Recuerdo del 11 septiembre se remueve con temor a nuevas amenazas terroristas - Runrun
Recuerdo del 11 septiembre se remueve con temor a nuevas amenazas terroristas
Se cumplen 20 años de los ataques  en Estados Unidos que dejaron casi 3 mil muertos, 25 mil personas heridas, miles de millones de dólares en pérdidas materiales y pánico en la población 
El regreso de los talibanes al poder en Afganistán enciende las alarmas sobre posibles  atentados contra occidente

@franzambranor

El 11 de septiembre de 2001, el nadador australiano Ian Thorpe se levantó temprano con la intención de subir a lo más alto de una de las torres gemelas de Nueva York. En la puerta de uno de los rascacielos, el ganador de medallas olímpicas y campeón mundial se percató de que  había olvidado su cámara fotográfica y se devolvió al hotel donde se hospedada, encendió la televisión y miró  una de la torres arder en llamas. “Eso le salvó la vida”, dijo su entonces representante Frank Turner, quien añadió que, de no ser por ese descuido, el apodado “Torpedo” hubiese sido una de las casi 3 mil personas que perecieron luego que dos aviones fueron estrellados contra el World Trade Center en el mayor atentado terrorista de la historia.

A 20 años de la fatídica fecha, todavía se tejen teorías sobre la preparación de estos ataques, sus protagonistas y la supuesta negligencia de las autoridades de inteligencia estadounidense.

El suceso alteró los protocolos de seguridad en los aeropuertos y desató la invasión de las fuerzas armadas estadounidenses a Afganistán, ocupación que apenas hace un mes se dio por terminada y produjo el regreso de los talibanes al poder. 

“Fue una conmoción desde lo personal, entre el pánico, la conciencia de vulnerabilidad y la indignación, hasta lo gubernamental, en cuanto revelación de vulnerabilidad e incertidumbres en materia de seguridad nacional”. dijo la internacionalista Elsa Cardozo. 

Cardozo expuso que aún hay decenas de preguntas sobre los hechos. “Ha habido desde entonces mucho análisis ex post facto sobre las señales no atendidas, los errores y omisiones en las políticas de seguridad y la idea de invulnerabilidad cultivada desde la superioridad de Estados Unidos como potencia militar tras la disolución de la Unión Soviética y la primera Guerra del Golfo”.

Esa mañana siniestra 

Tres cuartos de hora después de haber despegado del aeropuerto internacional de Logan en Boston (a las 8:46 de la mañana), el vuelo 11 de American Airlines con destino a Los Ángeles y con 92 personas a bordo se estrelló contra la torre norte del World Trade Center en Manhattan. Al principio, los organismos de inteligencia y los medios de comunicación pensaban que se trataba de un accidente, pero el impacto de un segundo avión contra la torre sur del complejo 15 minutos después les hizo caer en cuenta de que la nación estaba bajo ataque. El vuelo 175 de United Airlines, que chocó contra la torre sur, también partió de Boston hacia Los Ángeles y llevaba a bordo 65 personas. 

Luego de una hora del primer atentado, el vuelo 77 de American Airlines que iba de Washington hacia Los Ángeles con 64 personas impacta contra una de las alas del Pentágono, sede militar ubicada en la capital estadounidense y a las 10 de la mañana, la aeronave 93 de United Airlines con 44 personas, cuyo destino era la Casa Blanca, se precipita a tierra en un campo de la localidad de Shanksville, Pensilvania.

Aparentemente, los pasajeros dominaron a los secuestradores e hicieron que el aparato cayera antes de llegar al hogar del presidente de los Estados Unidos.

Mientras todo esto sucedía, el entonces mandatario George W. Bush se encontraba en una actividad con niños en una escuela en Sarasota, Florida. Antes del mediodía de ese 11 de septiembre, las dos torres habían colapsado, ordenaron a todos los vuelos sobre cielo estadounidense aterrizar en el aeropuerto más cercano. El Congreso, la Casa Blanca y el edificio de la Organización de las Naciones Unidas fueron evacuados y Bush declaró “alerta máxima”. 

“Hubo efectos inmediatos y consecuencias mundiales que aún no cesan de manifestarse humana, material e institucionalmente, así lo revelaron las expresiones de solidaridad y los acuerdos y resoluciones internacionales con apoyos de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU, para responder a esos ataques y promover cooperación para prevenir y evitar nuevos atentados”, indicó Cardozo. 

