Carolina Jaimes Branger, autor en Runrun

Carolina Jaimes Branger

Simón y nosotros, por Carolina Jaimes Branger
En el medio de la película Simón quise salirme… Estaba reviviendo uno de los peores momentos de nuestra historia. Dramático. Doloroso. Vergonzoso

 

@cjaimesb

Yo soy llorona y lloro con cierta frecuencia. No siempre de tristeza… Más bien diría que llorar de tristeza, por fortuna, es la menos frecuente de todas. Lloro de alegría, de risa, de emoción, la mayoría de las veces. Pero cuando me duele el alma, siento que llorar es la única manera de lavar mi sufrimiento. Y sollozo. Se me corta la respiración, otras veces hiperventilo. Algo así como un intento -en la mayoría de las ocasiones infructuoso- de que el río de lágrimas se lleve las tragedias. Y esto último me pasó cuando vi la película Simón…

En el medio de la película quise salirme… Estaba reviviendo uno de los peores momentos de nuestra historia. Dramático. Doloroso. Vergonzoso. Me faltaba el aire… Trataba de domar mis lágrimas, pero qué va… Salían a borbotones.

Me encuentro hoy viernes 15 de septiembre, mientras escribo estas líneas, un hilo en X de mi amiga Olga Krnjajsky, mejor conocida como OlgaK. La mejor reflexión que he leído sobre la película, y la quiero compartir con ustedes, mis lectores, porque ella puso en palabras lo que yo quiero decir y lo tengo atarugado… Mis comentarios en cursiva:

#Simón

25 años en 99 minutos.

Me parece que no todos vimos la misma película. Definitivamente… Pero al menos, en la sala de cine donde yo la vi, en Caracas, casi todos salimos estremecidos, hecho que me alivió.

Denuncia la soberbia, pero no acusa a nadie. Tal vez la mejor manera de denunciar y una de las razones, quizás, por la que no la censuraron “por ahora”.

Expone la crueldad y no apela al morbo. Ciertamente, es una de las fortalezas de la película.

Los errores que llevan a la tragedia no se analizan, están. Los venezolanos deberíamos conocerlos y reconocerlos todos, pero no estoy segura de que este sea el caso general.

La maldad es tan cruda que no se la cuestiona, es lo que hay. Por eso duele tanto.

El miedo que aprieta el pecho es un viejo conocido, me sorprende con fuerza en una butaca en Madrid. Ese dolor de patria, aunque no vivas en Venezuela, es una herida abierta que duele y vuelve a doler. La tragedia no se llama Maduro. La bondad no viene de quien condujo a la tragedia. ¿Te has preguntado dónde está la bondad hoy en Venezuela? Un pueblo en estatus de supervivencia como el nuestro, puede darse pocos lujos. Y ser bondadoso es un lujo en estos tiempos de soledad y cinismo.

La travesía de Simón es solitaria. Hay muchos Simón. Todos van en solitario porque los dejaron solos. A todos. Y esos que los dejaron solos también estaban en la sala. No me explico qué celebraban. El final es un coñazo. No se los cuento para no hacer spoiler y que lo vean con sus ojos, no los míos. No entiendo a los que salen diciendo “que bella película”. Bella no es la palabra. Esto me sacudió y me recordó lo banales que pueden ser los venezolanos. Y no me incluyo en esta frase, porque dentro de mis muchos defectos, por fortuna, no está la banalidad. Pero la reconozco y me subleva.

No entiendo cómo ciertos “personajes”, y los radicales d’habitude no salieron avergonzados de la sala. Por el contrario, salieron congratulándose mutuamente y hasta twittearon alabanzas a la película. No entiendo cómo no entendieron. En ese no entender de los que dejaron solo a Simón, entiendo por qué seguimos en esto. Y esa es una de las causas principales de nuestra tragedia… Pero creo que sí entienden… solo que es más fácil hacerse los desentendidos, una manera de evadir responsabilidades y culpas…

Hay ausencias en la película y solo las comento como eso, ausencias.

