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DDHH olvidados | Ariana Granadillo, tres veces injustamente detenida y torturada
Ariana Granadillo fue arbitrariamente detenida en tres oportunidades en menos de tres meses por cuerpos de seguridad del Estado. Fue víctima de tratos crueles, torturas y violencia de género

@ValeriaPedicini 

No una, ni dos. Ariana Granadillo ha sido desaparecida y arrestada tres veces por cuerpos de seguridad del Estado. ¿Su delito? Ser familiar del coronel retirado de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) Oswaldo García Palomo y encontrarse en su vivienda cuando efectivos fueron tras él. 

La joven de 21 años era estudiante de cuarto año de Medicina y hacía sus pasantías en el hospital Victorino Santaella de Los Teques, estado Miranda. Al ser oriundos de Monagas, los familiares del coronel le ofrecieron su vivienda en San Antonio de Los Altos para que pudiera asistir a sus prácticas en el centro de salud. Ariana apenas tenía una semana viviendo en la quinta cuando todo en su vida se vino abajo. 

Eran alrededor de las 11 de la mañana del 1 de febrero de 2018 cuando entre 20 y 30 hombres encapuchados, algunos uniformados con el logo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), entraron a la casa. Buscaban al coronel, acusado de delitos de terrorismo, conspiración y rebelión militar, pero se había ido dos días antes a una finca. En la residencia solo estaban la esposa de García Palomo, sus hijos, una prima de Ariana y ella. 

Inmediatamente, arremetieron contra la esposa y el hijo del coronel. “Los golpearon delante de nosotras, nos hicieron quedarnos en la sala de la casa y también empezaron con el interrogatorio”, cuenta Ariana. A su prima y a ella también las golpearon para que dieran información sobre el paradero del coronel. “Nos informaron que se le acusaba de terrorismo y traición a la patria. Les dimos las respuestas que teníamos: que no sabíamos por qué se les estaba acusando de eso”. 

Se llevaron detenidos a la esposa y al hijo del coronel. También sacaron pertenencias de la casa: ropas, dispositivos electrónicos, electrodomésticos. En la vivienda se quedaron la hija del coronel, su prima y Ariana. Antes de irse, los efectivos les dijeron que debían quedarse en la casa, que no podían salir; tampoco le dieron otra opción: dejaron un vehículo afuera de la vivienda para que no salieran. 

A pesar del susto, pensaron que ya estaban a salvo, que ya no habría problema. Pero al día siguiente regresaron por ellas. Sin orden judicial, las sacaron de la vivienda. La primera detención de Ariana. “Me llevaron con mi prima, nos dijeron que iban a hacer unas preguntas rápidas, que nos iba a llevar 30 minutos nada más y que luego nos regresaban a la casa. Ellos estaban conscientes que nosotras no teníamos nada que ver con el caso y fuimos”. 

Pero lo que parecía ser algo rápido, pronto se convirtió en el principio del terror que le tocaría vivir. “Nos pusieron una capucha a mitad de camino. Nos dijeron que desde ese momento, las cosas ya eran distintas, que ellos eran dueños de nuestras vidas y que teníamos que hacer todo lo que ellos nos pidieran”, dijo Ariana. 

Las obligaron a bajarse en un lugar, las hicieron subir tres tramos de escaleras y las tiraron en el piso de un baño, todavía encapuchadas y con las manos atadas detrás de la espalda. 

Uno de los efectivos que se quedó cuidándolas se acercó a Ariana, le puso una navaja en la cara y le dijo: “Te voy a quitar la capucha. Si me ves la cara, te voy a cortar”. La joven se quedó con los ojos fuertemente cerrados. El hombre comenzó a tocarle el pelo, el cuello y su pecho. 

En la madrugada, fueron a interrogarlas varias veces entre distintas personas. “Querían información del coronel, dónde estaba. Por nosotras vivir en la casa, ellos suponían que teníamos información de las reuniones, de las personas con las que se encontraba, de todos los planes que él tenía y realmente no. No teníamos ninguna información, pero eso no evitó que nos torturaran y que se hicieron muy difíciles todas las horas en ese lugar”. 

Ariana estuvo desaparecida por dos días, sus padres no sabían de su paradero. En aquella oportunidad la torturaron física y psicológicamente. La golpearon, le propinaron descargas eléctricas en las costillas, en las piernas, en el pecho y en la espalda. Hasta para ir al baño y cambiarse tenía que hacerlo frente a los hombres que estaban ahí. Uno de ellos fue quien la había tocado la primera vez. “Nos halaron por el cabello, nos dieron golpes por el abdomen. De eso quedaron hematomas de los golpes. Fue en repetidas ocasiones y de distintas maneras”. 

