquier densidad de más de una persona por cada 30 metros cuadrados, así como el aterrizaje de aeronaves civiles en áreas no autorizadas, es totalmente prohibido», explica Burelli.

Este tipo de festejos violan el artículo 20, que explica las actividades restringidas, entre las que se encuentran: uso de vehículos aéreos; el campamento con pernocta, actividades recreativas (no se debe exceder, en un mismo momento y lugar, de la relación de una persona por cada 30 metros cuadrados); el expendio, tenencia y consumo de bebidas alcohólicas; el vuelo de aeronaves a una altura inferior a los 1.000 pies, entre otras. 

A juicio de Burelli, cualquier actividad ilegal e irresponsable que dañe el ecosistema de los tepuyes  es «una afrenta a todos los venezolanos y al pueblo pemón»,  población autóctona de esos espacios. 

«Un parque nacional es un espacio natural superlativo, excepcional que pertenece a todos los venezolanos, tiene un inmenso valor ecológico y simbólico y debe ser tratado como un templo sagrado de la naturaleza. De hecho, para los pemones, es un templo. Los tepuyes son sagrados y muy respetados por el pueblo pemón», indicó.

 Vegetación única y extremadamente sensible 

El Parque Nacional Canaima es Patrimonio Mundial Natural reconocido por la Unesco, una de las creaciones de la naturaleza que se considera «de las más extraordinarias y valiosas», recalca Burelli,

Por eso mismo, es importante garantizar a la humanidad completa que esa condición de grandiosidad se mantiene inalterable. Las fiestas y eventos con aglomeración de personas amenazan con dañar permanentemente estos frágiles ecosistemas.

 

«El impacto humano por actividades irresponsables y prohibidas podría tener un efecto no solo duradero, sino probablemente imposible de remediar en escala de tiempo humana. La vegetación de los tepuyes es muy frágil, crece en suelos muy frágiles y antiguos. Los tepuyes están dentro del Escudo Guayanés, que tiene más de 4.000 millones de años de la era precámbrica. Miles de años han moldeado los tepuyes y su aislamiento han creado condiciones particulares que pueden ser fácilmente impactadas, dejando una huella imborrable», explica Burelli.

 

Añade que cada tepuy posee especies únicas: «Son como unas islas, si desaparecen, desaparecen para siempre. Las pisadas continuas, el aterrizaje de aeronaves elimina la vegetación y activa procesos erosivos, convierte todo esto en una alfombra de hierbas que no tiene interés y no son únicas. Además, se convierte a los suelos en desnudos, como una arena, y desaparecen las especies únicas que se encuentran estos tepuyes».

Ante el inminente riesgo de un deterioro irreversible de un espacio natural tan importante, Burelli destaca que a la sociedad civil venezolana le toca educarse sobre el tema y luchar para proteger «lo poco que nos queda de nuestro gran país, y sobre todo, este tesoro biodiverso al sur de Venezuela».

«Venezuela es uno de los 10 países más biodiversos del planeta, estamos a la par Brasil, Colombia y Estados Unidos. Al paso que vamos, con la minería ilegal y el turismo irresponsable, no nos quedará mucho», concluyó.