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La misoginia ilustrada vernácula
Nuestros flamantes intelectuales comparan las luchas reivindicativas de las mujeres con el nazismo ¡Nada más y nada menos!

 

@dhayanamatos

El título de este artículo puede generar cierta confusión y hacer que algunas personas, al leer “misoginia ilustrada”, crean que se va a hablar de los pensadores que, en el siglo XVIII, en el contexto de la Ilustración, razonaron su aversión hacia las mujeres mediante postulados que justificaban su condición de subordinación. Voy a hacer una breve referencia a estos señores, porque entre ellos están los llamados “padres” de la democracia moderna; la misma que, hasta el día de hoy, se sigue presentando como huérfana de “madres”; no porque no las tenga, sino porque los padres justificaron de una y mil maneras su inexistencia.

Entre estos padres destaca, sin lugar a dudas, Jean Jacques Rousseau, quien en su obra Emilio, o De la educación, justificó las desigualdades entre hombres y mujeres en una supuesta complementariedad entre los sexos y dejó claramente establecido que “el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre”. Agregó además otras perlitas: si a una mujer la ponen a elegir entre agujas e hilos para tejer, por un lado, y libros, por el otro, las mujeres “naturalmente” elegirán los primeros… Veo a más de un misógino asintiendo, incluso con reverencia, ante semejante afirmación.

Otro de los grandes ilustrados, Kant y su famosa frase sapere aude (atrévete a saber), que implicó sustentar el conocimiento en la razón y desechar el origen divino de este, no se quedó corto a la hora de denostar a las mujeres: le costaba creer que estas fueran capaces de tener principios (imagino la ovación –aplaudiendo y parados– de los misóginos, ¡clap!, ¡clap!, ¡bravo Immanuel!).

Así podemos nombrar muchos otros, antes de la Ilustración, como Aristóteles (para él, la mujer era un hombre mutilado), y después, Arthur Schopenhauer (uno de los que más odiaba a las mujeres) y Sigmund Freud… Sí, Freud. Su teoría está tan imbuida de la cultura patriarcal que deja a las mujeres sin poder.

Misoginia por estos lares

Pero no es a estos misóginos a los que me voy a referir, sino a los nuestros, pertenecientes a la “intelectualidad venezolana”, quienes, en su posición de privilegios de distintos tipos, arremeten contra las luchas reivindicativas de las mujeres por sus derechos. Además, parecen pertenecer a una especie de cofradía donde se dan palmaditas los unos a los otros por ser “provocadores, reflexivos, cuestionadores”… Lo peor de todo es que encontraron en algunos líderes políticos grandes aliados que confirman una hipótesis debatida con bastante frecuencia en los últimos tiempos: LOS PARTIDOS POLÍTICOS VENEZOLANOS SON REACCIONARIOS.

Los partidos políticos y sus líderes misóginos

La crisis que atraviesa Venezuela, en todos los ámbitos, indudablemente afectó también a los partidos políticos. No se trata solamente de desafección partidista, de la falta de democracia interna o de otros problemas que actualmente tienen estas organizaciones en muchas partes, sino que, parece que se les olvida que para competir en la arena electoral necesitan adecuarse al contexto. En este caso, resulta crucial contar con la participación política de las mujeres, de personas sexodiversas, e incluso de poner en el debate público la discriminación contra las personas afrovenezolanas (y no me vengan con que somos “chéveres” y no somos racistas, porque lo somos y mucho).

Con esto no me refiero a que todos los partidos sean feministas (eso no ocurre en ninguna parte del mundo). Por ejemplo, si se ha seguido a Vente Venezuela, queda clara su ideología. Es un partido conservador y defensor del neoliberalismo. Hay bastante claridad en cuál es su posición; no podemos esperar avances sustantivos para las mujeres en sus líneas partidistas. Pero a nadie engañan, su postura es un hecho notorio, público y comunicacional.

Pero hay otros que incorporan en sus discursos aspectos tales como la inclusión, la diversidad, los derechos de las mujeres, entre otros temas sociales y, luego, algunos de sus dirigentes, incluso en cargos de secretarios generales, salen apoyando ideas misóginas, con solidaridades mecánicas con consecuencias para el partido. Tengan presente que las posturas de sus machirulos pueden afectarlos en la contienda electoral.

