Momento de ciudadanía - Runrun
Armando Martini Pietri Dic 01, 2022 | Actualizado hace 2 meses
Momento de ciudadanía
En lo que va del siglo XXI, la poderosa e inmensa mayoría ha sido ignorada, estafada por politiqueros e intimidada por intelectuales de pacotilla

 

@ArmandoMartini

Despierta en sectores de la sociedad la necesidad de explorar caminos alternos de participación ciudadana. Posición mayoritaria que se abre paso entre quienes se llaman mutuamente mafiosos, delincuentes e ilegítimos usurpadores. Y cuya consecuencia es que el país cada día funciona menos y está peor. La responsabilidad del castrismo chavista es obvia, pero también la de una oposición fracasada, equivocada y dividida.

Fuimos nación llamativa, por lo bueno. Había políticos ladrones, empresarios cómplices, policías y militares abusadores; una Iglesia sermoneadora, complaciente, preocupada por el crecimiento evangélico más que por fortalecer el espíritu parroquial; había petróleo en abundancia, se advirtió que sembrarlo era lo conveniente, nadie hizo caso. En obras derramaron miserias y esparcieron la convicción falsa de un Estado rico.

Sin embargo, se dejaron arrastrar por el sentimiento más riesgoso para los políticos: creer que el poder es ellos. Y quienes, empezaban a relevar a los padres de la democracia olvidaron que los fundadores, aunque envejecían, nunca borraron de la memoria que el poder llega desde abajo, se entrega al dirigente y este conduce. Los herederos, castrados de principios, moralidad y ética creyeron que la tarea estaba hecha, bastaba con luchar entre ellos, en sus partidos o formando otros. Así, fueron dejando de lado la fuente real generadora de poder: el pueblo, la gente, el ciudadano.

La estafa roja

Como la epidemia, penetró sectores socioeconómicos y generó un archipiélago de creídos que se consideraron conciencia y jueces. Por debajo, el siempre olvidado, ultrajado y burlado ese que llaman pueblo. Fragmentos de bajos recursos, niveles intermedios y el amplío etcétera de la Venezuela del último tercio del siglo XX y lo que va del XXI. Esa poderosa e inmensa mayoría, ignorada, estafada, defraudada, burlada por políticos y politiqueros, intimidada por intelectuales de pacotilla y empresarios cómodos e inescrupulosos.

Y así apareció el chavismo con su patota de embaucadores. Se apropiaron de la injusticia y exclusión para estafar con un mensaje redentor. Estulticias posteriores les dieron la razón, e inocentes emprendieron la búsqueda que el mequetrefe prometía. Dos décadas de espera saturadas de arbitrariedades y violaciones a los derechos humanos, con pocos privilegiados disfrutando, mancillando la dignidad, ofendiendo la esperanza cada vez más amarga. En la otra acera una oposición inmadura y majadera batallando por estúpidas burocracias.

Acobardados, divagando boberías, dieron oportunidad a Maisanta y su fábula de llano adentro. Y, con popularidad impulsada por quienes luego fueron desechados, se presentó el Atila venezolano. Por otro lado, soberbias, mentiras, egos y errores hasta que, pasando por múltiples mutaciones, inventaron la Unidad. El castrismo y sus fraudes los convencieron. Los tiempos habían cambiado y ninguno de ellos, podría ganarle en solitario.

Rendición en México

Con la ruina del castrismo se forjó la oposición ilegítima, adúltera e infiltrada, y un chavismo que tiene control del territorio, pero nada soluciona. Surge de nuevo una enorme y creciente masa silenciosa, incómoda, frustrada y molesta, gracias a torpezas de ambas partes. Pero que no encuentra eco.

Decepcionante misión opositora e insólitas justificaciones; la peor, indecorosa y humillante, la claudicación mexicana. Mientras la evidencia gráfica deja constancia histórica de la rendición, sumisión de los siempre fracasados entregándose a los caprichos de quienes están denunciados ante la Corte Penal Internacional de La Haya por crímenes de lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos. Y, para atenuar compromisos y futuras controversias, ya comienzan la narrativa de coartadas.

La gran mayoría quiere legitimar la nueva conducción política. Pensar lo contrario, es engañarse. Los que están perdieron la confianza, credibilidad de simpatizantes y amigos. El ciudadano exige cambio, modificación de conductas políticas, sociales y económicas; decir la verdad y rendir cuenta como principio y obligación, conectar con las carencias ciudadanas; no obstante, es desoída con desplante, ni siquiera por educación y cortesía es tomada en cuenta. Por eso, niegan la legitimación.

En un país controlado por la delincuencia polarizada, ellos tienen ventaja. Es momento de concretar vías alternas de participación e intervención ciudadana. Aunque ambos bandos, se opongan y la desestimen burlándose. Pero, se impondrá la mayoría, regla de oro en democracia. Ardua tarea, pero no imposible.

Conocidos por lo malo cada vez peor, de instituciones duplicadas e inservibles, nación de angustia, gente desesperada que huye en busca de remotas posibilidades. El régimen sigue mordiendo duro y, como el rico Epulón, deja caer migajas en la desunión acomodaticia y, peor, reniega del gentilicio venezolano.

La dirigencia debería tener por lo que hizo con sí misma esa desazón que tiene el creador cuando da un paso atrás, observa su obra, mira y ve una porquería.

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