  1. No hay padres ni madres. Ni uno. Esos que lloraron miedo y sudaban pánico cuando salían sus hijos azuzados por irresponsables de egolatría criminal, que los llamaban héroes mientras campaneaban el güisquicito… a salvo ellos y sus hijos. Brutal esta frase, pero por desgracia, esa ha sido la historia de nuestro país. Esos padres que se endeudaron para pagar protección al chamo preso y para sacarlo del país y siguen sudando miedo y miseria por ello. No están.
  2. No están los que atizaban a los chamos llamándolos héroes y se tomaban luego la foto en el entierro, pero nunca tendieron una mano a los presos. Los usaron y también los dejaron morir. Porque perder el futuro es también una forma de morir. Los venezolanos hemos muerto de muchas maneras…
  3. Simón está solo con sus demonios, su miedo, su culpa, su perdón…y su mañana flanqueado de signos de interrogación. Como están tantos, como está nuestro futuro.
  4. No están los que se opusieron a ese absurdo inmoral e imperdonable de atizar a los escuderos de cartón frente a las tanquetas, el fuego y el plomo. Su voz fue y sigue siendo apagada para que no se escuche. Y, Dios nos guarde, resulta que algunos siguen queriendo más muertos. No sé si está Dios para guardarnos… pareciera que hace rato se fue de Venezuela…
  5. No está Venezuela. Aunque no lo crean. Está Miami, sus aguas, su perfil de palmeras y edificios. Venezuela es humo, gritos, banderas, batallas, cárcel y excrementos, oscuridad, mosquitos, ruido de golpes, sangre, militares y… más militares. ¿Dónde queda Venezuela hoy, en 2023? Queda en el exilio. Queda en las cárceles. Queda en los cementerios…

¿Quién ataja esa angustia? Nadie…

La pureza de Vicentini cuando conversó con el público me conmovió. Nos estremeció a todos. A mí también… Tuve el privilegio de entrevistarlo para mi programa Rompecabezas de EVTV Miami, y sentí en él precisamente lo que necesitamos en Venezuela, pero que ya no está porque se marchó…

Sí, ese chamo es puro y desde su pureza expuso con más claridad que nadie, nuestra desgracia.

Decir que la desgracia es Maduro es una simplificación inaceptable luego de 25 años. La desgracia es no ser una sociedad responsable, consistente y enfocada enfrentando la maldad y por eso ella sigue al mando. El militar lo llama monigote. Sabe bien lo que dice. Nada que añadir… lapidariamente cierta esa oración.

La película es una bofetada a esa oposición que se llena la boca denominándose radical y en su haber solo se cuentan fracasos y muertes. Y más años de gracia para el régimen. Cuando Vicentini, con la voz quebrada -literalmente- respondiendo a una pregunta, dice que se ha sentido culpable por no haber estado dando la batalla en las calles, hice un esfuerzo titánico para no gritarle y decirle desde mis entrañas de madre “Gracias, gracias hijo por no haber sido carne de cañón y en cambio presentarnos a tu Simón que ahora es nuestro”. Yo lo hice por ti en la entrevista…

Carne de cañón…cuánta infamia en tres palabras. Más Vicentinis…eso es lo que necesitamos. Pero esos Vicentinis que necesitamos, los que quedaron, terminaron yéndose todos. Unos en avión, otros en transporte público, otros a pie… ¡Pobre país del que se van sus jóvenes!

No quiero pensar en los que enterramos y solo quedaron para carne de cañón. Cuando la película acabe, atrapen al punto la última escena. Piensenla, porque entre tantas emociones, se escapa. Es un ladrillo. Y hay que tragarlo. Es un ladrillo repito. Y hay que tragarlo. No hay soda con que tomárselo. ¿Por qué no han censurado la película? ¿En serio?… ¿se lo preguntan…? Piensen de nuevo. Hago mía esta petición… piensen por qué no la censuraron… Gracias, querida OlgaK por tu sensatez tan necesaria en estos momentos.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Para Tatá, María, Cheché y Adilia, por Carolina Jaimes Branger
Para ustedes, que me enseñaron que los nexos más fuertes que existen no son los nexos de la sangre, sino los nexos del espíritu

 

@cjaimesb

Para ustedes, a quienes tal vez nadie les escribió una carta. Para ustedes, que no tuvieron hijos por cuidar los hijos de otros. Para ustedes, que iluminaron mi infancia con su presencia, su dulzura y su sencillez. Para ustedes, almas puras que, a pesar de haber sufrido, padecido carencias y pasado trabajo, siempre fueron fuentes de amor.

Para ti, querida Tatá, que nos sentiste tus nietos porque éramos hijos de mi mamá, la solitaria niñita que te entregaron para que cuidaras, porque mi abuela siempre tenía jaqueca. Para ti, que llenaste de amor su vacío, que le diste seguridad y compañía. Para ti, que te sentabas como un fiscal al lado de nuestras cunas y que más tarde, ya viejita, venías a mi cuarto atendiendo mis gritos de “¡Tatáaaaaa, apúrateee!” y llegabas con toda la rapidez que la precariedad de tu caminar lento te permitía.

Nunca te dije cuánto agradecí que te sentaras al lado de mi cama y me agarraras la mano hasta que finalmente me dormía, aterrada por la bruja de Blancanieves, la del Niño Mago o de cualquier otra bruja o monstruo que usualmente aparecía a la hora de dormirme. No sé cuántas horas pasabas sin moverte, esperando que mi sueño profundo finalmente soltara tus dedos. Para ti, mi querida Tatá, que me regalaste una Barbie porque sabías que me gustaban, aunque pensabas que “eran las muñecas más feas del mundo”. Para ti, que nos acompañabas a almorzar cuando todavía no nos sentábamos en la mesa de “los grandes”. Para ti, que nunca quisiste ser una carga para nadie, cuando habías cargado con todos nosotros.