Los responsables

Apenas 72 horas después de los atentados, el FBI identificó a los 19 secuestradores que formaron parte de la operación y revelaron su vinculación con la célula terrorista Al Qaeda y su líder, Osama Bin Laden

En un comunicado que emitió la cadena Al Jazeera, Bin Laden negó su participación en el 11S, pero en noviembre de 2001 soldados estadounidenses encontraron una cinta de video en la ciudad afgana de Jalalabad donde este habla de los ataques y sus implicaciones.

Según funcionarios de inteligencia estadounidense en principio planeaban secuestrar doce aviones para estrellarlos contra las torres gemelas, el Pentágono, la Casa Blanca, el Capitolio, el Empire State en Nueva York, la torre Sears en Chicago y otros cuatro edificios en Boston, Los Ángeles, San Francisco y Seattle

Luego del 11S, Estados Unidos emprendió una guerra al terrorismo que no solo abarcó la ocupación a Afganistán por parte de tropas americanas sino la caceria y posterior muerte a Bin Laden diez años después de los sucesos, el 2 de mayo de 2011, durante el mandato del presidente, Barack Obama. 

La internacionalista Elsa Cardozo aseveró que los atentados del 11S modificaron la política internacional estadounidense.

“En primer lugar, alentó la movilización colectiva, a través de las Naciones Unidas, ante un problema de seguridad propia y mundial, estimuló prevenciones, definiciones y medidas que alentaron confusión y radicalismos frente al mundo islámico y desde éste y en tercer lugar, pero de mucha gravedad, las violaciones de derechos humanos en la guerra contra el terrorismo restaron eficacia y legitimidad a las acciones de la alianza occidental y al liderazgo de Estados Unidos, particularmente en Irak y en Afganistán”, sostuvo Cardozo.

Las consecuencias

Además de los casi 3 mil muertos, 24 desaparecidos y 25 mil heridos, los atentados terroristas del 11S dejaron pérdidas económicas por un aproximado de 10 mil millones de dólares y la adopción de una férrea política de seguridad en aeropuertos y terminales marítimas y terrestres en Estados Unidos.  

La economía americana entró en fase de recesión, bajó la demanda de vuelos comerciales y el consumo, especialmente en sitios con alta concentración de gente. Para aliviar la situación, el Congreso estadounidense aprobó 15 mil millones de dólares para el sector aéreo y adelantó un recorte a los impuestos. 

El polvo originado por las miles de toneladas de escombros causaron enfermedades respiratorias en centenas de personas. Familiares de la cantante Donna Summer dijeron que la muerte de ésta a causa de un cáncer de pulmón en mayo de 2012 se produjo debido a la inhalación de gases tóxicos luego del derrumbe de las torres gemelas. 

Los atentados también ocasionaron daños en la salud mental de los estadounidenses, especialmente en la de los neoyorquinos, acostumbrados a asistir a lugares concurridos donde hay una economía pujante. 

“Las consecuencias se extienden hasta el presente, como lo remueven, para la memoria de la inseguridad y para las políticas de seguridad, la persistencia de ramificaciones de Al Qaeda en la península arábiga, Siria, Libia, el Magreb musulmán e India, así como los temores de su fortalecimiento en Afganistán. De modo menos directo, la huella de aquellos ataques también se encuentra en la dificultad para desarrollar políticas y cooperación internacional en materia de seguridad y de atención al desafío migratorio para evitar el aliento a radicalismos y actitudes antioccidentales”, opina la experta. 

Según Cardozo, el regreso de los talibanes al poder en Afganistán pone en alerta a las naciones de occidente, especialmente al gobierno de Estados Unidos, en torno a una posible nueva amenaza terrorista.

“Ese es un fundado temor, visiblemente confirmado desde el atentado en el aeropuerto de Kabul perpetrado el pasado 26 de agosto por el llamado Isis-K (la vertiente afgana del estado islamico). Fue un ataque no solo contra la operación de evacuación organizada por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, sino también contra el propio régimen de los talibanes, con quienes llevan tiempo enfrentados, cada vez con más frecuencia y violencia. De allí que quepa esperar tanto más enfrentamientos en Afganistán como la continuación del fortalecimiento del Isis-K”.