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#EnPocasPalabras | Biden y Xi, aclarando diferencias
Las expectativas para la reunión de Joe Biden y Xi Jinping son bajas. Están encerrados en una rivalidad entre grandes potencias cada vez más intensa

 

El presidente de Estados Unidos Joe Biden y el líder chino Xi Jinping se están reuniendo esta semana en Bali, cuando las relaciones entre las dos potencias se encuentran en un estado de rivalidad y confrontación casi total.

Shi Yinhong, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Renmin de Pekín, ha dicho que sería mucho esperar que la reunión pueda conducir a una mejora duradera y significativa en las relaciones bilaterales.

Las expectativas para la reunión son bajas. Encerrados en una rivalidad entre grandes potencias cada vez más intensa, Estados Unidos y China no están de acuerdo en casi ninguno de los temas importantes. Desde Taiwán, la guerra en Ucrania, Corea del Norte, la transferencia de tecnología y, finalmente, la configuración del orden político y económico mundial.

Biden quiere usar las conversaciones para “construir un piso” en la relación y evitar conflictos abiertos. Su objetivo principal es una mejor comprensión de las prioridades de cada uno y reducir los conceptos erróneos que puedan surgir entre las dos partes.

Esta necesidad nace porque la positividad y el optimismo que existía hace una década fueron reemplazados por la desconfianza y la hostilidad mutuas. De hecho, cuando Biden ingresó a la Casa Blanca como presidente, se encontró con una relación entre Estados Unidos y China en su peor forma, con tensiones en el comercio, la tecnología, la geopolítica y la ideología.

“Los chinos han llegado a la conclusión de que Estado Unidos necesita controlar el objetivo de Pekín de propiciar un escenario más seguro para los Estados autoritarios y de esa forma poder seguir con sus propios objetivos autoritarios” ha dicho Scott Kennedy, especialista en negocios chinos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en Washington.

“Cada lado culpa al otro por el estado precario de las relaciones y cada uno cree que les está yendo mejor que al otro,” dijo Kennedy. Este experto regresó recientemente de una visita de una semana a China para mantenerse al tanto de los planes de Pekín.

La comunicación directa es aun más importante, dado que Xi acaba de asegurar un tercer mandato que rompe las normas con un control del poder más estricto que nunca, y la posibilidad de gobernar de por vida.

Biden ha dicho que su deseo es que los dos bandos lleguen a aclarar cuáles son sus “rayas rojas” o más bien sus límites, cuando se sienten a hablar. Pero los expertos dicen que esto podría no ser tan sencillo como suena.

Hasta el momento tanto Washington como Pekín no han sido muy precisos sobre la definición de sus rayas rojas. Tampoco ninguno de los dos ha sido muy claro sobre las ventajas que resultaría si se respetaran esas líneas, señala Kennedy.

“Una sola China”, Bidey y Xi

En cuatro ocasiones distintas, Biden ha dicho que Estados Unidos defendería a Taiwán en caso de una invasión china. Sin embargo, ha negado que esto representaba un cambio en la política de «Una sola China» de Washington.

Bajo la política de “Una sola China”, Estados Unidos en principio reconoce la posición de que Taiwán es parte de China, pero sin jamás aceptar que Pekín tiene el derecho de total soberanía sobre la isla.

Estados Unidos proporciona armas defensivas a Taiwán, pero ha mantenido una posición deliberadamente vaga sobre cómo intervendría militarmente y hasta qué punto, si China atacara la isla. Una política que podría ser definida como “ambigüedad estratégica”.

China ha acusado que esta actitud es equivalente a “jugar con fuego”. Se ha enfurecido y ha llegado casi a un punto de ebullición en agosto, cuando la presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, hizo caso omiso a sus severas advertencias y viajó a Taipei para una visita oficial de alto perfil.

Ahora que los dos líderes se sentarán uno en frente al otro en la misma sala, es dado por descontado que Taiwán será unos de los temas principales de su agenda.

Biden ha dicho que no está dispuesto a hacer «concesiones fundamentales» a Xi, provocando la condena inmediata de Pekín. Se vislumbra un crítico resultado de esta cumbre de buena voluntad.

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