Para ti, querida María, que nos preparabas la avena más deliciosa que jamás hayamos comido. Para ti, que nos hacías “periquito” con los huevitos criollos de tu gallinero y jamás permitiste que mi mamá te los pagara. Para ti, que nos hacías reír a carcajadas cuando “guillotinabas” el queso blanco con el cuchillo, a pesar de las constantes quejas de mi abuela, o cuando te negaste a creer que el hombre había llegado a la Luna porque te asomaste en el patio, viste al cielo y sentenciaste que “ahí no había nadie”. Para ti, mi querida María, que fuiste una mujer tan trabajadora y, sobre todo, tan honesta. Para ti, que criaste a tus sobrinos para que fueran hombres y mujeres de bien. Para ti, que nos servías la comida y estabas pendiente de que nos comiéramos todo y hacías pasar pena a nuestros amigos cuando les golpeabas la espalda y les decías con autoridad: “¡sírvase!” ¿Alguna vez te dije que a mí también me hiciste comer cosas que no me gustaban? No sabes cuánto me alegra poder haberte dicho cuánto te quise. Aún recuerdo los abrazos apretados que les dabas a mis hijas cuando íbamos a visitarte.

Para ti, querida Cheché, mi negra adorada, buena, divertida. Para ti que fuiste la mejor compañera de juegos porque jugabas como una niña… Ahora me doy cuenta de que nunca dejaste de serlo. Para ti, que habías comprado la blusa “al lado de donde habías comprado la falda” y la falda “al lado de donde habías comprado la blusa”. Para ti, que preparabas las comidas más divinas pero cuyas recetas te llevaste contigo porque jamás pudiste dar una. Y es que una gelatina, querida Cheché, no lleva “una sopera de azúcar”. Para ti, que te ponías perfume cuando te iban a tomar una foto. Para ti, que nos dejabas curucutear tu cuarto, y hasta tocar la foto de Jorge Negrete, aunque nunca te creímos que era tu novio. Para ti, mi querida Cheché, que inventaste el juego más divertido que niño alguno haya jugado, aquél que se llamaba “escoba, escoba”. Para ti, que pedías que te enterraran en una urna blanca “porque las urnas negras eran para los muertos”.

Y esta carta también es para ti, querida Adilia. Porque tú nos acompañabas a las piñatas cuando no teníamos cargadora y siempre conseguías extra tequeños. Para ti, que hacías los chorizos más divinos y los roast beefs más detestables. Para ti, que siempre estabas pendiente de que nuestro perro comiera. Para ti, que traías “de la calle” los cuentos más insólitos que habíamos escuchado. Para ti, mi querida Adilia, que jamás me acusaste las veces que lancé tierra en la comida que tú estabas preparando y que siempre me regalabas ingredientes para mis tempranas incursiones culinarias. Para ustedes, Tatá, María, Cheché y Adilia, porque forman parte de los recuerdos más bellos de mi vida.

Para ustedes, que me enseñaron que los nexos más fuertes que existen no son los nexos de la sangre, sino los nexos del espíritu.

Para ustedes, a quienes quise, quiero y querré siempre.

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Carlos Canache Mata o el deber ser de un político, por Carolina Jaimes Branger
La vida sencilla del Dr. Carlos Canache Mata y su compromiso con el bienestar de la sociedad son ejemplos que trascienden su tiempo

 

@cjaimesb

El pasado 26 de agosto, cuando las noticias en Venezuela dieron cuenta del fallecimiento del Dr. Carlos Canache Mata, el historiador Elías Pino Iturrieta escribió en su cuenta de X (Twitter) uno de los más grandes elogios que se le pueden hacer a un político: “En una ocasión que debo recordar hoy, el doctor Canache cambió una cita que teníamos porque debía repartir unas hallacas que hacían en su casa para redondearse la Navidad. Mayor modestia y mayor testimonio de honradez son difíciles de encontrar en un político de la actualidad”.

Y ciertamente, Carlos Canache Mata fue un médico y abogado que dejó su huella en la política venezolana. Su compromiso con el servicio público lo llevó a postularse como parlamentario, donde trabajó incansablemente por el bienestar de sus compatriotas. Desde que decidió desviar su camino profesional hacia la política, marcó su buen hacer, no solo en el ámbito parlamentario, sino también –y por supuesto– en su partido, Acción Democrática.

