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Pedir la bendición, su origen y significado

Hoy en día “pedir la bendición” es una costumbre muy conocida en Venezuela que está desapareciendo por considerarse anticuada -o como dicen los franceses “pasé”- que no se adapta a los modismos que están implantándose en la sociedad moderna ni a la nueva dialéctica religiosa, considerada como necesaria para mantener vivos los intereses y lazos entre los jóvenes creyentes y la Iglesia.

Para mejor entender esta vieja costumbre, encuentro que no hay nada mejor que leer el meticuloso estudio de la abogada Hildegard de Sansó que aquí se reproduce:

“Uno de los pocos efectos positivos que produce la lejanía de nuestro país es la remembranza de algunas de nuestras costumbres típicas. A pesar de su decadencia como tales, aún somos muchos los que las mantenemos. Al recordar tales costumbres, apreciamos mejor su valor y significado, por cuanto no se trata de algo que hay que cargar como una maleta, o que enviar por medio de un avión, sino que está permanentemente en nosotros, en nuestra forma de actuar, sin que operen contra ella ni la indiferencia de los terceros, ni la dureza de quienes la rechazan, haciéndolas objeto de críticas e incluso, de burlas a los que continuamos practicándolas.

Nuestra costumbre constituye una necesidad que se nos impuso desde pequeños. Constituye una forma de actuación de la cual no podemos prescindir, sino que, por el contrario, la transmitimos a nuestros descendientes, esperando que ellos les den el mismo trato.

Cuando hablamos de la bendición, estamos de hecho aludiendo a la acción de ‘pedir la bendición’, la cual hacemos ateniéndonos al estilo venezolano. Si en lugar de decir ‘venezolano’, hubiésemos aludido a los ‘ultravenezolanos’, esto es, a los más criollos, quizás no deberíamos hablar de “pedir la bendición, sino de que ‘nos echen la bendición’.

La bendición es el diálogo que tiene que plantearse siempre, tanto a la entrada, como a la salida de la casa; tanto al despertarnos, como antes de iros a dormir. Ella pertenece a casi todos los integrantes de la familia: al hijo, al sobrino, al nieto, al bisnieto, al ahijado. Y a cualquiera que esté vinculado en una forma estrecha con nuestro afecto. El diálogo para requerir la bendición, se plantea en la siguiente forma:

– ¡Mamá (o papá, abuelo, padrino, etc) dame la bendición!
– La persona aludida: ‘Que Dios te bendiga’.

Muchas veces se trata de una persona particularmente comunicativa, y por ello agrega:
– ‘Que Dios te bendiga y te dé todo lo bueno de este mundo’.

Pedir la bendición es solicitar de alguien, a quien se respeta, que sea intermediario de él ante Dios, de su solicitud de protección y amparo.

En la Biblia (Génesis 27, 28 y 29) se indica que Jacobo le pidió la bendición a su padre Isaac para obtener de él algo que le correspondía otorgar al primogénito, Esaú. Ante la solicitud, Jacobo dice:

Dios te dé del rocío del cielo y de lo más preciado de la tierra, trigo y vino en abundancia. Que los pueblos te sirvan y las naciones se rindan ante ti. Sé Señor de tus hermanos y póstrame ante ti los hijos de tu madre. Que sean benditos los que te bendigan”.

Como puede apreciarse, el significado bíblico de la bendición es la expresión de un deseo bondadoso, dirigido por una persona o un grupo por ante el que los guía, quien solicitará para ellos la palabra o la acción de Dios.

El término bendición proviene del vocablo latino que hace referencia a la acción o efecto de desear el bien a alguien. El verbo también alude a la acción de alabar, ensalzar y adorar el culto divino para que opere a favor de quien recibe dicho beneficio. La bendición se otorga bíblicamente para todos los actos fundamentales de la vida que en la religión católica son fundamentales: el bautizo, la comunión, la confirmación, el matrimonio, el perdón.

La frase esencial es la respuesta a la solicitud de recibir la bendición de ‘que Dios te guarde’, lo cual supone que se alude a todo aquello que, mediante la presencia divina, se puede obtener.

La bendición a la cual nos hemos referido es una tradición de los católicos y de los judíos. En el idioma de estos últimos, el hebreo, su traducción literal es bendecir (barak) que significa arrodillarse frente a alguien. Esta expresión implica por ello una actitud de humildad frente a quien tiene la fuerza y la razón.

En griego, la traducción literal de la palabra es: ‘hablar bien de alguien’ y también, significa ‘una causa para prosperar’. No podemos dejar de señalar que, si bien en todas las regiones de Venezuela se “pide la bendición”, en los llanos se sustituye la bendición con la frase: ‘bese la mano’.

Entre nosotros, dar la bendición no solo sirve como una manifestación de respeto a los familiares y a todos aquellos a quienes se reconoce como tales, sino también como una búsqueda de un grado más alto de compenetración con los valores supremos de la vida.

Los padres poseen la facultad de bendecir a los hijos, tradición que tiene su origen en la Biblia, debido a que, en el Génesis, Dios bendice a los hombres y a las mujeres. El mismo Jesús necesitó la bendición de su Padre para poder hacer milagros.

La bendición de los padres a los hijos invoca la energía superior para que descienda, ayudando a transmutar el karma familiar, ‘materializar la herencia del cielo en la tierra’  y reconectarse con Dios. Señalan los libros sagrados que, desde la perspectiva energético-espiritual, la bendición es una invocación de los padres para que las energías superiores (divinas) desciendan hacia el hijo, sustentada en el vínculo familiar que une a los seres por poseer la misma esencia física y espiritual; pero debemos señalar que existen otras implicaciones en el acto de pedir la bendición, que van desde el reconocimiento de la honra que merecen quienes pueden otorgarla, hasta sus incidencias en la prosperidad, la abundancia y el merecimiento que podemos alcanzar en todas las áreas de la vida: familia, profesión, vínculos de parejas, salud, hijos y economía, e incluso, en la conexión espiritual».

TALITA CUMI

TALITA CUMI

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