La pesadilla se hizo realidad

La segunda detención ocurrió el 24 de mayo. Los familiares del coronel salieron del país y, debido a las secuelas psicológicas por la primera desaparición, los padres de Ariana viajaron de Monagas hasta San Antonio de los Altos para hacerle compañía. “Los estudios se me hacían muy complicados, el trauma, la paranoia de volver a pasar por una situación similar. Y como me encontraba en el mismo sitio, el miedo seguía latente”. 

En esa oportunidad, Ariana estaba durmiendo cuando los efectivos fueron por ella. Obligaron al vigilante de la urbanización a tocarles la puerta para que el padre de Ariana abriera. Lo apuntaron y le preguntaron dónde estaban. “Nos buscaron sin despertarnos y nos hicieron bajar hasta la sala. Yo entré en un momento muy difícil cuando veo que eran las mismas personas, cuando veo que iba a volver a pasar por algo igual, algo que todavía no había superado”. 

Le dijeron que volverían a llevarsela para interrogarla. Alegaban que por el simple hecho de estar en esa casa la señalaban como una cómplice del caso que llevaban en contra del coronel. Pero no solo se la llevaron a ella, sino también a sus padres. 

Estuvieron siete días en una casa ubicada en Fuerte Tiuna, una urbanización militar. “Fue más rudo que la anterior. El interrogatorio fue más fuerte. Hubo asfixias en dos oportunidades. La primera sí la pude soportar, pero en la segunda perdí la conciencia”. De las cosas más duras fue escuchar cómo interrogaban y golpeaban a sus padres. 

El Foro Penal realizó la denuncia ante fiscalía el 29 de mayo por la desaparición de la familia. Y el 31 de mayo fueron liberados bajo amenazas, incluso no les permitieron volver a la casa en San Antonio ni sacar sus pertenencias.

Huir

Al liberarlos, sabían cuál era el siguiente paso: salir de Venezuela. Planearon todo para emigrar de forma regular en julio, pero por tercera vez detuvieron a la joven. “Iba con mis papás en un (autobús) Expreso. Cuando nos acercamos a la frontera en San Antonio del Táchira nos detuvieron en una alcabala. Nos hicieron entregar las identificaciones a todos y en ese momento, me llamaron a mí, me dijeron que había una orden de captura en mi contra”. 

Le explicaron que Ariana estaba acusada por instigación a la rebelión militar y traición a la patria, además de estar solicitada por un tribunal militar, a pesar de que ella es una civil. Por consejo de los abogados del Foro Penal, organización que llevaba su caso, los padres de Ariana cruzaron la frontera mientras ella fue llevada a Caracas por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC).

Según publicó en sus redes sociales el director del Cicpc, Douglas Rico, Ariana estaba solicitada por el Juzgado Militar Segundo de Control de Caracas de fecha 27 de mayo por el delito de rebelión militar.

“Tenía una orden de captura del 27 de mayo, de cuando ella se encontraba desaparecida. Nosotros denunciamos su desaparición en la fiscalía y llevan a esa causa”, explicó Romero.

“Estuvo unos ocho o nueve días en ese transcurso. Me llevaron a dos puntos del Cicpc, que fue el organismo que me detuvo. Tenía que compartir el espacio de celda con presas comunes. No me dieron derecho a ducharme o al alimento. Fueron días muy difíciles”, señala Ariana. 

Al quinto día después de su detención llegó a Caracas, al sitio donde la iban a recluir, mientras esperaba el juicio en tribunales. La liberaron con medidas cautelares, bajo régimen de presentación cada ocho días. 

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Ariana ni lo pensó dos veces: salió del país. Emigró de forma irregular, sin ningún documento de identidad que le permitiera volver a estudiar. Sin sus papeles de secundaria, su partida de nacimiento o cédula. “Yo salí de Venezuela sin absolutamente nada, porque todo ellos se lo llevaron en el allanamiento”. 

Para ella, haber abandonado su carrera ha sido una de las cosas más duras de haber pasado por esta situación. “En 2020 me hubiera graduado de Medicina y tuve que dejarlo todo. Se ha hecho muy complicado continuar con mis estudios, a pesar de que las ganas las tengo, por lo menos empezar una carrera desde cero. Pero no se ha podido porque obviamente al no contar con los papeles, no se puede”.

El caso de Ariana y su familia fue documentado para el informe de la Misión de Determinación de Hechos sobre Venezuela, donde se recopilaron actuaciones del Estado venezolano que formarían parte de una política de represión y conducta sistemática que constituiría crímenes de lesa humanidad.

“La Misión tiene motivos razonables para creer que Ariana Granadillo, Argenis Granadillo, Sorbay Padilla y al menos otros cinco familiares fueron objeto de detenciones arbitrarias, desaparición forzada a corto plazo y tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes. Además, la Misión tiene motivos razonables para creer que se perpetraron actos de violencia sexual contra Ariana Granadillo y Argenis Granadillo en forma de agresión sexual, amenazas de violación a familiares y amenazas de mutilación genital, como parte de la tortura perpetrada contra ellas”, reza el informe.