Dentro de las filas del entonces el partido político más influyente en Venezuela, Carlos Canache Mata emergió como una figura prominente junto con otros líderes destacados como Octavio Lepage, Luis Manuel Peñalver y Luis Piñerúa. Juntos, desempeñaron un papel fundamental en la redacción del código de ética del partido, un documento que buscaba establecer altos estándares morales para sus miembros y promover la transparencia en la política.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Canache Mata y sus colegas, muchos militantes del partido ignoraron el código de ética de Acción Democrática. Aunque decepcionante, esto no disminuyó la convicción de Canache de que la política no debía ser utilizada como una herramienta para enriquecerse personalmente, sino como un medio para servir a los demás. Y así lo hizo: falleció sin acumular riquezas a lo largo de su vida.

Canache Mata permaneció fiel a su creencia de que la política era una oportunidad para hacer el bien y marcar la diferencia en la sociedad. Tuve el honor de que me haya considerado su amiga, porque fui testigo de cómo, a lo largo de su carrera política, se destacó por su compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos humanos. Su legado está en la inspiración que dejó a los demás para que se involucren en la política con integridad y un genuino deseo de servir. Su vida sencilla y modesta refleja su convicción de que el verdadero valor de la política radica en el impacto positivo que se puede tener en la vida de las personas y no en la acumulación de riquezas personales. Por eso dejó un legado de servicio y compromiso con la ética en la política.

A pesar de las dificultades que enfrentó, su convicción de que la política era un medio para servir a los demás nunca flaqueó.

Su vida sencilla y su compromiso con el bienestar de la sociedad son ejemplos que trascienden su tiempo y –espero– continuarán inspirando a otros a participar en la política con integridad y vocación de servicio.

Quiero terminar haciendo mías las palabras de Thays Peñalver: “La política es para la gente de bien, para los honestos y los que tienen compromiso con su país. La política es para coadyuvar al bien común, ser útil a la gente, dejar huella y sobre todo actuar siempre como un buen padre de familia. Carlos Canache Mata podrá descansar en paz”.

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Optar por la valentía moral, por Carolina Jaimes Branger
En tiempos de adversidad y desafíos, surge una cualidad que destaca entre todas: la valentía moral. Es el acto de coraje que va más allá de los límites físicos. Los héroes reales de Transatlantic lo certifican  

 

@cjaimesb

En memoria de mi querida Marianne Beker

Acabo de terminar de ver la serie Transatlantic en Netflix, que narra –con ciertas libertades en el guion- la historia real de dos estadounidenses, Varian Fry y Mary Jayne Gold, dos personas que tuvieron un valiente desempeño durante la Segunda Guerra Mundial en Marsella, Francia, entre 1940 y 1941. Juntos desempeñaron un papel crucial al salvar la vida de cientos de artistas, escritores e intelectuales perseguidos por el régimen nazi en Europa. El mundo les debe haber rescatado para la Humanidad un acervo de cultura y ciencia inconmensurable.

Varian Fry fue un periodista y escritor estadounidense. En 1940, fundó la Emergency Rescue Committee (Comité de Rescate de Emergencia) en Marsella, Francia, con el objetivo de ayudar a aquellos que eran perseguidos por los nazis y que buscaban escapar de Europa. Trabajaba en una oficina pequeña, con pocos ayudantes y presupuesto limitado. Fry arriesgó su propia vida al proporcionar pasaportes falsos, dinero y visas de salida a muchos refugiados. En esa tarea contó con la ayuda de Hiram Bingham IV, vicecónsul de los Estados Unidos en Marsella, quien en total ayudó a salir tanto de Lituania como de Francia a unos 2500 judíos.

Mary Jayne Gold fue una de las colaboradoras más cercanas de Fry. Una joven perteneciente a la alta sociedad de Chicago, estudiaba arte en París cuando los nazis invadieron la ciudad. Se fue a Marsella, entonces controlada por el tristemente célebre gobierno de Vichy. Allá trabajó incansablemente junto a Fry en la organización y logística de las operaciones de rescate. Gold ayudó a identificar a los refugiados en peligro y a coordinar su escape, a menudo enfrentándose a la burocracia y a las autoridades hostiles y patrocinando con su propio peculio los gastos operativos.

Ambos fueron responsables de rescatar y facilitar la huida de personas notables como Marc Chagall, Max Ernst, Hannah Arendt, Marcel Duchamp, André Breton, Walter Mehring, Walter Benjamin, Otto Meyerhoff (Premio Nobel de Medicina), Jacques Lipchitz y muchos otros. Su quehacer valiente y arriesgado permitió que estos individuos encontraran refugio en Estados Unidos y otros países seguros. La labor de Varian Fry y Mary Jayne Gold fue poco reconocida en su momento, pero su impacto en la historia fue enorme. Su valentía y compromiso con la defensa de los derechos humanos son un recordatorio de la importancia de ayudar a aquellos que enfrentan persecución y opresión, y, sobre todo, el ejemplo de que todos podemos siempre hacer algo.