Vean lo que ha pasado en Chile, en México, en otros lugares con las posturas partidistas misóginas. Si no entienden que es imposible pensar en procesos políticos democráticos sin la presencia de las mujeres –pero, sobre todo, sin tomar en cuenta sus intereses–, entonces dedíquense a la Física Cuántica o a la Ingeniería Mecatrónica, porque parece que los espacios políticos les quedaron grandes.

¿Por qué se habla de misoginia?

Nuestros flamantes intelectuales comparan las luchas reivindicativas de las mujeres con el nazismo ¡Nada más y nada menos!

Parece que se les olvida que la única sangre derramada por las mujeres es la propia, en la menstruación y cuando paren, o cuando se cometen contra ellas femicidios y otras formas de violencia física. Pero esa es una nimiedad. Lo importante es etiquetar estas luchas y compararlas con un régimen que asesinó a 6 millones de personas de origen judío, además de a polacos no judíos, romaníes, entre otros.

Pero no se trata de un solo misógino, sino que vienen en su apoyo otros; entre ellos, un dios del Olimpo –depositario de la verdad verdadera e incuestionable–, a comparar al feminismo, o a algunos feminismos (por lo menos reconoce esta pluralidad) con los fundamentalismos religiosos. ¿Eso será como una especie de feminismo talibán o algo así?

No son originales, eso si no son. Cuando las luchas de las mujeres y otros grupos en situación histórica de desventaja intentan subvertir el statu quo y desafían el pacto patriarcal, salen los garantes del sistema a señalar que se están pasando… Son unas nazistas, fascistas, talibanas y paremos de contar.

Las mujeres que apoyan la misoginia

Y que conste que no solo son machirulos (término que se refiere a los hombres políticos que no tienen ningún empacho en mostrarse abiertamente machista), sino que algunas mujeres legitiman las posturas misóginas. Bien lo decía Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.

Pero también decía esta filósofa existencialista que: “Nadie es más arrogante, violento, agresivo y desdeñoso contra las mujeres que un hombre inseguro de su propia virilidad”. Pero bueno, esa es harina de otro costal. Eso se lo dejo a las psicoanalistas feministas, esas que, basándose en Freud, cuestionan sus postulados y han demostrado que no hay “envidia del pene”, sino una profunda desigualdad.

Volviendo a las mujeres que aplauden a la intelectualidad misógina y que se jactan de decir que “el feminismo no las representa”, les recuerdo que, si son políticas, estudiaron y tienen un título universitario, se divorciaron, toman pastillas anticonceptivas, e incluso, si tienen una cuenta bancaria, es gracias a las luchas del movimiento feminista… Recuerden que si hubiese sido por los misóginos que tanto defienden estarían, como dice una filósofa española, en una “minoridad perpetua”.

Pasemos a desmontar algunas falacias…

Una violencia específica por ser mujer

Es importante recordarles a los misóginos nacionales que hace ya varias décadas que se logró establecer que hay distintos tipos de violencia; entre ellas, una específica dirigida a las mujeres por el hecho de serlo.

Vamos por partes. Hay más asesinatos de hombres que de mujeres, eso es cierto. Pero analicemos las razones de estos hechos delictivos. A los hombres los matan por razones económicas, ideológicas, religiosas, territoriales; son las principales víctimas (y también victimarios) de la violencia social… A los hombres los pueden matar por su orientación sexual (ser homosexuales) o por su identidad de género (ser transexuales o transgéneros). Pero a los hombres en una posición heterosexual dominante no los matan por ser hombres.

En el caso de las mujeres la situación es distinta. Los riesgos se desprenden del hecho de ser mujer y comienzan antes del nacimiento, con los abortos selectivos (la razón del aborto es que se sabe que será una niña y no un niño), continúa con los abuso sexuales infantiles (también lo sufren los varones pero los porcentajes son más bajos), violaciones sexuales, explotación sexual, violencia en el noviazgo, matrimonio forzado, embarazo forzado, mutilaciones genitales, violencia en el contexto de las relaciones de pareja, violencia en las universidades, en las escuelas, establecimientos deportivos, en orquestas musicales, trata de personas y pare usted de contar. Pero para los misóginos esto es una exageración y lo que pasa es que las mujeres se “victimizan”.