Y es que, en tiempos de adversidad y desafíos, surge una cualidad que destaca entre todas: la valentía moral. Es el acto de coraje que va más allá de los límites físicos y se adentra en el terreno de la integridad y la ética.

La valentía moral se manifiesta cuando una persona se enfrenta a situaciones difíciles, riesgosas o injustas, y elige actuar en consonancia con sus principios y valores, incluso cuando eso conlleva enfrentar consecuencias adversas. No solo tiene un impacto en el individuo que la posee, sino que también puede inspirar a otros a actuar de manera similar. La valentía moral es contagiosa y puede generar un efecto dominó que inspire a más personas a actuar con integridad y coraje.

Cuando individuos valientes se unen y trabajan juntos, pueden generar cambios significativos en la sociedad. Desde líderes que luchan por los derechos humanos hasta personas comunes que defienden la igualdad y la justicia en su comunidad, la valentía moral es la chispa que enciende la llama de la transformación positiva. Optar por la valentía moral es el poderoso acto de enfrentar la injusticia, desafiar el conformismo y actuar en consonancia con los principios y valores fundamentales. Aquellos que la poseen son faros de luz en tiempos oscuros y su influencia puede marcar una diferencia significativa en nuestra sociedad.

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Milei: otro narcisista más, una oportunidad menos, por Carolina Jaimes Branger
De la noche a la mañana, Milei es otro ejemplo de que el péndulo en América Latina va de la extrema izquierda a la extrema derecha

 

@cjaimesb

A lo largo de toda la historia hubo y sigue habiendo muchos políticos con personalidades narcisistas. Los siglos XX y XXI no han sido excepción. Para muestra, algunos ejemplos:

  • Adolf Hitler, el líder del partido nazi en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial tenía una personalidad narcisista extrema, mostrando un sentido de su “yo grandioso”, una necesidad de admiración que no conocía límites, así como una arrogancia y una falta de empatía absoluta hacia los demás.
  • Benito Mussolini, el caudillo fascista de Italia durante la primera mitad del siglo XX, se destacó por el culto a su personalidad, su autoritarismo y su búsqueda de poder absoluto.
  • Muammar Gaddafi, quien mandó Libia con mano férrea desde 1969 hasta 2011, exhibió rasgos narcisistas en su liderazgo autoritario, reflejados en su búsqueda de atención global y su extravagante estilo de vida personal.
  • Hugo Chávez, “mitómano, megalómano, fabulador, compulsivo, narcisista, carismático, seductor, envidioso, carente de escrúpulos”, fueron algunos de los rasgos que unos cinco psiquiatras venezolanos le atribuyeron, cuando llevaba casi doce años en el poder…
  • Silvio Berlusconi, recién fallecido, fue primer ministro de Italia, un empresario multimillonario y propietario de medios de comunicación. Berlusconi mostró una personalidad narcisista a través de su búsqueda de poder político y su comportamiento extravagante.
  • Donald Trump, 45º presidente de los Estados Unidos, se ha destacado ampliamente por su personalidad narcisista, manifestada en su necesidad de atención constante, su sentido grandioso de sí mismo, su desprecio y falta de empatía hacia los demás.

Y ahora, como si fuera poco, aparece otro narcisista, el argentino Javier Milei, quien acaba de ganar las primarias en su país. El diario La Nación refiere que “las 16 provincias en las que prevaleció Milei fueron 16 sorpresas que dan cuenta de la magnitud de lo inesperado: en todas ellas, cuando se celebraron las elecciones provinciales, los candidatos liberales, directa o indirectamente vinculados con Milei, habían tenido resultados modestos o rotundos fracasos”.

El hecho puede deberse a que ya las elecciones para gobernadores e intendentes se habían realizado, y aparentemente, los que ya habían ganado, no movieron a sus votantes y, en vez, se quedaron dormidos en sus laureles. Y conste que eso me alegra, porque detesto al kirchnerismo. Pero no creo que Milei sea la solución tampoco.

De la noche a la mañana, es otro ejemplo de que el péndulo en América Latina va de la extrema izquierda a la extrema derecha. Y ese péndulo muy pocas veces se ha detenido en el centro. ¡Qué desgracia! ¡Pobre Argentina! Desde que Perón asumió el poder por primera vez, con Evita a su lado, otra personalidad narcisista e histriónica, el país austral no ha levantado cabeza.

Ahí tenemos a Milei haciendo alarde de su gran sentido de autoimportancia, exagerando sus logros y capacidades, y esperando que le sean reconocidas como superiores sin siquiera haber demostrado méritos sobresalientes. Por supuesto, es obvio en él su necesidad constante de admiración: busca ser el centro de atención mediante actitudes histriónicas y espera elogios constantes.

Espero que no lo veamos explotando a los demás y buscando obtener beneficios personales, sin importarle las consecuencias, igualito al difunto Néstor Kirchner y a la vieja Cristina. Pero me temo que, de ganar, Milei no será lo opuesto al kirchnerismo, algo que tanto se necesita, sino un narcisista más que jamás verá sus problemas, y, como tantos otros, pensará que en todo lo que se le ocurra, tendrá razón, como era Hugo Chávez. Y eso que lo que hemos visto de él, hasta ahora, es la punta del iceberg.

Y es que, aunque los narcisistas pueden mostrar una imagen de superioridad, a menudo tienen una fragilidad subyacente y pueden experimentar envidia hacia los demás o sentirse amenazados por aquellos que perciben como más exitosos o talentosos.

Es importante destacar que la personalidad narcisista en sí misma no implica automáticamente una enfermedad mental en todos los casos, sino un trastorno de la personalidad cuando los rasgos son inflexibles, persistentes y causan un deterioro significativo en la vida de la persona y en sus relaciones.

Como expliqué a través de los ejemplos que cité al principio de este artículo, la personalidad narcisista se caracteriza por un patrón generalizado de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía hacia los demás. Lo cierto es que en el mundo no necesitamos ni uno más…

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Mariela Pérez Branger: amor venezolano en República Dominicana, por Carolina Jaimes Branger
Después de más de 50 años viviendo en la República Dominicana, Mariela Pérez Branger ha dejado una huella imborrable al construir un moderno hospital, CEMDOE

 

@cjaimesb

En un mundo en constante cambio, donde las fronteras se desvanecen y las culturas se entremezclan, a veces encontramos personas que se convierten en verdaderos ejemplos de amor y servicio. Mariela Pérez Branger es una de ellas. La conozco bien porque es mi prima. Muchos venezolanos, de mi generación y mayores que yo, la recuerdan como la venezolana que, hasta 1967, estuvo más cerca de convertirse en Miss Universo.

Muchos caraqueños también la recuerdan porque la noche de aquel memorable concurso, fue el terremoto de Caracas. Pero después de aquellos eventos, pocos saben qué fue de ella. Les cuento, porque vale la pena que conozcan su historia, tan bella como lo es ella.

Mariela se casó con un dominicano, José Vicini, a quien conoció cuando trabajaba como modelo en Nueva York. A lo largo de los años, Mariela, la persona más generosa que he conocido en mi vida, se convirtió en una parte integral de la comunidad dominicana, involucrándose activamente en diversas iniciativas para mejorar la calidad de vida de las personas que la rodeaban.

Después de más de 50 años viviendo en la República Dominicana, ha dejado una huella imborrable al construir un moderno hospital, CEMDOE, Centro Médico de Diabetes, Obesidad y otras Especialidades. Lo fundó para que existiera un sitio dónde tratar el pie diabético y otras complicaciones de la diabetes, por iniciativa de un médico amigo suyo, el dominicano nacido en Cuba, Pedro Mena. Este le comentó, con preocupación, que la solución más frecuente al pie diabético era la amputación. Eso encendió las alarmas de Mariela, quien de inmediato se fajó a trabajar. La diabetes, una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo, se convirtió en su causa personal.

Hace 14 años, ella le propuso al doctor Mena que dedicaran al menos un día a la semana a ver a esos pacientes. Cuando el flujo de personas era indetenible, Mariela, consciente de la necesidad de un enfoque especializado en el tratamiento del pie diabético y otras complicaciones relacionadas con la diabetes, decidió tomar medidas concretas. Habló con sus hijos José Leopoldo y Marco Antonio Vicini Pérez y les manifestó su deseo de donar un hospital especializado donde se trataran estos males. Los muchachos no lo dudaron y se convirtieron en sus mejores aliados en la fundación, construcción y patrocinio del hospital. Utilizando sus propios recursos y con el apoyo y la sapiencia del doctor Mena, construyeron un moderno hospital especializado en el tratamiento de estas afecciones. Su visión era crear un centro de excelencia médica que brindara atención integral y de vanguardia a los pacientes diabéticos.

Recientemente, este hospital recibió la prestigiosa certificación del Joint Commission International, una organización reconocida en el mundo por su riguroso proceso de evaluación y acreditación de la calidad en la atención médica; y un testimonio del compromiso de Mariela, sus hijos y su equipo con los más altos estándares de excelencia, seguridad y atención al paciente. El suyo es un reconocimiento que destaca la excelencia en la atención médica. La historia de Mariela es un testimonio inspirador de dedicación y generosidad hacia su país de adopción.

El CEMDOE, o «el hospital de Doña Mariela», como muchos le dicen, se convirtió rápidamente en un referente en el ámbito de la atención médica en República Dominicana y fuera de sus fronteras. Su enfoque multidisciplinario, combinado con tecnología de vanguardia y un equipo médico altamente capacitado, a la cabeza del cual está el médico argentino Gastón Gabin, ha permitido brindar tratamientos efectivos y de calidad a los pacientes. La atención integral abarca desde la prevención y el diagnóstico temprano hasta el tratamiento avanzado y la rehabilitación.