Pero vayamos a las cifras. En la página web de ONU Mujeres hay algunos datos que nos permiten observar la magnitud de esta problemática. En estos datos señalo la fuente de donde los extraigo y quienes lean el artículo pueden constatar su veracidad.

“A escala mundial, el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por una persona distinta de su pareja”.

“Cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia”.

“Las mujeres adultas representan cerca de la mitad (el 49 por ciento) de las víctimas de la trata de seres humanos detectadas a nivel mundial. Las mujeres y niñas representan conjuntamente un 72 por ciento, y las niñas suponen más de tres cuartas partes de las víctimas infantiles de la trata. La trata de mujeres y niñas se realiza, en la mayoría de los casos, con fines de explotación sexual”. Esto permite apreciar que no se trata de un delito genéricamente neutro.

“Quince millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo”.  En Venezuela, un porcentaje importante de las primeras relaciones sexuales de las mujeres son forzadas.

“En cinco regiones, el 82 por ciento de las parlamentarias denunció haber experimentado algún tipo de violencia sexual durante su mandato. Esta incluía comentarios, gestos e imágenes de naturaleza sexista o sexualmente humillante, amenazas y acoso laboral”. Esta es la violencia contra las mujeres en la vida política y el objetivo es transmitir un mensaje: el espacio político no es para las mujeres.

Las mujeres y los techos de cristal en las empresas

Es sabido que, aunque las mujeres se preparen y estén capacitadas para ocupar los puestos de mayor jerarquía dentro de una organización, tienen que enfrentarse con el techo de cristal, que se refiere a una barrera, a una superficie superior, en principio invisible, pero que está allí e impide que las mujeres alcancen los puestos de mayor jerarquía en una organización.

En el caso de las mujeres políticas, obstaculiza que lleguen a ser jefas de Estado o de gobierno o, incluso, presidentas o lideresas de un partido político (actualmente solo un poco más del 6 % de estos puestos son ocupados por mujeres, según cifras de la Unión Interparlamentaria).

En el ámbito empresarial, aunque se han dado ciertos avances, las mujeres continúan siendo una rara avis en los puestos superiores jerárquicos. Según un informe del Credit Suisse Research Institute para 2019, los hombres ganan más que las mujeres en todas las regiones. Y la brecha salarial de género es el resultado de diferencias bien establecidas. El porcentaje de mujeres en los puestos de CEO es de solo 5 %, mientras que, en los puestos de director financiero, CFO, es de 13 %. Y solo el 20,6 % de los consejos de administración de grandes compañías está constituidos por mujeres.

Eso es en las grandes compañías, pero, en general, la inserción de las mujeres en los mercados laborales, principalmente en los países del Sur global, es en condiciones precarias, en los puestos con menor salario, sin prestaciones de seguridad, cumpliendo dobles y triples jornadas laborales. Todo lo cual se ha vuelto más crítico con la pandemia de covid-19 y la sobrecarga de cuidado que les afecta.

Así que estamos lejos de la igualdad y no se trata de un tema de competencias. En América Latina, por ejemplo, hay una feminización de las matrículas universitarias y en el número de graduadas, pero eso no garantiza mejores puestos de trabajo. Todos estos datos son fuentes serias, rigurosas y confiables. Permiten demostrar la desigualdad, comprender y justificar las luchas de las mujeres por sus derechos.

Un mensaje

No quisiera terminar este artículo sin hacerles un llamado a las jóvenes activistas feministas venezolanas millennial, centennial y, si me apuran mucho, pospandemial: ¡Lean, lean mucho, a los clásicos y a quienes cuestionan sus argumentos! Los talleres son buenos y necesarios, pero para poder tener argumentos consistentes y críticos hay que leer. Necesitamos tener argumentos sólidos frente al establishment.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es