Mariela, una venezolana que encontró un hogar en la República Dominicana, ha dejado una huella imborrable en la sociedad a través de su dedicación y generosidad. Su hospital es un testimonio de su visión y su compromiso de retribuir a la comunidad que la acogió. La certificación del Joint Commission International es un reconocimiento bien merecido a la excelencia en la atención médica que se brinda en este centro.

La historia de Mariela Pérez Branger de Vicini nos recuerda que el amor y el servicio trascienden las fronteras y pueden marcar una diferencia significativa en la vida de las personas. Su legado inspira a otros a seguir su ejemplo, recordándonos que todos tenemos la capacidad de contribuir al bienestar de nuestras comunidades, sin importar nuestra procedencia. Mariela nos enseña que, con determinación y pasión, podemos construir un mundo mejor para todos.

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La cara e´ piedra de Rafael Ramírez, por Carolina Jaimes Branger
Nunca se me olvidará el discurso de Rafael Ramírez cuando repitió que “PDVSA era roja rojita, de arriba abajo”, como si fuera una gracia, cuando fue la consigna de nuestra desgracia

 

@cjaimesb

Leo en el artículo La privatización de PDVSA, un acto inconstitucional, de Rafael Ramírez, lo siguiente: “La existencia de PDVSA como empresa nacional, se remonta a 1976 y fue una conquista de todos los venezolanos, cuando la nacionalización de la industria petrolera puso fin al período concesionario; es decir, al control directo que, durante más de 66 años, las empresas transnacionales ejercieron sobre la producción de nuestro petróleo.

En ese período de nuestra historia, las transnacionales petroleras se llevaron más de 50 mil millones de barriles de petróleo, disfrutando de extraordinarias concesiones fiscales y durante muchos años, sin ni siquiera pagar impuestos.

Fueron los años del saqueo, de la apropiación de nuestra riqueza, transferida al capitalismo internacional, instalando el modelo rentista petrolero en el país, sumiendo al pueblo venezolano en la pobreza y la desigualdad, que ha caracterizado a nuestra sociedad desde entonces”.

Los años del verdadero saqueo, de la apropiación de nuestra riqueza, la instalación del modelo rentista que ha sumido al pueblo venezolano en la más extrema pobreza y desigualdad ocurrieron entre los años 2002 y 2013, cuando él se desempeñó como ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería y presidente de Petróleos de Venezuela. No puedo decir que me sorprenden sus palabras, porque si algo ha demostrado, es que tiene la cara de piedra de granito.

Durante el mandato de Ramírez, PDVSA se convirtió en un instrumento político del gobierno venezolano. La empresa fue utilizada para financiar programas políticos y mantener el control del poder. La politización de PDVSA llevó a la designación de funcionarios leales al gobierno en posiciones clave, en lugar de profesionales con experiencia en la industria petrolera. Nunca se me olvidará cuando en los días previos de las elecciones presidenciales de 2006, su discurso en el que aseguró que “PDVSA era roja rojita, de arriba a abajo”, palabras que luego repitió, como si fueran una gracia, cuando en realidad fueron la consigna de nuestra desgracia.

La gestión de Ramírez también se caracterizó por una falta de reconocimiento y valoración del talento que quedó dentro de PDVSA después de que Chávez despidiera a 24.000 de los empleados y obreros más calificados. Muchos profesionales capacitados y experimentados abandonaron la empresa debido a la politización, la falta de oportunidades y la falta de incentivos. Esta fuga de talento tuvo un impacto negativo en la capacidad de PDVSA para mantener y mejorar su producción de petróleo. Esta falta de transparencia y meritocracia debilitó la toma de decisiones y la eficiencia de la empresa.

Bajo su gestión también se observó una importante desinversión en la infraestructura y el mantenimiento de PDVSA. Los ingresos generados por la industria petrolera no se destinaron a modernizar y mejorar la infraestructura de la empresa, lo que resultó en una disminución de la producción y una mayor vulnerabilidad a los problemas técnicos. La falta de inversión a largo plazo debilitó la capacidad de PDVSA para responder a las demandas del mercado y mantener su competitividad.

También se denunciaron numerosos casos de corrupción y malversación de fondos dentro de PDVSA. Ramírez fue acusado de permitir y encubrir prácticas corruptas, incluyendo sobornos y desvío de fondos. Estos actos de corrupción no solo afectaron la integridad de la empresa, sino que también minaron su capacidad para invertir y mantener su operatividad.

El legado de Rafael Ramírez en PDVSA es uno de desinversión, corrupción y mala gestión. Su enfoque político y falta de transparencia debilitaron la empresa y contribuyeron a su caída, lo que a su vez afectó gravemente la economía venezolana. Cuando logremos salir de este horror que ha sido el chavomadurismo, si es que algún día salimos, es fundamental aprender de los errores del pasado y recordar a esos personajes oscuros, como Ramírez, que, sin un ápice de remordimiento, colaboraron a destruir lo mejor de nuestro país.

Para entonces, no sé si estaremos todavía a tiempo de buscar una gestión transparente, profesional y eficiente en el sector petrolero para revitalizar PDVSA y promover el desarrollo económico sostenible de Venezuela. Pero espero que sí lo estemos para verlos presos, a él y a los demás responsables, pagando por la destrucción que causaron, sus pésimos manejos y su corrupción sin límites.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Fui a ver Barbie y me gustó, por Carolina Jaimes Branger
Me gustó el enfoque que le dieron los productores a Barbie, al promover nuevos modelos y roles más inclusivos

 

@cjaimesb

En los años 50, el estereotipo predominante de las mujeres se centraba en roles tradicionales. Las expectativas sociales eran bastante específicas: se esperaba que fueran amas de casa dedicadas, con habilidades en la cocina y el cuidado de los hijos. La publicidad, sobre todo, las describía como femeninas, delicadas y obedientes, y las animaba a enfocarse en su apariencia y elegancia, aunque estuvieran realizando oficios domésticos.

No resultaba extraño ver anuncios donde una señora aparecía con un hermoso vestido, maquillada y entaconada, pasando aspiradora o limpiando baños. A menudo se promovía la idea de que el objetivo principal de una mujer era casarse, tener hijos y mantener la armonía en el hogar, aun cuando hubieran ido a la universidad.

Bajo estos preceptos, en 1959, nació quizás la muñeca más famosa del mundo: la Barbie. Fue creada por Ruth Handler y su esposo Elliot Handler quienes la presentaron en la Feria del Juguete de Nueva York de ese año, fabricada por la compañía Mattel. La idea de la muñeca Barbie surgió cuando Ruth Handler notó que su hija Barbara disfrutaba jugando con muñecas de papel que representaban mujeres adultas. De hecho, Barbie es el diminutivo de Bárbara.

La primera Barbie tenía pelo rubio peinado de peluquería, llevaba un traje de baño a rayas, sandalias de tacón alto y un exagerado maquillaje de ojos. Aunque al principio hubo algunas críticas y escepticismo, la muñeca se convirtió rápidamente en un éxito y cambió la industria del juguete para siempre. Yo me cuento entre los millones de niñas que jugaron –y siguen jugando– con Barbie hasta el cansancio.

A lo largo de los años, la muñeca evolucionó a medida que muchas mujeres desafiaron los roles de género tradicionales y lucharon por la igualdad. Así, Barbie ha representado una amplia gama de profesiones, estilos y culturas. Ha sido astronauta, médica, piloto, presidenta y muchas otras cosas. Además, ha tenido variados estilos, incluyendo distintos peinados, colores de cabello y tonos de piel y diferentes tipos de cuerpo, para promover la inclusión y la representación.

A pesar de las críticas, la Barbie ha dejado una huella significativa en la cultura popular y ha sido amada por generaciones de niñas en todo el mundo. Su influencia en la industria del juguete y su impacto en la sociedad la convierten en un ícono perdurable de la infancia y la imaginación.

Fui a ver la película que rompe récords de taquilla en muchas partes del mundo y lejos de lo que me esperaba –una película dulzona, meliflua y superficial– me sorprendió encontrarme con una cinta que desafía los estereotipos de género que, aún en el siglo XXI, continúan siendo una realidad que afecta a muchas personas, porque son creencias y expectativas arraigadas en la sociedad sobre cómo deben comportarse, pensar o actuar hombres y mujeres.

Y aunque ha habido avances significativos en la lucha por la igualdad de género, todavía persisten, limitando la libertad y el potencial de las personas. Por eso me gustó el enfoque que le dieron los productores, al promover nuevos modelos y roles más inclusivos, que permiten a las personas expresarse y desarrollarse de acuerdo con sus intereses y capacidades individuales, en lugar de verse limitadas por expectativas predefinidas.

Además, los escenarios son modernos y vibrantes, y ofrecen un universo visualmente cautivador. Las canciones son pegadizas y las coreografías, estupendas. El manejo de los temas de matriarcados y/o patriarcados se convierte en un tema de reflexión, como el de construir una sociedad más justa y equitativa, donde se valore a las personas por sus habilidades y talentos, en lugar de juzgarlas por su género. Bien por Mattel que, de manera sencilla, pero eficiente, logró enfatizar la importancia de seguir los sueños y creer en uno mismo, perseguir las pasiones y superar los obstáculos para lograr las metas.

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